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Ciencia y Tecnología

Wimbledon ha sustituido a todos sus jueces de línea por una IA con éxito. El único problema es que los tenistas no se la creen

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Wimbledon ha sustituido a todos sus jueces de línea por una IA con éxito. El único problema es que los tenistas no se la creen

Wimbledon ha sustituido este año por primera vez en su historia a sus jueces de línea por una tecnología que es una evolución del tradicional ojo del halcón. A pesar de la precisión que aporta, varios tenistas han expresado su descontento, sobre todo a raíz de la controversia con el partido de Kartal y Pavlyuchenkova.

Qué está pasando. Varios tenistas han expresado públicamente sus dudas sobre el sistema electrónico. Jack Draper y Emma Raducanu, los números uno británicos, han cuestionado la precisión de las decisiones, mientras que la suiza Belinda Bencic fue más directa: “No me fío del sistema. Tampoco es que quiera hablarlo demasiado, pero es realmente estresante”.

Las reticencias acerca de este nuevo sistema son cada vez más comunes en el tenis. A pesar de que el ojo de halcón ha acompañado a los partidos durante muchos años ya, la sustitución de los jueces marca un descontento general en varios profesionales de este deporte y aficionados. Y el caso de Pavlyuchenkova ha puesto más inri a la situación.

Fallo en tres situaciones clave. El incidente que más ha estado sonando en redes fue durante el partido entre la británica Sonay Kartal y la rusa Anastasia Pavlyuchenkova en la pista central. Con el marcador igualado 4-4, una pelota de Kartal salió claramente fuera, pero el sistema Hawk-Eye permaneció en silencio. Sin la señal sonora habitual de “out”, el árbitro ordenó repetir el punto, provocando la frustración de Pavlyuchenkova: “Me habéis robado el juego”. El fallo duró 6 minutos y 49 segundos, durante los cuales el sistema perdió tres decisiones.

La IA sí está funcionando. La organización ha revelado que el problema de Pavlyuchenkova fue en realidad un error humano: un operador desactivó accidentalmente parte de las cámaras con un clic en su ordenador. Sally Bolton, directora ejecutiva del All England Club, ha defendido que “el sistema de seguimiento de la pelota ha funcionado de forma óptima y efectiva” durante todo el torneo. Tras el incidente, han modificado el software para que las cámaras no puedan desactivarse manualmente cuando hay un partido en curso.

Cómo funciona el sistema. El Live Electronic Line Calling (Live ELC) que usa Wimbledon es una evolución del tradicional ojo de halcón que llevamos viendo desde 2007. La diferencia clave es que ahora funciona en tiempo real: utiliza una red de cámaras con visión artificial que rastrea la pelota y emite automáticamente un “out” cuando sale fuera. Antes, el ojo del halcón solo se usaba para revisar decisiones cuando los jugadores lo solicitaban; ahora es el árbitro principal de todas las líneas.

Lleva funcionando bien años. Los estudios demuestran que los sistemas electrónicos en el deporte son significativamente más precisos que los jueces humanos. Una investigación reveló que los árbitros de línea cometen errores en el 27% de los casos donde se requiere la revisión del ojo de halcón, lo que equivale a un error cada 17,4 juegos. El sistema ha demostrado su fiabilidad en múltiples deportes durante más de una década, y tanto el Open de Australia como el US Open lo han integrado en su totalidad en los últimos años.

IA y arbitraje, siempre quejas. La resistencia a la tecnología en el arbitraje no es exclusiva del tenis. El VAR en el fútbol genera controversias constantes. Además, Hawk-Eye también se encuentra implementado en voleibol, cricket, y hasta en el fútbol para los goles fantasma, situaciones en las que también ha habido polémica con la tecnología. Y es que el deporte suele ser siempre muy reticente a los cambios tecnológicos.

No nos fiamos de la tecnología. Las máquinas fallan menos que los humanos, pero la percepción suele ser diferente. Y es que muchos problemas atribuidos a la IA son en realidad errores en la implementación o en las decisiones humanas que acompañan al sistema, como ha ocurrido esta vez en Wimbledon.

La tecnología no es infalible, pero es estadísticamente más fiable que cualquier alternativa humana disponible. ¿Y por qué no nos fiamos? Según Gina Neff, profesora en Cambridge, “Ahora mismo, en muchos ámbitos en los que la IA afecta a nuestras vidas, creemos que los humanos entienden el contexto mucho mejor que las máquinas”, asegura. “La máquina toma decisiones basándose en el conjunto de reglas para las que ha sido programada. Pero las personas son realmente buenas a la hora de incluir múltiples valores y consideraciones externas también – lo que es la decisión correcta puede no parecer la decisión justa,” continúa. “Es la intersección entre las personas y los sistemas lo que tenemos que hacer bien”.”Tenemos que utilizar lo mejor de ambos para tomar las mejores decisiones”.

Imagen de portada | Shep McAllister

En Xataka | Hace 150 años los ingleses jugaron los primeros  partidos de fútbol en España. Ahora hay una pelea encarnizada por  averiguar dónde


La noticia

Wimbledon ha sustituido a todos sus jueces de línea por una IA con éxito. El único problema es que los tenistas no se la creen

fue publicada originalmente en

Xataka

por
Antonio Vallejo

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​Wimbledon ha sustituido este año por primera vez en su historia a sus jueces de línea por una tecnología que es una evolución del tradicional ojo del halcón. A pesar de la precisión que aporta, varios tenistas han expresado su descontento, sobre todo a raíz de la controversia con el partido de Kartal y Pavlyuchenkova.

Qué está pasando. Varios tenistas han expresado públicamente sus dudas sobre el sistema electrónico. Jack Draper y Emma Raducanu, los números uno británicos, han cuestionado la precisión de las decisiones, mientras que la suiza Belinda Bencic fue más directa: “No me fío del sistema. Tampoco es que quiera hablarlo demasiado, pero es realmente estresante”.

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Las reticencias acerca de este nuevo sistema son cada vez más comunes en el tenis. A pesar de que el ojo de halcón ha acompañado a los partidos durante muchos años ya, la sustitución de los jueces marca un descontento general en varios profesionales de este deporte y aficionados. Y el caso de Pavlyuchenkova ha puesto más inri a la situación.

Fallo en tres situaciones clave. El incidente que más ha estado sonando en redes fue durante el partido entre la británica Sonay Kartal y la rusa Anastasia Pavlyuchenkova en la pista central. Con el marcador igualado 4-4, una pelota de Kartal salió claramente fuera, pero el sistema Hawk-Eye permaneció en silencio. Sin la señal sonora habitual de “out”, el árbitro ordenó repetir el punto, provocando la frustración de Pavlyuchenkova: “Me habéis robado el juego”. El fallo duró 6 minutos y 49 segundos, durante los cuales el sistema perdió tres decisiones.

La IA sí está funcionando. La organización ha revelado que el problema de Pavlyuchenkova fue en realidad un error humano: un operador desactivó accidentalmente parte de las cámaras con un clic en su ordenador. Sally Bolton, directora ejecutiva del All England Club, ha defendido que “el sistema de seguimiento de la pelota ha funcionado de forma óptima y efectiva” durante todo el torneo. Tras el incidente, han modificado el software para que las cámaras no puedan desactivarse manualmente cuando hay un partido en curso.

Cómo funciona el sistema. El Live Electronic Line Calling (Live ELC) que usa Wimbledon es una evolución del tradicional ojo de halcón que llevamos viendo desde 2007. La diferencia clave es que ahora funciona en tiempo real: utiliza una red de cámaras con visión artificial que rastrea la pelota y emite automáticamente un “out” cuando sale fuera. Antes, el ojo del halcón solo se usaba para revisar decisiones cuando los jugadores lo solicitaban; ahora es el árbitro principal de todas las líneas.

Lleva funcionando bien años. Los estudios demuestran que los sistemas electrónicos en el deporte son significativamente más precisos que los jueces humanos. Una investigación reveló que los árbitros de línea cometen errores en el 27% de los casos donde se requiere la revisión del ojo de halcón, lo que equivale a un error cada 17,4 juegos. El sistema ha demostrado su fiabilidad en múltiples deportes durante más de una década, y tanto el Open de Australia como el US Open lo han integrado en su totalidad en los últimos años.

IA y arbitraje, siempre quejas. La resistencia a la tecnología en el arbitraje no es exclusiva del tenis. El VAR en el fútbol genera controversias constantes. Además, Hawk-Eye también se encuentra implementado en voleibol, cricket, y hasta en el fútbol para los goles fantasma, situaciones en las que también ha habido polémica con la tecnología. Y es que el deporte suele ser siempre muy reticente a los cambios tecnológicos.

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No nos fiamos de la tecnología. Las máquinas fallan menos que los humanos, pero la percepción suele ser diferente. Y es que muchos problemas atribuidos a la IA son en realidad errores en la implementación o en las decisiones humanas que acompañan al sistema, como ha ocurrido esta vez en Wimbledon.

La tecnología no es infalible, pero es estadísticamente más fiable que cualquier alternativa humana disponible. ¿Y por qué no nos fiamos? Según Gina Neff, profesora en Cambridge, “Ahora mismo, en muchos ámbitos en los que la IA afecta a nuestras vidas, creemos que los humanos entienden el contexto mucho mejor que las máquinas”, asegura. “La máquina toma decisiones basándose en el conjunto de reglas para las que ha sido programada. Pero las personas son realmente buenas a la hora de incluir múltiples valores y consideraciones externas también – lo que es la decisión correcta puede no parecer la decisión justa,” continúa. “Es la intersección entre las personas y los sistemas lo que tenemos que hacer bien”.”Tenemos que utilizar lo mejor de ambos para tomar las mejores decisiones”.

Imagen de portada | Shep McAllister

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