El futbolista inglés Jack Grealish ha vuelto a ser el centro de atención, pero esta vez no por su desempeño en el campo, sino por una extravagante celebración navideña en Londres que se extendió hasta altas horas de la madrugada y que incluyó un despliegue de “generosidad” y dinero poco visto.
Grealish se ha hecho famoso por su vida nocturna fuera del campo de juego y si bien, uno cree que en Navidad los futbolistas se quedan con sus familias a descansar, el ex Manchester City demostró que también se puede salir de fiesta con los amigos y beber unos tragos.
La travesía festiva comenzó el pasado 20 de diciembre, tras la derrota del Everton frente al Arsenal. Grealish, quien se encuentra actualmente cedido por el Manchester City, decidió despejarse viajando a la capital para disfrutar del Winter Wonderland en Hyde Park. Allí se reunió con su excompañero de selección, Kyle Walker, antes de iniciar un recorrido por los locales más exclusivos de la ciudad.
La primera parada de importancia fue el restaurante mediterráneo Bagatelle, en el distinguido barrio de Mayfair. Según testigos presenciales, los futbolistas no escatimaron en gastos, llegando incluso a invitar rondas de bebidas a otros comensales presentes.
Tras separarse de Walker, quien optó por otros planes, Grealish y su séquito de aproximadamente doce personas se dirigieron al club de striptease Platinum Lace, en Leicester Square. En un reservado privado, el grupo disfrutó de una “juerga de temporada” que se prolongó hasta las 4:00 a.m.
A pesar del entorno, fuentes cercanas a The Sun aseguran que el comportamiento de Grealish fue ejemplar. “Fue un caballero absoluto; no estaba allí por el espectáculo erótico, sino por el ambiente nocturno y las copas“, afirmaron.
El grupo llegó a consumir cientos de Jagerbombs, con un coste de 14 libras cada uno, elevando la factura total de la noche a unas impresionantes 20,000 libras.
Luego de esta fiesta total, las redes sociales fueron testigo de un cambio brutal, ya que en la noche del 24, la pareja de Grealish subió una foto de ambos con su hija, lo que demuestra que, al parecer, sí se puede vivir en dos mundos: el de la familia y el de la fiesta con amigos.
