Ciencia y Tecnología
“Da un poco de miedo, pero es normal”: en Suecia cualquier persona puede saber cuánto gana su vecino y ha sido un éxito
Hoy, cualquier ciudadano sueco puede solicitar los ingresos anuales que declara su vecino, amigo o familiar. Basta con hacer una petición a la agencia tributaria del país nórdico o a través de páginas web especializadas y de pago como Ratsit. En España no existe esta posibilidad, más allá de contar con el derecho a solicitar el registro retributivo de una empresa a través de la representación legal de los trabajadores y sin obtener información específica de una persona.
La diferencia entre ambos países de la Unión Europea radica en que Suecia cuenta con la legislación sobre transparencia de información y datos públicos más antigua del mundo.
Desde 1766, año en el que consagraron la Ley de libertad de prensa en su constitución —la normativa actual es de 1949—, los suecos tienen el derecho a acceder a documentos públicos, gozan de la garantía del anonimato de las fuentes y los empleados del Estado están amparados para divulgar información pública directamente o a través de intermediarios. En España, la Ley de Transparencia entró en vigor en 2013, aunque el derecho de acceso a la información pública se formuló como ley en 1992.
Esta cultura de la transparencia en Suecia, impulsada desde la Administración pública desde hace más de dos siglos, ha derivado, entre otras cosas, a saber cuánto ingresa en un año cualquier residente en este país. Una información que muchas personas utilizan para solicitar una subida en la próxima revisión salarial o para saber a qué pueden aspirar si están en un proceso de selección.
“Trabajo en la universidad y conozco a compañeros que hacen una solicitud para conocer lo que cobran otras personas que trabajan aquí porque quieren asegurarse de que su salario es bueno”, sostiene Sanna Volny, profesora adjunta de periodismo en la Universidad de Södertörn (Estocolmo). Volny también pone como ejemplo una situación que vivió el novio de su hija, que es médico: cuando estaba buscando trabajo, escribió un e-mail al departamento de recursos humanos de un hospital público preguntando por los salarios para saber qué tenía que pedir en el caso de ser contratado.
“La transparencia en los salarios también puede provocar que los sueldos sean más altos”, apunta la profesora que da clases de periodismo de datos, haciendo referencia a un intenso debate que se produjo en Suecia a principios de los 2000 sobre la transparencia salarial de los altos directivos de empresas.
En 2006, llegó al Parlamento como forma de propuesta de ley. “Pensábamos que este debate haría que se redujesen los salarios por aquello de que sería vergonzoso tener un salario muy alto. Y funcionó al revés, algunos CEO empezaron a hacer público lo que cobraban y esto hizo que aumentasen”.
Aparte de información salarial, en otras páginas web suecas como Merinfo.se, con teclear el nombre y apellido de una persona en el buscador y hacer clic, es posible conocer la la edad que tiene, su domicilio, con quién está casada o el tamaño de su vivienda, entre otros datos.
“Cuando trabajaba de vendedor telefónico ayudando a los clientes a encontrar mejores préstamos privados, utilizaba páginas como Merinfo para obtener información de las personas con las que hablaba. Desde dónde vivían, hasta si era un piso de alquiler o una casa comprada”, dice Vilmer Volny, hijo de 24 años de Sanna Volny. “Luego hay otras web en las que pagas como cinco dólares y puedes conseguir más información”, agrega.
Este joven universitario también cuenta cómo cuando “tenía algo más de diez años” perdió su documento de identidad, alguien lo encontró y le mandó un mensaje a su teléfono móvil. Quedaron y se lo devolvieron. Hace tan solo un par de meses le sucedió algo parecido, pero a la inversa: “Me encontré el móvil y el documento de identidad de una chica de 16 años en el metro. Tecleé su número de identificación en Merinfo para buscar el teléfono de sus padres y les llamé para devolverles todo”.
Uno de los países menos corruptos del mundo
“Da un poco de miedo, pero supongo que en Suecia es algo normal [el nivel de transparencia]”, opina Vilner Volny. “Que puedas comparar tu salario con el de otros me parece que está bien, aunque con consultar el salario medio para un puesto de trabajo podría ser suficiente y que así no esté vinculado a una personal. No sé, es algo privado”, apostilla el joven sueco.
En opinión de su madre, Sanna, “tener una tradición de transparencia, así como la libertad de informar, son muy importantes para reducir el nivel de corrupción”. La docente menciona cómo, según Transparencia Internacional, “Suecia es uno de los países menos corruptos, pero está aumentando”. En 2024, el país nórdico se situó en el octavo puesto del ranking de referencia para medir la corrupción en el mundo con 80 puntos sobre 100, dos menos que en 2023, año en el fue puntuado con 82. Por su parte, España ocupó el puesto 46 con 56 puntos (cuatro menos que en 2023).
En lo que respecta al derecho a informar que menciona la docente, se refiere al derecho a divulgar información reconocido en la normativa de libertad de prensa de 1949, que incluyó el anonimato en su ejercicio y la prohibición de revelar las fuentes si estas mismas piden no ser reveladas.
En las décadas posteriores, en Suecia se ha prohibido investigar la identidad de las fuentes tanto para denunciantes del sector público como para trabajadores del sector privado —desvelar irregularidades que afecten al interés público o delitos relacionados con abusos de fondos públicos—. Este derecho a informar no incluye documentos públicos calificados como “secretos”, que en caso de hacerlos públicos supone un delito penado con multas o prisión de hasta un año.
Precisamente, en los últimos meses, un hecho ha salpicado al primer ministro sueco, Ulf Kristersson, por una supuesta revelación de secretos de Henrik Landerholm, ex Asesor de Seguridad Nacional de Suecia y viejo amigo del líder del ejecutivo sueco.
Landerholm fue acusado de un supuesto manejo negligente de información clasificada al dejar, en marzo de 2023, unos documentos en una caja fuerte sin cerrar en un hotel de Estocolmo. Cuatro de ellos comprometían la seguridad del país y los encontró el personal de limpieza. En septiembre de 2025 fue absuelto por la justicia. Meses antes de conocerse la resolución de los tribunales, Landerholm había dimitido de su puesto.
A pesar de este blindaje de libertad de prensa y de información a nivel legislativo y constitucional, Suecia no se libra de situaciones en las que empresas han perseguido a algún empleado por denunciar malas praxis públicamente. Uno de los últimos casos tuvo lugar durante la pandemia de la covid, cuando la auxiliar de enfermería Stine Christophersen informó a los medios de que no se habían tomado las medidas necesarias para evitar las muertes de ancianos en la residencia en la que trabajaba.
Desde su empresa, Attendo, la amenazaron con el despido por escrito. Dos de los tres empleados de esta compañía fueron condenados en el tribunal de distrito por violar la Ley sobre la protección de los denunciantes en determinadas empresas individuales (promulgada en 2017).
La transparencia y el periodismo: Suecia versus España
Desde que un ciudadano sueco solicita datos públicos, esa información tiene que ofrecerse desde la Administración pública de la forma más rápida posible, tal y como indican las diversas normativas que rigen la transparencia de este país.
Fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores de Suecia confirman a Xataka que “hay un deber de responder rápido, lo que significa que si estás trabajando en algo, lo tienes que dejar a un lado para repasar lo que te solicitan y ver si alguna información que requieren está bajo secreto o no”. Las mismas fuentes reiteran que “tienen mucha presión” para ofrecer la información lo antes posible, “ en un par de días como máximo”.
La fluidez y rapidez a la hora de contar con información pública facilita la labor de los periodistas suecos, que tienen que cumplir con su misión de fiscalizar al poder. De hecho, según Reporteros sin Fronteras (RSF), Suecia ocupa el cuarto lugar en el Índice de Libertad de Prensa de 2025, por detrás de Noruega, Estonia y Países Bajos.
Esta clasificación valora el grado de libertad que gozan los periodistas y medios de cada país analizado, y los esfuerzos que se hacen desde los gobiernos para salvaguardar esa libertad de prensa. España ocupa el vigésimo tercer puesto en este índice que elabora RSF.
“Frente a un modelo de cultura de la transparencia, como es el caso sueco y el de otros países nórdicos, España y en los países mediterráneos hay mucho camino por recorrer”, señala Ramón Salaverría, catedrático de periodismo en la Universidad de Granada y autor del estudio “The promise of the transparency culture. A comparative study of access to public data in Spanish and Swedish newsrooms“, realizado a cuatro manos con la profesora universitaria sueca, Ester Appelgren, y publicado en la revista académica Journalism Practice en 2018.
“España fue una de las últimas democracias occidentales en aprobar una ley de transparencia [entró en vigor en 2013]”, explica Salaverría. “Sí, contamos con una ley, pero no existe una tendencia proactiva a la transparencia. Y mi impresión es que no se ha avanzado apenas y no ha hecho más que empeorar ya que a la falta de rendición de cuentas por parte de los poderes públicos se une el problema de la desinformación y la desconfianza hacia los medios que deberían controlar a los poderes públicos”, opina.
El Portal de Transparencia para realizar peticiones de información al gobierno central español entró en funcionamiento en diciembre de 2014 y muchas comunidades autónomas siguieren su ejemplo y han puesto a disposición de la ciudadanía española los suyos propios.
Pablo Jiménez Arandía es un periodista freelance que realiza investigaciones sobre el impacto de la tecnología en la sociedad y a nivel ambiental, y cuenta con años de experiencia realizando peticiones a Transparencia. “La ley española suele dar un mes de plazo para contestar a una solicitud, pero es muy habitual llegar a los dos meses. En ocasiones he esperado hasta seis meses y otras veces deniegan la petición”, sostiene el periodista autor de reportajes como uno publicado en El Confidencial en abril de 2023 sobre un modelo de inteligencia artificial que utiliza el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) desde 2018 para rastrear bajas laborales y “cazar” fraudes.

(Dawid Tkocz/Unsplash)
“Una vez publicamos el artículo, seguí realizando peticiones a Transparencia porque falta mucha información; son algoritmos que llevan años funcionando”, cuenta Jiménez. “Me han seguido dando información hasta que en una de las solicitudes les pedí el código fuente del modelo de IA, pero el ministerio de Seguridad Social se ha negado a dármelo alegando secreto profesional y a la propiedad intelectual e industrial”, detalla.
El periodista residente en Barcelona ha contado esta situación en otro artículo publicado el pasado mes de marzo en el mismo medio y bajo el título “La Seguridad Social se niega a desvelar su IA para rastrear bajas laborales. Y eso te afecta“. Explica cómo presentó una alegación al Consejo de Transparencia, órgano que le dio la razón, y ahora el caso ha llegado a la Audiencia Nacional a través del INSS.
Puede que el precedente que se ha sentado el pasado mes de septiembre con una sentencia del Tribunal Supremo a favor de dar el acceso a la Fundación Ciudadana CIVIO al código fuente de Bosco, un aplicación que decide quién recibe y quién no el bono social, favorezca la particular lucha emprendida por Pablo Jiménez Arandía por mejorar la transparencia en España con un nuevo caso que sume precedentes. Mientras, toca esperar.
“España ha avanzado mucho en cuestiones sociales y de calidad democrática en un corto periodo de tiempo, pero en el asunto de la transparencia estamos bastante atrás con respecto a otros países europeos”, subraya. “La cultura de la transparencia tiene que asentarse con el trabajo de las autoridades oficiales, lo que en el caso de España suponemos que llevará tiempo”, exponen desde el Ministerio de Exteriores sueco.
Imagen | Hanlin Sun
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La noticia
“Da un poco de miedo, pero es normal”: en Suecia cualquier persona puede saber cuánto gana su vecino y ha sido un éxito
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Juan Calleja
.
Hoy, cualquier ciudadano sueco puede solicitar los ingresos anuales que declara su vecino, amigo o familiar. Basta con hacer una petición a la agencia tributaria del país nórdico o a través de páginas web especializadas y de pago como Ratsit. En España no existe esta posibilidad, más allá de contar con el derecho a solicitar el registro retributivo de una empresa a través de la representación legal de los trabajadores y sin obtener información específica de una persona.
La diferencia entre ambos países de la Unión Europea radica en que Suecia cuenta con la legislación sobre transparencia de información y datos públicos más antigua del mundo.
Desde 1766, año en el que consagraron la Ley de libertad de prensa en su constitución —la normativa actual es de 1949—, los suecos tienen el derecho a acceder a documentos públicos, gozan de la garantía del anonimato de las fuentes y los empleados del Estado están amparados para divulgar información pública directamente o a través de intermediarios. En España, la Ley de Transparencia entró en vigor en 2013, aunque el derecho de acceso a la información pública se formuló como ley en 1992.
En Xataka
Hay empresas experimentando con hacer públicos los salarios de todos sus trabajadores. Y les está yendo muy bien
Esta cultura de la transparencia en Suecia, impulsada desde la Administración pública desde hace más de dos siglos, ha derivado, entre otras cosas, a saber cuánto ingresa en un año cualquier residente en este país. Una información que muchas personas utilizan para solicitar una subida en la próxima revisión salarial o para saber a qué pueden aspirar si están en un proceso de selección.
(Jon Flobrant/Unsplash)
“Trabajo en la universidad y conozco a compañeros que hacen una solicitud para conocer lo que cobran otras personas que trabajan aquí porque quieren asegurarse de que su salario es bueno”, sostiene Sanna Volny, profesora adjunta de periodismo en la Universidad de Södertörn (Estocolmo). Volny también pone como ejemplo una situación que vivió el novio de su hija, que es médico: cuando estaba buscando trabajo, escribió un e-mail al departamento de recursos humanos de un hospital público preguntando por los salarios para saber qué tenía que pedir en el caso de ser contratado.
“La transparencia en los salarios también puede provocar que los sueldos sean más altos”, apunta la profesora que da clases de periodismo de datos, haciendo referencia a un intenso debate que se produjo en Suecia a principios de los 2000 sobre la transparencia salarial de los altos directivos de empresas.
En Xataka
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En 2006, llegó al Parlamento como forma de propuesta de ley. “Pensábamos que este debate haría que se redujesen los salarios por aquello de que sería vergonzoso tener un salario muy alto. Y funcionó al revés, algunos CEO empezaron a hacer público lo que cobraban y esto hizo que aumentasen”.
Aparte de información salarial, en otras páginas web suecas como Merinfo.se, con teclear el nombre y apellido de una persona en el buscador y hacer clic, es posible conocer la la edad que tiene, su domicilio, con quién está casada o el tamaño de su vivienda, entre otros datos.
(Claudio Schwarz/Unsplash)
“Cuando trabajaba de vendedor telefónico ayudando a los clientes a encontrar mejores préstamos privados, utilizaba páginas como Merinfo para obtener información de las personas con las que hablaba. Desde dónde vivían, hasta si era un piso de alquiler o una casa comprada”, dice Vilmer Volny, hijo de 24 años de Sanna Volny. “Luego hay otras web en las que pagas como cinco dólares y puedes conseguir más información”, agrega.
Este joven universitario también cuenta cómo cuando “tenía algo más de diez años” perdió su documento de identidad, alguien lo encontró y le mandó un mensaje a su teléfono móvil. Quedaron y se lo devolvieron. Hace tan solo un par de meses le sucedió algo parecido, pero a la inversa: “Me encontré el móvil y el documento de identidad de una chica de 16 años en el metro. Tecleé su número de identificación en Merinfo para buscar el teléfono de sus padres y les llamé para devolverles todo”.
Uno de los países menos corruptos del mundo
“Da un poco de miedo, pero supongo que en Suecia es algo normal [el nivel de transparencia]”, opina Vilner Volny. “Que puedas comparar tu salario con el de otros me parece que está bien, aunque con consultar el salario medio para un puesto de trabajo podría ser suficiente y que así no esté vinculado a una personal. No sé, es algo privado”, apostilla el joven sueco.
En opinión de su madre, Sanna, “tener una tradición de transparencia, así como la libertad de informar, son muy importantes para reducir el nivel de corrupción”. La docente menciona cómo, según Transparencia Internacional, “Suecia es uno de los países menos corruptos, pero está aumentando”. En 2024, el país nórdico se situó en el octavo puesto del ranking de referencia para medir la corrupción en el mundo con 80 puntos sobre 100, dos menos que en 2023, año en el fue puntuado con 82. Por su parte, España ocupó el puesto 46 con 56 puntos (cuatro menos que en 2023).
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En lo que respecta al derecho a informar que menciona la docente, se refiere al derecho a divulgar información reconocido en la normativa de libertad de prensa de 1949, que incluyó el anonimato en su ejercicio y la prohibición de revelar las fuentes si estas mismas piden no ser reveladas.
En las décadas posteriores, en Suecia se ha prohibido investigar la identidad de las fuentes tanto para denunciantes del sector público como para trabajadores del sector privado —desvelar irregularidades que afecten al interés público o delitos relacionados con abusos de fondos públicos—. Este derecho a informar no incluye documentos públicos calificados como “secretos”, que en caso de hacerlos públicos supone un delito penado con multas o prisión de hasta un año.
(Jessica Guzik/Unsplash)
Precisamente, en los últimos meses, un hecho ha salpicado al primer ministro sueco, Ulf Kristersson, por una supuesta revelación de secretos de Henrik Landerholm, ex Asesor de Seguridad Nacional de Suecia y viejo amigo del líder del ejecutivo sueco.
Landerholm fue acusado de un supuesto manejo negligente de información clasificada al dejar, en marzo de 2023, unos documentos en una caja fuerte sin cerrar en un hotel de Estocolmo. Cuatro de ellos comprometían la seguridad del país y los encontró el personal de limpieza. En septiembre de 2025 fue absuelto por la justicia. Meses antes de conocerse la resolución de los tribunales, Landerholm había dimitido de su puesto.
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Cuánto se cobra realmente en las tecnológicas españolas: de los 27.000 euros como junior a los 170.000 euros
A pesar de este blindaje de libertad de prensa y de información a nivel legislativo y constitucional, Suecia no se libra de situaciones en las que empresas han perseguido a algún empleado por denunciar malas praxis públicamente. Uno de los últimos casos tuvo lugar durante la pandemia de la covid, cuando la auxiliar de enfermería Stine Christophersen informó a los medios de que no se habían tomado las medidas necesarias para evitar las muertes de ancianos en la residencia en la que trabajaba.
Desde su empresa, Attendo, la amenazaron con el despido por escrito. Dos de los tres empleados de esta compañía fueron condenados en el tribunal de distrito por violar la Ley sobre la protección de los denunciantes en determinadas empresas individuales (promulgada en 2017).
La transparencia y el periodismo: Suecia versus España
Desde que un ciudadano sueco solicita datos públicos, esa información tiene que ofrecerse desde la Administración pública de la forma más rápida posible, tal y como indican las diversas normativas que rigen la transparencia de este país.
Fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores de Suecia confirman a Xataka que “hay un deber de responder rápido, lo que significa que si estás trabajando en algo, lo tienes que dejar a un lado para repasar lo que te solicitan y ver si alguna información que requieren está bajo secreto o no”. Las mismas fuentes reiteran que “tienen mucha presión” para ofrecer la información lo antes posible, “ en un par de días como máximo”.
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Buenas noticias, los salarios en España están subiendo: el problema es que si eres joven seguramente no lo sepas
La fluidez y rapidez a la hora de contar con información pública facilita la labor de los periodistas suecos, que tienen que cumplir con su misión de fiscalizar al poder. De hecho, según Reporteros sin Fronteras (RSF), Suecia ocupa el cuarto lugar en el Índice de Libertad de Prensa de 2025, por detrás de Noruega, Estonia y Países Bajos.
Esta clasificación valora el grado de libertad que gozan los periodistas y medios de cada país analizado, y los esfuerzos que se hacen desde los gobiernos para salvaguardar esa libertad de prensa. España ocupa el vigésimo tercer puesto en este índice que elabora RSF.
(Elena Saharova/Unsplash)
“Frente a un modelo de cultura de la transparencia, como es el caso sueco y el de otros países nórdicos, España y en los países mediterráneos hay mucho camino por recorrer”, señala Ramón Salaverría, catedrático de periodismo en la Universidad de Granada y autor del estudio “The promise of the transparency culture. A comparative study of access to public data in Spanish and Swedish newsrooms”, realizado a cuatro manos con la profesora universitaria sueca, Ester Appelgren, y publicado en la revista académica Journalism Practice en 2018.
“España fue una de las últimas democracias occidentales en aprobar una ley de transparencia [entró en vigor en 2013]”, explica Salaverría. “Sí, contamos con una ley, pero no existe una tendencia proactiva a la transparencia. Y mi impresión es que no se ha avanzado apenas y no ha hecho más que empeorar ya que a la falta de rendición de cuentas por parte de los poderes públicos se une el problema de la desinformación y la desconfianza hacia los medios que deberían controlar a los poderes públicos”, opina.
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Pablo Jiménez Arandía es un periodista freelance que realiza investigaciones sobre el impacto de la tecnología en la sociedad y a nivel ambiental, y cuenta con años de experiencia realizando peticiones a Transparencia. “La ley española suele dar un mes de plazo para contestar a una solicitud, pero es muy habitual llegar a los dos meses. En ocasiones he esperado hasta seis meses y otras veces deniegan la petición”, sostiene el periodista autor de reportajes como uno publicado en El Confidencial en abril de 2023 sobre un modelo de inteligencia artificial que utiliza el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) desde 2018 para rastrear bajas laborales y “cazar” fraudes.
(Dawid Tkocz/Unsplash)
“Una vez publicamos el artículo, seguí realizando peticiones a Transparencia porque falta mucha información; son algoritmos que llevan años funcionando”, cuenta Jiménez. “Me han seguido dando información hasta que en una de las solicitudes les pedí el código fuente del modelo de IA, pero el ministerio de Seguridad Social se ha negado a dármelo alegando secreto profesional y a la propiedad intelectual e industrial”, detalla.
El periodista residente en Barcelona ha contado esta situación en otro artículo publicado el pasado mes de marzo en el mismo medio y bajo el título “La Seguridad Social se niega a desvelar su IA para rastrear bajas laborales. Y eso te afecta”. Explica cómo presentó una alegación al Consejo de Transparencia, órgano que le dio la razón, y ahora el caso ha llegado a la Audiencia Nacional a través del INSS.
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“España ha avanzado mucho en cuestiones sociales y de calidad democrática en un corto periodo de tiempo, pero en el asunto de la transparencia estamos bastante atrás con respecto a otros países europeos”, subraya. “La cultura de la transparencia tiene que asentarse con el trabajo de las autoridades oficiales, lo que en el caso de España suponemos que llevará tiempo”, exponen desde el Ministerio de Exteriores sueco.
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“Da un poco de miedo, pero es normal”: en Suecia cualquier persona puede saber cuánto gana su vecino y ha sido un éxito
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