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Ciencia y Tecnología

Siete idiomas que la humanidad aún no puede descifrar

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Epiolmeca, Rongo Rongo, Lineal A: algunas escrituras antiguas siguen siendo indescifrables. ¿Podrá la inteligencia artificial descifrar los códigos del pasado?

​Epiolmeca, Rongo Rongo, Lineal A: algunas escrituras antiguas siguen siendo indescifrables. ¿Podrá la inteligencia artificial descifrar los códigos del pasado?  

¿Te atreves a resolver acertijos complicados? Imagina que alguien te presenta un código desconocido que debes descifrar sin diccionario, sin gramática, sin traducción.

La arqueología y la lingüística se unen para enfrentar exactamente este tipo de enigmas en los que varios sistemas de escritura antiguos siguen siendo un misterio incluso hoy en día, pese al uso de alta tecnología e inteligencia artificial. Estos legados reflejan grandes civilizaciones cuya escritura podemos ver, pero no comprendemos que dicen.

Svenja Bonmann es lingüista en la Universidad de Colonia y se dedica a la lingüística histórico-comparativa, un campo que estudia el origen y la evolución de las lenguas. En su investigación intenta descifrar lenguas históricas y reconstruir sus estructuras.

«Para mí es muy atractivo tener delante un rompecabezas lingüístico tan exigente que incluso las mentes más brillantes han fracasado en descifrar», afirma. «A través de estos testimonios escritos se accede a una cultura que desapareció hace mucho tiempo». Es como interactuar con una cultura ajena mediante una máquina del tiempo, explica Bonmann.

Demasiado corto, demasiado poco, demasiado ajeno

Actualmente, Bonmann investiga el sistema de escritura epiolmeca, que surgió en la costa sur del Golfo de México. Algunas inscripciones y símbolos de la escritura olmeca apuntan a un sistema temprano de escritura, pero hay muy poco material disponible y el contexto es tan incierto que descifrarlo resulta extremadamente difícil.

Igualmente de enigmática es la escritura de la civilización del Valle del Indo llamada cultura Harappa, actualmente en Pakistán y al noroeste de la India. Aparece en cientos de sellos y fragmentos de cerámica, pero casi siempre en secuencias extremadamente cortas. Sigue siendo objeto de debate si detrás de ella hay una lengua plenamente desarrollada o más bien un sistema simbólico.

Otro ejemplo abstracto es el rongo rongo de la isla de Pascua, que parece una escritura pictográfica de aves, personas y formas ornamentales. Solo se conserva en unas pocas tablillas de madera, algunas dañadas.

Escritura rongo rongo en una tablilla,
La escritura rongo rongo de la Isla de Pascua, reverso de la Tablilla Pequeña de Santiago. El rongo rongo es un sistema de glifos descubierto en el siglo XIX en Rapa Nui / Isla de Pascua que parece ser escritura o protoescritura. Se han realizado numerosos intentos para descifrarlo, sin éxito.Imagen: CPA Media/IMAGO

Más familiar nos resulta la cultura minoica de Creta en Grecia: de sus tres sistemas de escritura, solo el Lineal B ha podido ser descifrado, ya que se trata de una forma temprana del griego. Los jeroglíficos cretenses y el Lineal A, en cambio, siguen siendo un enigma hasta hoy.

De Creta procede también el famoso Disco de Festos, del segundo milenio antes de Cristo: un objeto único de arcilla con símbolos estampados en espiral. Es espectacular; y precisamente por ser una pieza aislada resulta casi imposible de descifrar de manera sistemática.

El etrusco es otro idioma que sigue siendo misterioso. Se hablaba en la Antigüedad en el centro de Italia. Aunque el alfabeto es legible ya que deriva del griego, la lengua apenas tiene parientes reconocibles, lo que dificulta comprender el contenido de las inscripciones.

Del actual Irán procede el protoelamita, la tradición más antigua conocida de escritura y administración en la región del Elam. Los signos están bien catalogados, pero las tablillas suelen estar fragmentadas, el contenido parece administrativo y la lengua no encaja en ninguna familia lingüística conocida.

Ciudad arqueológica de Susa en Irán.
Susa, Irán. Ciudad antigua que se remonta al menos al cuarto milenio antes de Cristo, Susa se convirtió en el centro de la civilización elamita, que floreció a partir del año 2700 antes de Cristo.Imagen: Vivienne Sharp/Heritage-Images/picture alliance

Cuando las escrituras se convierten en enigmas

Todas estas escrituras comparten un problema fundamental: faltan decodificadores como lo fue la Piedra de Rosetta, que fue la clave para descifrar los jeroglíficos egipcios. Es decir, inscripciones bilingües en las que un mismo texto aparece tanto en una lengua conocida como en la escritura enigmática. Sin estas claves, resulta muy difícil asignar signos a sonidos, sílabas o palabras.

Pero no es imposible, afirma Bonmann, «no necesariamente se necesitan textos bilingües, pero sí algún tipo de continuidad con épocas históricas, por ejemplo nombres de lugares, de gobernantes o de dioses. Con eso se puede lograr».

Otro factor decisivo es si una lengua puede asignarse a una familia lingüística conocida. Sin ese marco, faltan los sistemas fonéticos, las estructuras de palabras y los patrones gramaticales típicos con los que se pueden poner a prueba las hipótesis.

La inteligencia artificial, ayuda limitada

Con el auge de la inteligencia artificial aumentan las esperanzas de poder romper los códigos indescifrables. La IA puede analizar secuencias de signos en busca de patrones, distinguir variantes, completar partes dañadas y contar frecuencias.

Pero según Bonmann, con cantidades muy pequeñas de texto, el Corpus llega a sus límites. La inteligencia artificial necesita grandes volúmenes de datos para el análisis. En los sistemas de escritura no descifrados, sin embargo, suele haber muy pocas inscripciones. «En mi opinión, es relativamente improbable que en un futuro cercano se desarrollen programas capaces de operar con tan pocos datos».

Enigmas que seguirán siéndolo

Tal vez el atractivo especial de estas escrituras reside en su misterio: muestran que incluso en la era de máquinas aparentemente omniscientes, algunas voces del pasado guardan sus secretos… al menos por ahora.

dos señales de tráfico en tres idiomas: francés, árabe y en lengua bereber.
Tizi Ouzou, en Cabilia, Argelia: dos señales de tráfico en tres idiomas: francés, árabe y en lengua bereber.Imagen: Ulrike Koltermann/dpa/picture alliance

«Los seres humanos somos, hasta donde sabemos, la única especie con conciencia histórica. Pensamos de dónde venimos y hacia dónde vamos», explica Bonmann. Reflexionar sobre las sociedades del pasado, sobre cómo funcionaban y por qué desaparecieron, forma parte del núcleo mismo de lo humano, dice la lingüista de Colonia. En ese sentido, descifrar estas lenguas es un tema altamente relevante y plenamente actual, concluye Bonmann.

(os/chp)

 

​Deutsche Welle: DW.COM – Ciencia y Tecnologia

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