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Adobe se presenta como defensora de los creadores en la era de la IA. Una demanda alega que usó libros con derechos de autor

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Adobe se presenta como defensora de los creadores en la era de la IA. Una demanda alega que usó libros con derechos de autor

Adobe ha construido parte de su estrategia en inteligencia artificial sobre una bandera muy reconocible: proteger a los creadores en un momento de cambio profundo. Mientras otras tecnológicas acumulaban críticas por el origen de sus datos, la compañía se presentaba como una alternativa responsable. Esa posición se enfrenta ahora a una demanda que pone el foco en el entrenamiento de uno de sus modelos y en el uso de obras con derechos de autor. El caso no es una anomalía, sino un reflejo de una pregunta que la industria todavía no ha logrado responder con claridad.

La demanda se presentó el martes en el Tribunal Federal del Distrito Norte de California y adopta la forma de una acción colectiva propuesta. Una autora llamada Elizabeth Lyon acusa a Adobe de haber utilizado libros protegidos por derechos de autor, incluidos los suyos, para entrenar modelos de IA de la compañía, con SlimLM como elemento central del caso, sin contar con permiso. Según la documentación judicial, esas obras habrían formado parte del proceso de entrenamiento de sistemas diseñados para responder a instrucciones humanas. Lyon afirma actuar en nombre de otros titulares de derechos que se encontrarían en una situación similar.

El gran debate sobre los datos que entrenan a la IA

Para entender por qué este tipo de litigios se repite cada vez con más frecuencia, conviene detenerse un momento en cómo funciona la inteligencia artificial actual. Más allá de las aplicaciones visibles, desde chatbots hasta generadores de imágenes, existen modelos subyacentes que actúan como el núcleo del sistema y aprenden a partir de enormes volúmenes de datos. En términos generales, disponer de más datos puede mejorar el rendimiento, aunque no es el único factor. El problema aparece cuando surge la pregunta clave sobre el origen de esa información y las condiciones bajo las que se ha utilizado.

El modelo señalado en la demanda no es Firefly, el sistema creativo más conocido de Adobe, sino SlimLM, una familia de modelos de lenguaje de menor tamaño pensada para tareas concretas. Estos modelos están diseñados para asistir a los usuarios en funciones relacionadas con documentos, especialmente en dispositivos móviles. No se trata de una IA orientada a la generación creativa a gran escala, sino de un sistema que opera en segundo plano. Esa diferencia es relevante porque muestra que el debate sobre los datos de entrenamiento no se limita a las aplicaciones más visibles.

Según la demanda, el conflicto no estaría en SlimLM como producto final, sino en los datos empleados durante su fase de entrenamiento. Adobe ha explicado que estos modelos se preentrenaron con SlimPajama-627B, un conjunto de datos de código abierto publicado por Cerebras en junio de 2023. El escrito judicial sostiene que SlimPajama deriva de RedPajama, otro dataset ampliamente utilizado en la industria, y que este a su vez incorpora Books3, una colección masiva de libros protegidos por derechos de autor. Esa cadena es la que, según la demandante, habría permitido la inclusión de obras sin autorización.

Acrobat

Hasta ahora, la narrativa pública de Adobe sobre inteligencia artificial se ha articulado principalmente alrededor de Firefly, un producto claramente identificado con el respeto a los creadores y el uso de contenidos con licencia. La empresa ha defendido que estos modelos se entrenaron con contenido con licencia, como Adobe Stock, y material de dominio público, y ha acompañado ese mensaje con programas de compensación para colaboradores de Adobe Stock. La demanda, sin embargo, no se dirige a ese frente visible, sino, como decimos, a SlimLM, un modelo más discreto, integrado en tareas de asistencia y sin una presencia comercial directa. Esa separación resulta clave para entender el alcance real del caso.

El procedimiento contra Adobe se enmarca en un contexto más amplio de litigios en Estados Unidos relacionados con el entrenamiento de modelos de IA. En los últimos años, autores y otros titulares de derechos han llevado a los tribunales a empresas tecnológicas como OpenAIo Anthropic, con demandas que alegan el uso de obras protegidas sin autorización. Algunos de estos procesos siguen abiertos y otros han terminado en acuerdos millonarios. Ese escenario explica por qué cada nuevo caso se interpreta como un paso más en la delimitación legal del uso de datos en la inteligencia artificial.

Por ahora, el caso se encuentra en una fase inicial y deja abiertas muchas incógnitas. La demandante solicita una compensación económica no especificada y plantea la acción en nombre de otros posibles afectados, mientras que Adobe no respondió a la solicitud de comentarios de Reuters. Será el proceso judicial el que determine si la demanda prospera, se archiva o deriva en un acuerdo. Más allá de su desenlace concreto, el litigio vuelve a poner el foco en una cuestión que sigue sin resolverse del todo: cómo equilibrar el avance de la IA con los derechos de quienes crean los contenidos de los que aprende.

Imágenes | Rubaitul Azad | Adobe

En Xataka | Gemini 3 Flash ha superado a GPT-5.2 Extra High en varios benchmarks: Google acaba de cambiar las reglas del modelo ligero


La noticia

Adobe se presenta como defensora de los creadores en la era de la IA. Una demanda alega que usó libros con derechos de autor

fue publicada originalmente en

Xataka

por
Javier Marquez

.

​Adobe ha construido parte de su estrategia en inteligencia artificial sobre una bandera muy reconocible: proteger a los creadores en un momento de cambio profundo. Mientras otras tecnológicas acumulaban críticas por el origen de sus datos, la compañía se presentaba como una alternativa responsable. Esa posición se enfrenta ahora a una demanda que pone el foco en el entrenamiento de uno de sus modelos y en el uso de obras con derechos de autor. El caso no es una anomalía, sino un reflejo de una pregunta que la industria todavía no ha logrado responder con claridad.
La demanda se presentó el martes en el Tribunal Federal del Distrito Norte de California y adopta la forma de una acción colectiva propuesta. Una autora llamada Elizabeth Lyon acusa a Adobe de haber utilizado libros protegidos por derechos de autor, incluidos los suyos, para entrenar modelos de IA de la compañía, con SlimLM como elemento central del caso, sin contar con permiso. Según la documentación judicial, esas obras habrían formado parte del proceso de entrenamiento de sistemas diseñados para responder a instrucciones humanas. Lyon afirma actuar en nombre de otros titulares de derechos que se encontrarían en una situación similar.
El gran debate sobre los datos que entrenan a la IA
Para entender por qué este tipo de litigios se repite cada vez con más frecuencia, conviene detenerse un momento en cómo funciona la inteligencia artificial actual. Más allá de las aplicaciones visibles, desde chatbots hasta generadores de imágenes, existen modelos subyacentes que actúan como el núcleo del sistema y aprenden a partir de enormes volúmenes de datos. En términos generales, disponer de más datos puede mejorar el rendimiento, aunque no es el único factor. El problema aparece cuando surge la pregunta clave sobre el origen de esa información y las condiciones bajo las que se ha utilizado.

El modelo señalado en la demanda no es Firefly, el sistema creativo más conocido de Adobe, sino SlimLM, una familia de modelos de lenguaje de menor tamaño pensada para tareas concretas. Estos modelos están diseñados para asistir a los usuarios en funciones relacionadas con documentos, especialmente en dispositivos móviles. No se trata de una IA orientada a la generación creativa a gran escala, sino de un sistema que opera en segundo plano. Esa diferencia es relevante porque muestra que el debate sobre los datos de entrenamiento no se limita a las aplicaciones más visibles.
Según la demanda, el conflicto no estaría en SlimLM como producto final, sino en los datos empleados durante su fase de entrenamiento. Adobe ha explicado que estos modelos se preentrenaron con SlimPajama-627B, un conjunto de datos de código abierto publicado por Cerebras en junio de 2023. El escrito judicial sostiene que SlimPajama deriva de RedPajama, otro dataset ampliamente utilizado en la industria, y que este a su vez incorpora Books3, una colección masiva de libros protegidos por derechos de autor. Esa cadena es la que, según la demandante, habría permitido la inclusión de obras sin autorización.

Hasta ahora, la narrativa pública de Adobe sobre inteligencia artificial se ha articulado principalmente alrededor de Firefly, un producto claramente identificado con el respeto a los creadores y el uso de contenidos con licencia. La empresa ha defendido que estos modelos se entrenaron con contenido con licencia, como Adobe Stock, y material de dominio público, y ha acompañado ese mensaje con programas de compensación para colaboradores de Adobe Stock. La demanda, sin embargo, no se dirige a ese frente visible, sino, como decimos, a SlimLM, un modelo más discreto, integrado en tareas de asistencia y sin una presencia comercial directa. Esa separación resulta clave para entender el alcance real del caso.
El procedimiento contra Adobe se enmarca en un contexto más amplio de litigios en Estados Unidos relacionados con el entrenamiento de modelos de IA. En los últimos años, autores y otros titulares de derechos han llevado a los tribunales a empresas tecnológicas como OpenAIo Anthropic, con demandas que alegan el uso de obras protegidas sin autorización. Algunos de estos procesos siguen abiertos y otros han terminado en acuerdos millonarios. Ese escenario explica por qué cada nuevo caso se interpreta como un paso más en la delimitación legal del uso de datos en la inteligencia artificial.

En Xataka

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Por ahora, el caso se encuentra en una fase inicial y deja abiertas muchas incógnitas. La demandante solicita una compensación económica no especificada y plantea la acción en nombre de otros posibles afectados, mientras que Adobe no respondió a la solicitud de comentarios de Reuters. Será el proceso judicial el que determine si la demanda prospera, se archiva o deriva en un acuerdo. Más allá de su desenlace concreto, el litigio vuelve a poner el foco en una cuestión que sigue sin resolverse del todo: cómo equilibrar el avance de la IA con los derechos de quienes crean los contenidos de los que aprende.
Imágenes | Rubaitul Azad | Adobe
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– La noticia

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Javier Marquez

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