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Ciencia y Tecnología

El problema de “mi gato está gordo” es tan común que la industria ha tenido una idea: “Ozempic para gatos”

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El problema de "mi gato está gordo" es tan común que la industria ha tenido una idea: "Ozempic para gatos"

En apenas unos años, fármacos como Ozempic, Wegovy o Mounjaro han pasado de ser tratamientos discretos para la diabetes a convertirse en un gran fenómeno social. Su promesa —perder peso mediante una simple inyección semanal— ha abierto un nuevo capítulo en la medicina humana. Ahora, esta revolución farmacológica comienza a expandirse más allá de las personas: los gatos podrían ser los siguientes en recibir una versión adaptada de estos tratamientos.

Adiós gatos gordos. Okava Pharmaceuticals, una empresa de San Francisco dedicada a enfermedades crónicas en animales de compañía, ha iniciado un ensayo clínico pionero denominado MEOW-1, cuyo objetivo es evaluar la seguridad y eficacia de OKV-119, un implante subdérmico capaz de liberar exenatida —un agonista GLP-1— de manera sostenida durante meses en gatos con sobrepeso u obesidad. 

La intervención pretende simplificar un tratamiento que, en humanos, suele requerir inyecciones semanales. Aquí, todo se reduce a un solo gesto. “Insertas la cápsula bajo la piel, y seis meses después vuelves, y el gato ha perdido peso. Es como magia”, afirma Chen Gilor, veterinario responsable del estudio, en declaraciones al New York Times.

Un estudio pionero. Los intereses de Okava no surgieron de la nada. Antes de MEOW-1, la empresa evaluó prototipos del implante en dos estudios preliminares. Un trabajo publicado en Frontiers in Veterinary Science demostró que el implante OKV-119 podía implantarse y retirarse con facilidad, que era bien tolerado y que sus niveles plasmáticos de exenatida correlacionaban con una reducción de peso en gatos sanos durante más de un mes.

Posteriormente, una investigación publicada en BMC Veterinary Research profundizó en esa línea: implantaron a cinco gatos el prototipo diseñado durante 84 días, lo que observaron es que en ese período se mantuvieron niveles estables de exenatida y cuatro de ellos redujeron al menos un 5% de su peso corporal, junto a una menor ingesta calórica. Estos resultados motivaron el paso a un ensayo en gatos obesos reales, que Okava planea ejecutar este verano. Según la compañía, MEOW-1 será el primer estudio formal de pérdida de peso en felinos basado en agonistas GLP-1.

¿Cómo funciona el implante? OKV-119 utiliza la plataforma NanoPortal, desarrollada por Vivani Medical. Según los estudios científicos, esta tecnología emplea: un reservorio de titanio, una membrana con nanotubos que regulan el paso del fármaco, y un sistema diseñado para asegurar una liberación constante y prolongada sin picos pronunciados.

Además, este tipo de administración permite superar la principal dificultad asociada a los GLP-1 en medicina veterinaria: la falta de la adherencia. Los estudios señalan que administrar inyecciones repetidas a un gato es complejo, estresante y puede reducir drásticamente la continuidad del tratamiento, igual que ocurre en personas con fármacos inyectables. El implante busca resolver ese problema con un enfoque one-and-done: una inserción subdérmica en consulta veterinaria, sin intervención diaria por parte del cuidador.

Según explica The New York Times, existen veterinarios que ya utilizan agonistas GLP-1 humanos de forma off-label en gatos diabéticos, pero su coste y necesidad de administración frecuente limitan su uso. De ahí la relevancia de un dispositivo que podría mantener la medicación activa durante medio año.

¿Pero solo en gatos? Aunque MEOW-1 se centra exclusivamente en felinos, Okava y Vivani han confirmado una expansión del proyecto a perros, otra especie con tasas de obesidad superiores al 50% en Estados Unidos. La compañía afirma que su objetivo es reproducir en perros los efectos metabólicos observados en gatos: mejor sensibilidad a la insulina, reducción de masa grasa y una mayor eficiencia energética. Con la expectativa de que estos cambios puedan incluso favorecer un envejecimiento más saludable.

Con ambos mercados, el potencial comercial es evidente. Según estimaciones recogidas en Xataka, el sector global de fármacos contra la obesidad en personas podría superar los 100.000 millones de dólares en 2030. La veterinaria sería una nueva frontera.

La obesidad felina es una epidemia mundial. El interés en un “Ozempic para gatos” no es un capricho. Es una respuesta a un problema creciente. Una revisión publicada en Journal of Feline Medicine and Surgery sitúa la prevalencia de sobrepeso felino entre el 40% y el 63%, aunque no deja de aumentar. Cuando se pregunta a los veterinarios, casi siempre aparecen los mismos patrones: gatos que viven exclusivamente en interiores, muy poco movimiento, comida disponible todo el día, demasiados premios, esterilización y un problema muy común y es que muchos dueños no son conscientes de que su gato está engordando.

Las consecuencias no son menores: resistencia a la insulina, diabetes, problemas articulares, enfermedades urinarias, complicaciones anestésicas y alteraciones hepáticas, además de una reducción de la esperanza de vida. Y la evidencia más reciente va incluso más lejos. Un análisis proteómico que evaluó 288 proteínas en gatos con obesidad encontró cambios importantes en procesos inflamatorios, en el sistema del complemento, en rutas de coagulación y en el metabolismo lipídico. En otras palabras, la obesidad felina afecta a todo el organismo, no es simplemente un “gato gordo”.

Muchas preguntas abiertas. Aunque MEOW-1 avanza con expectativas positivas, la adopción masiva de un “Ozempic para gatos” está lejos de ser un hecho. La primera incógnita es el precio. En humanos, los GLP-1 cuestan varios cientos de euros al mes, y no está claro si un implante veterinario de liberación semestral será realmente accesible para la mayoría de cuidadores. El coste podría convertirse en la principal barrera de entrada, especialmente teniendo en cuenta que la obesidad felina es un problema común, pero no siempre percibido como una prioridad sanitaria.

La segunda incertidumbre tiene que ver con la evidencia científica disponible. Hasta ahora, los estudios sobre OKV-119 han sido preliminares y con muestras extremadamente pequeñas (entre 5 y 15 gatos). Funcionan, sí, pero todavía no sabemos qué ocurrirá a gran escala, ni cómo responderán los animales con enfermedades o en entornos domésticos variados.

Por último, está la cuestión de la independencia científica. Por ahora, todos los estudios publicados sobre OKV-119 proceden de equipos vinculados a Okava o Vivani, las compañías que desarrollan el implante. No existe evidencia independiente y a gran escala, y esto coincide con un patrón ya observado en los GLP-1 humanos, donde buena parte de la investigación inicial está impulsada por la propia industria. 

¿Una nueva era en la medicina felina? Las preguntas en torno a este nuevo hito en el tratamiento de la obesidad felina se amontonan: ¿serán suficientes estos resultados preliminares para justificar una aprobación regulatoria?, ¿cambiarán los cuidadores su relación con la alimentación de sus animales?, ¿y qué implicará a largo plazo intervenir farmacológicamente en el apetito y metabolismo de un ser vivo cuya salud depende casi por completo de sus condiciones de vida doméstica?

Las respuestas llegarán con los resultados de MEOW-1 y los ensayos posteriores. Por ahora, lo cierto es que el “Ozempic para gatos” ya no es una idea futurista, sino un experimento en marcha cuya evolución podría transformar la forma en que entendemos la salud metabólica de los animales de compañía.

Imagen | Unsplash y Flickr

Xataka | Estamos descubriendo cómo el cerebro nos “hackea” para darnos hambre. Y es un paso clave en la carrera hacia el adelgazamiento


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El problema de “mi gato está gordo” es tan común que la industria ha tenido una idea: “Ozempic para gatos”

fue publicada originalmente en

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por
Alba Otero

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​En apenas unos años, fármacos como Ozempic, Wegovy o Mounjaro han pasado de ser tratamientos discretos para la diabetes a convertirse en un gran fenómeno social. Su promesa —perder peso mediante una simple inyección semanal— ha abierto un nuevo capítulo en la medicina humana. Ahora, esta revolución farmacológica comienza a expandirse más allá de las personas: los gatos podrían ser los siguientes en recibir una versión adaptada de estos tratamientos.

Adiós gatos gordos. Okava Pharmaceuticals, una empresa de San Francisco dedicada a enfermedades crónicas en animales de compañía, ha iniciado un ensayo clínico pionero denominado MEOW-1, cuyo objetivo es evaluar la seguridad y eficacia de OKV-119, un implante subdérmico capaz de liberar exenatida —un agonista GLP-1— de manera sostenida durante meses en gatos con sobrepeso u obesidad. 

La intervención pretende simplificar un tratamiento que, en humanos, suele requerir inyecciones semanales. Aquí, todo se reduce a un solo gesto. “Insertas la cápsula bajo la piel, y seis meses después vuelves, y el gato ha perdido peso. Es como magia”, afirma Chen Gilor, veterinario responsable del estudio, en declaraciones al New York Times.

Un estudio pionero. Los intereses de Okava no surgieron de la nada. Antes de MEOW-1, la empresa evaluó prototipos del implante en dos estudios preliminares. Un trabajo publicado en Frontiers in Veterinary Science demostró que el implante OKV-119 podía implantarse y retirarse con facilidad, que era bien tolerado y que sus niveles plasmáticos de exenatida correlacionaban con una reducción de peso en gatos sanos durante más de un mes.

Posteriormente, una investigación publicada en BMC Veterinary Research profundizó en esa línea: implantaron a cinco gatos el prototipo diseñado durante 84 días, lo que observaron es que en ese período se mantuvieron niveles estables de exenatida y cuatro de ellos redujeron al menos un 5% de su peso corporal, junto a una menor ingesta calórica. Estos resultados motivaron el paso a un ensayo en gatos obesos reales, que Okava planea ejecutar este verano. Según la compañía, MEOW-1 será el primer estudio formal de pérdida de peso en felinos basado en agonistas GLP-1.

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¿Cómo funciona el implante? OKV-119 utiliza la plataforma NanoPortal, desarrollada por Vivani Medical. Según los estudios científicos, esta tecnología emplea: un reservorio de titanio, una membrana con nanotubos que regulan el paso del fármaco, y un sistema diseñado para asegurar una liberación constante y prolongada sin picos pronunciados.

Además, este tipo de administración permite superar la principal dificultad asociada a los GLP-1 en medicina veterinaria: la falta de la adherencia. Los estudios señalan que administrar inyecciones repetidas a un gato es complejo, estresante y puede reducir drásticamente la continuidad del tratamiento, igual que ocurre en personas con fármacos inyectables. El implante busca resolver ese problema con un enfoque one-and-done: una inserción subdérmica en consulta veterinaria, sin intervención diaria por parte del cuidador.

Según explica The New York Times, existen veterinarios que ya utilizan agonistas GLP-1 humanos de forma off-label en gatos diabéticos, pero su coste y necesidad de administración frecuente limitan su uso. De ahí la relevancia de un dispositivo que podría mantener la medicación activa durante medio año.

¿Pero solo en gatos? Aunque MEOW-1 se centra exclusivamente en felinos, Okava y Vivani han confirmado una expansión del proyecto a perros, otra especie con tasas de obesidad superiores al 50% en Estados Unidos. La compañía afirma que su objetivo es reproducir en perros los efectos metabólicos observados en gatos: mejor sensibilidad a la insulina, reducción de masa grasa y una mayor eficiencia energética. Con la expectativa de que estos cambios puedan incluso favorecer un envejecimiento más saludable.

Con ambos mercados, el potencial comercial es evidente. Según estimaciones recogidas en Xataka, el sector global de fármacos contra la obesidad en personas podría superar los 100.000 millones de dólares en 2030. La veterinaria sería una nueva frontera.

La obesidad felina es una epidemia mundial. El interés en un “Ozempic para gatos” no es un capricho. Es una respuesta a un problema creciente. Una revisión publicada en Journal of Feline Medicine and Surgery sitúa la prevalencia de sobrepeso felino entre el 40% y el 63%, aunque no deja de aumentar. Cuando se pregunta a los veterinarios, casi siempre aparecen los mismos patrones: gatos que viven exclusivamente en interiores, muy poco movimiento, comida disponible todo el día, demasiados premios, esterilización y un problema muy común y es que muchos dueños no son conscientes de que su gato está engordando.

Las consecuencias no son menores: resistencia a la insulina, diabetes, problemas articulares, enfermedades urinarias, complicaciones anestésicas y alteraciones hepáticas, además de una reducción de la esperanza de vida. Y la evidencia más reciente va incluso más lejos. Un análisis proteómico que evaluó 288 proteínas en gatos con obesidad encontró cambios importantes en procesos inflamatorios, en el sistema del complemento, en rutas de coagulación y en el metabolismo lipídico. En otras palabras, la obesidad felina afecta a todo el organismo, no es simplemente un “gato gordo”.

Muchas preguntas abiertas. Aunque MEOW-1 avanza con expectativas positivas, la adopción masiva de un “Ozempic para gatos” está lejos de ser un hecho. La primera incógnita es el precio. En humanos, los GLP-1 cuestan varios cientos de euros al mes, y no está claro si un implante veterinario de liberación semestral será realmente accesible para la mayoría de cuidadores. El coste podría convertirse en la principal barrera de entrada, especialmente teniendo en cuenta que la obesidad felina es un problema común, pero no siempre percibido como una prioridad sanitaria.

La segunda incertidumbre tiene que ver con la evidencia científica disponible. Hasta ahora, los estudios sobre OKV-119 han sido preliminares y con muestras extremadamente pequeñas (entre 5 y 15 gatos). Funcionan, sí, pero todavía no sabemos qué ocurrirá a gran escala, ni cómo responderán los animales con enfermedades o en entornos domésticos variados.

Por último, está la cuestión de la independencia científica. Por ahora, todos los estudios publicados sobre OKV-119 proceden de equipos vinculados a Okava o Vivani, las compañías que desarrollan el implante. No existe evidencia independiente y a gran escala, y esto coincide con un patrón ya observado en los GLP-1 humanos, donde buena parte de la investigación inicial está impulsada por la propia industria. 

¿Una nueva era en la medicina felina? Las preguntas en torno a este nuevo hito en el tratamiento de la obesidad felina se amontonan: ¿serán suficientes estos resultados preliminares para justificar una aprobación regulatoria?, ¿cambiarán los cuidadores su relación con la alimentación de sus animales?, ¿y qué implicará a largo plazo intervenir farmacológicamente en el apetito y metabolismo de un ser vivo cuya salud depende casi por completo de sus condiciones de vida doméstica?

Las respuestas llegarán con los resultados de MEOW-1 y los ensayos posteriores. Por ahora, lo cierto es que el “Ozempic para gatos” ya no es una idea futurista, sino un experimento en marcha cuya evolución podría transformar la forma en que entendemos la salud metabólica de los animales de compañía.

Imagen | Unsplash y Flickr

Xataka | Estamos descubriendo cómo el cerebro nos “hackea” para darnos hambre. Y es un paso clave en la carrera hacia el adelgazamiento

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El problema de “mi gato está gordo” es tan común que la industria ha tenido una idea: “Ozempic para gatos”

fue publicada originalmente en

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Alba Otero

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