Ciencia y Tecnología
China tenía un tanque más propio de la ciencia ficción. Ahora ha añadido un misil hipersónico en un vídeo que ataca a Japón
China presentó en agosto al mundo una familia de vehículos que rompía con la lógica clásica de la guerra acorazada: el tanque híbrido Type 100 y sus vehículos de apoyo ZBD-100. Con apenas 40 toneladas, estos blindados mezclan la ligereza de un carro de despliegue rápido con una arquitectura electrónica capaz de convertirlos en nodos de un sistema de combate hiperconectado.
Ahora ha presentado algo más inquietante: un misil hipersónico apuntando a un objetivo.
El Type 100 como símbolo. La torreta robotizada de los blindados presentados, sus sensores ópticos y láser distribuidos por todo el casco y la fusión de datos con drones y radares externos les otorgan una conciencia situacional que supera a la de muchos carros occidentales. China no busca reproducir el paradigma pesado del Abrams o del Leopard, sino adelantarse a él: prioriza sensores sobre blindaje, información sobre potencia bruta, movilidad sobre masa y supervivencia activa frente al fuego directo.
Su sistema GL-6 de protección activa, basado en radares AESA que monitorizan un hemisferio completo, representa esta nueva filosofía: en un campo de batalla saturado por drones, minas y misiles merodeadores, el blindaje ya no se mide en centímetros de acero, sino en milisegundos de reacción electrónica.
Y más. La autonomía de sus módulos de ataque, el empleo de cargas capaces de imitar la potencia del Abrams pese al menor calibre y la incorporación de drones kamikaze desde los vehículos de apoyo apuntan a un ecosistema concebido expresamente para la guerra contemporánea.
El Type 100 muestra también la apuesta china por plataformas más ligeras que puedan operar en montañas, arrozales o litorales, con una logística menos exigente y más fácil de desplegar cerca de Taiwán o en posibles puntos de fricción con India. En conjunto, este blindado refleja una ruptura teórica: China apuesta por la informatización completa del combate terrestre y por el uso masivo de sistemas distribuidos que comparten datos en tiempo real, algo que puede resultar decisivo si logra integrarlo de forma fiable en doctrina y entrenamiento.

Type 100
El salto: hipersónicos de bajo coste. Ahora, el anuncio de la compañía privada Lingkong Tianxing de que ya está fabricando en masa misiles hipersónicos YKJ-1000 a un coste equivalente al 10% de un misil convencional supone una alteración profunda del equilibrio militar en Asia-Pacífico.
El hecho de que un actor privado haya entrado en la producción sistemática de armas Mach 5-7 señala una transición industrial importante: China está trasladando la frontera de la innovación bélica fuera de los monopolios estatales, acelerando ciclos tecnológicos y reduciendo precios hasta niveles impensables para programas equivalentes de Estados Unidos, donde los hipersónicos de largo alcance rondan los 40 millones de dólares por unidad.
Una amenaza clara. El YKJ-1000 no solo destaca por su velocidad y su alcance de hasta 1.300 kilómetros, suficiente para cubrir la totalidad de Japón desde el norte de China, sino también por su arquitectura orientada a la autonomía: detección, selección de objetivos, evasión de defensas y maniobras evasivas en pleno vuelo. Su capacidad para viajar dentro de contenedores estándar de transporte lo convierte en un arma de despliegue oculto, dispersable y fácilmente trasladable por carretera o barco, añadiendo incertidumbre estratégica en cualquier escenario de crisis.
Plus: las imágenes que cierran el vídeo promocional (varios misiles volando hacia objetivos en Japón) constituyen un mensaje inequívoco en pleno aumento de tensiones regionales. La promesa de una futura versión con inteligencia artificial integrada anticipa una generación de misiles baratos, extremadamente rápidos y diseñados para saturar o engañar defensas, generando una nueva familia de amenazas que podría multiplicarse en números que los sistemas antiaéreos actuales simplemente no están preparados para absorber.

Fotograma del vídeo del misil
Japón, Taiwán y una escalada. La aparición del YKJ-1000 llega en un momento en el que las relaciones entre China y Japón atraviesan su fase más delicada en una década. Las declaraciones de la nueva primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, insinuando una respuesta militar si Taiwán fuese atacada, han sido interpretadas en Pekín como un giro estratégico de enorme calado.
Lo hemos contado: China ha respondido con avisos de viaje, cancelación de vuelos y una campaña pública que sugiere que Tokio está acercándose peligrosamente a una línea roja. Para Japón, la militarización acelerada de China no es un fenómeno abstracto: es un desafío directo a sus rutas marítimas, su seguridad energética y su compromiso con la disuasión en el estrecho de Taiwán. Para China, en cambio, Japón es un actor que puede influir decisivamente en la presencia estadounidense en la región.
Un misil intimidatorio. En ese contexto, el despliegue masivo del YKJ-1000 (capaz de alcanzar bases en Okinawa, Kyushu o Hokkaido en minutos) adquiere un componente político evidente: es un arma pensada tanto para operar como para intimidar.
Además, el sistema de contenedores móviles complica la detección previa, mientras que la multiplicación de plataformas hipersónicas de bajo coste incrementa la presión sobre Tokio para reforzar sistemas antimisiles que, incluso en su configuración más avanzada, fueron diseñados para amenazas más lentas y predecibles. El resultado es una espiral en la que Japón acelera su rearme, Estados Unidos refuerza su presencia aérea y naval y China responde ampliando aún más su panoplia de misiles tanto convencionales como hipersónicos.
Blindados y misiles en el mismo barco. Lo que convierte estos desarrollos en algo más que avances aislados es su coherencia interna. Tanto el Type 100 como el YKJ-1000 reflejan una misma doctrina emergente: la guerra basada en saturación, velocidad, autonomía y redes distribuidas. El tanque no es solo un vehículo, es un nodo sensorial capaz de compartir datos con drones, radares y plataformas aéreas.
Y el misil hipersónico no es solo un proyectil, es un arma móvil, barata y difícil de interceptar diseñada para explotar vulnerabilidades en sistemas complejos. China está incorporando a su planificación la idea de que los conflictos del futuro se decidirán por la capacidad de integrar sensores, automatizar decisiones y generar oleadas de amenazas simultáneas que superen la respuesta del adversario.
Una isla de fondo. Así, en un hipotético ataque a Taiwán, o en una confrontación limitada con Japón, esta sinergia podría permitir a China combinar fuerzas terrestres informatizadas con ataques hipersónicos de saturación destinados a degradar defensas, bases aéreas y nodos de mando enemigos en los primeros minutos de la crisis.
Un cóctel explosivo que ocurre mientras Estados Unidos reajusta su propio modelo de combate terrestre y acelera programas hipersónicos, consciente de que la ventana tecnológica podría volverse en su contra.
Imagen | BiliBili/Space Transportation
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La noticia
China tenía un tanque más propio de la ciencia ficción. Ahora ha añadido un misil hipersónico en un vídeo que ataca a Japón
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Miguel Jorge
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China presentó en agosto al mundo una familia de vehículos que rompía con la lógica clásica de la guerra acorazada: el tanque híbrido Type 100 y sus vehículos de apoyo ZBD-100. Con apenas 40 toneladas, estos blindados mezclan la ligereza de un carro de despliegue rápido con una arquitectura electrónica capaz de convertirlos en nodos de un sistema de combate hiperconectado.
Ahora ha presentado algo más inquietante: un misil hipersónico apuntando a un objetivo.
El Type 100 como símbolo. La torreta robotizada de los blindados presentados, sus sensores ópticos y láser distribuidos por todo el casco y la fusión de datos con drones y radares externos les otorgan una conciencia situacional que supera a la de muchos carros occidentales. China no busca reproducir el paradigma pesado del Abrams o del Leopard, sino adelantarse a él: prioriza sensores sobre blindaje, información sobre potencia bruta, movilidad sobre masa y supervivencia activa frente al fuego directo.
Su sistema GL-6 de protección activa, basado en radares AESA que monitorizan un hemisferio completo, representa esta nueva filosofía: en un campo de batalla saturado por drones, minas y misiles merodeadores, el blindaje ya no se mide en centímetros de acero, sino en milisegundos de reacción electrónica.
En Xataka
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Y más. La autonomía de sus módulos de ataque, el empleo de cargas capaces de imitar la potencia del Abrams pese al menor calibre y la incorporación de drones kamikaze desde los vehículos de apoyo apuntan a un ecosistema concebido expresamente para la guerra contemporánea.
El Type 100 muestra también la apuesta china por plataformas más ligeras que puedan operar en montañas, arrozales o litorales, con una logística menos exigente y más fácil de desplegar cerca de Taiwán o en posibles puntos de fricción con India. En conjunto, este blindado refleja una ruptura teórica: China apuesta por la informatización completa del combate terrestre y por el uso masivo de sistemas distribuidos que comparten datos en tiempo real, algo que puede resultar decisivo si logra integrarlo de forma fiable en doctrina y entrenamiento.
Type 100
El salto: hipersónicos de bajo coste. Ahora, el anuncio de la compañía privada Lingkong Tianxing de que ya está fabricando en masa misiles hipersónicos YKJ-1000 a un coste equivalente al 10% de un misil convencional supone una alteración profunda del equilibrio militar en Asia-Pacífico.
El hecho de que un actor privado haya entrado en la producción sistemática de armas Mach 5-7 señala una transición industrial importante: China está trasladando la frontera de la innovación bélica fuera de los monopolios estatales, acelerando ciclos tecnológicos y reduciendo precios hasta niveles impensables para programas equivalentes de Estados Unidos, donde los hipersónicos de largo alcance rondan los 40 millones de dólares por unidad.
Una amenaza clara. El YKJ-1000 no solo destaca por su velocidad y su alcance de hasta 1.300 kilómetros, suficiente para cubrir la totalidad de Japón desde el norte de China, sino también por su arquitectura orientada a la autonomía: detección, selección de objetivos, evasión de defensas y maniobras evasivas en pleno vuelo. Su capacidad para viajar dentro de contenedores estándar de transporte lo convierte en un arma de despliegue oculto, dispersable y fácilmente trasladable por carretera o barco, añadiendo incertidumbre estratégica en cualquier escenario de crisis.
Plus: las imágenes que cierran el vídeo promocional (varios misiles volando hacia objetivos en Japón) constituyen un mensaje inequívoco en pleno aumento de tensiones regionales. La promesa de una futura versión con inteligencia artificial integrada anticipa una generación de misiles baratos, extremadamente rápidos y diseñados para saturar o engañar defensas, generando una nueva familia de amenazas que podría multiplicarse en números que los sistemas antiaéreos actuales simplemente no están preparados para absorber.
Fotograma del vídeo del misil
Japón, Taiwán y una escalada. La aparición del YKJ-1000 llega en un momento en el que las relaciones entre China y Japón atraviesan su fase más delicada en una década. Las declaraciones de la nueva primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, insinuando una respuesta militar si Taiwán fuese atacada, han sido interpretadas en Pekín como un giro estratégico de enorme calado.
Lo hemos contado: China ha respondido con avisos de viaje, cancelación de vuelos y una campaña pública que sugiere que Tokio está acercándose peligrosamente a una línea roja. Para Japón, la militarización acelerada de China no es un fenómeno abstracto: es un desafío directo a sus rutas marítimas, su seguridad energética y su compromiso con la disuasión en el estrecho de Taiwán. Para China, en cambio, Japón es un actor que puede influir decisivamente en la presencia estadounidense en la región.
Un misil intimidatorio. En ese contexto, el despliegue masivo del YKJ-1000 (capaz de alcanzar bases en Okinawa, Kyushu o Hokkaido en minutos) adquiere un componente político evidente: es un arma pensada tanto para operar como para intimidar.
Además, el sistema de contenedores móviles complica la detección previa, mientras que la multiplicación de plataformas hipersónicas de bajo coste incrementa la presión sobre Tokio para reforzar sistemas antimisiles que, incluso en su configuración más avanzada, fueron diseñados para amenazas más lentas y predecibles. El resultado es una espiral en la que Japón acelera su rearme, Estados Unidos refuerza su presencia aérea y naval y China responde ampliando aún más su panoplia de misiles tanto convencionales como hipersónicos.
Blindados y misiles en el mismo barco. Lo que convierte estos desarrollos en algo más que avances aislados es su coherencia interna. Tanto el Type 100 como el YKJ-1000 reflejan una misma doctrina emergente: la guerra basada en saturación, velocidad, autonomía y redes distribuidas. El tanque no es solo un vehículo, es un nodo sensorial capaz de compartir datos con drones, radares y plataformas aéreas.
Y el misil hipersónico no es solo un proyectil, es un arma móvil, barata y difícil de interceptar diseñada para explotar vulnerabilidades en sistemas complejos. China está incorporando a su planificación la idea de que los conflictos del futuro se decidirán por la capacidad de integrar sensores, automatizar decisiones y generar oleadas de amenazas simultáneas que superen la respuesta del adversario.
En Xataka
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Una isla de fondo. Así, en un hipotético ataque a Taiwán, o en una confrontación limitada con Japón, esta sinergia podría permitir a China combinar fuerzas terrestres informatizadas con ataques hipersónicos de saturación destinados a degradar defensas, bases aéreas y nodos de mando enemigos en los primeros minutos de la crisis.
Un cóctel explosivo que ocurre mientras Estados Unidos reajusta su propio modelo de combate terrestre y acelera programas hipersónicos, consciente de que la ventana tecnológica podría volverse en su contra.
Imagen | BiliBili/Space Transportation
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En Xataka | China le ha dibujado una línea roja muy clara a Japón: ser aliada de Estados Unidos bien, apoyar a Taiwán mal
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China tenía un tanque más propio de la ciencia ficción. Ahora ha añadido un misil hipersónico en un vídeo que ataca a Japón
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por
Miguel Jorge
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