Carlos Sainz y Williams siguen de dulce. En Las Vegas, el madrileño firmó un quinto puesto con sabor a oro, en un trazado donde el equipo ya sabía que podía brillar, y que terminó confirmando —entre otras cosas— que el FW47 se ha convertido en el mejor coche de la zona media.
La descalificación de los dos McLaren F1 ayudó, sí, pero la realidad es que Sainz fue de nuevo “el mejor del resto” en pista, y con ello dejó prácticamente sentenciada la quinta posición, si no lo estaba ya, del Mundial de Constructores frente a unos Racing Bulls ya sin margen de reacción.
Pero esta vez, el foco no estaba tanto en el resultado como en lo que significa para 2026, el año del gran salto al vacío reglamentario. Williams lleva toda la temporada casi sin desarrollar el coche de 2025, centrando todos sus recursos en el nuevo proyecto.
Y por eso, en el ya habitual “Vowles Verdict”, aficionados del equipo preguntaron al jefe James Vowles si todo lo aprendido en estas últimas carreras —en las que Williams ha crecido de forma visible— servirá de algo cuando la normativa cambie por completo.
La respuesta fue mucho más interesante de lo esperado.
“Sufrimos lo mismo que McLaren… pero lo solucionamos a tiempo”
Antes de entrar en 2026, Vowles dejó una reflexión que ya está generando debate: Williams también sufrió el mismo problema aerodinámico que llevó a la descalificación de McLaren, cuyo plank (plancha) acabó por debajo del grosor mínimo tras rodar excesivamente bajo en un circuito muy exigente con los baches y el porpoising.
“Respondimos en carrera a exactamente el mismo problema que tuvo McLaren: el porpoising. Lo gestionamos para terminar en un estado legal”, explicó Vowles. En otras palabras: Williams también estuvo en la cuerda floja, pero reaccionó a tiempo. Ajustó, corrigió y salvó un resultado clave. No fue casualidad; fue método.
2026: nada servirá… pero todo importará
En cuanto a si los aprendizajes de estas últimas carreras servirán en 2026, Vowles fue claro: aerodinámicamente, cero. Operativamente, todo. “Lo que estamos aprendiendo sobre cómo extraer rendimiento de este coche no funcionará igual el año que viene. Los coches de 2026 no dependerán tanto del suelo ni de ir tan pegados al asfalto”, explicó.
Sin embargo, la clave está en la otra mitad del mensaje.
“Pero lo realmente importante es cómo trabajamos: cómo nos comunicamos, cómo usamos los neumáticos, cómo configuramos el coche, cómo respondemos a los problemas, cómo integramos los datos de simulación. Todo eso sí se llevará a 2026 y más allá”.
El equipo ha aprendido a aprovechar oportunidades, a reaccionar ante fallos, a comunicarse mejor… y ahí está, según Vowles, la verdadera base del proyecto de 2026. El FW47 quizá no tenga nada que ver con el futuro coche de la nueva era, pero la forma en que Williams trabaja ahora sí será la que construya ese coche.
Por eso Williams ha dado un salto competitivo sin tocar apenas el monoplaza: el cambio ha sido cultural, no técnico. Y ese cambio, para Vowles, es el que marca la diferencia.
