Hubo un instante, justo antes de que Cristiano Ronaldo se impulsara hacia el cielo de Riad, en el que el estadio entero contuvo la respiración. Y hubo otro, inmediatamente después de que el balón besara la red, en el que todo Al Awwal Park estalló. En medio de ese terremoto emocional, las cámaras cazaron una de las imágenes de la noche: la reacción de Mateo, el hijo del astro portugués, celebrando la chilena de su padre como si se tratara del gol que decide una final de Champions.
El pequeño se llevó las manos a la cabeza, abrió los ojos como platos y, acto seguido, saltó de su asiento al tiempo que los aficionados que lo rodeaban rompían en gritos y abrazos improvisados. Fue un estallido espontáneo, infantil, puro. Una mezcla de orgullo y asombro al ver cómo su padre, camino de los 41 años, seguía retando al tiempo con acrobacias que parecen sacadas de sus mejores noches en Europa.
La grada cercana no tardó en sumarse al festejo. Muchos hinchas, móviles en alto, grabaron la escena: Cristiano volando, la pelota entrando y Mateo viviendo el momento como un aficionado más. Algunos seguidores se giraron incluso hacia él para chocar la mano o compartir la emoción del instante. En cuestión de segundos, los vídeos circularon por redes sociales, convertidos en uno de los clips más virales del fin de semana en la liga saudí.
La chilena, que selló el 4-1 ante Al Khaleej y elevó su cuenta goleadora a los 955 tantos, fue el broche a una noche marcada por el dominio de Al Nassr, el show de Joao Félix y el ambiente de euforia permanente que acompaña cada aparición del portugués. Pero, entre todas las imágenes que dejó el partido, una se llevó los corazones de los aficionados: la de un hijo admirando, con la boca abierta, que su padre sigue haciendo cosas que parecen imposibles.
