Ciencia y Tecnología
China no quiere ceder terreno como la fábrica del mundo. Su plan pasa por desplegar una legión de robots industriales con IA
Durante años, mirar la etiqueta de cualquier dispositivo, prenda o cargador ha sido casi una formalidad. La respuesta solía ser la misma: “Made in China”. Esa frase se convirtió en la prueba silenciosa de que el gigante asiático había logrado consolidarse como la fábrica del mundo. Desde móviles de marcas estadounidenses hasta pequeños componentes de electrodomésticos europeos, gran parte de lo que usamos cada día ha salido de líneas de producción chinas. Pero esa realidad está empezando a cambiar. El liderazgo industrial de China ya no se sostiene únicamente con abundante mano de obra y bajos costes, y el modelo que dominó las últimas décadas necesita transformarse.
El giro no es solo económico, también social. Cada vez menos jóvenes chinos quieren trabajar en fábricas, un fenómeno que en Estados Unidos sigue patrones similares: empleos físicos, horarios extensos y poca proyección profesional. En ambos casos, la industria ha dejado de ser para muchos sinónimo de progreso y se percibe más como un destino del que se intenta escapar. Aun así, tanto China como Estados Unidos consideran que fabricar sigue siendo estratégico, ya sea para mantener influencia global o para reducir dependencia del exterior. Todo apunta a que ninguno está intentando recuperar el modelo del pasado, sino construir uno nuevo basado en automatización e inteligencia artificial.
Robots y fábricas para no perder el “Made in China”
Cuando el viceministro de Industria chino, Zhang Yunming, dijo que adoptar la inteligencia artificial es una tarea necesaria y no opcional, no hablaba solo en términos tecnológicos. Se refería a proteger uno de los grandes activos del país: su industria manufacturera, que representa alrededor del 25% de la economía nacional, muy por encima de la media mundial. China sigue siendo el mayor productor del mundo, pero ya no puede basarse únicamente en volumen ni en mano de obra. El desafío ahora es mantener ese liderazgo fabricando con menos personas y con más inteligencia artificial.
En este contexto, China está respondiendo con decisión. El ritmo al que está desplegando robots industriales no tiene comparación. Solo el año pasado instaló 295.000 unidades, casi nueve veces más que Estados Unidos y más que el resto del mundo combinado, según la Federación Internacional de Robótica. En algunas instalaciones ya se habla de “dark factories”, operaciones tan automatizadas que las plantas pueden funcionar con una intervención humana mínima. El Wall Street Journal menciona el caso de Baosteel, una de las mayores siderúrgicas del país, donde los operarios solo intervienen cada media hora, cuando antes lo hacían cada tres minutos.
La automatización ya no consiste solo en brazos mecánicos que repiten movimientos, sino en plantas conectadas, capaces de tomar decisiones. El mencionado periódico señala cómo Midea utiliza un sistema de IA que coordina robots, sensores y agentes virtuales para detectar fallos, asignar tareas y ajustar procesos sin intervención humana. En la industria textil, Bosideng emplea modelos de IA desarrollados con la Universidad de Zhejiang para conceptualizar y diseñar prendas, reducir tiempos de desarrollo y recortar costes. Este tipo de soluciones no solo acelera la producción, también genera una ventaja competitiva frente a fabricantes occidentales que implementan cambios más lentamente.

Donde también se ve con claridad la ambición industrial de China es en los puertos. En Tianjin, una flota de camiones autónomos mueve contenedores sin presencia humana visible, mientras una inteligencia artificial optimiza variables como los tiempos de llegada de los barcos y la capacidad de las grúas. El sistema, llamado OptVerse AI Solver, ha comprimido tareas de planificación que antes llevaban 24 horas a unos diez minutos. También se ha desplegado PortGPT, un sistema desarrollado junto a Huawei para analizar imágenes y supervisar operaciones de seguridad.
El discurso estadounidense se apoya en la idea de soberanía: fabricar más dentro del país para depender menos del exterior. La administración Trump ha planteado esa estrategia mediante aranceles a China, Vietnam y otras economías asiáticas, con el objetivo de atraer fábricas y reconstruir cadenas de suministro. El secretario de Comercio, Howard Lutnick, sostiene que la automatización no es incompatible con el empleo, sino que puede generar profesiones técnicas mejor remuneradas. En una entrevista afirmó que “es hora de formar a la gente para los trabajos del futuro, no para los del pasado”, y defendió que esas fábricas podrían sostener a familias durante varias generaciones.
Una de las diferencias entre los dos modelos se aprecia con claridad en los puertos. Mientras China ha desplegado camiones autónomos, sistemas de planificación basados en IA y herramientas como PortGPT sin oposición sindical relevante, en Estados Unidos la automatización está sujeta a negociación colectiva. La Asociación Internacional de Estibadores y los operadores portuarios acordaron vetar nuevas terminales automatizadas hasta finales de 2030, limitando también el uso de inteligencia artificial en tareas administrativas. Para los sindicatos, automatizar significa perder empleo y poder de negociación. Para China, es una estrategia nacional.
China quiere seguir siendo la fábrica del mundo, pero no exactamente la misma. Ya no se trata de mano de obra barata, sino de fábricas capaces de producir más con menos personas y con más inteligencia artificial. Estados Unidos busca su propio camino, con más condicionantes laborales y un ritmo distinto, pero con el mismo objetivo de no depender del exterior. Lo que está en juego no es solo dónde se fabrica, sino cómo. Y es posible que, dentro de unos años, la etiqueta que encontremos no sea solo “Made in China”, sino una forma distinta de fabricación donde los robots ya no serán accesorios, sino protagonistas.
Imágenes | Homa Appliances | Xataka con Gemini 3
–
La noticia
China no quiere ceder terreno como la fábrica del mundo. Su plan pasa por desplegar una legión de robots industriales con IA
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Javier Marquez
.
Durante años, mirar la etiqueta de cualquier dispositivo, prenda o cargador ha sido casi una formalidad. La respuesta solía ser la misma: “Made in China”. Esa frase se convirtió en la prueba silenciosa de que el gigante asiático había logrado consolidarse como la fábrica del mundo. Desde móviles de marcas estadounidenses hasta pequeños componentes de electrodomésticos europeos, gran parte de lo que usamos cada día ha salido de líneas de producción chinas. Pero esa realidad está empezando a cambiar. El liderazgo industrial de China ya no se sostiene únicamente con abundante mano de obra y bajos costes, y el modelo que dominó las últimas décadas necesita transformarse.
El giro no es solo económico, también social. Cada vez menos jóvenes chinos quieren trabajar en fábricas, un fenómeno que en Estados Unidos sigue patrones similares: empleos físicos, horarios extensos y poca proyección profesional. En ambos casos, la industria ha dejado de ser para muchos sinónimo de progreso y se percibe más como un destino del que se intenta escapar. Aun así, tanto China como Estados Unidos consideran que fabricar sigue siendo estratégico, ya sea para mantener influencia global o para reducir dependencia del exterior. Todo apunta a que ninguno está intentando recuperar el modelo del pasado, sino construir uno nuevo basado en automatización e inteligencia artificial.
Robots y fábricas para no perder el “Made in China”Cuando el viceministro de Industria chino, Zhang Yunming, dijo que adoptar la inteligencia artificial es una tarea necesaria y no opcional, no hablaba solo en términos tecnológicos. Se refería a proteger uno de los grandes activos del país: su industria manufacturera, que representa alrededor del 25% de la economía nacional, muy por encima de la media mundial. China sigue siendo el mayor productor del mundo, pero ya no puede basarse únicamente en volumen ni en mano de obra. El desafío ahora es mantener ese liderazgo fabricando con menos personas y con más inteligencia artificial.
En este contexto, China está respondiendo con decisión. El ritmo al que está desplegando robots industriales no tiene comparación. Solo el año pasado instaló 295.000 unidades, casi nueve veces más que Estados Unidos y más que el resto del mundo combinado, según la Federación Internacional de Robótica. En algunas instalaciones ya se habla de “dark factories”, operaciones tan automatizadas que las plantas pueden funcionar con una intervención humana mínima. El Wall Street Journal menciona el caso de Baosteel, una de las mayores siderúrgicas del país, donde los operarios solo intervienen cada media hora, cuando antes lo hacían cada tres minutos.
La automatización ya no consiste solo en brazos mecánicos que repiten movimientos, sino en plantas conectadas, capaces de tomar decisiones. El mencionado periódico señala cómo Midea utiliza un sistema de IA que coordina robots, sensores y agentes virtuales para detectar fallos, asignar tareas y ajustar procesos sin intervención humana. En la industria textil, Bosideng emplea modelos de IA desarrollados con la Universidad de Zhejiang para conceptualizar y diseñar prendas, reducir tiempos de desarrollo y recortar costes. Este tipo de soluciones no solo acelera la producción, también genera una ventaja competitiva frente a fabricantes occidentales que implementan cambios más lentamente.
Donde también se ve con claridad la ambición industrial de China es en los puertos. En Tianjin, una flota de camiones autónomos mueve contenedores sin presencia humana visible, mientras una inteligencia artificial optimiza variables como los tiempos de llegada de los barcos y la capacidad de las grúas. El sistema, llamado OptVerse AI Solver, ha comprimido tareas de planificación que antes llevaban 24 horas a unos diez minutos. También se ha desplegado PortGPT, un sistema desarrollado junto a Huawei para analizar imágenes y supervisar operaciones de seguridad.
El discurso estadounidense se apoya en la idea de soberanía: fabricar más dentro del país para depender menos del exterior. La administración Trump ha planteado esa estrategia mediante aranceles a China, Vietnam y otras economías asiáticas, con el objetivo de atraer fábricas y reconstruir cadenas de suministro. El secretario de Comercio, Howard Lutnick, sostiene que la automatización no es incompatible con el empleo, sino que puede generar profesiones técnicas mejor remuneradas. En una entrevista afirmó que “es hora de formar a la gente para los trabajos del futuro, no para los del pasado”, y defendió que esas fábricas podrían sostener a familias durante varias generaciones.
Una de las diferencias entre los dos modelos se aprecia con claridad en los puertos. Mientras China ha desplegado camiones autónomos, sistemas de planificación basados en IA y herramientas como PortGPT sin oposición sindical relevante, en Estados Unidos la automatización está sujeta a negociación colectiva. La Asociación Internacional de Estibadores y los operadores portuarios acordaron vetar nuevas terminales automatizadas hasta finales de 2030, limitando también el uso de inteligencia artificial en tareas administrativas. Para los sindicatos, automatizar significa perder empleo y poder de negociación. Para China, es una estrategia nacional.
En Xataka
OpenAI no tiene ningún problema en inflar la burbuja de la IA: tiene un problema con que estalle demasiado pronto
China quiere seguir siendo la fábrica del mundo, pero no exactamente la misma. Ya no se trata de mano de obra barata, sino de fábricas capaces de producir más con menos personas y con más inteligencia artificial. Estados Unidos busca su propio camino, con más condicionantes laborales y un ritmo distinto, pero con el mismo objetivo de no depender del exterior. Lo que está en juego no es solo dónde se fabrica, sino cómo. Y es posible que, dentro de unos años, la etiqueta que encontremos no sea solo “Made in China”, sino una forma distinta de fabricación donde los robots ya no serán accesorios, sino protagonistas.
Imágenes | Homa Appliances | Xataka con Gemini 3
En Xataka | Nexperia China lleva días intentando contactar con la central de Holanda. La única respuesta ha sido silencio absoluto
– La noticia
China no quiere ceder terreno como la fábrica del mundo. Su plan pasa por desplegar una legión de robots industriales con IA
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Javier Marquez
.

