Ciencia y Tecnología
Boeing quería remontar el vuelo con Starliner tras su año más difícil. El contrato con la NASA acaba de cambiar en un punto clave
Durante años, Starliner fue presentada como la oportunidad de Boeing para aspirar a un papel protagonista en los vuelos tripulados estadounidenses, en un escenario en el que SpaceX avanzaba más rápido con Dragon. El contrato firmado con la NASA en 2014 representaba esa oportunidad: seis vuelos tripulados y una puerta abierta a un nuevo ciclo de misiones. Once años después, la situación es distinta. Ese acuerdo se ha ajustado y la próxima misión se ha convertido en un examen sin personas a bordo.
Aquel acuerdo situó a Starliner dentro del programa con el que la agencia espacial estadounidense buscaba garantizar dos vehículos estadounidenses distintos hacia la Estación Espacial Internacional. La idea era clara: disponer de más de una cápsula capaz de transportar astronautas, planificación a largo plazo y autonomía en órbita baja. Ese documento establecía que, una vez certificada la nave, Boeing operaría seis vuelos tripulados para rotaciones regulares. Todo ello con la vista puesta en la fecha límite de la estación, prevista para 2030.
Un contrato recortado, de mutuo acuerdo. La NASA y Boeing han decidido modificar las condiciones del acuerdo original y reducir el número de vuelos garantizados. En lugar de las seis misiones tripuladas previstas tras la certificación, el nuevo escenario incluye una misión sin astronautas, destinada a validar el sistema, y hasta tres rotaciones de tripulación. Además, quedan dos vuelos opcionales que la NASA podrá activar en función de sus necesidades de misión. Esta revisión también reduce el valor del contrato, que pasa de 4.500 millones de dólares a 3.732 millones de dólares, tras descontar 768 millones de dólares.
Starliner-1 cambia de papel. Esa misión sin astronautas tiene nombre: Starliner-1, y ha pasado a ser una pieza clave del plan de validación del sistema. La NASA la utilizará para enviar carga a la Estación Espacial Internacional y comprobar, en condiciones reales, que los cambios introducidos tras el vuelo tripulado de 2024 ofrecen garantías suficientes. La fecha objetivo sigue siendo no antes de abril de 2026, siempre que la nave complete con éxito los ensayos, la certificación y la preparación previa al lanzamiento.
Un historial de tropiezos: El primer aviso llegó con el vuelo OFT-1 en diciembre de 2019, cuando algunos problemas impidieron que Starliner completara el perfil previsto y se acercara a la Estación Espacial Internacional. La misión tuvo que darse por terminada antes de tiempo. En 2022, el vuelo OFT-2 logró alcanzar la estación, pero aparecieron incidencias en varios propulsores. Dos años después, durante el primer vuelo tripulado, varios propulsores volvieron a fallar en la aproximación, lo que llevó a la NASA a ordenar el regreso de la nave sin los astronautas.

Ingenieros de la NASA y Boeing revisan la nave Starliner tras su aterrizaje en White Sands, Nuevo México, durante la prueba orbital OFT-2 en mayo de 2022
Cuando la NASA resolvió que Starliner no traería de vuelta a Butch Wilmore y Suni Williams, ambos prolongaron su estancia en la Estación Espacial Internacional mucho más de lo previsto. En total fueron nueve meses, hasta que la agencia programó un vuelo de Dragon con dos astronautas menos de lo habitual para disponer de espacio suficiente. Ese aterrizaje, en marzo de 2025, permitió completar el regreso y confirmó que el proceso de evaluación sobre Starliner seguía abierto tras el vuelo tripulado de 2024.
Mientras tanto, Dragon. En paralelo, Dragon comenzó a operar con astronautas en 2020 y fue incorporándose progresivamente a la planificación regular de la NASA. Desde entonces, la cápsula de SpaceX ha cubierto las rotaciones previstas dentro del Commercial Crew Program, convirtiéndose en el vehículo utilizado de forma habitual para acceder a la Estación Espacial Internacional. En agosto de 2025 se completó la misión Crew-11, y la Crew-12 está programada para febrero de 2026. La NASA ha reservado vuelos adicionales con Dragon hasta el final operativo de la estación, previsto para 2030.

Menos vuelos, menos ingresos, más presión. La modificación del contrato significa también un cambio en la posición de Boeing dentro del programa. La reducción del valor total a 3.732 millones de dólares implica 768 millones de dólares menos respecto a la cifra original, con menos vuelos garantizados y un mayor peso de las misiones opcionales. Según Reuters, la empresa ha invertido más de 2.000 millones de dólares desde 2016 en este desarrollo, lo que añade relevancia al rendimiento de Starliner en los próximos vuelos. Pese a ello, Boeing afirma que sigue comprometida con el programa.
Redundancia a contrarreloj. Para la NASA, Starliner sigue siendo relevante porque la agencia quiere dos sistemas independientes que puedan transportar astronautas a la Estación Espacial Internacional. Steve Stich, responsable del Commercial Crew Program, lo resumió al señalar que el plan pasa por certificar la nave en 2026, programar su primera rotación tripulada cuando esté preparada y coordinar los vuelos futuros según las necesidades operativas de la estación, que seguirá activa hasta 2030. Mantener esa doble capacidad es clave para que la agencia no dependa exclusivamente de un único vehículo.
Lo que ocurra a partir de ahora dependerá del resultado de los próximos vuelos. Si el sistema logra certificarse en 2026, Starliner aún puede participar en hasta tres rotaciones tripuladas, con dos opciones adicionales sujetas a decisión de la NASA. Boeing mantiene su compromiso y plantea que la nave podría tener cabida en proyectos comerciales posteriores al final de la Estación Espacial Internacional, aunque esos escenarios están aún por definir. La oportunidad no ha desaparecido, pero ya no se parece tanto a la que se firmó en 2014.
Imágenes | NASA (1, 2) | Boeing
En Xataka | La gran esperanza de Starship ha empezado con mal pie: una nueva y dolorosa explosión
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La noticia
Boeing quería remontar el vuelo con Starliner tras su año más difícil. El contrato con la NASA acaba de cambiar en un punto clave
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Javier Marquez
.
Durante años, Starliner fue presentada como la oportunidad de Boeing para aspirar a un papel protagonista en los vuelos tripulados estadounidenses, en un escenario en el que SpaceX avanzaba más rápido con Dragon. El contrato firmado con la NASA en 2014 representaba esa oportunidad: seis vuelos tripulados y una puerta abierta a un nuevo ciclo de misiones. Once años después, la situación es distinta. Ese acuerdo se ha ajustado y la próxima misión se ha convertido en un examen sin personas a bordo.
Aquel acuerdo situó a Starliner dentro del programa con el que la agencia espacial estadounidense buscaba garantizar dos vehículos estadounidenses distintos hacia la Estación Espacial Internacional. La idea era clara: disponer de más de una cápsula capaz de transportar astronautas, planificación a largo plazo y autonomía en órbita baja. Ese documento establecía que, una vez certificada la nave, Boeing operaría seis vuelos tripulados para rotaciones regulares. Todo ello con la vista puesta en la fecha límite de la estación, prevista para 2030.
Un contrato recortado, de mutuo acuerdo. La NASA y Boeing han decidido modificar las condiciones del acuerdo original y reducir el número de vuelos garantizados. En lugar de las seis misiones tripuladas previstas tras la certificación, el nuevo escenario incluye una misión sin astronautas, destinada a validar el sistema, y hasta tres rotaciones de tripulación. Además, quedan dos vuelos opcionales que la NASA podrá activar en función de sus necesidades de misión. Esta revisión también reduce el valor del contrato, que pasa de 4.500 millones de dólares a 3.732 millones de dólares, tras descontar 768 millones de dólares.
Starliner-1 cambia de papel. Esa misión sin astronautas tiene nombre: Starliner-1, y ha pasado a ser una pieza clave del plan de validación del sistema. La NASA la utilizará para enviar carga a la Estación Espacial Internacional y comprobar, en condiciones reales, que los cambios introducidos tras el vuelo tripulado de 2024 ofrecen garantías suficientes. La fecha objetivo sigue siendo no antes de abril de 2026, siempre que la nave complete con éxito los ensayos, la certificación y la preparación previa al lanzamiento.
Un historial de tropiezos: El primer aviso llegó con el vuelo OFT-1 en diciembre de 2019, cuando algunos problemas impidieron que Starliner completara el perfil previsto y se acercara a la Estación Espacial Internacional. La misión tuvo que darse por terminada antes de tiempo. En 2022, el vuelo OFT-2 logró alcanzar la estación, pero aparecieron incidencias en varios propulsores. Dos años después, durante el primer vuelo tripulado, varios propulsores volvieron a fallar en la aproximación, lo que llevó a la NASA a ordenar el regreso de la nave sin los astronautas.
Ingenieros de la NASA y Boeing revisan la nave Starliner tras su aterrizaje en White Sands, Nuevo México, durante la prueba orbital OFT-2 en mayo de 2022
Cuando la NASA resolvió que Starliner no traería de vuelta a Butch Wilmore y Suni Williams, ambos prolongaron su estancia en la Estación Espacial Internacional mucho más de lo previsto. En total fueron nueve meses, hasta que la agencia programó un vuelo de Dragon con dos astronautas menos de lo habitual para disponer de espacio suficiente. Ese aterrizaje, en marzo de 2025, permitió completar el regreso y confirmó que el proceso de evaluación sobre Starliner seguía abierto tras el vuelo tripulado de 2024.
Mientras tanto, Dragon. En paralelo, Dragon comenzó a operar con astronautas en 2020 y fue incorporándose progresivamente a la planificación regular de la NASA. Desde entonces, la cápsula de SpaceX ha cubierto las rotaciones previstas dentro del Commercial Crew Program, convirtiéndose en el vehículo utilizado de forma habitual para acceder a la Estación Espacial Internacional. En agosto de 2025 se completó la misión Crew-11, y la Crew-12 está programada para febrero de 2026. La NASA ha reservado vuelos adicionales con Dragon hasta el final operativo de la estación, previsto para 2030.
Menos vuelos, menos ingresos, más presión. La modificación del contrato significa también un cambio en la posición de Boeing dentro del programa. La reducción del valor total a 3.732 millones de dólares implica 768 millones de dólares menos respecto a la cifra original, con menos vuelos garantizados y un mayor peso de las misiones opcionales. Según Reuters, la empresa ha invertido más de 2.000 millones de dólares desde 2016 en este desarrollo, lo que añade relevancia al rendimiento de Starliner en los próximos vuelos. Pese a ello, Boeing afirma que sigue comprometida con el programa.
Redundancia a contrarreloj. Para la NASA, Starliner sigue siendo relevante porque la agencia quiere dos sistemas independientes que puedan transportar astronautas a la Estación Espacial Internacional. Steve Stich, responsable del Commercial Crew Program, lo resumió al señalar que el plan pasa por certificar la nave en 2026, programar su primera rotación tripulada cuando esté preparada y coordinar los vuelos futuros según las necesidades operativas de la estación, que seguirá activa hasta 2030. Mantener esa doble capacidad es clave para que la agencia no dependa exclusivamente de un único vehículo.
En Xataka
La nave Starliner no solo es una humillación para Boeing: es un pozo sin fondo de dinero que ya no va a poder recuperar
Lo que ocurra a partir de ahora dependerá del resultado de los próximos vuelos. Si el sistema logra certificarse en 2026, Starliner aún puede participar en hasta tres rotaciones tripuladas, con dos opciones adicionales sujetas a decisión de la NASA. Boeing mantiene su compromiso y plantea que la nave podría tener cabida en proyectos comerciales posteriores al final de la Estación Espacial Internacional, aunque esos escenarios están aún por definir. La oportunidad no ha desaparecido, pero ya no se parece tanto a la que se firmó en 2014.
Imágenes | NASA (1, 2) | Boeing
En Xataka | La gran esperanza de Starship ha empezado con mal pie: una nueva y dolorosa explosión
– La noticia
Boeing quería remontar el vuelo con Starliner tras su año más difícil. El contrato con la NASA acaba de cambiar en un punto clave
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Javier Marquez
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