Christian Horner lleva meses sin asomar por un paddock de Fórmula 1. Desde que Red Bull Racing lo destituyó en pleno verano —un terremoto que removió estructuras, egos y alguna que otra guerra fría— el británico desapareció de escena. Pero, curiosamente, sigue siendo uno de los nombres más repetidos en las ruedas de prensa. Y no porque los team principals lo tengan entre ceja y ceja, sino porque la pregunta siempre cae. Y claro, con Horner… siempre hay material.
Quien ha hablado esta vez es Zak Brown, CEO de McLaren, que ha aprovechado una entrevista con The Telegraph para dejar claro que el Horner que él conoció hace tres décadas poco tenía que ver con el de sus últimos años al frente de Red Bull.
“He cambiado. Creo que la fama de Drive to Survive, el dinero, la gloria… fue demasiado“, dispara. Y lo dice alguien que, pese a sus innumerables encontronazos con el exjefe de Red Bull, insiste en que hubo un tiempo en el que se llevaban bien: “He conocido a Christian durante más de 30 años. Antes nos llevábamos bien. Sus resultados son increíbles, chapó. Pero ha cambiado“.
Brown viene a dibujar un antes y un después: el Horner pre-Netflix, y el Horner que descubrió que ser personaje también daba puntos. Que la serie de Netflix catapultó la popularidad de la F1 en Estados Unidos y convirtió a jefes de equipo y pilotos en celebridades no es ninguna sorpresa. Pero, según Brown, a Horner le gustó demasiado el foco.
Un “protagonista de documental” que quizá olvidó —interpreta Brown— que las estrellas deberían ser los pilotos, no quienes los dirigen.
“Christian es un tipo de cuatro ruedas fuera de pista”
Si algo define a Brown es que rara vez da rodeos. Le preguntan si Horner jugaba limpio y no se esconde:
“A veces, no. Hay pilotos que te dejan dos ruedas fuera de pista. Está bien. Pero otros te dejan con las cuatro ruedas fuera. Eso no está bien. Yo soy de dos ruedas fuera. Christian es de cuatro“.
Metáfora transparente como el agua: Brown lo ve como alguien dispuesto a llevar el juego al límite… y un poco más allá. Y pone un ejemplo reciente que aún escuece en Woking: las acusaciones de Horner en 2024, cuando insinuó que McLaren estaba inyectando agua en los neumáticos para enfriarlos.
“No puedo imaginar que creyera realmente en eso. Era simplemente para desestabilizarnos”, afirma Brown. La FIA investigó y no encontró nada. Ni trampa ni cartón, salvo el ruido que generó Horner.
“Tengo un enorme ego… pero no lo uso como él”
La entrevista también deja espacio para el autorretrato. Brown reconoce sin pudor: “Tengo un ego enorme. Que no te quepa duda”. Pero, acto seguido, marca distancias: “El ego es bueno. La arrogancia es terrible. Mi ego protege mi marca y el rendimiento del equipo. La arrogancia te hace cometer errores”.
Un dardo suave, pero dardo al fin y al cabo.
Brown admite que es duro, que trabaja 24/7, que vive motivado por el miedo a perder… pero insiste en que canaliza esa energía hacia adelante, no hacia los rivales. Y quizá por eso sus palabras sobre Horner —el Horner que él vio transformarse por fama, cámaras y polémicas— tienen un aire de reproche, sí, pero también de decepción personal. Habla alguien que lo conoció, que lo respetó y que hoy lo ve como un personaje que cruzó más líneas de las necesarias.
Horner podría volver al Gran Circo en un futuro, pues se le ha relacionado con muchos equipos. Si lo hace, una cosa está clara: aunque no haya pisado un paddock en meses, aquí nadie se ha olvidado de él.
