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Ciencia y Tecnología

2025 ha conseguido algo que no veíamos desde hace décadas: que las lluvias se conviertan en una mala noticia

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2025 ha conseguido algo que no veíamos desde hace décadas: que las lluvias se conviertan en una mala noticia

Hace unos días, Paco Castañares publicó un vídeo de la Garganta de Las Nogaledas, en pleno Valle del Jerte. Sus palabras sirven para hacerse una idea de lo que se veía y, sobre todo, de lo que no se veía en él: “la cascada más bonita y emblemática, convertida en una maloliente riada de chapapote, cenizas, restos vegetales quemados y metales pesados”. 

Y no, no es un hecho aislado. 

Porque, como decían desde Educación Forestal, “estas lluvias no han sido nada buenas”.

“¿Cómo que no son buenas?”, me podría decir cualquier persona con acceso a embalses.net. 2025 ha sido un buen año en cuanto lluvias y, de hecho, hemos estado por encima de 2024 durante todos este tiempo. Pero esa ‘ventaja’ no ha sido suficiente. Ahora mismo, estamos incluso un poco peor (un 0,30% menos) que el año pasado.

Como explica César Rodríguez Ballesteros, el agua de las últimas semanas ha caído, sobre todo,  en la parte occidental del país. Y es precisamente allí donde se encuentran nuestra mayor capacidad de agua embalsada. Sobre el papel, estas lluvias son maná caída del cielo.

Pero hay un pequeño problema. Que este 2025 no ha sido un año normal en lo que a incendios se refiere. Se han quemado 382.000 hectáreas. Es decir, un 800% más en 2024. O lo es que es lo mismo, más que toda la superficie calcinada desde 2018 a 2014 toda junta. 

Si buscamos en cualquier manual forestal, podemos ver que las lluvias (sobre todo, si son intensas) tienen dos efectos cuando caen sobre un terreno devastado por el fuego: el primero es la erosión (al no haber vegetación que la retenga, la capa superficial se deslava y mueve). 

La segunda es la contaminación del agua. No solo son los efectos tóxicos de las cenizas y el hollín que son arrastrados ríos, lagos y embalses. Hablamos del aumento de nutrientes (nitratos, amoniaco, fósforo) con el riesgo de eutrofización, el incremento de turbidez y los daños a los sistemas de canalización y tratamiento de agua. 

Y lo peor de todo es que se podría haber evitado. No es fácil, ni sencillo; es verdad. Pero hay medidas de restauración del suelo, sistema barrera para controlar la erosión y planes para poner a punto los sistemas de gestión de aguas. 

Nada (o, en el mejor de los casos, muy poco) de esto se ha ejecutado.

Y el resultado son problemas, problemas y más problemas. Lo decíamos arriba: en estas circunstancias, las lluvias se han convertido en una mala notica. Un problema enorme, de hecho, que va a poner en aprietos el abastecimiento de agua de todo el oeste del país (y no es la primera vez que pasa).

Pero, más allá de eso, nos muestra un camino claro: el cambio climático hizo 40 veces más probable el riesgo de incendios este verano en la Península. Y, eso signfica que, aunque no haya más, los que hay se vuelven mucho más peligrosos: en 2022 hubo 493 fuegos; en 2023, 371; y este año parece que nos vamos a quedar por debajo de 300.

Tenemos que acostumbrarnos a vivir con las consecuencias de unos incendios que no podemos parar. Pero sobre todo, tenemos que prepararnos.  

Imagen | ECMWF 

En Xataka | Un espectacular tornado de fuego, grabado en vivo y en directo: cómo pueden formarse estos rarísimos fenómenos atmósféricos


La noticia

2025 ha conseguido algo que no veíamos desde hace décadas: que las lluvias se conviertan en una mala noticia

fue publicada originalmente en

Xataka

por
Javier Jiménez

.

​Hace unos días, Paco Castañares publicó un vídeo de la Garganta de Las Nogaledas, en pleno Valle del Jerte. Sus palabras sirven para hacerse una idea de lo que se veía y, sobre todo, de lo que no se veía en él: “la cascada más bonita y emblemática, convertida en una maloliente riada de chapapote, cenizas, restos vegetales quemados y metales pesados”. 
Y no, no es un hecho aislado. 
Porque, como decían desde Educación Forestal, “estas lluvias no han sido nada buenas”.
“¿Cómo que no son buenas?”, me podría decir cualquier persona con acceso a embalses.net. 2025 ha sido un buen año en cuanto lluvias y, de hecho, hemos estado por encima de 2024 durante todos este tiempo. Pero esa ‘ventaja’ no ha sido suficiente. Ahora mismo, estamos incluso un poco peor (un 0,30% menos) que el año pasado.
Como explica César Rodríguez Ballesteros, el agua de las últimas semanas ha caído, sobre todo,  en la parte occidental del país. Y es precisamente allí donde se encuentran nuestra mayor capacidad de agua embalsada. Sobre el papel, estas lluvias son maná caída del cielo.

Pero hay un pequeño problema. Que este 2025 no ha sido un año normal en lo que a incendios se refiere. Se han quemado 382.000 hectáreas. Es decir, un 800% más en 2024. O lo es que es lo mismo, más que toda la superficie calcinada desde 2018 a 2014 toda junta. 
Si buscamos en cualquier manual forestal, podemos ver que las lluvias (sobre todo, si son intensas) tienen dos efectos cuando caen sobre un terreno devastado por el fuego: el primero es la erosión (al no haber vegetación que la retenga, la capa superficial se deslava y mueve). 

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La segunda es la contaminación del agua. No solo son los efectos tóxicos de las cenizas y el hollín que son arrastrados ríos, lagos y embalses. Hablamos del aumento de nutrientes (nitratos, amoniaco, fósforo) con el riesgo de eutrofización, el incremento de turbidez y los daños a los sistemas de canalización y tratamiento de agua. 
Y lo peor de todo es que se podría haber evitado. No es fácil, ni sencillo; es verdad. Pero hay medidas de restauración del suelo, sistema barrera para controlar la erosión y planes para poner a punto los sistemas de gestión de aguas. 
Nada (o, en el mejor de los casos, muy poco) de esto se ha ejecutado.

Y el resultado son problemas, problemas y más problemas. Lo decíamos arriba: en estas circunstancias, las lluvias se han convertido en una mala notica. Un problema enorme, de hecho, que va a poner en aprietos el abastecimiento de agua de todo el oeste del país (y no es la primera vez que pasa).

Pero, más allá de eso, nos muestra un camino claro: el cambio climático hizo 40 veces más probable el riesgo de incendios este verano en la Península. Y, eso signfica que, aunque no haya más, los que hay se vuelven mucho más peligrosos: en 2022 hubo 493 fuegos; en 2023, 371; y este año parece que nos vamos a quedar por debajo de 300.

Tenemos que acostumbrarnos a vivir con las consecuencias de unos incendios que no podemos parar. Pero sobre todo, tenemos que prepararnos.  

Imagen | ECMWF 

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– La noticia

2025 ha conseguido algo que no veíamos desde hace décadas: que las lluvias se conviertan en una mala noticia

fue publicada originalmente en

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por
Javier Jiménez

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