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Ciencia y Tecnología

Huawei va a volver. Y no todo el mundo está preparado para lo que viene

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Huawei va a volver. Y no todo el mundo está preparado para lo que viene

En China ya ha ocurrido. Huawei ha pasado de estar prácticamente muerta tras las sanciones estadounidenses de 2019 a liderar de nuevo su mercado doméstico en 2025 con un 18,1% de cuota.

Este resurgir nacional no ha sido un golpe de suerte ni fruto del nacionalismo ciego (aunque su resurgir posterior ayudó), más bien ha sido cosa de ingeniería y estrategia:

Pero China es solo el acto I. El acto II, el salto global, está en desarrollo. Y cuando Huawei pulse el botón, el mercado de electrónica de consumo va a cambiar. Otra vez.

Lo que les frena… de momento

Hay dos cosas retienen a Huawei fuera de China:

  1. Chips. Los chips Kirin actuales, fabricados en 7 nm por SMIC, funcionan pero van dos generaciones por detrás de los Snapdragon o los Apple Silicon de 3 nm. Eso significa menos eficiencia energética, menos potencia bruta. Más importante aún: la capacidad de producción es limitada. SMIC no puede fabricar en volumen como TSMC, al menos no todavía. Huawei puede hacer smartphones 5G competitivos, pero no puede hacer suficientes para saturar mercados globales.
  2. Software. El otro cuello de botella. HarmonyOS puede presumir de ser el segundo ecosistema móvil en China, superando incluso a iOS en cuota. Pero fuera de China, la ecuación cambia. Sin Google Play Services, sin el catálogo completo de apps occidentales, convencer a un usuario europeo o latinoamericano de que abandone Android es pedirle un acto de fe. Huawei lo sabe, por eso ha invertido mucho dinero durante seis años para construir AppGallery y sus propios servicios. Pero romper la inercia de un duopolio consolidado requiere más que buenas intenciones: requiere masa crítica.

Así y todo, estos frenos son, si todo va bien, temporales:

Cuando ambos alcancen el umbral mínimo —chips suficientes y ecosistema viable—, Huawei dará el salto. Y no lo hará con timidez. Lo hará con la agresividad de quien lleva cinco años preparándose en silencio.

El escenario que nadie quiere nombrar

Huawei Pura 80 Ultra

Huawei Pura 80 Ultra. Imagen: Andrey Matveev.

Hay una pregunta incómoda flotando en el ambiente: ¿y si Huawei no vuelve sola? ¿Y si otras marcas chinas (Oppo, Xiaomi, Vivo, Realme) adoptan HarmonyOS en lugar de Android?

Parece ciencia ficción, pero recordemos que el gobierno chino lleva años promoviendo OpenHarmony como “sistema operativo nacional estratégico”. Y que el gobierno chino ha insinuado que las empresas deberían reducir su dependencia de Android y Windows. Que en un entorno de cada vez mayor fricción tecnológica con Occidente, tener un ecosistema propio es cuestión de supervivencia.

Si eso ocurre —y la presión política lo hace cada vez más factible—, el mapa cambia.

  • Android no perdería un fabricante, perdería a todos los grandes chinos.
  • Samsung quedaría prácticamente como el único aliado relevante de Google fuera del ecosistema Apple.
  • Y HarmonyOS pasaría de ser una curiosidad local china a un tercer polo global real. No mañana, pero tampoco en una década. En tres o cuatro años como mucho.

Además, en China Huawei ya no es solo electrónica de consumo: es un actor automotriz. Su división de automoción se ha convertido en un socio tecnológico clave para varias marcas locales, desde Aito hasta Arcfox. No fabrica coches, pero pone el cerebro: sensores, software, conectividad, plataforma digital. Allí ya hay modelos completos “Huawei Inside”.

Ese músculo no existía antes del bloqueo estadounidense. Y ahora forma parte del Huawei que podría llegar a Europa: uno capaz de entrar por el bolsillo, por la muñeca, por la casa… y también por el coche. Nos resulta familiar.

Mientras tanto en Europa…

Huawei ha hecho algo interesante en Europa: no desaparecer.

Aquí las ventas de sus smartphones sufrieron un desplome brutal de la noche a la mañana. No poder incluir servicios de Google fue letal. Pero sí continuaron vendiendo otros productos:

Son los productos que no dependen de Google. Y mantienen la marca visible, preservan la memoria de lo que Huawei fue… y allana el terreno para un mañana mejor.

Cada reloj GT o cada juego de auriculares FreeBuds que alguien compra en Europa, es una semilla de lealtad futura. Es una partida esperando en la trinchera a que amaine mientras los demás asumían que se retirarían de la batalla.

Y Europa será precisamente su test real. No China, allí ya han ganado. No Estados Unidos, donde sanciones e inercia del mercado hacen imposible cualquier operación a corto plazo. Europa, donde Huawei llegó a ser líder de ventas y donde construyó prestigio con su apuesta por Leica, donde hay cierta nostalgia de marca y sobre todo donde no hay un veto formal a sus productos.

Huawei se ha encargado de ir cerrando brechas locales. Por ejemplo, un puente para poder hacer pagos móviles desde su plataforma que compense las restricciones comerciales forzosas.

Si consiguen ofrecer un ecosistema suficientemente bueno —no hace falta ni que sea perfecto, solo suficiente—, hay mercado.

Porque lo que no podemos olvidar (ni los consumidores ni la industria) es que Huawei nunca fue solo hardware. Fue siempre una propuesta de valor completa: diseño, cámaras, integración de ecosistema. Al principio, con una calidad mediocre siendo amables. Pero luego fue mejorando. Eso no desaparece porque te bloqueen el acceso a Google durante un lustro. Se reinventa.

La ventana se abre

Huawei ya anunció sus planes para relanzar sus smartphones en hasta 60 países. Empezando por mercados emergentes, donde su reputación no se erosionó tanto y donde las restricciones estadounidenses tienen menor peso político. El momento de Europa llegará.

Y cuando lo haga, con los chips Kirin en volumen y un HarmonyOS más maduro, el mercado dará una sacudida. Samsung tendrá que acelerar, el resto de fabricantes chinos –que ocuparon el espacio que Huawei liberó, con Xiaomi a la cabeza– se enfrentarán a un rival que además de volver lo hará sin las dependencias que el resto arrastran, y hasta Apple puede ver en ellos una amenaza a medio plazo.

Huawei lleva cinco años construyendo autonomía mientras muchos la dábamos por acabada. O por relegada. Apostaron contra las sanciones más duras que la industria tecnológica ha visto en décadas, y están cerca de ganar. No lo han hecho todavía, no por completo. Pero siguen en el ring. Y esta vez sin las cadenas de antes.

En Xataka | Huawei Pura 80 Ultra, análisis: el rey destronado vuelve para recuperar su corona a punta de teleobjetivo

Imagen destacada | P. L.


La noticia

Huawei va a volver. Y no todo el mundo está preparado para lo que viene

fue publicada originalmente en

Xataka

por
Javier Lacort

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​En China ya ha ocurrido. Huawei ha pasado de estar prácticamente muerta tras las sanciones estadounidenses de 2019 a liderar de nuevo su mercado doméstico en 2025 con un 18,1% de cuota.

Este resurgir nacional no ha sido un golpe de suerte ni fruto del nacionalismo ciego (aunque su resurgir posterior ayudó), más bien ha sido cosa de ingeniería y estrategia:

Chips Kirin fabricados localmente en 7 nanómetros cuando todo el mundo les daba por muertos tecnológicamente.HarmonyOS como sistema operativo propio cuando Google les cerró la puertaY una ejecución implacable que hizo de cada obstáculo combustible.Pero China es solo el acto I. El acto II, el salto global, está en desarrollo. Y cuando Huawei pulse el botón, el mercado de electrónica de consumo va a cambiar. Otra vez.

Lo que les frena… de momentoHay dos cosas retienen a Huawei fuera de China:

Chips. Los chips Kirin actuales, fabricados en 7 nm por SMIC, funcionan pero van dos generaciones por detrás de los Snapdragon o los Apple Silicon de 3 nm. Eso significa menos eficiencia energética, menos potencia bruta. Más importante aún: la capacidad de producción es limitada. SMIC no puede fabricar en volumen como TSMC, al menos no todavía. Huawei puede hacer smartphones 5G competitivos, pero no puede hacer suficientes para saturar mercados globales.Software. El otro cuello de botella. HarmonyOS puede presumir de ser el segundo ecosistema móvil en China, superando incluso a iOS en cuota. Pero fuera de China, la ecuación cambia. Sin Google Play Services, sin el catálogo completo de apps occidentales, convencer a un usuario europeo o latinoamericano de que abandone Android es pedirle un acto de fe. Huawei lo sabe, por eso ha invertido mucho dinero durante seis años para construir AppGallery y sus propios servicios. Pero romper la inercia de un duopolio consolidado requiere más que buenas intenciones: requiere masa crítica.Así y todo, estos frenos son, si todo va bien, temporales:

SMIC mejora su producción trimestre a trimestre.HarmonyOS ya tiene más de 10 millones de usuarios activos y crece rápido.Cuando ambos alcancen el umbral mínimo —chips suficientes y ecosistema viable—, Huawei dará el salto. Y no lo hará con timidez. Lo hará con la agresividad de quien lleva cinco años preparándose en silencio.

El escenario que nadie quiere nombrar

Huawei Pura 80 Ultra. Imagen: Andrey Matveev.

Hay una pregunta incómoda flotando en el ambiente: ¿y si Huawei no vuelve sola? ¿Y si otras marcas chinas (Oppo, Xiaomi, Vivo, Realme) adoptan HarmonyOS en lugar de Android?

Parece ciencia ficción, pero recordemos que el gobierno chino lleva años promoviendo OpenHarmony como “sistema operativo nacional estratégico”. Y que el gobierno chino ha insinuado que las empresas deberían reducir su dependencia de Android y Windows. Que en un entorno de cada vez mayor fricción tecnológica con Occidente, tener un ecosistema propio es cuestión de supervivencia.

Si eso ocurre —y la presión política lo hace cada vez más factible—, el mapa cambia.

Android no perdería un fabricante, perdería a todos los grandes chinos.Samsung quedaría prácticamente como el único aliado relevante de Google fuera del ecosistema Apple.Y HarmonyOS pasaría de ser una curiosidad local china a un tercer polo global real. No mañana, pero tampoco en una década. En tres o cuatro años como mucho.

En Xataka

El ‘Rolls-Royce chino’ de Huawei es el perfecto ejemplo de que China está desatada con los eléctricos: ha vendido más de 1.000 en un mes

Además, en China Huawei ya no es solo electrónica de consumo: es un actor automotriz. Su división de automoción se ha convertido en un socio tecnológico clave para varias marcas locales, desde Aito hasta Arcfox. No fabrica coches, pero pone el cerebro: sensores, software, conectividad, plataforma digital. Allí ya hay modelos completos “Huawei Inside”.

Ese músculo no existía antes del bloqueo estadounidense. Y ahora forma parte del Huawei que podría llegar a Europa: uno capaz de entrar por el bolsillo, por la muñeca, por la casa… y también por el coche. Nos resulta familiar.

Mientras tanto en Europa…

Huawei ha hecho algo interesante en Europa: no desaparecer.

Aquí las ventas de sus smartphones sufrieron un desplome brutal de la noche a la mañana. No poder incluir servicios de Google fue letal. Pero sí continuaron vendiendo otros productos:

Auriculares.Portátiles.Tablets.Relojes inteligentes, donde ya son líderes mundiales por cuota de mercado.

Son los productos que no dependen de Google. Y mantienen la marca visible, preservan la memoria de lo que Huawei fue… y allana el terreno para un mañana mejor.

Cada reloj GT o cada juego de auriculares FreeBuds que alguien compra en Europa, es una semilla de lealtad futura. Es una partida esperando en la trinchera a que amaine mientras los demás asumían que se retirarían de la batalla.

Y Europa será precisamente su test real. No China, allí ya han ganado. No Estados Unidos, donde sanciones e inercia del mercado hacen imposible cualquier operación a corto plazo. Europa, donde Huawei llegó a ser líder de ventas y donde construyó prestigio con su apuesta por Leica, donde hay cierta nostalgia de marca y sobre todo donde no hay un veto formal a sus productos.

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Huawei Watch GT 6, análisis: sin ser perfecto, es el smartwatch que más voy a recomendar este año

Huawei se ha encargado de ir cerrando brechas locales. Por ejemplo, un puente para poder hacer pagos móviles desde su plataforma que compense las restricciones comerciales forzosas.

Si consiguen ofrecer un ecosistema suficientemente bueno —no hace falta ni que sea perfecto, solo suficiente—, hay mercado.

Porque lo que no podemos olvidar (ni los consumidores ni la industria) es que Huawei nunca fue solo hardware. Fue siempre una propuesta de valor completa: diseño, cámaras, integración de ecosistema. Al principio, con una calidad mediocre siendo amables. Pero luego fue mejorando. Eso no desaparece porque te bloqueen el acceso a Google durante un lustro. Se reinventa.

La ventana se abre

Huawei ya anunció sus planes para relanzar sus smartphones en hasta 60 países. Empezando por mercados emergentes, donde su reputación no se erosionó tanto y donde las restricciones estadounidenses tienen menor peso político. El momento de Europa llegará.

Y cuando lo haga, con los chips Kirin en volumen y un HarmonyOS más maduro, el mercado dará una sacudida. Samsung tendrá que acelerar, el resto de fabricantes chinos –que ocuparon el espacio que Huawei liberó, con Xiaomi a la cabeza– se enfrentarán a un rival que además de volver lo hará sin las dependencias que el resto arrastran, y hasta Apple puede ver en ellos una amenaza a medio plazo.

Huawei lleva cinco años construyendo autonomía mientras muchos la dábamos por acabada. O por relegada. Apostaron contra las sanciones más duras que la industria tecnológica ha visto en décadas, y están cerca de ganar. No lo han hecho todavía, no por completo. Pero siguen en el ring. Y esta vez sin las cadenas de antes.

En Xataka | Huawei Pura 80 Ultra, análisis: el rey destronado vuelve para recuperar su corona a punta de teleobjetivo

Imagen destacada | P. L.

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Huawei va a volver. Y no todo el mundo está preparado para lo que viene

fue publicada originalmente en

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por
Javier Lacort

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