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Este invierno encender la calefacción dará menos miedo. El motivo no es tan reconfortante

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Este invierno encender la calefacción dará menos miedo. El motivo no es tan reconfortante

Seis de la tarde. Noche cerrada. Llegas con el frío pegado y enciendes la calefacción sin pensarlo. El radiador respira tibio y, al lado, aparece la factura del gas del invierno pasado, doblada entre papeles. Un vistazo basta para que regrese la pregunta que inaugura cada temporada de abrigo: ¿por cuánto saldrá la broma este invierno? La respuesta, después de tres inviernos duros, parece algo más amable. Pero sólo en parte. El presente ofrece un respiro, mientras bajo él sigue latiendo una contradicción energética que Europa no ha sabido resolver.

Un invierno más amable. Los analistas lo confirman: este invierno será más benévolo que los anteriores. En una entrevista con Xataka, Javier Revuelta, Senior Principal de AFRY, lo resume sin rodeos: “Tenemos un gas mucho más barato que el invierno pasado. Antes estábamos en 50–55 €/MWh; ahora rondamos los 30 €/MWh”. Y eso importa, porque el gas determina buena parte del precio eléctrico en los meses fríos. Según Revuelta, sólo esta caída supone “unos 40 €/MWh menos” en muchas horas del invierno. Cabe recordar que este año ha sido récord en nueva potencia solar —más de 9 gigavatios instalados— y todo apunta a que este invierno habrá más radiación y menos nubosidad que el anterior. El resultado: más renovables empujando los precios hacia abajo.

Sin embargo, el sistema español sigue mostrando sombras. Como ya hemos explicado en otras ocasiones, tras el apagón del 28 de abril, Red Eléctrica se vio obligada a reforzar la operación de las centrales síncronas —es decir, los ciclos combinados de gas— para evitar nuevas sobretensiones. Entre mayo y octubre, su producción aumentó más de un 50%, generando 2,5 millones de toneladas adicionales de CO₂. Un recordatorio incómodo: incluso en el país europeo con más renovables por habitante, el gas sigue siendo la red de seguridad del sistema.

¿Cómo afectará al bolsillo? El consumidor eléctrico notará cierta relajación en sus facturas. Más horas solares, menos presión del gas y un mercado más estable dibujan un invierno más previsible. Por un lado, los hogares con calefacción de gas también verán facturas más suaves este invierno. Pero la buena noticia tiene fecha límite. A partir de 2028 empezará a aplicarse el nuevo ETS2 europeo, que obligará a las empresas distribuidoras a pagar por las emisiones del consumidor final. En la práctica: el gas será más caro de forma estructural. De hecho, Revuelta lo anticipa: “A medio plazo, operar una caldera será significativamente más caro”, y la comparativa con bombas de calor se inclinará claramente hacia la electrificación del calor.

Por otro lado, se avecina otro ajuste. Como señala Cinco Días, las comercializadoras arrastran este año 3.300 millones de euros adicionales por restricciones técnicas. No lo están repercutiendo por completo, pero lo harán. Iberdrola anticipa que el 70% de sus clientes del mercado libre notará estos costes al renovar tarifas en 2025; en 2027, será el 90%. Es otras palabras, este invierno baja, pero las tarifas de 2026 y 2027 podrían no ser tan benignas.

En busca de alternativas. Mientras el gas vive altibajos y la electricidad sigue marcada por la volatilidad, la biomasa sólida —pellet, astilla, hueso de aceituna— continúa siendo la opción más económica del país. Según los Índices de Precios de la Biomasa recogidos por Calor y Frío, el coste medio es:

  • Astilla: 3,34 c€/kWh
  • Hueso: 4,68 c€/kWh
  • Pellet: 6,95 c€/kWh

Frente a:

  • Gas natural TUR2: 8,59 c€/kWh
  • Gasóleo C: 7,98 c€/kWh
  • Electricidad (bomba de calor): > 10 c€/kWh útiles

Además, los precios se mantienen estables y la producción es nacional, con más de 60 fábricas de pellet y decenas de centros de astilla y hueso de aceituna. Un mercado cercano, robusto y poco expuesto a tensiones internacionales.

Hay una alternativa más moderna. Seguro que habéis escuchado hablar de ella: la aerotermia. De entrada y sin rodeos es cara de instalar —entre 10.000 y 20.000 euros—, pero extremadamente eficiente: por cada unidad de electricidad que consume, aporta entre 3,5 y 4 unidades de calor. 

Con más renovables empujando la tarifa a la baja en horas solares y un ETS2 que encarecerá el gas, la bomba de calor se convierte en la opción más rentable a 10–15 años. Según Revuelta, la diferencia económica se ampliará año a año y la regulación empujará en la misma dirección.

Pero se habla mucho del hidrógeno verde… Cierto el hidrógeno verde abre telediarios, pero aún no calentará los hogares. Lo último que se sabe es que Enegás ha recibido 285 solicitudes para inyectar hidrógeno en la red mediante blending. No obstante, el límite técnico actual es del 2% del volumen, insuficiente para la calefacción doméstica.

Las primeras inyecciones reales llegarán en primavera de 2026, pero serán experimentales. El hidrógeno no jugará un papel real en calefacción residencial antes de bien entrada la década de 2030. 

La tensión de Europa. España llega más holgada al invierno que el norte de Europa. Pero no está aislada. Hasta donde sabemos las regasificadoras de Países Bajos operan al 90–100%, su límite técnico. Son la principal puerta de entrada de GNL para Alemania y parte de la industria europea. Su saturación es “el preludio de precios más altos”. España podría ayudar, pero no puede. Las interconexiones con Francia apenas permiten enviar entre 7.000 y 8.500 millones de m³ al año.

A ello se suma otro factor estructural. Según El Economista, más del 57% del GNL que importa Europa procede ya de Estados Unidos, lo que algunos analistas consideran una nueva dependencia comparable a la que existió con Rusia. Y, además, la Unión Europea llega al invierno con reservas al 83%, por debajo del objetivo del 90%. 

Un invierno más tranquilo… Pero un futuro incierto. Este invierno los radiadores se encenderán con menos miedo. El gas está más barato, la luz se relaja y la biomasa ofrece una vía económica. Las bombas de calor se consolidan como la gran alternativa de futuro, y el hidrógeno empieza su andadura —aunque sin impacto inmediato para los hogares.

Pero la calma es relativa. España —y Europa— siguen atrapadas entre dos modelos: el que desean —descarbonizado, electrificado, flexible— y el que realmente opera —dependiente del gas, del GNL y de infraestructuras saturadas—.

Este invierno será más amable, sí. Pero la pregunta de fondo para todo español sigue abierta: ¿cuánto tiempo más podremos calentar nuestras casas como hasta ahora? ¿y a qué precio?

Imagen | FreePik

Xataka | A las puertas del otoño y del frío, alguien reserva una desagradable sorpresa para los hogares españoles: el gas


La noticia

Este invierno encender la calefacción dará menos miedo. El motivo no es tan reconfortante

fue publicada originalmente en

Xataka

por
Alba Otero

.

​Seis de la tarde. Noche cerrada. Llegas con el frío pegado y enciendes la calefacción sin pensarlo. El radiador respira tibio y, al lado, aparece la factura del gas del invierno pasado, doblada entre papeles. Un vistazo basta para que regrese la pregunta que inaugura cada temporada de abrigo: ¿por cuánto saldrá la broma este invierno? La respuesta, después de tres inviernos duros, parece algo más amable. Pero sólo en parte. El presente ofrece un respiro, mientras bajo él sigue latiendo una contradicción energética que Europa no ha sabido resolver.

Un invierno más amable. Los analistas lo confirman: este invierno será más benévolo que los anteriores. En una entrevista con Xataka, Javier Revuelta, Senior Principal de AFRY, lo resume sin rodeos: “Tenemos un gas mucho más barato que el invierno pasado. Antes estábamos en 50–55 €/MWh; ahora rondamos los 30 €/MWh”. Y eso importa, porque el gas determina buena parte del precio eléctrico en los meses fríos. Según Revuelta, sólo esta caída supone “unos 40 €/MWh menos” en muchas horas del invierno. Cabe recordar que este año ha sido récord en nueva potencia solar —más de 9 gigavatios instalados— y todo apunta a que este invierno habrá más radiación y menos nubosidad que el anterior. El resultado: más renovables empujando los precios hacia abajo.

Sin embargo, el sistema español sigue mostrando sombras. Como ya hemos explicado en otras ocasiones, tras el apagón del 28 de abril, Red Eléctrica se vio obligada a reforzar la operación de las centrales síncronas —es decir, los ciclos combinados de gas— para evitar nuevas sobretensiones. Entre mayo y octubre, su producción aumentó más de un 50%, generando 2,5 millones de toneladas adicionales de CO₂. Un recordatorio incómodo: incluso en el país europeo con más renovables por habitante, el gas sigue siendo la red de seguridad del sistema.

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Todo apunta a que deberíamos dejar de depender del gas. Pero el mundo planea seguir consumiendo

¿Cómo afectará al bolsillo? El consumidor eléctrico notará cierta relajación en sus facturas. Más horas solares, menos presión del gas y un mercado más estable dibujan un invierno más previsible. Por un lado, los hogares con calefacción de gas también verán facturas más suaves este invierno. Pero la buena noticia tiene fecha límite. A partir de 2028 empezará a aplicarse el nuevo ETS2 europeo, que obligará a las empresas distribuidoras a pagar por las emisiones del consumidor final. En la práctica: el gas será más caro de forma estructural. De hecho, Revuelta lo anticipa: “A medio plazo, operar una caldera será significativamente más caro”, y la comparativa con bombas de calor se inclinará claramente hacia la electrificación del calor.

Por otro lado, se avecina otro ajuste. Como señala Cinco Días, las comercializadoras arrastran este año 3.300 millones de euros adicionales por restricciones técnicas. No lo están repercutiendo por completo, pero lo harán. Iberdrola anticipa que el 70% de sus clientes del mercado libre notará estos costes al renovar tarifas en 2025; en 2027, será el 90%. Es otras palabras, este invierno baja, pero las tarifas de 2026 y 2027 podrían no ser tan benignas.

En busca de alternativas. Mientras el gas vive altibajos y la electricidad sigue marcada por la volatilidad, la biomasa sólida —pellet, astilla, hueso de aceituna— continúa siendo la opción más económica del país. Según los Índices de Precios de la Biomasa recogidos por Calor y Frío, el coste medio es:

Astilla: 3,34 c€/kWhHueso: 4,68 c€/kWhPellet: 6,95 c€/kWhFrente a:

Gas natural TUR2: 8,59 c€/kWhGasóleo C: 7,98 c€/kWhElectricidad (bomba de calor): > 10 c€/kWh útilesAdemás, los precios se mantienen estables y la producción es nacional, con más de 60 fábricas de pellet y decenas de centros de astilla y hueso de aceituna. Un mercado cercano, robusto y poco expuesto a tensiones internacionales.

Hay una alternativa más moderna. Seguro que habéis escuchado hablar de ella: la aerotermia. De entrada y sin rodeos es cara de instalar —entre 10.000 y 20.000 euros—, pero extremadamente eficiente: por cada unidad de electricidad que consume, aporta entre 3,5 y 4 unidades de calor. 

Con más renovables empujando la tarifa a la baja en horas solares y un ETS2 que encarecerá el gas, la bomba de calor se convierte en la opción más rentable a 10–15 años. Según Revuelta, la diferencia económica se ampliará año a año y la regulación empujará en la misma dirección.

Pero se habla mucho del hidrógeno verde… Cierto el hidrógeno verde abre telediarios, pero aún no calentará los hogares. Lo último que se sabe es que Enegás ha recibido 285 solicitudes para inyectar hidrógeno en la red mediante blending. No obstante, el límite técnico actual es del 2% del volumen, insuficiente para la calefacción doméstica.

Las primeras inyecciones reales llegarán en primavera de 2026, pero serán experimentales. El hidrógeno no jugará un papel real en calefacción residencial antes de bien entrada la década de 2030. 

La tensión de Europa. España llega más holgada al invierno que el norte de Europa. Pero no está aislada. Hasta donde sabemos las regasificadoras de Países Bajos operan al 90–100%, su límite técnico. Son la principal puerta de entrada de GNL para Alemania y parte de la industria europea. Su saturación es “el preludio de precios más altos”. España podría ayudar, pero no puede. Las interconexiones con Francia apenas permiten enviar entre 7.000 y 8.500 millones de m³ al año.

A ello se suma otro factor estructural. Según El Economista, más del 57% del GNL que importa Europa procede ya de Estados Unidos, lo que algunos analistas consideran una nueva dependencia comparable a la que existió con Rusia. Y, además, la Unión Europea llega al invierno con reservas al 83%, por debajo del objetivo del 90%. 

Un invierno más tranquilo… Pero un futuro incierto. Este invierno los radiadores se encenderán con menos miedo. El gas está más barato, la luz se relaja y la biomasa ofrece una vía económica. Las bombas de calor se consolidan como la gran alternativa de futuro, y el hidrógeno empieza su andadura —aunque sin impacto inmediato para los hogares.

Pero la calma es relativa. España —y Europa— siguen atrapadas entre dos modelos: el que desean —descarbonizado, electrificado, flexible— y el que realmente opera —dependiente del gas, del GNL y de infraestructuras saturadas—.

Este invierno será más amable, sí. Pero la pregunta de fondo para todo español sigue abierta: ¿cuánto tiempo más podremos calentar nuestras casas como hasta ahora? ¿y a qué precio?

Imagen | FreePik

Xataka | A las puertas del otoño y del frío, alguien reserva una desagradable sorpresa para los hogares españoles: el gas

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Este invierno encender la calefacción dará menos miedo. El motivo no es tan reconfortante

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Alba Otero

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