Ciencia y Tecnología
“Al mes de conocernos desapareció sin más”: cada vez más personas dejan a sus parejas haciendo ghosting
Cuando Laura conoció a Alberto después de meses hablando por Instagram saltaron chispas. Pasaron el fin de semana juntos y él, que vivía en otra ciudad, le prometió que volvería en un par de semanas. Lo siguiente que supo fue que la había bloqueado. Es sólo un ejemplo de ghosting, es decir, romper una relación de forma unilateral y sin dar ningún tipo de explicación a la otra persona.
Es una práctica cada vez más común, en parte alentada por los nuevos modelos de relaciones rápidas surgidas de las apps de citas tipo Tinder o Bumble. No son casos aislados. No me ha costado nada encontrar historias de ghosting en mi círculo cercano y en redes podemos encontrar infinidad de casos de todo tipo. Hemos hablado con algunas víctimas y una psicóloga para conocer mejor qué mecanismos hay detrás de este fenómeno tan extendido.
Todos los nombres se han cambiado para preservar el anonimato de los participantes.
Hago ‘chas’ y desaparezco de tu lado
Conocer la verdadera magnitud del problema es complejo ya que no hay herramientas de medición claras, aunque sí que hay algunos estudios que han tratado de arrojar algo de luz al respecto. En este estudio realizado en Estados Unidos, se entrevistó a 554 participantes con una edad media de 32 años, de los cuales un 25% admitió haber sido ghosteados por una pareja romántica, mientras que alrededor del 20% lo ha hecho a otra persona.
En este otro estudio se tomó una muestra de 328 personas que estaban usando apps de citas en ese momento. La cifra de personas que habían sufrido esta práctica ascendió al 85%. También subió el porcentaje de perpetradores hasta el 63%.
Este mismo año se publicó una revisión que analizaba más de una decena de estudios acerca del ghosting. Aunque no menciona cifras, entre sus conclusiones afirma que se trata de una conducta asociada a estilos de apego evitativo, mala comunicación y evitación de conflicto.
El ghosting es bastante habitual en relaciones cortas surgidas en apps para ligar. Ana Martí-Belda, psicóloga especializada en terapia breve estratégica, se ha encontrado con muchos casos en consulta y la mayoría coinciden con este patrón. “Es un comportamiento que se está extendiendo y pasa mucho con ligues de una noche en Tinder, pero a veces también pasa con amistades y relaciones largas”, afirma.
Es lo que le pasó a Daniela. “A mí me lo hizo un novio con el que llevaba nueve meses de relación. Vivía en otra ciudad así que imagínate el panorama de no entender nada, pensar que le había pasado algo… Al cabo de un mes conseguí que me respondiera pero porque seguí insistiendo como una loca. Ahora me hace gracia pero fue horrible”, recuerda entre risas.

Foto: Tim Samuel, Pexels
A Marta también le pasó algo similar con una pareja de cuatro meses. “Empezó el confinamiento y me dijo que vendría a por mí para confinarnos juntos pero nunca apareció. No sé si cuenta como ghosting porque a la semana me escribió para explicarme que aún veía a su ex”, admite. Y no es la única, hay bastantes casos en los que esta conducta esconde otra relación preexistente que por supuesto la otra persona no conoce. Sergio pasó por algo parecido: “Quedamos unas cuantas veces, en su casa, salimos de fiesta… como al mes de conocernos de repente desapareció sin más. Tiempo después me enteré de que tenía novio desde hacía años”.
El ghosting es más habitual en relaciones cortas y, aunque menos grave, también puede llegar a ser muy doloroso. Hay casos en los que la desaparición repentina viene precedida de un periodo de bombardeo de amor que deja a la víctima totalmente descolocada. “El segundo día me dijo que le había hablado a su madre de mí”, recuerda Elisa. Nos confiesa que ha tenido varias experiencias de ligues que desaparecen de repente, pero esta fue la que más le dolió porque, aunque fue poco tiempo, estaba empezando a enamorarse. “Era muy intenso, de esos que quieren exprimir las horas y te llevan a ver el amanecer a la playa en plan romántico”.
Todo iba bien hasta que el chico empezó a comportarse distinto; ya no respondía tan rápido y estaba raro; le contó que tenía problemas familiares y lo iban a echar de la casa donde estaba viviendo. “Yo en modo salvadora intenté ayudarlo, un día hasta le hice un tupper con 1kg de macarrones”, dice entre risas. No se conocían ni un mes cuando su enamorado desapareció sin dejar rastro: “Pasó de un love bombing muy bestia a desaparecer en menos de un mes y yo me quedé inmersa en una burbuja de amor que no había pedido y sin entender nada”.
Preguntas sin resolver
Para el que desaparece es el camino fácil, pero para quien lo sufre puede ser una experiencia muy traumática porque impide que haya un cierre emocional y tiene un gran impacto en su salud mental. A menudo se produce rumiación sobre lo sucedido, sentimientos de culpa y ansiedad. “El duelo que pasa la víctima es peor porque tiene que cerrar algo que se quedó inconcluso. Se te quedan muchas preguntas por contestar y no vas a obtener respuestas. Es muy doloroso, especialmente cuando son relaciones más largas” nos cuenta Ana.
Además, hay que tener en cuenta que es un proceso largo. Cuando alguien desaparece no pensamos enseguida que no volverá, pasa un tiempo hasta que nos damos cuenta de lo que está pasando y eso pospone que podamos empezar a sanar esa herida. Esa sensación de no saber qué está pasando “hace que estemos constantemente mirando el móvil a ver si escribe, pensando en él o ella… es progresivo, a veces pasa mucho tiempo hasta que lo aceptamos”, afirma Ana.
Que te hagan ghosting es muy habitual, pero entonces eso significa que también hay muchas personas que lo hacen. ¿Hay un tipo de persona que hace ghosting? Ana nos cuenta que lo primero que nos viene a la cabeza es que es alguien perverso, con rasgos narcisistas y baja empatía. Hay casos en los que es así, pero según su experiencia clínica, la realidad es otra: “Ha llegado un punto en el que cuesta mucho distinguir si es un narcisista o es que ya lo hacemos todos. Se ha convertido en una respuesta aprendida para cerrar relaciones”.
La digitalización de las relaciones ha favorecido que este fenómeno se convierta en una forma más de cortar. Ana lo compara con el conductor agresivo que todos llevamos dentro: “En el coche decimos barbaridades porque tienes esa protección que te da el vehículo. Con el ghosting está pasando lo mismo, nos escondemos detrás del móvil y nos permitimos ser más empáticos y fríos”.
No hace falta tener una patología para cortar de esta forma tan fría, pero Ana sí que ve elementos de la personalidad o experiencias previas que nos pueden hacer más propensos a hacer ghosting, como por ejemplo “personas que evitan el conflicto y las conversaciones difíciles. Tiene mucho que ver con la falta de habilidades de comunicación en general”. También hay casos en los que se da como un mecanismo de defensa: “hay personas que tienen miedo al rechazo y prefieren rechazar por anticipado”.
El apego evitativo es otro rasgo relacionado con el ghosting, lo que comúnmente llamamos “miedo al compromiso”. Básicamente estas personas ven que se están enamorando y sienten miedo porque anticipan que van a sufrir. Ana ha tratado algún caso de este tipo y asegura que “suele estar provocado por experiencias previas con anteriores parejas. Se ven incapaces de soportar ese dolor y salen corriendo”.
También hay otra modalidad de ghosting que no nace de la maldad, sino de la pura procrastinación. Según Ana “son personas que posponen un mensaje y se va haciendo una bola y cuanto más tardan más se agobian. Al final acaban por no contestar”. Muchas veces suelen ser mensajes en los que se piden explicaciones o por algún conflicto.
¿Cuestión de género?
En relaciones heterosexuales, existe la creencia o percepción de que los hombres tienden a ghostear más que las mujeres, pero las cifras dicen que está bastante igualado. En este estudio se vio que un 35% de hombres había hecho ghosting, frente a un 32% de mujeres. Sin embargo, el porcentaje de ghosteados era del 72% para los hombres y 66% para las mujeres.

Imagen: Priscilla Du Preez 🇨🇦 en Unsplash
Ana ha tratado muchos casos relacionados con el ghosting en consulta y, aunque admite que en el pasado sí que era más habitual que este tipo de comportamientos vinieran de hombres, actualmente no ve diferencias notables entre géneros “No lo ve una conducta más masculina que femenina, se ha igualado mucho”, concluye.
El ghosting es una ruptura repentina, pero existe otra práctica parecida que es algo más suave y que por supuesto también tiene su anglicismo para referirnos a ella. Es el caspering y sí, se llama así por el fantasma de la peli ‘Casper’. En lugar de desaparecer de golpe, va desapareciendo de forma sutil; tarda más en responder, pospone planes… hasta que la otra persona se cansa y la relación se desvanece.
También hay otra técnica similar llamada orbiting que consiste en que se corta la relación en persona, pero sigue presente en las redes sociales dejando comentarios o “fueguitos”, con la intención de mantener cierto contacto. Y aún hay más: benching cuando te tienen “en el banquillo”, el breadcrumbling cuando te dan migajas de amor o el cushioning cuando alguien se deja varios frentes abiertos para no cerrarse puertas, por lo que pueda pasar.
Imagen de portada | Karola G, Pexels
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La noticia
“Al mes de conocernos desapareció sin más”: cada vez más personas dejan a sus parejas haciendo ghosting
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Amparo Babiloni
.
Cuando Laura conoció a Alberto después de meses hablando por Instagram saltaron chispas. Pasaron el fin de semana juntos y él, que vivía en otra ciudad, le prometió que volvería en un par de semanas. Lo siguiente que supo fue que la había bloqueado. Es sólo un ejemplo de ghosting, es decir, romper una relación de forma unilateral y sin dar ningún tipo de explicación a la otra persona.
Es una práctica cada vez más común, en parte alentada por los nuevos modelos de relaciones rápidas surgidas de las apps de citas tipo Tinder o Bumble. No son casos aislados. No me ha costado nada encontrar historias de ghosting en mi círculo cercano y en redes podemos encontrar infinidad de casos de todo tipo. Hemos hablado con algunas víctimas y una psicóloga para conocer mejor qué mecanismos hay detrás de este fenómeno tan extendido.
Todos los nombres se han cambiado para preservar el anonimato de los participantes.
Hago ‘chas’ y desaparezco de tu ladoConocer la verdadera magnitud del problema es complejo ya que no hay herramientas de medición claras, aunque sí que hay algunos estudios que han tratado de arrojar algo de luz al respecto. En este estudio realizado en Estados Unidos, se entrevistó a 554 participantes con una edad media de 32 años, de los cuales un 25% admitió haber sido ghosteados por una pareja romántica, mientras que alrededor del 20% lo ha hecho a otra persona.
En Xataka
Hoy las parejas se casan menos y más tarde. Ahora sabemos que también forman matrimonios mucho más resistentes
En este otro estudio se tomó una muestra de 328 personas que estaban usando apps de citas en ese momento. La cifra de personas que habían sufrido esta práctica ascendió al 85%. También subió el porcentaje de perpetradores hasta el 63%.
Este mismo año se publicó una revisión que analizaba más de una decena de estudios acerca del ghosting. Aunque no menciona cifras, entre sus conclusiones afirma que se trata de una conducta asociada a estilos de apego evitativo, mala comunicación y evitación de conflicto.
El ghosting es bastante habitual en relaciones cortas surgidas en apps para ligar. Ana Martí-Belda, psicóloga especializada en terapia breve estratégica, se ha encontrado con muchos casos en consulta y la mayoría coinciden con este patrón. “Es un comportamiento que se está extendiendo y pasa mucho con ligues de una noche en Tinder, pero a veces también pasa con amistades y relaciones largas”, afirma.
“A mí me lo hizo un novio con el que llevaba nueve meses de relación. Vivía en otra ciudad así que imagínate el panorama de no entender nada, pensar que le había pasado algo…” nos cuenta Daniela.
Es lo que le pasó a Daniela. “A mí me lo hizo un novio con el que llevaba nueve meses de relación. Vivía en otra ciudad así que imagínate el panorama de no entender nada, pensar que le había pasado algo… Al cabo de un mes conseguí que me respondiera pero porque seguí insistiendo como una loca. Ahora me hace gracia pero fue horrible”, recuerda entre risas.
Foto: Tim Samuel, Pexels
A Marta también le pasó algo similar con una pareja de cuatro meses. “Empezó el confinamiento y me dijo que vendría a por mí para confinarnos juntos pero nunca apareció. No sé si cuenta como ghosting porque a la semana me escribió para explicarme que aún veía a su ex”, admite. Y no es la única, hay bastantes casos en los que esta conducta esconde otra relación preexistente que por supuesto la otra persona no conoce. Sergio pasó por algo parecido: “Quedamos unas cuantas veces, en su casa, salimos de fiesta… como al mes de conocernos de repente desapareció sin más. Tiempo después me enteré de que tenía novio desde hacía años”.
El ghosting es más habitual en relaciones cortas y, aunque menos grave, también puede llegar a ser muy doloroso. Hay casos en los que la desaparición repentina viene precedida de un periodo de bombardeo de amor que deja a la víctima totalmente descolocada. “El segundo día me dijo que le había hablado a su madre de mí”, recuerda Elisa. Nos confiesa que ha tenido varias experiencias de ligues que desaparecen de repente, pero esta fue la que más le dolió porque, aunque fue poco tiempo, estaba empezando a enamorarse. “Era muy intenso, de esos que quieren exprimir las horas y te llevan a ver el amanecer a la playa en plan romántico”.
En Xataka
El modelo tradicional de pareja está en crisis. Y se ha traducido en más personas comiendo solas en los restaurantes
Todo iba bien hasta que el chico empezó a comportarse distinto; ya no respondía tan rápido y estaba raro; le contó que tenía problemas familiares y lo iban a echar de la casa donde estaba viviendo. “Yo en modo salvadora intenté ayudarlo, un día hasta le hice un tupper con 1kg de macarrones”, dice entre risas. No se conocían ni un mes cuando su enamorado desapareció sin dejar rastro: “Pasó de un love bombing muy bestia a desaparecer en menos de un mes y yo me quedé inmersa en una burbuja de amor que no había pedido y sin entender nada”.
Preguntas sin resolver
Para el que desaparece es el camino fácil, pero para quien lo sufre puede ser una experiencia muy traumática porque impide que haya un cierre emocional y tiene un gran impacto en su salud mental. A menudo se produce rumiación sobre lo sucedido, sentimientos de culpa y ansiedad. “El duelo que pasa la víctima es peor porque tiene que cerrar algo que se quedó inconcluso. Se te quedan muchas preguntas por contestar y no vas a obtener respuestas. Es muy doloroso, especialmente cuando son relaciones más largas” nos cuenta Ana.
“El duelo que pasa la víctima es peor porque tiene que cerrar algo que se quedó inconcluso” cuenta Ana, psicóloga.
Además, hay que tener en cuenta que es un proceso largo. Cuando alguien desaparece no pensamos enseguida que no volverá, pasa un tiempo hasta que nos damos cuenta de lo que está pasando y eso pospone que podamos empezar a sanar esa herida. Esa sensación de no saber qué está pasando “hace que estemos constantemente mirando el móvil a ver si escribe, pensando en él o ella… es progresivo, a veces pasa mucho tiempo hasta que lo aceptamos”, afirma Ana.
Que te hagan ghosting es muy habitual, pero entonces eso significa que también hay muchas personas que lo hacen. ¿Hay un tipo de persona que hace ghosting? Ana nos cuenta que lo primero que nos viene a la cabeza es que es alguien perverso, con rasgos narcisistas y baja empatía. Hay casos en los que es así, pero según su experiencia clínica, la realidad es otra: “Ha llegado un punto en el que cuesta mucho distinguir si es un narcisista o es que ya lo hacemos todos. Se ha convertido en una respuesta aprendida para cerrar relaciones”.
“Ha llegado un punto en el que cuesta mucho distinguir si es un narcisista o es que ya lo hacemos todos. Se ha convertido en una respuesta aprendida para cerrar relaciones”, afirma Ana.
La digitalización de las relaciones ha favorecido que este fenómeno se convierta en una forma más de cortar. Ana lo compara con el conductor agresivo que todos llevamos dentro: “En el coche decimos barbaridades porque tienes esa protección que te da el vehículo. Con el ghosting está pasando lo mismo, nos escondemos detrás del móvil y nos permitimos ser más empáticos y fríos”.
No hace falta tener una patología para cortar de esta forma tan fría, pero Ana sí que ve elementos de la personalidad o experiencias previas que nos pueden hacer más propensos a hacer ghosting, como por ejemplo “personas que evitan el conflicto y las conversaciones difíciles. Tiene mucho que ver con la falta de habilidades de comunicación en general”. También hay casos en los que se da como un mecanismo de defensa: “hay personas que tienen miedo al rechazo y prefieren rechazar por anticipado”.
El apego evitativo es otro rasgo relacionado con el ghosting, lo que comúnmente llamamos “miedo al compromiso”. Básicamente estas personas ven que se están enamorando y sienten miedo porque anticipan que van a sufrir. Ana ha tratado algún caso de este tipo y asegura que “suele estar provocado por experiencias previas con anteriores parejas. Se ven incapaces de soportar ese dolor y salen corriendo”.
También hay otra modalidad de ghosting que no nace de la maldad, sino de la pura procrastinación. Según Ana “son personas que posponen un mensaje y se va haciendo una bola y cuanto más tardan más se agobian. Al final acaban por no contestar”. Muchas veces suelen ser mensajes en los que se piden explicaciones o por algún conflicto.
¿Cuestión de género?En relaciones heterosexuales, existe la creencia o percepción de que los hombres tienden a ghostear más que las mujeres, pero las cifras dicen que está bastante igualado. En este estudio se vio que un 35% de hombres había hecho ghosting, frente a un 32% de mujeres. Sin embargo, el porcentaje de ghosteados era del 72% para los hombres y 66% para las mujeres.
Imagen: Priscilla Du Preez 🇨🇦 en Unsplash
Ana ha tratado muchos casos relacionados con el ghosting en consulta y, aunque admite que en el pasado sí que era más habitual que este tipo de comportamientos vinieran de hombres, actualmente no ve diferencias notables entre géneros “No lo ve una conducta más masculina que femenina, se ha igualado mucho”, concluye.
El ghosting es una ruptura repentina, pero existe otra práctica parecida que es algo más suave y que por supuesto también tiene su anglicismo para referirnos a ella. Es el caspering y sí, se llama así por el fantasma de la peli ‘Casper’. En lugar de desaparecer de golpe, va desapareciendo de forma sutil; tarda más en responder, pospone planes… hasta que la otra persona se cansa y la relación se desvanece.
También hay otra técnica similar llamada orbiting que consiste en que se corta la relación en persona, pero sigue presente en las redes sociales dejando comentarios o “fueguitos”, con la intención de mantener cierto contacto. Y aún hay más: benching cuando te tienen “en el banquillo”, el breadcrumbling cuando te dan migajas de amor o el cushioning cuando alguien se deja varios frentes abiertos para no cerrarse puertas, por lo que pueda pasar.
Imagen de portada | Karola G, Pexels
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“Al mes de conocernos desapareció sin más”: cada vez más personas dejan a sus parejas haciendo ghosting
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por
Amparo Babiloni
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