Salud y Bienestar
Advierten que violencia masculina en RD tiene raíces familiares y culturales profundas
EL NUEVO DIARIO, SANTO DOMINGO.- Dos de los principales especialistas en salud mental del país, el psiquiatra Vicente Vargas Lemonier y el psicólogo Luis Vergés, analizan la mente del hombre agresor dominicano y advierten que la violencia tiene raíces familiares y culturales profundamente arraigadas.
Ambos coinciden en que la prevención debe comenzar en la niñez y que el cambio es posible. En las últimas dos décadas más de 1,800 mujeres han sido asesinadas en el país en hechos tipificados como feminicidios.
Los planteamientos de los especialistas forman parte de la actualización de la investigación periodística «SOS para salvar vidas de Mujeres», desarrollada por Aplatanao News bajo la firma de su director Fernando Quiroz Mora, que documenta la magnitud del fenómeno de los feminicidios en el país y las fallas institucionales en la prevención y atención de la violencia.

El doctor Vargas Lemonier, referente nacional en salud mental, advierte que el feminicidio no puede entenderse sin mirar la sociedad que lo forma.
«Es un fenómeno sistémico», afirma el médico y terapeuta familiar, expresidente de la Sociedad Dominicana de Psiquiatría y de la Sociedad Centroamericana y del Caribe de Psiquiatría, con más de 45 años de trayectoria en salud mental y formación humana.
Explica que la violencia no surge de la nada: se aprende desde la infancia. Muchos hombres crecieron viendo a sus padres insultar o golpear a sus madres, y repiten ese patrón sin reconocerlo como maltrato.
«Cuando la agresión se aprende desde niño, se vuelve parte del lenguaje afectivo», sostiene.
En ese entorno, las mujeres soportan por miedo o dependencia, y los hijos aprenden que “amar y someter” pueden coexistir.
De esta manera, el machismo se convierte en una herencia emocional que, con los años, puede culminar en feminicidio.
Para el psiquiatra, cada feminicidio es también un fracaso del sistema de salud mental. El país carece de mecanismos de detección temprana, de psicólogos en hospitales y de programas educativos que enseñen a manejar emociones.
“La verdadera prevención del feminicidio comienza en la niñez, cuando se enseña a los niños que el respeto no se negocia”, enfatiza.
El doctor Vargas plantea tres ejes esenciales para una prevención real:
1. Educación emocional: enseñar a hombres y mujeres a gestionar emociones desde la infancia, sustituyendo el control por la empatía.
2. Apoyo psicológico: crear redes comunitarias y servicios permanentes de acompañamiento emocional.
3. Justicia efectiva: garantizar respuestas rápidas del sistema judicial y protección real a las víctimas.
“Solo cuando esos tres pilares se integren, la sociedad podrá pasar del lamento a la prevención real”, dice Vargas Lemonier.
Luis Vergés: La violencia nace del dominio
La violencia contra la mujer no surge del impulso, sino de una percepción distorsionada del poder. Así lo explica el psicólogo Luis Vergés, quien dirigió el Centro de Intervención Conductual para Hombres desde su fundación en 2008 hasta hace poco.
“El hombre violento crece bajo la idea equivocada de que quien manda es quien domina, y que la autoridad se impone”, afirma el especialista, psicólogo clínico y terapeuta familiar, con doctorado en Ciencias de la Salud por la Universidad de Almería (España) y más de 35 años de trayectoria.
Vergés sostiene que, en muchos casos, el hombre maltratador proviene de hogares donde el miedo sustituye al respeto y la fuerza al diálogo.
Puntualiza que no necesariamente es un enfermo mental, sino un individuo emocionalmente incompleto que usa el control como forma de compensar sus carencias afectivas. En el núcleo de su conducta está el patrón de dominio, que convierte la relación en un territorio de posesión.
Centro de Intervención Conductual
El Centro de Intervención Conductual para Hombres, con más de 50,000 hombres tratados desde 2008, ha demostrado que el cambio es posible: ninguno de los egresados reincidió, según Vergés. A través de terapias, educación emocional y acompañamiento psicosocial, los participantes aprenden a reconocer sus emociones, asumir responsabilidad y desarrollar empatía.
Vergés advierte que el sistema necesita expansión nacional y políticas sostenidas, porque “la violencia no se erradica solo castigando a los agresores, sino desmontando la cultura del dominio que los forma.”
