Ciencia y Tecnología
“Son mayores de edad”: las universidades de Oviedo y Granada no pueden más con los padres yendo a quejarse por sus hijos
La educación española se adentra en un debate espinoso. Espinoso y llamativo. ¿Deben inmiscuirse los padres en la educación universitaria de sus hijos? Si un padre acompaña a su vástago de 19, 20 o 21 años a la facultad para encargarse de los trámites de la matrícula, gestionar unas prácticas o incluso revisar un examen, ¿le está haciendo un favor o lo perjudica? Quizás parezca una polémica artificial, pero a lo largo de la última semana el debate se ha caldeado por dos carteles virales colgados por sendas universidades españolas, la de Granada y la de Oviedo.
¿Qué carteles son esos? El primero se viralizó hace unos días. De hecho os hablamos de él hace una semana. Para dejar claro hasta dónde pueden llegar los progenitores de los alumnos, Pedro Valdivia, vicedecano de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Granada (UGR), preparó un comunicado que no tardó en popularizarse: “El Vicedecanato de Prácticas no atiende a padres. Todo el alumnado matriculado es mayor de edad”. El anuncio llamó la atención (entre otros) del economista Daniel Arias-Aranda, catedrático de la UGR, quien lanzó un aviso a navegantes en sus redes sociales que recibió cientos de comentarios.
“Cuando en la universidad es necesario poner este cartel es que algo está fallando. Querido alumno: soluciona tus propios problemas y no mandes a papá y mamá. Recuerda, la mayoría de edad en España es a los 18”, ironizó el profesor junto a una foto en la que puede verse el cartel del Vicedecanato de Prácticas colgado con chinchetas de un corcho y con el logo de la UGR impreso en una esquina.
¿Y el otro cartel? El otro, de tono y trasfondo muy similares, llega de la Universidad de Oviedo. La noticia la avanzó El Comercio, que detalla que finales del curso pasado la Facultad de Educación y Formación del Profesorado decidió colgar un cartel en el que básicamente advierte a los padres que no pueden actuar en nombre de sus hijos mayores de edad: “Artículo 24. – Acceso de los progenitores a los datos académicos de sus hijos. En cumplimiento del Acuerdo de 05 de marzo de 2020, del Consejo de Gobierno de la UO, solo se atenderá al alumnado”. Y por si quedase alguna duda, sí, el subrayado es de la propia universidad asturiana.
Su advertencia es interesante porque va más allá de la lanzada por la UGR y ahonda en detalles. En concreto, el cartel de Oviedo cita el artículo en el que se basa la universidad y que zanja cualquier posible debate: “Los datos académicos (relativos a matrículas, calificaciones o becas de cada estudiante) constituyen datos personales cuyo tratamiento se encuentra sujeto a lo establecido en el Reglamento general de protección de datos. La comunicación de datos personales relativos a los estudiantes a sus progenitores constituye un tratamiento de datos”. Para que puedan acceder a la información debe acreditarse un “interés legítimo”.

¿Por qué tanta polémica? Porque como recuerda el propio Arias-Aranda, lo habitual es que alumnos que llegan a las universidades sean ya mayores de edad o incluso (caso de quienes gestionan prácticas) ronden la veintena. Así pues surge la chispa. ¿Deben los padres encargarse de gestiones como las matrículas, prácticas, tutorías y revisiones de exámenes de alumnos que ya son adultos y están a un paso de entrar en el mercado laboral como titulados? ¿Debe un padre o una madre tener acceso al expediente de su hijo para saber qué notas saca o si va o no a clase?
Como recuerda la facultad asturiana, el debate puede estar zanjado a nivel normativo por el reglamento sobre protección de datos de los alumnos, pero… ¿Está justificado que un padre quiera ir más allá? Hay quien considera que la respuesta es sí. “Si son los padres los que pagan la universidad de sus hijos [estos deben] estar informados de la productividad de esa inversión”, opina un usuario en redes sociales. “Cuando los jefes no atienden a razones en el trabajo, vuelves con el sindicalista; cuando el personal de la universidad hace lo mismo ¿no puede venir el estudiante con los padres?”, planteaba otro hace días en LinkedIn.
¿Qué dicen los expertos? Llega echar un vistazo a las reacciones a la publicación de Arias-Aranda en redes para comprobar que el tema genera controversia, pero no cuesta encontrar expertos que advierten de los riesgos de sobreproteger a los hijos y descargarlos de responsabilidades, sobre todo cuando ya son adultos. Beatriz Valderrama, psicóloga y experta en coaching e inteligencia emocional, insistía hace poco en El País que esa clase de comportamientos por parte de los progenitores resulta “contraproducente” y limita el desarrollo y autonomía del joven, aun cuando se hace “con la mejor intención”.
En una línea similar se pronuncia José Ángel Morales, profesor de Neurociencias en la Complutense (UCM), quien recuerda que se ha encontrado con estudiantes que acuden a las revisiones acompañados de sus padres. “En estos casos le explico a la madre que lo que hay que potenciar es el razonamiento crítico del estudiante, que sea él quien me rebata una corrección, no sus padres”, señala.
Celestino Rodríguez, decano de la Facultad de Educación de la Universidad de Oviedo, reconoce a El Comercio que ha visto padres a los que no les parece bien que se les impida quedarse en las reuniones académicos de sus hijos.
¿Es un problema extendido? Valdivia y Morales asegura que se trata de casos “aislados”, no la pauta general, aunque lo cierto es que son suficientes como para haber llevado a al menos dos facultades españolas a colgar carteles.
En realidad el fenómeno va más allá de Granada, Oviedo o el resto de España y conecta con una realidad sobre la que los expertos llevan ya tiempo alertando: los “padres helicópteros”, progenitores empeñados en tutelar permanentemente a sus retoños, velando por sus elecciones, educación… En otras palabras, ‘sobrevuelan’ sus decisiones y los sobreprotegen. La tendencia coincide además con la irrupción de un nuevo perfil paternal, padres y madres de la Gen X o millenials, formados en las universidades, cualificados (en ocasiones con experiencia directiva) y que se sienten legitimados para acudir a las facultades para tratar con profesores.
Imágenes | Victoria Heath (Unsplash) y Priscilla Du Preez CA (Unsplash)
–
La noticia
“Son mayores de edad”: las universidades de Oviedo y Granada no pueden más con los padres yendo a quejarse por sus hijos
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Carlos Prego
.
La educación española se adentra en un debate espinoso. Espinoso y llamativo. ¿Deben inmiscuirse los padres en la educación universitaria de sus hijos? Si un padre acompaña a su vástago de 19, 20 o 21 años a la facultad para encargarse de los trámites de la matrícula, gestionar unas prácticas o incluso revisar un examen, ¿le está haciendo un favor o lo perjudica? Quizás parezca una polémica artificial, pero a lo largo de la última semana el debate se ha caldeado por dos carteles virales colgados por sendas universidades españolas, la de Granada y la de Oviedo.
¿Qué carteles son esos? El primero se viralizó hace unos días. De hecho os hablamos de él hace una semana. Para dejar claro hasta dónde pueden llegar los progenitores de los alumnos, Pedro Valdivia, vicedecano de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Granada (UGR), preparó un comunicado que no tardó en popularizarse: “El Vicedecanato de Prácticas no atiende a padres. Todo el alumnado matriculado es mayor de edad”. El anuncio llamó la atención (entre otros) del economista Daniel Arias-Aranda, catedrático de la UGR, quien lanzó un aviso a navegantes en sus redes sociales que recibió cientos de comentarios.
“Cuando en la universidad es necesario poner este cartel es que algo está fallando. Querido alumno: soluciona tus propios problemas y no mandes a papá y mamá. Recuerda, la mayoría de edad en España es a los 18”, ironizó el profesor junto a una foto en la que puede verse el cartel del Vicedecanato de Prácticas colgado con chinchetas de un corcho y con el logo de la UGR impreso en una esquina.
En Xataka
En su obsesión por controlar a sus hijos, los padres “helicóptero” tienen un nuevo instrumento: airtags
¿Y el otro cartel? El otro, de tono y trasfondo muy similares, llega de la Universidad de Oviedo. La noticia la avanzó El Comercio, que detalla que finales del curso pasado la Facultad de Educación y Formación del Profesorado decidió colgar un cartel en el que básicamente advierte a los padres que no pueden actuar en nombre de sus hijos mayores de edad: “Artículo 24. – Acceso de los progenitores a los datos académicos de sus hijos. En cumplimiento del Acuerdo de 05 de marzo de 2020, del Consejo de Gobierno de la UO, solo se atenderá al alumnado”. Y por si quedase alguna duda, sí, el subrayado es de la propia universidad asturiana.
Su advertencia es interesante porque va más allá de la lanzada por la UGR y ahonda en detalles. En concreto, el cartel de Oviedo cita el artículo en el que se basa la universidad y que zanja cualquier posible debate: “Los datos académicos (relativos a matrículas, calificaciones o becas de cada estudiante) constituyen datos personales cuyo tratamiento se encuentra sujeto a lo establecido en el Reglamento general de protección de datos. La comunicación de datos personales relativos a los estudiantes a sus progenitores constituye un tratamiento de datos”. Para que puedan acceder a la información debe acreditarse un “interés legítimo”.
¿Por qué tanta polémica? Porque como recuerda el propio Arias-Aranda, lo habitual es que alumnos que llegan a las universidades sean ya mayores de edad o incluso (caso de quienes gestionan prácticas) ronden la veintena. Así pues surge la chispa. ¿Deben los padres encargarse de gestiones como las matrículas, prácticas, tutorías y revisiones de exámenes de alumnos que ya son adultos y están a un paso de entrar en el mercado laboral como titulados? ¿Debe un padre o una madre tener acceso al expediente de su hijo para saber qué notas saca o si va o no a clase?
Como recuerda la facultad asturiana, el debate puede estar zanjado a nivel normativo por el reglamento sobre protección de datos de los alumnos, pero… ¿Está justificado que un padre quiera ir más allá? Hay quien considera que la respuesta es sí. “Si son los padres los que pagan la universidad de sus hijos [estos deben] estar informados de la productividad de esa inversión”, opina un usuario en redes sociales. “Cuando los jefes no atienden a razones en el trabajo, vuelves con el sindicalista; cuando el personal de la universidad hace lo mismo ¿no puede venir el estudiante con los padres?”, planteaba otro hace días en LinkedIn.
En Xataka
“Ellos lideran y la IA les sigue”: siete universidades españolas nos cuentan cómo están implantando la IA en clase
¿Qué dicen los expertos? Llega echar un vistazo a las reacciones a la publicación de Arias-Aranda en redes para comprobar que el tema genera controversia, pero no cuesta encontrar expertos que advierten de los riesgos de sobreproteger a los hijos y descargarlos de responsabilidades, sobre todo cuando ya son adultos. Beatriz Valderrama, psicóloga y experta en coaching e inteligencia emocional, insistía hace poco en El País que esa clase de comportamientos por parte de los progenitores resulta “contraproducente” y limita el desarrollo y autonomía del joven, aun cuando se hace “con la mejor intención”.
En una línea similar se pronuncia José Ángel Morales, profesor de Neurociencias en la Complutense (UCM), quien recuerda que se ha encontrado con estudiantes que acuden a las revisiones acompañados de sus padres. “En estos casos le explico a la madre que lo que hay que potenciar es el razonamiento crítico del estudiante, que sea él quien me rebata una corrección, no sus padres”, señala.
Celestino Rodríguez, decano de la Facultad de Educación de la Universidad de Oviedo, reconoce a El Comercio que ha visto padres a los que no les parece bien que se les impida quedarse en las reuniones académicos de sus hijos.
¿Es un problema extendido? Valdivia y Morales asegura que se trata de casos “aislados”, no la pauta general, aunque lo cierto es que son suficientes como para haber llevado a al menos dos facultades españolas a colgar carteles.
En realidad el fenómeno va más allá de Granada, Oviedo o el resto de España y conecta con una realidad sobre la que los expertos llevan ya tiempo alertando: los “padres helicópteros”, progenitores empeñados en tutelar permanentemente a sus retoños, velando por sus elecciones, educación… En otras palabras, ‘sobrevuelan’ sus decisiones y los sobreprotegen. La tendencia coincide además con la irrupción de un nuevo perfil paternal, padres y madres de la Gen X o millenials, formados en las universidades, cualificados (en ocasiones con experiencia directiva) y que se sienten legitimados para acudir a las facultades para tratar con profesores.
Imágenes | Victoria Heath (Unsplash) y Priscilla Du Preez CA (Unsplash)
En Xataka | El 26% de los Gen Z va con sus padres a las entrevistas de trabajo. El 8% de esos padres intervienen en ellas
– La noticia
“Son mayores de edad”: las universidades de Oviedo y Granada no pueden más con los padres yendo a quejarse por sus hijos
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Carlos Prego
.


