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Ciencia y Tecnología

China llevaba años probando un misterioso satélite en órbita. Una empresa de contraespionaje ha revelado por fin qué era

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China llevaba años probando un misterioso satélite en órbita. Una empresa de contraespionaje ha revelado por fin qué era

El pasado 16 de octubre, los cielos estrellados de las Islas Canarias se iluminaron con una espectacular bola de fuego que cruzó el firmamento de sur a norte. No era un meteorito, era un satélite chino que hasta hace unos días había sido un completo misterio.

Un misterio llamado XJY-7. Desde su lanzamiento en diciembre de 2020, como parte del vuelo inaugural del cohete Larga Marcha 8, el Xinjishu Yanzheng-7 había sido una incógnita. China lo describió oficialmente como un “satélite de verificación de nuevas tecnologías”.

Aparte de un render borroso, el mundo no conocía casi nada sobre su configuración, propósito o capacidades. Y aunque su reentrada fue una noticia en sí misma, la verdadera noticia es que, justo antes de desintegrarse, una compañía australiana consiguió fotografiarlo en órbita, resolviendo por fin el misterio de qué era y qué estaba haciendo allí arriba.

Contraespionaje en órbita. Utilizando su red de satélites para fotografiar otros objetos en órbita, la empresa australiana HEO logró lo que los radares terrestres no podían: tomar fotos del XJY-7 de cerca.

Las imágenes y el modelo 3D que HEO construyó a partir de ellas revelaron características que China había olvidado mencionar. Según ha declarado la compañía a SpaceNews, el satélite no era una simple plataforma de prueba; estaba equipado con “una gran antena de radar” y, lo más revelador, una antena Radar de Apertura Sintética (SAR).

Era un satélite espía. El SAR es una tecnología de teledetección avanzada que permite obtener imágenes de alta resolución de la superficie de la Tierra en cualquier condición meteorológica, de día o de noche. El “misterioso” satélite de pruebas era, en realidad, un avanzado satélite de vigilancia y teledetección.

Las observaciones de HEO también revelaron un detalle fascinante sobre su diseño: el satélite tenía paneles solares fijos. Esto lo obligaba a “rotar todo su cuerpo” para mantener la generación de energía, un comportamiento que la empresa australiana pudo verificar mediante múltiples observaciones simultáneas desde diferentes ángulos.

Satélites que vigilan satélites. Los métodos de seguimiento tradicionales (radares y telescopios en tierra) ya no son suficientes para vigilar la actividad de otras naciones en órbita. HEO utiliza una red de más de 40 sensores en vuelo para tomar imágenes de satélite a satélite para sus clientes.

Cuando uno de sus satélites asociados pasa cerca de un objetivo, le toma una foto. Es un “método de sobrevuelo no invasivo” que ofrece fotografías reales donde se pueden ver antenas, paneles, propulsores y cargas útiles. Con esta técnica, HEO ha logrado identificar más de 80 objetos espaciales antes de que aparecieran en ningún catálogo público.

En un entorno donde las constelaciones de satélites se despliegan por docenas, saber si un objeto es un satélite operativo, un trozo de basura espacial, o qué tipo de antena lleva, es crucial para la inteligencia y la defensa.

Misterioso hasta su reentrada. Irónicamente, el misterio que rodeó al XJY-7 en su vida útil también lo acompañó en su muerte, pues el Mando Espacial de Estados Unidos nunca emitió una alerta de reentrada.

Esto es “extraño” para un objeto de este tamaño, señala el experto Marco Langbroek. Se estima que XJY-7 tenía una masa de entre 3.000 y 5.000 kg. Que un objeto de más de tres toneladas se saltara los sistemas de alerta de reentrada pone de manifiesto las lagunas en el seguimiento espacial convencional. Aun peor tratándose de un satélite con capacidades secretas.

Imagen | HEO

En Xataka | Dos satélites chinos se han encontrado en el espacio. Para EEUU las cosas están claras: son una amenaza directa


La noticia

China llevaba años probando un misterioso satélite en órbita. Una empresa de contraespionaje ha revelado por fin qué era

fue publicada originalmente en

Xataka

por
Matías S. Zavia

.

​El pasado 16 de octubre, los cielos estrellados de las Islas Canarias se iluminaron con una espectacular bola de fuego que cruzó el firmamento de sur a norte. No era un meteorito, era un satélite chino que hasta hace unos días había sido un completo misterio.

Un misterio llamado XJY-7. Desde su lanzamiento en diciembre de 2020, como parte del vuelo inaugural del cohete Larga Marcha 8, el Xinjishu Yanzheng-7 había sido una incógnita. China lo describió oficialmente como un “satélite de verificación de nuevas tecnologías”.

En Xataka

Cada día reingresan tres grandes piezas de basura espacial: “algún día se nos acabará la suerte y caerán sobre alguien”

Aparte de un render borroso, el mundo no conocía casi nada sobre su configuración, propósito o capacidades. Y aunque su reentrada fue una noticia en sí misma, la verdadera noticia es que, justo antes de desintegrarse, una compañía australiana consiguió fotografiarlo en órbita, resolviendo por fin el misterio de qué era y qué estaba haciendo allí arriba.

Contraespionaje en órbita. Utilizando su red de satélites para fotografiar otros objetos en órbita, la empresa australiana HEO logró lo que los radares terrestres no podían: tomar fotos del XJY-7 de cerca.

Las imágenes y el modelo 3D que HEO construyó a partir de ellas revelaron características que China había olvidado mencionar. Según ha declarado la compañía a SpaceNews, el satélite no era una simple plataforma de prueba; estaba equipado con “una gran antena de radar” y, lo más revelador, una antena Radar de Apertura Sintética (SAR).

Era un satélite espía. El SAR es una tecnología de teledetección avanzada que permite obtener imágenes de alta resolución de la superficie de la Tierra en cualquier condición meteorológica, de día o de noche. El “misterioso” satélite de pruebas era, en realidad, un avanzado satélite de vigilancia y teledetección.

Las observaciones de HEO también revelaron un detalle fascinante sobre su diseño: el satélite tenía paneles solares fijos. Esto lo obligaba a “rotar todo su cuerpo” para mantener la generación de energía, un comportamiento que la empresa australiana pudo verificar mediante múltiples observaciones simultáneas desde diferentes ángulos.

Satélites que vigilan satélites. Los métodos de seguimiento tradicionales (radares y telescopios en tierra) ya no son suficientes para vigilar la actividad de otras naciones en órbita. HEO utiliza una red de más de 40 sensores en vuelo para tomar imágenes de satélite a satélite para sus clientes.

Cuando uno de sus satélites asociados pasa cerca de un objetivo, le toma una foto. Es un “método de sobrevuelo no invasivo” que ofrece fotografías reales donde se pueden ver antenas, paneles, propulsores y cargas útiles. Con esta técnica, HEO ha logrado identificar más de 80 objetos espaciales antes de que aparecieran en ningún catálogo público.

En un entorno donde las constelaciones de satélites se despliegan por docenas, saber si un objeto es un satélite operativo, un trozo de basura espacial, o qué tipo de antena lleva, es crucial para la inteligencia y la defensa.

Misterioso hasta su reentrada. Irónicamente, el misterio que rodeó al XJY-7 en su vida útil también lo acompañó en su muerte, pues el Mando Espacial de Estados Unidos nunca emitió una alerta de reentrada.

Esto es “extraño” para un objeto de este tamaño, señala el experto Marco Langbroek. Se estima que XJY-7 tenía una masa de entre 3.000 y 5.000 kg. Que un objeto de más de tres toneladas se saltara los sistemas de alerta de reentrada pone de manifiesto las lagunas en el seguimiento espacial convencional. Aun peor tratándose de un satélite con capacidades secretas.

Imagen | HEO

En Xataka | Dos satélites chinos se han encontrado en el espacio. Para EEUU las cosas están claras: son una amenaza directa

– La noticia

China llevaba años probando un misterioso satélite en órbita. Una empresa de contraespionaje ha revelado por fin qué era

fue publicada originalmente en

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por
Matías S. Zavia

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