Ciencia y Tecnología
El problema de los ultraprocesados no solo es que sean insanos: es que “hackean” tu cerebro para que comas aún más
El consumo de alimentos ultraprocesados es para muchos una opción ideal en el caso de no tener tiempo para poder cocinar o simplemente porque es algo que no les gusta hacer. El problema es que la ciencia ha lanzado recientemente una alerta que apunta al riesgo que existe entre el consumo de alimentos ultraprocesados y cambios estructurales en el cerebro que provocan que comamos aún más. Como si se tratara de un auténtico ‘círculo vicioso’ del que es muy difícil escapar.
El estudio. Usando los datos extraídos de los escáneres cerebrales de casi 30.000 participantes de mediana edad, el equipo de científicos han visto la relación entre el consumo de ultraprocesados y los marcadores de adiposidad, inflamación, o de metabolismo. Pero lo que nos interesa en este caso, sobre todo, son las modificaciones en la estructura cerebral.
Para ello usaron los datos del UK Biobank, haciendo que la media de ingesta de ultraprocesados entre los estudiados fuera del 46% de la energía consumida en todo un día. Pero además, lo que interesaba es que en los escáneres se midió el grosor cortical, la integridad de la materia blanca y la microestructura de áreas profundas relacionadas con la alimentación.
Cambios en el cerebro. El consumo elevado de los ultraprocesados se asoció con cambios en las regiones cerebrales que tienen una importante función en el control del apetito y el efecto recompensa, especialmente el núcleo accumbens, el hipotálamo, el putamen y la amígdala.
El hecho de que altere al núcleo accumbens está relacionado con la reducción de neuronas y un aumento en el espacio extracelular que es compatible con los procesos asociados a la sobrealimentación y la adicción a la comida. Pero además, el estudio encontró que parte de estos cambios estaban mediados por la inflamación sistémica y los desbalances metabólicos.
Un bucle adictivo. Aunque parte del efecto pasa por el aumento de la adiposidad y la inflamación, el análisis sugiere mecanismos directos sobre áreas cerebrales que regulan las conductas alimentarias compulsivas. En concreto, los cambios cerebrales asociados con el consumo de ultraprocesados podrían reforzar los patrones de búsqueda y consumo excesivo de estos mismos productos, creando un bucle que perpetúa el comer lo mismo.
Esto encaja bastante bien dentro de las teorías clínicas sobre la naturaleza adictiva de algunos procesados y su capacidad para “secuestrar” circuitos cerebrales, recompensa. Estos circuitos son los que nos generan el placer que abre la puerta a que tengamos una adicción al ‘estímulo’ que pulsa ese botón de placer que tenemos en el cerebro.
Hay excepciones. Obviamente, no todos los ultraprocesados son iguales. La investigación diferencia de manera clara entre alimentos procesados. Hay algunos que claramente son positivos como los vegetales congelados, pero otros son negativos, siendo estos los que cuentan con adictivos industriales y compuestos modificados químicamente.
En concreto, se ha visto como los efectos dañinos están fuertemente ligados a aditivos como emulsionantes, endulzantes artificiales y otros compuestos que favorecen la inflamación intestinal que tanto odiamos, impactando sobre el cerebro de manera directa. Y ya sabemos que atacar a la microbiota de nuestro intestino tiene consecuencias que cada vez son más importantes.
Salud pública. Las conclusiones del estudio refuerzan el creciente consenso en la literatura científica sobre el impacto de los ultraprocesados en la salud. La evidencia acumulada apunta a la importancia de reducir su consumo y avanzar hacia regulaciones más estrictas sobre la composición y también la publicidad que se le va haciendo.
Los autores del estudio apuntan a la necesidad de reducir la ingesta de ultraprocesados y fortalecer unos estándares dentro de la industria para mejorar la salud de todos los ciudadanos. Algo que también repercute en que tengan menos contactos con el médico y que puede liberalizar los servicios.
Reprogramando cerebros. Ante la pregunta de si un ‘ultraprocesado’ reprograma nuestro cerebro, todavía queda mucho camino por delante para analizar las diferentes vías que existen. Pero claramente estamos ante un primer paso para poder entender la adicción a la comida.
Imágenes | Kobby Mendez Shelley Evans
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La noticia
El problema de los ultraprocesados no solo es que sean insanos: es que “hackean” tu cerebro para que comas aún más
fue publicada originalmente en
Xataka
por
José A. Lizana
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El consumo de alimentos ultraprocesados es para muchos una opción ideal en el caso de no tener tiempo para poder cocinar o simplemente porque es algo que no les gusta hacer. El problema es que la ciencia ha lanzado recientemente una alerta que apunta al riesgo que existe entre el consumo de alimentos ultraprocesados y cambios estructurales en el cerebro que provocan que comamos aún más. Como si se tratara de un auténtico ‘círculo vicioso’ del que es muy difícil escapar. El estudio. Usando los datos extraídos de los escáneres cerebrales de casi 30.000 participantes de mediana edad, el equipo de científicos han visto la relación entre el consumo de ultraprocesados y los marcadores de adiposidad, inflamación, o de metabolismo. Pero lo que nos interesa en este caso, sobre todo, son las modificaciones en la estructura cerebral. Para ello usaron los datos del UK Biobank, haciendo que la media de ingesta de ultraprocesados entre los estudiados fuera del 46% de la energía consumida en todo un día. Pero además, lo que interesaba es que en los escáneres se midió el grosor cortical, la integridad de la materia blanca y la microestructura de áreas profundas relacionadas con la alimentación.
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El hecho de que altere al núcleo accumbens está relacionado con la reducción de neuronas y un aumento en el espacio extracelular que es compatible con los procesos asociados a la sobrealimentación y la adicción a la comida. Pero además, el estudio encontró que parte de estos cambios estaban mediados por la inflamación sistémica y los desbalances metabólicos.
Un bucle adictivo. Aunque parte del efecto pasa por el aumento de la adiposidad y la inflamación, el análisis sugiere mecanismos directos sobre áreas cerebrales que regulan las conductas alimentarias compulsivas. En concreto, los cambios cerebrales asociados con el consumo de ultraprocesados podrían reforzar los patrones de búsqueda y consumo excesivo de estos mismos productos, creando un bucle que perpetúa el comer lo mismo.
Esto encaja bastante bien dentro de las teorías clínicas sobre la naturaleza adictiva de algunos procesados y su capacidad para “secuestrar” circuitos cerebrales, recompensa. Estos circuitos son los que nos generan el placer que abre la puerta a que tengamos una adicción al ‘estímulo’ que pulsa ese botón de placer que tenemos en el cerebro.
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En concreto, se ha visto como los efectos dañinos están fuertemente ligados a aditivos como emulsionantes, endulzantes artificiales y otros compuestos que favorecen la inflamación intestinal que tanto odiamos, impactando sobre el cerebro de manera directa. Y ya sabemos que atacar a la microbiota de nuestro intestino tiene consecuencias que cada vez son más importantes.
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por
José A. Lizana
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