Ciencia y Tecnología
Barrancos de Marte parecen obra de criaturas excavadoras, pero ¿cuál es la verdad?

Extraños “objetos” que se mueven como criaturas vivas sobre la superficie marciana: científicos en Holanda resolvieron uno de los misterios más persistentes del planeta rojo reproduciendo el fenómeno en laboratorio.
Extraños “objetos” que se mueven como criaturas vivas sobre la superficie marciana: científicos en Holanda resolvieron uno de los misterios más persistentes del planeta rojo reproduciendo el fenómeno en laboratorio.
El planeta rojo continúa revelando sus secretos. Un fenómeno único, sin equivalente en la Tierra, podría explicar finalmente el origen de los enigmáticos “barrancos lineales” que surcan las dunas marcianas y que han desconcertado a los científicos durante décadas.
Estas marcas estrechas y profundas, que se extienden como cicatrices por la superficie arenosa del planeta, fueron en su día atribuidas a flujos de agua. Pero una reciente investigación liderada por la geocientífica Lonneke Roelofs, de la Universidad de Utrecht, propone una explicación mucho más exótica –y marciana–: bloques de hielo de dióxido de carbono (CO₂) que literalmente excavan su camino cuesta abajo, dejando huellas que recuerdan a las dejadas por criaturas subterráneas.
Hielo seco de CO₂: el excavador marciano
La idea no es completamente nueva. Ya se sospechaba que el CO₂ sólido, también conocido como hielo seco, podía estar implicado. Lo novedoso es que Roelofs y su equipo lograron reproducir el fenómeno en condiciones controladas.
Viajaron a la Open University, en Inglaterra, donde se encuentra una “cámara marciana” capaz de simular el ambiente gélido y de baja presión de Marte. Allí soltaron bloques de hielo de CO₂ sobre pendientes arenosas cuidadosamente preparadas. ¿El resultado? Un espectáculo digno de ciencia ficción.
“Me sentí como si estuviera viendo los gusanos de arena de la película Dune“, describe Roelofs, comparando el extraño comportamiento de estos bloques con los legendarios monstruos de las novelas de Frank Herbert.
Y no es una simple metáfora: los bloques no se deslizaban suavemente, sino que parecían impulsados por una fuerza interna, como si tuvieran vida propia.
Esa fuerza es el gas. Cuando la base del bloque de hielo entra en contacto con la arena templada al final del invierno marciano, se produce un fenómeno llamado sublimación, según explica un comunicado de prensa de la Universidad de Utrecht.
“En nuestra simulación, vi cómo esta alta presión de gas expulsa la arena alrededor del bloque en todas direcciones”, describe Roelofs. Como resultado, el bloque se clava en la pendiente, queda atrapado momentáneamente en un hueco rodeado de pequeñas crestas de arena, pero el proceso continúa.
Este proceso, documentado también en el artículo publicado en Geophysical Research Letters, permite explicar muchas de las características observadas en los barrancos marcianos: canales paralelos, diques laterales, trayectorias sinuosas y terminaciones en forma de fosa.
Pendientes marcianas: cómo el ángulo cambia todo
En sus experimentos, Roelofs observó que el comportamiento de los bloques dependía del ángulo de la pendiente. En superficies más empinadas –de unos 22 grados o más–, los bloques de hielo seco tienden a deslizarse cuesta abajo, tallando canales rectos y poco profundos.
En cambio, en pendientes más suaves, el hielo se entierra parcialmente en la arena y comienza una migración lenta, “excavando” su entorno a medida que la presión del gas expulsado empuja los sedimentos. Este proceso genera canales más sinuosos y profundos, flanqueados por diques de arena.
Los experimentos de Roelofs reprodujeron surcos muy parecidos a los observados en las megadunas del cráter Russell, uno de los sistemas arenosos más extensos de Marte, lo que respalda la idea de que los mismos procesos podrían estar modelando el terreno marciano.
¿De dónde salen estos bloques de hielo?
En los inviernos marcianos, las dunas llegan a cubrirse con gruesas capas de hielo de dióxido de carbono –a veces de unos 70 centímetros de espesor, según la Universidad de Utrecht–. Con la llegada de la primavera, el calor solar fractura parte de esa capa, liberando grandes bloques que se deslizan pendiente abajo mientras continúan evaporándose.
Más allá de la curiosidad planetaria, Roelofs ve en este trabajo una forma de mirar la Tierra con otros ojos. Estudiar cómo se forma el paisaje en Marte –sin agua, sin vida, sin atmósfera densa– permite salirse “de los marcos utilizados para pensar en la Tierra”. Y eso, en ciencia, puede abrir caminos insospechados.
Así que, aunque todavía no haya pruebas de vida en Marte, puede que el planeta rojo nos ayude a comprender mejor los procesos que dan forma a la geología —y a la vida— en la Tierra. Aunque sea gracias a unos bloques de hielo que se comportan como los gusanos excavadores de Dune.
Editado por Felipe Espinosa Wang con información de la Universidad de Utrecht y Geophysical Research Letters.
Deutsche Welle: DW.COM – Ciencia y Tecnologia