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Ciencia y Tecnología

Por si no tuviéramos suficientes preocupaciones climáticas en la Tierra, llega una nueva amenaza: tornados espaciales

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Por si no tuviéramos suficientes preocupaciones climáticas en la Tierra, llega una nueva amenaza: tornados espaciales

Antes mirábamos al cielo para predecir el tiempo. Ahora miramos en una app el pronóstico que arrojan unas simulaciones increíblemente potentes a partir de los datos de radares y satélites. Así, podemos ver la trayectoria de un huracán días antes de que toque tierra, salvando potencialmente miles de vidas. Pero ¿qué pasa con los “tornados” que vienen del espacio?

¿Perdón? Resulta que el espacio interplanetario no es un vacío tranquilo, y un nuevo estudio advierte de un fenómeno que ya ha sido bautizado con un nombre inquietante: “tornados espaciales”. No son embudos de viento que arrastran consigo los escombros de la galaxia; son en realidad vórtices giratorios de plasma y campos magnéticos que viajan a velocidades demenciales por el espacio.

Pero lo más preocupante no es que existan, sino dónde se forman. La investigación revela que estos vórtices no se originan necesariamente en el Sol, sino que pueden nacer espontáneamente en el espacio profundo, como resultado de colisiones entre tormentas solares más grandes. Y sí, son lo bastante potentes como para causar estragos en la Tierra.

Un problema magnético. Cuando los astrónomos hablan de clima espacial, no se refieren a una lluvia de meteoros. El motor meteorológico de nuestro sistema solar es el Sol. De vez en cuando, nuestra estrella escupe gigantescas erupciones de partículas cargadas y campos magnéticos. El evento más potente de este tipo son las Eyecciones de Masa Coronal (CME).

Las CME viajan a velocidades de hasta 2.900 kilómetros por segundo. Cuando una golpea la Tierra, interactúa con nuestro escudo magnético natural (la magnetosfera) y puede provocar una tormenta geomagnética. Lo bueno es que esta interacción produce auroras boreales y australes increíblemente bellas. Lo malo es que una tormenta geomagnética severa puede interferir con las redes eléctricas, sobrecalentar transformadores hasta hacerlos fallar y dañar satélites vitales para las comunicaciones y el GPS.

El misterio de las tormentas fantasma. Aquí es donde comienza la nueva investigación. En 2023, un equipo de científicos de la Universidad de Michigan se topó con un problema: estaban registrando tormentas geomagnéticas en la Tierra que no se correspondían con ninguna CME que se hubiera predicho que nos golpearía. Eran “tormentas fantasma”.

La hipótesis: que eventos meteorológicos espaciales más pequeños y peligrosos se estuvieran formando en el camino del Sol a la Tierra, en lugar de directamente en el Sol. Según un artículo de los investigadores en The Conversation, El principal sospechoso eran unas estructuras conocidas como “cuerdas de flujo”, haces de campos magnéticos retorcidos sobre sí mismos que a los que se refieren cariñosamente como tornados magnéticos. Ya se habían observado, pero se desconocía su origen exacto y si eran lo bastante potentes como para causar problemas por sí mismos.

El problema era cómo detectarlos. Las simulaciones actuales de clima espacial están diseñadas para ver cosas “grandes” (CMEs), no pequeños vórtices. Estas cuerdas de flujo eran demasiado pequeñas para que los modelos las resolvieran. Los investigadores lo comparan con “intentar pronosticar un huracán con una simulación que solo te muestra los patrones climáticos globales”.

Como no podían aumentar la resolución de todo el sistema solar (sería computacionalmente prohibitivo), el equipo hizo algo más inteligente: creó un “pasillo” de simulación de altísima resolución, casi 100 veces más fino que los modelos anteriores, centrado en la trayectoria de una erupción solar específica ocurrida en mayo de 2024.

Y entonces, los vieron. La simulación reveló el mecanismo de nacimiento de estos tornados. Sucedió cuando la CME “chocó” contra el viento solar más lento que tenía delante. La analogía de los propios investigadores es perfecta: fue como “ver a un huracán generar un cúmulo de tornados a su paso”.

El estudio confirma por primera vez mediante simulación este fenómeno. La colisión entre la CME y el viento solar crea una intensa “hoja de corriente”. En esa zona, un proceso llamado reconexión magnética (cuando las líneas de campo magnético se rompen y reconfiguran violentamente) “escupe” estos vórtices de mesoescala.

¿Por qué son peligrosos? La simulación demostró que estas “cuerdas de flujo” mesoscópicas no son fenómenos menores. Contienen campos magnéticos (de unos 30 nanoTeslas) “lo suficientemente fuertes como para desencadenar una tormenta geomagnética significativa” por sí mismos.

El verdadero peligro es que, para nuestros sistemas actuales, son casi invisibles. Mientras que una CME gigante es una amenaza obvia y masiva que podemos rastrear desde el Sol, estos “tornados espaciales” que se forman en el camino aparecerían, en el mejor de los casos, como un “pequeño blip” en los monitores. Podríamos ser golpeados por una tormenta geomagnética capaz de dañar la red eléctrica sin apenas aviso previo.

Nuestra mejor arma. Las constelaciones de satélite. Este descubrimiento demuestra que nuestra forma de vigilar el clima espacial es insuficiente. En lugar de satélites en un solo punto (como el observatorio DSCOVR, que solo pueden medir lo que le pasa por delante), necesitamos una constelación de satélites volando en formación.

Los investigadores han propuesto una misión diseñada precisamente para esto. Se llamaría SWIFT (Space Weather Investigation Frontier) y sería una constelación de cuatro satélites volando en formación de tetraedro, capaces de medir estos vórtices con precisión. Solo midiendo el mismo fenómeno desde múltiples puntos a la vez podemos entender su estructura 3D real y su peligrosidad.

Imagen | NOAA, Mojtaba Akhavan-Tafti y Chip Manchester

En Xataka | La NASA ha calculado cuánto tiempo tendríamos para prepararnos ante una devastadora tormenta solar y se ha puesto manos a la obra para conseguir ese tiempo


La noticia

Por si no tuviéramos suficientes preocupaciones climáticas en la Tierra, llega una nueva amenaza: tornados espaciales

fue publicada originalmente en

Xataka

por
Matías S. Zavia

.

​Antes mirábamos al cielo para predecir el tiempo. Ahora miramos en una app el pronóstico que arrojan unas simulaciones increíblemente potentes a partir de los datos de radares y satélites. Así, podemos ver la trayectoria de un huracán días antes de que toque tierra, salvando potencialmente miles de vidas. Pero ¿qué pasa con los “tornados” que vienen del espacio?

¿Perdón? Resulta que el espacio interplanetario no es un vacío tranquilo, y un nuevo estudio advierte de un fenómeno que ya ha sido bautizado con un nombre inquietante: “tornados espaciales”. No son embudos de viento que arrastran consigo los escombros de la galaxia; son en realidad vórtices giratorios de plasma y campos magnéticos que viajan a velocidades demenciales por el espacio.

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Pero lo más preocupante no es que existan, sino dónde se forman. La investigación revela que estos vórtices no se originan necesariamente en el Sol, sino que pueden nacer espontáneamente en el espacio profundo, como resultado de colisiones entre tormentas solares más grandes. Y sí, son lo bastante potentes como para causar estragos en la Tierra.Un problema magnético. Cuando los astrónomos hablan de clima espacial, no se refieren a una lluvia de meteoros. El motor meteorológico de nuestro sistema solar es el Sol. De vez en cuando, nuestra estrella escupe gigantescas erupciones de partículas cargadas y campos magnéticos. El evento más potente de este tipo son las Eyecciones de Masa Coronal (CME).Las CME viajan a velocidades de hasta 2.900 kilómetros por segundo. Cuando una golpea la Tierra, interactúa con nuestro escudo magnético natural (la magnetosfera) y puede provocar una tormenta geomagnética. Lo bueno es que esta interacción produce auroras boreales y australes increíblemente bellas. Lo malo es que una tormenta geomagnética severa puede interferir con las redes eléctricas, sobrecalentar transformadores hasta hacerlos fallar y dañar satélites vitales para las comunicaciones y el GPS.El misterio de las tormentas fantasma. Aquí es donde comienza la nueva investigación. En 2023, un equipo de científicos de la Universidad de Michigan se topó con un problema: estaban registrando tormentas geomagnéticas en la Tierra que no se correspondían con ninguna CME que se hubiera predicho que nos golpearía. Eran “tormentas fantasma”.La hipótesis: que eventos meteorológicos espaciales más pequeños y peligrosos se estuvieran formando en el camino del Sol a la Tierra, en lugar de directamente en el Sol. Según un artículo de los investigadores en The Conversation, El principal sospechoso eran unas estructuras conocidas como “cuerdas de flujo”, haces de campos magnéticos retorcidos sobre sí mismos que a los que se refieren cariñosamente como tornados magnéticos. Ya se habían observado, pero se desconocía su origen exacto y si eran lo bastante potentes como para causar problemas por sí mismos.El problema era cómo detectarlos. Las simulaciones actuales de clima espacial están diseñadas para ver cosas “grandes” (CMEs), no pequeños vórtices. Estas cuerdas de flujo eran demasiado pequeñas para que los modelos las resolvieran. Los investigadores lo comparan con “intentar pronosticar un huracán con una simulación que solo te muestra los patrones climáticos globales”.Como no podían aumentar la resolución de todo el sistema solar (sería computacionalmente prohibitivo), el equipo hizo algo más inteligente: creó un “pasillo” de simulación de altísima resolución, casi 100 veces más fino que los modelos anteriores, centrado en la trayectoria de una erupción solar específica ocurrida en mayo de 2024.Y entonces, los vieron. La simulación reveló el mecanismo de nacimiento de estos tornados. Sucedió cuando la CME “chocó” contra el viento solar más lento que tenía delante. La analogía de los propios investigadores es perfecta: fue como “ver a un huracán generar un cúmulo de tornados a su paso”.El estudio confirma por primera vez mediante simulación este fenómeno. La colisión entre la CME y el viento solar crea una intensa “hoja de corriente”. En esa zona, un proceso llamado reconexión magnética (cuando las líneas de campo magnético se rompen y reconfiguran violentamente) “escupe” estos vórtices de mesoescala.¿Por qué son peligrosos? La simulación demostró que estas “cuerdas de flujo” mesoscópicas no son fenómenos menores. Contienen campos magnéticos (de unos 30 nanoTeslas) “lo suficientemente fuertes como para desencadenar una tormenta geomagnética significativa” por sí mismos.El verdadero peligro es que, para nuestros sistemas actuales, son casi invisibles. Mientras que una CME gigante es una amenaza obvia y masiva que podemos rastrear desde el Sol, estos “tornados espaciales” que se forman en el camino aparecerían, en el mejor de los casos, como un “pequeño blip” en los monitores. Podríamos ser golpeados por una tormenta geomagnética capaz de dañar la red eléctrica sin apenas aviso previo.

Nuestra mejor arma. Las constelaciones de satélite. Este descubrimiento demuestra que nuestra forma de vigilar el clima espacial es insuficiente. En lugar de satélites en un solo punto (como el observatorio DSCOVR, que solo pueden medir lo que le pasa por delante), necesitamos una constelación de satélites volando en formación.Los investigadores han propuesto una misión diseñada precisamente para esto. Se llamaría SWIFT (Space Weather Investigation Frontier) y sería una constelación de cuatro satélites volando en formación de tetraedro, capaces de medir estos vórtices con precisión. Solo midiendo el mismo fenómeno desde múltiples puntos a la vez podemos entender su estructura 3D real y su peligrosidad.Imagen | NOAA, Mojtaba Akhavan-Tafti y Chip ManchesterEn Xataka | La NASA ha calculado cuánto tiempo tendríamos para prepararnos ante una devastadora tormenta solar y se ha puesto manos a la obra para conseguir ese tiempo

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Por si no tuviéramos suficientes preocupaciones climáticas en la Tierra, llega una nueva amenaza: tornados espaciales

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Matías S. Zavia

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