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Ciencia y Tecnología

A la Starship de Elon Musk le ha salido un competidor inesperado: el primer empleado de SpaceX

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A la Starship de Elon Musk le ha salido un competidor inesperado: el primer empleado de SpaceX

La carrera por explotar todos los recursos que ofrece la Luna va a necesitar nuevas naves espaciales. Si Starship consigue convertirse en un cohete totalmente reutilizable capaz de aterrizar y despegar desde suelo lunar, tendremos caballo ganador. Mientras tanto, a Elon Musk le está saliendo competencia donde menos se lo espera.

Desde Jeff Bezos hasta Tom Mueller. Los retrasos de Starship están dando que hablar. Si la semana pasada surgieron rumores de que la NASA podría recurrir al módulo lunar Blue Moon Mark 1 de Blue Origin para llevar astronautas a la Luna en el caso de que SpaceX no llegara a tiempo para ganarle a China, esta semana una empresa muy particular se ha sumado a la carrera por lunar.

En este caso, Impulse Space quiere resolver los desafíos que enfrenta la carrera comercial a la Luna con una nave no tripulada capaz de entregar hasta tres toneladas de carga. ¿Y quién está detrás de Impulse? Nada menos que Tom Mueller, el primer empleado de SpaceX y el genio que diseñó los motores del cohete Falcon 9.

Agilidad y pragmatismo contra Starship. Impulse Space, fundada por Tom Mueller no como un nuevo lanzador de cohetes, sino para resolver los desafíos de la movilidad orbital una vez en el espacio, ha puesto sus ojos en la Luna. La compañía reveló sus planes de desarrollar un módulo de alunizaje que entraría en servicio en 2028. Mueller sitúa su idea en un “vacío crítico” del mercado: una nave de cargas de tamaño medio.

La propuesta de Impulse es bastante pragmática. En lugar de desarrollar un sistema completamente nuevo desde cero, combinará el propulsor Helios, ya en desarrollo por la propia compañía para etapas superiores de cohetes, con un módulo de aterrizaje de fabricación propia. Helios actuaría como una etapa de crucero, transportando la nave hasta la órbita lunar en una semana. Una de las claves de su diseño es que no requiere una compleja serie de repostajes en órbita, como Starship y otros sistemas basados en combustible criogénico.

El motor del módulo de Impulse usará una combinación de bipropelente de óxido nitroso y etano, que ya ha sido probada con éxito en su vehículo orbital Mira. Esta elección, según la compañía, es más segura y menos tóxica que los propergoles hipergólicos tradicionales, y a su vez evita los problemas de evaporación de los combustibles criogénicos.

Un competidor que conoce la casa por dentro. Lo que hace que este anuncio sea fascinante es el pedigrí de su fundador. Tom Mueller fue una pieza fundamental en SpaceX: lideró el desarrollo de los motores del Falcon 9 y ahora aplica esa experiencia a su propia empresa. Incluida la rapidez que caracteriza a SpaceX. Impulse Space presume de haber llevado su nave espacial Mira de la mesa de diseño a operar en órbita en menos de 15 meses.

Pero el módulo de aterrizaje de Impulse no solo competirá con Starship. Se sitúa en un nicho competitivo muy interesante. Mientras que el Blue Ghost de Firefly apunta a cargas más ligeras y los futuros sistemas contratados por la NASA, como la propia Starship o el Blue Moon Mark 2 de Blue Origin se centran en cargas enormes (30 y 100 toneladas), la propuesta de Impulse compite directamente con el Blue Moon Mark 1, que también tiene una capacidad de tres toneladas, y que la NASA podría utilizar para transportar astronautas en una misión con varios alunizajes.

Pero la gran ventaja del diseño de Impulse es que es compatible con una amplia gama de cohetes de lanzamiento (Falcon 9, Vulcan, Ariane 6, etc.). Su sistema no depende de un único proveedor, lo que le otorga una flexibilidad estratégica considerable.

El que ríe último… En SpaceX no dan nada por perdido (y nadie debería dar a SpaceX por perdedora en ningún caso, viendo su historial). De hecho, la compañía de Musk acaba de poner fechas y cifras a sus ambiciones lunares. Según una actualización de su web, SpaceX planea iniciar sus misiones de carga a la superficie de la Luna en 2028, el mismo año que Impulse, pero con un precio que rompe todos los esquemas: 100 millones de dólares por tonelada métrica, o lo que es lo mismo, 100.000 dólares por kilogramo.

Por poner esto en perspectiva, Astrobotic, otro competidor en el sector, vende sus vuelos a la Luna a un precio de 1,2 millones de dólares por kilogramo. La diferencia es abismal y demuestra la agresiva estrategia de precios de SpaceX, que solo es posible con la reutilización total de su sistema Starship. Nos encontramos, por lo tanto, ante dos filosofías enfrentadas. Una apuesta por lo seguro y una apuesta por romper el mercado. Lideradas por dos personas que trabajaron juntas durante años.

Imagen | Impulse Space

En Xataka | Estados Unidos tiene un plan B para ganarle la carrera lunar a China: cambiar la nave de Elon Musk por la de Jeff Bezos


La noticia

A la Starship de Elon Musk le ha salido un competidor inesperado: el primer empleado de SpaceX

fue publicada originalmente en

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Matías S. Zavia

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​La carrera por explotar todos los recursos que ofrece la Luna va a necesitar nuevas naves espaciales. Si Starship consigue convertirse en un cohete totalmente reutilizable capaz de aterrizar y despegar desde suelo lunar, tendremos caballo ganador. Mientras tanto, a Elon Musk le está saliendo competencia donde menos se lo espera.

Desde Jeff Bezos hasta Tom Mueller. Los retrasos de Starship están dando que hablar. Si la semana pasada surgieron rumores de que la NASA podría recurrir al módulo lunar Blue Moon Mark 1 de Blue Origin para llevar astronautas a la Luna en el caso de que SpaceX no llegara a tiempo para ganarle a China, esta semana una empresa muy particular se ha sumado a la carrera por lunar.

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Un edificio de 24 plantas flotando en el cielo: SpaceX se ha despedido de Starship v2 con una maniobra inédita

En este caso, Impulse Space quiere resolver los desafíos que enfrenta la carrera comercial a la Luna con una nave no tripulada capaz de entregar hasta tres toneladas de carga. ¿Y quién está detrás de Impulse? Nada menos que Tom Mueller, el primer empleado de SpaceX y el genio que diseñó los motores del cohete Falcon 9.

Agilidad y pragmatismo contra Starship. Impulse Space, fundada por Tom Mueller no como un nuevo lanzador de cohetes, sino para resolver los desafíos de la movilidad orbital una vez en el espacio, ha puesto sus ojos en la Luna. La compañía reveló sus planes de desarrollar un módulo de alunizaje que entraría en servicio en 2028. Mueller sitúa su idea en un “vacío crítico” del mercado: una nave de cargas de tamaño medio.

La propuesta de Impulse es bastante pragmática. En lugar de desarrollar un sistema completamente nuevo desde cero, combinará el propulsor Helios, ya en desarrollo por la propia compañía para etapas superiores de cohetes, con un módulo de aterrizaje de fabricación propia. Helios actuaría como una etapa de crucero, transportando la nave hasta la órbita lunar en una semana. Una de las claves de su diseño es que no requiere una compleja serie de repostajes en órbita, como Starship y otros sistemas basados en combustible criogénico.

El motor del módulo de Impulse usará una combinación de bipropelente de óxido nitroso y etano, que ya ha sido probada con éxito en su vehículo orbital Mira. Esta elección, según la compañía, es más segura y menos tóxica que los propergoles hipergólicos tradicionales, y a su vez evita los problemas de evaporación de los combustibles criogénicos.

Un competidor que conoce la casa por dentro. Lo que hace que este anuncio sea fascinante es el pedigrí de su fundador. Tom Mueller fue una pieza fundamental en SpaceX: lideró el desarrollo de los motores del Falcon 9 y ahora aplica esa experiencia a su propia empresa. Incluida la rapidez que caracteriza a SpaceX. Impulse Space presume de haber llevado su nave espacial Mira de la mesa de diseño a operar en órbita en menos de 15 meses.

Pero el módulo de aterrizaje de Impulse no solo competirá con Starship. Se sitúa en un nicho competitivo muy interesante. Mientras que el Blue Ghost de Firefly apunta a cargas más ligeras y los futuros sistemas contratados por la NASA, como la propia Starship o el Blue Moon Mark 2 de Blue Origin se centran en cargas enormes (30 y 100 toneladas), la propuesta de Impulse compite directamente con el Blue Moon Mark 1, que también tiene una capacidad de tres toneladas, y que la NASA podría utilizar para transportar astronautas en una misión con varios alunizajes.

Pero la gran ventaja del diseño de Impulse es que es compatible con una amplia gama de cohetes de lanzamiento (Falcon 9, Vulcan, Ariane 6, etc.). Su sistema no depende de un único proveedor, lo que le otorga una flexibilidad estratégica considerable.

El que ríe último… En SpaceX no dan nada por perdido (y nadie debería dar a SpaceX por perdedora en ningún caso, viendo su historial). De hecho, la compañía de Musk acaba de poner fechas y cifras a sus ambiciones lunares. Según una actualización de su web, SpaceX planea iniciar sus misiones de carga a la superficie de la Luna en 2028, el mismo año que Impulse, pero con un precio que rompe todos los esquemas: 100 millones de dólares por tonelada métrica, o lo que es lo mismo, 100.000 dólares por kilogramo.

Por poner esto en perspectiva, Astrobotic, otro competidor en el sector, vende sus vuelos a la Luna a un precio de 1,2 millones de dólares por kilogramo. La diferencia es abismal y demuestra la agresiva estrategia de precios de SpaceX, que solo es posible con la reutilización total de su sistema Starship. Nos encontramos, por lo tanto, ante dos filosofías enfrentadas. Una apuesta por lo seguro y una apuesta por romper el mercado. Lideradas por dos personas que trabajaron juntas durante años.

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La carrera por explotar todos los recursos que ofrece la Luna va a necesitar nuevas naves espaciales. Si Starship consigue convertirse en un cohete totalmente reutilizable capaz de aterrizar y despegar desde suelo lunar, tendremos caballo ganador. Mientras tanto, a Elon Musk le está saliendo competencia donde menos se lo espera.

Desde Jeff Bezos hasta Tom Mueller. Los retrasos de Starship están dando que hablar. Si la semana pasada surgieron rumores de que la NASA podría recurrir al módulo lunar Blue Moon Mark 1 de Blue Origin para llevar astronautas a la Luna en el caso de que SpaceX no llegara a tiempo para ganarle a China, esta semana una empresa muy particular se ha sumado a la carrera por lunar.

En este caso, Impulse Space quiere resolver los desafíos que enfrenta la carrera comercial a la Luna con una nave no tripulada capaz de entregar hasta tres toneladas de carga. ¿Y quién está detrás de Impulse? Nada menos que Tom Mueller, el primer empleado de SpaceX y el genio que diseñó los motores del cohete Falcon 9.

Agilidad y pragmatismo contra Starship. Impulse Space, fundada por Tom Mueller no como un nuevo lanzador de cohetes, sino para resolver los desafíos de la movilidad orbital una vez en el espacio, ha puesto sus ojos en la Luna. La compañía reveló sus planes de desarrollar un módulo de alunizaje que entraría en servicio en 2028. Mueller sitúa su idea en un “vacío crítico” del mercado: una nave de cargas de tamaño medio.

La propuesta de Impulse es bastante pragmática. En lugar de desarrollar un sistema completamente nuevo desde cero, combinará el propulsor Helios, ya en desarrollo por la propia compañía para etapas superiores de cohetes, con un módulo de aterrizaje de fabricación propia. Helios actuaría como una etapa de crucero, transportando la nave hasta la órbita lunar en una semana. Una de las claves de su diseño es que no requiere una compleja serie de repostajes en órbita, como Starship y otros sistemas basados en combustible criogénico.

El motor del módulo de Impulse usará una combinación de bipropelente de óxido nitroso y etano, que ya ha sido probada con éxito en su vehículo orbital Mira. Esta elección, según la compañía, es más segura y menos tóxica que los propergoles hipergólicos tradicionales, y a su vez evita los problemas de evaporación de los combustibles criogénicos.

Un competidor que conoce la casa por dentro. Lo que hace que este anuncio sea fascinante es el pedigrí de su fundador. Tom Mueller fue una pieza fundamental en SpaceX: lideró el desarrollo de los motores del Falcon 9 y ahora aplica esa experiencia a su propia empresa. Incluida la rapidez que caracteriza a SpaceX. Impulse Space presume de haber llevado su nave espacial Mira de la mesa de diseño a operar en órbita en menos de 15 meses.

Pero el módulo de aterrizaje de Impulse no solo competirá con Starship. Se sitúa en un nicho competitivo muy interesante. Mientras que el Blue Ghost de Firefly apunta a cargas más ligeras y los futuros sistemas contratados por la NASA, como la propia Starship o el Blue Moon Mark 2 de Blue Origin se centran en cargas enormes (30 y 100 toneladas), la propuesta de Impulse compite directamente con el Blue Moon Mark 1, que también tiene una capacidad de tres toneladas, y que la NASA podría utilizar para transportar astronautas en una misión con varios alunizajes.

Pero la gran ventaja del diseño de Impulse es que es compatible con una amplia gama de cohetes de lanzamiento (Falcon 9, Vulcan, Ariane 6, etc.). Su sistema no depende de un único proveedor, lo que le otorga una flexibilidad estratégica considerable.

El que ríe último… En SpaceX no dan nada por perdido (y nadie debería dar a SpaceX por perdedora en ningún caso, viendo su historial). De hecho, la compañía de Musk acaba de poner fechas y cifras a sus ambiciones lunares. Según una actualización de su web, SpaceX planea iniciar sus misiones de carga a la superficie de la Luna en 2028, el mismo año que Impulse, pero con un precio que rompe todos los esquemas: 100 millones de dólares por tonelada métrica, o lo que es lo mismo, 100.000 dólares por kilogramo.

Por poner esto en perspectiva, Astrobotic, otro competidor en el sector, vende sus vuelos a la Luna a un precio de 1,2 millones de dólares por kilogramo. La diferencia es abismal y demuestra la agresiva estrategia de precios de SpaceX, que solo es posible con la reutilización total de su sistema Starship. Nos encontramos, por lo tanto, ante dos filosofías enfrentadas. Una apuesta por lo seguro y una apuesta por romper el mercado. Lideradas por dos personas que trabajaron juntas durante años.

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A la Starship de Elon Musk le ha salido un competidor inesperado: el primer empleado de SpaceX

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​La carrera por explotar todos los recursos que ofrece la Luna va a necesitar nuevas naves espaciales. Si Starship consigue convertirse en un cohete totalmente reutilizable capaz de aterrizar y despegar desde suelo lunar, tendremos caballo ganador. Mientras tanto, a Elon Musk le está saliendo competencia donde menos se lo espera.

Desde Jeff Bezos hasta Tom Mueller. Los retrasos de Starship están dando que hablar. Si la semana pasada surgieron rumores de que la NASA podría recurrir al módulo lunar Blue Moon Mark 1 de Blue Origin para llevar astronautas a la Luna en el caso de que SpaceX no llegara a tiempo para ganarle a China, esta semana una empresa muy particular se ha sumado a la carrera por lunar.

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En este caso, Impulse Space quiere resolver los desafíos que enfrenta la carrera comercial a la Luna con una nave no tripulada capaz de entregar hasta tres toneladas de carga. ¿Y quién está detrás de Impulse? Nada menos que Tom Mueller, el primer empleado de SpaceX y el genio que diseñó los motores del cohete Falcon 9.

Agilidad y pragmatismo contra Starship. Impulse Space, fundada por Tom Mueller no como un nuevo lanzador de cohetes, sino para resolver los desafíos de la movilidad orbital una vez en el espacio, ha puesto sus ojos en la Luna. La compañía reveló sus planes de desarrollar un módulo de alunizaje que entraría en servicio en 2028. Mueller sitúa su idea en un “vacío crítico” del mercado: una nave de cargas de tamaño medio.

La propuesta de Impulse es bastante pragmática. En lugar de desarrollar un sistema completamente nuevo desde cero, combinará el propulsor Helios, ya en desarrollo por la propia compañía para etapas superiores de cohetes, con un módulo de aterrizaje de fabricación propia. Helios actuaría como una etapa de crucero, transportando la nave hasta la órbita lunar en una semana. Una de las claves de su diseño es que no requiere una compleja serie de repostajes en órbita, como Starship y otros sistemas basados en combustible criogénico.

El motor del módulo de Impulse usará una combinación de bipropelente de óxido nitroso y etano, que ya ha sido probada con éxito en su vehículo orbital Mira. Esta elección, según la compañía, es más segura y menos tóxica que los propergoles hipergólicos tradicionales, y a su vez evita los problemas de evaporación de los combustibles criogénicos.

Un competidor que conoce la casa por dentro. Lo que hace que este anuncio sea fascinante es el pedigrí de su fundador. Tom Mueller fue una pieza fundamental en SpaceX: lideró el desarrollo de los motores del Falcon 9 y ahora aplica esa experiencia a su propia empresa. Incluida la rapidez que caracteriza a SpaceX. Impulse Space presume de haber llevado su nave espacial Mira de la mesa de diseño a operar en órbita en menos de 15 meses.

Pero el módulo de aterrizaje de Impulse no solo competirá con Starship. Se sitúa en un nicho competitivo muy interesante. Mientras que el Blue Ghost de Firefly apunta a cargas más ligeras y los futuros sistemas contratados por la NASA, como la propia Starship o el Blue Moon Mark 2 de Blue Origin se centran en cargas enormes (30 y 100 toneladas), la propuesta de Impulse compite directamente con el Blue Moon Mark 1, que también tiene una capacidad de tres toneladas, y que la NASA podría utilizar para transportar astronautas en una misión con varios alunizajes.

Pero la gran ventaja del diseño de Impulse es que es compatible con una amplia gama de cohetes de lanzamiento (Falcon 9, Vulcan, Ariane 6, etc.). Su sistema no depende de un único proveedor, lo que le otorga una flexibilidad estratégica considerable.

El que ríe último… En SpaceX no dan nada por perdido (y nadie debería dar a SpaceX por perdedora en ningún caso, viendo su historial). De hecho, la compañía de Musk acaba de poner fechas y cifras a sus ambiciones lunares. Según una actualización de su web, SpaceX planea iniciar sus misiones de carga a la superficie de la Luna en 2028, el mismo año que Impulse, pero con un precio que rompe todos los esquemas: 100 millones de dólares por tonelada métrica, o lo que es lo mismo, 100.000 dólares por kilogramo.

Por poner esto en perspectiva, Astrobotic, otro competidor en el sector, vende sus vuelos a la Luna a un precio de 1,2 millones de dólares por kilogramo. La diferencia es abismal y demuestra la agresiva estrategia de precios de SpaceX, que solo es posible con la reutilización total de su sistema Starship. Nos encontramos, por lo tanto, ante dos filosofías enfrentadas. Una apuesta por lo seguro y una apuesta por romper el mercado. Lideradas por dos personas que trabajaron juntas durante años.

Imagen | Impulse Space

En Xataka | Estados Unidos tiene un plan B para ganarle la carrera lunar a China: cambiar la nave de Elon Musk por la de Jeff Bezos

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