Ciencia y Tecnología
Reactivan microbios del permafrost que tienen 40.000 años

Científicos lograron revivir microbios que estuvieron congelados durante miles de años en el permafrost de Alaska, un hallazgo que plantea nuevas preguntas sobre los efectos del cambio climático.
Científicos lograron revivir microbios que estuvieron congelados durante miles de años en el permafrost de Alaska, un hallazgo que plantea nuevas preguntas sobre los efectos del cambio climático.
Un grupo de científicos afirma haber revivido microbios de hasta 40.000 años que estaban atrapados en el permafrost de Alaska, detalla un estudio publicado en Journal of Geophysical Research Biogeosciences.
El permafrost es una capa congelada de tierra, hielo y rocas que cubre casi una cuarta parte del hemisferio norte, en regiones como Siberia (Rusia) y Alaska.
Este lugar ha conservado en el hielo durante miles de años y de forma casi intacta los restos de animales, plantas, insectos y otros microorganismos.
Los investigadores descubrieron los microbios en las paredes del Túnel de Permafrost del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos, un centro de investigación que se extiende por 107 metros bajo el suelo alasqueño.
Microbios que “despiertan” tras miles de años
Según los autores, los microorganismos tardan un tiempo en salir del letargo, pero cuando lo hacen, pueden formar colonias activas con la capacidad de propagarse.
“No se trata en absoluto de muestras muertas. Siguen siendo muy capaces de albergar vida resistente que puede descomponer la materia orgánica y liberarla en forma de dióxido de carbono”, explica el autor principal, Tristan Caro, en un comunicado de la Universidad de Colorado en Boulder.
Un experimento que prueba que las bacterias siguen vivas
El equipo extrajo muestras de las paredes del túnel, las sumergió en agua y las mantuvo entre 3 y 12 °C, temperaturas bajas para los humanos, pero elevadas para la zona.
“Queríamos simular lo que ocurre en un verano en Alaska, en condiciones climáticas futuras en las que estas temperaturas alcanzan zonas más profundas del permafrost”, señaló Caro.
Durante los primeros meses, las bacterias crecieron lentamente. Pero tras seis meses, comenzaron a formar biopelículas, estructuras viscosas visibles a simple vista, una evidencia de que estos microorganismos habían sido “resucitados”.
Un lugar que “huele fatal”
En el túnel se encuentran restos de mamuts, bisontes y otros animales prehistóricos, un lugar que “huele fatal”.
Caro lo describe como “un sótano mohoso que ha estado abandonado durante demasiado tiempo”, aunque “para un microbiólogo, eso es muy emocionante porque los olores interesantes suelen ser microbianos”.
Las condiciones únicas de este lugar lo convierten en un sitio ideal para estudiar cómo la vida microscópica puede persistir durante milenios y reactivarse con el aumento de las temperaturas.
Preocupación por el deshielo provocado por el cambio climático
El coautor del estudio, Sebastian Kopf, advierte que el hallazgo está vinculado al cambio climático y el aumento global de las temperaturas.
Según explica, a medida que el planeta se calienta, el permafrost se descongela y libera microbios que descomponen materia orgánica, liberando metano y dióxido de carbono, dos gases de efecto invernadero.
“¿Cómo afectará el deshielo de este suelo, donde sabemos que hay toneladas de carbono almacenado, a la ecología de estas regiones y al ritmo del cambio climático? Es una de las mayores incógnitas”, plantea Kopf.
Riesgos y otras preguntas abiertas
Los autores estiman que estos microbios no representan un peligro directo para los humanos, aunque no se realizaron pruebas de infección.
En años anteriores, otros equipos científicos han logrado revivir “virus zombis” del permafrost, algunos potencialmente peligrosos.
Pero más allá del riesgo biológico, los científicos subrayan el impacto ambiental del deshielo: “Puede que haya un solo día caluroso en el verano de Alaska, pero lo que importa mucho más es el alargamiento de la temporada estival, hasta el punto de que estas temperaturas cálidas se prolongan hasta el otoño y la primavera”, concluye Caro.
Editado por Jose Urrejola, con información de IFLScience, Universidad de Colorado Boulder y Europa Press
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