Ciencia y Tecnología
Ya teníamos un Ozempic para adelgazar, ahora alguien ha creado uno para la eterna juventud: las promesas de NAD+

De las operaciones de seis cifras en quirófanos de élite a los sérums de lujo que prometen borrar arrugas en minutos, la industria de la eterna juventud siempre ha jugado con la misma idea: que en algún lugar existe un atajo. Pero ¿y si el secreto no estuviera en una crema ni en un bisturí, sino en una molécula diminuta que habita en cada una de nuestras células? Así se presenta el NAD+, la coenzima que ha pasado de ser un concepto de laboratorio a convertirse en el nuevo grial del biohacking.
El Ozempic de ser joven. Como ocurrió con los fármacos GLP-1 en la obsesión por la delgadez, el NAD+ se ha convertido en el atajo aspiracional hacia la juventud. Hollywood y la élite estética lo han abrazado dentro del llamado “lujo invisible”: resultados indetectables, mantenimiento continuo y terapias que combinan aparatología con biología cosmética. En ese peldaño de acceso masivo, suplementos y “shots” de NAD+ ocupan el relato del biohacking.
De Hollywood a Amazon. Hace un par de años, Hailey Bieber y Kendall Jenner popularizaron las terapias intravenosas de NAD+, un formato que clínicas de Miami y Dubái venden como “booster” energético y antiedad. Pero no es solo cosa de celebridades: basta una búsqueda en Amazon para encontrar cápsulas de NMN o NR que prometen elevar los niveles celulares. El problema es que, como ha advertido The New York Times, la evidencia científica que respalde estos hábitos sigue siendo débil. Además, lo que aparece en la etiqueta a menudo no coincide con lo que hay en el frasco. Un estudio liderado por la gerontóloga Andrea Maier detectó desviaciones de hasta un 100% en el contenido real de suplementos, sin importar marca ni precio.
Desmenuzando el NAD+. Mejor conocido como Nicotinamida Adenina Dinucleótido, es algo así como la chispa que permite que nuestras células funcionen. Está en todas partes, desde los músculos hasta el cerebro, y según la Clínica Universidad de Navarra participa en tareas tan críticas como producir energía, reparar el ADN dañado o activar a las sirtuinas, unas proteínas vinculadas al envejecimiento.
El problema es que, con los años, los niveles de NAD+ caen en picado y empieza a relacionarse con la pérdida de memoria, debilidad muscular y un aumento en el riesgo de enfermedades asociadas a la edad. Por ello, elevar esos niveles mediante precursores como NR o NMN puede mantener saludables las mitocondrias y favorecer la longevidad celular. Ensayos iniciales, recogidos por El Confidencial, han documentado mejoras en memoria, movimiento y metabolismo. Sin embargo, son estudios pequeños y los expertos coinciden en que faltan ensayos para convertir la promesa en evidencia sólida.
Los expertos piden prudencia. El entusiasmo convive con cautela. Según el portal médico WebMD, la nicotinamida es segura hasta los 900 mg al día, pero dosis altas pueden causar cefaleas, fatiga, problemas gastrointestinales o alteraciones enzimáticas. En el caso del ácido nicotínico, otra forma de vitamina B3 relacionada, puede causar enrojecimiento y bajadas de tensión incluso en dosis moderadas.
La Clínica Universidad de Navarra explica que los suplementos pueden interactuar con medicamentos que afectan al hígado o la coagulación, por lo que se recomienda usarlos solo bajo supervisión médica. De forma más concreta, probablemente no dañen en dosis moderadas, pero tampoco hay certeza de que valga la pena correr riesgos para algo que aún no tiene estudios macros.
Una sociedad en busca de atajos. La fiebre por el NAD+ encaja en un contexto cultural más amplio: la obsesión por atajos contra el envejecimiento. Hollywood ha pasado de los “rostros congelados” del bótox a la “cirugía líquida” y los tratamientos invisibles de lujo, mientras el resto de la sociedad consume suplementos, colágeno en polvo y filtros digitales como sustitutos asequibles.
Y quizás esa distancia revele algo más profundo: nuestra obsesión con atajos contra lo inevitable. La industria de la eterna juventud florece porque vivimos aterrados ante el paso del tiempo, como si envejecer fuera un fallo que hay que corregir. Pero la vejez no es una anomalía: es la única certeza que compartimos. Tal vez la verdadera pregunta no sea cómo evitarla, sino por qué nos cuesta tanto aceptarla. Mientras tanto, la ciencia sigue recordando lo que sí funciona —movernos, dormir bien, comer mejor— aunque nunca suene tan glamuroso como una molécula que promete detener el reloj.
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La noticia
Ya teníamos un Ozempic para adelgazar, ahora alguien ha creado uno para la eterna juventud: las promesas de NAD+
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Alba Otero
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De las operaciones de seis cifras en quirófanos de élite a los sérums de lujo que prometen borrar arrugas en minutos, la industria de la eterna juventud siempre ha jugado con la misma idea: que en algún lugar existe un atajo. Pero ¿y si el secreto no estuviera en una crema ni en un bisturí, sino en una molécula diminuta que habita en cada una de nuestras células? Así se presenta el NAD+, la coenzima que ha pasado de ser un concepto de laboratorio a convertirse en el nuevo grial del biohacking. El Ozempic de ser joven. Como ocurrió con los fármacos GLP-1 en la obsesión por la delgadez, el NAD+ se ha convertido en el atajo aspiracional hacia la juventud. Hollywood y la élite estética lo han abrazado dentro del llamado “lujo invisible”: resultados indetectables, mantenimiento continuo y terapias que combinan aparatología con biología cosmética. En ese peldaño de acceso masivo, suplementos y “shots” de NAD+ ocupan el relato del biohacking. De Hollywood a Amazon. Hace un par de años, Hailey Bieber y Kendall Jenner popularizaron las terapias intravenosas de NAD+, un formato que clínicas de Miami y Dubái venden como “booster” energético y antiedad. Pero no es solo cosa de celebridades: basta una búsqueda en Amazon para encontrar cápsulas de NMN o NR que prometen elevar los niveles celulares. El problema es que, como ha advertido The New York Times, la evidencia científica que respalde estos hábitos sigue siendo débil. Además, lo que aparece en la etiqueta a menudo no coincide con lo que hay en el frasco. Un estudio liderado por la gerontóloga Andrea Maier detectó desviaciones de hasta un 100% en el contenido real de suplementos, sin importar marca ni precio.
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De los liftings de seis cifras a un sérum alemán de víbora: la nueva obsesión de Hollywood es la “cirugía líquida”
Desmenuzando el NAD+. Mejor conocido como Nicotinamida Adenina Dinucleótido, es algo así como la chispa que permite que nuestras células funcionen. Está en todas partes, desde los músculos hasta el cerebro, y según la Clínica Universidad de Navarra participa en tareas tan críticas como producir energía, reparar el ADN dañado o activar a las sirtuinas, unas proteínas vinculadas al envejecimiento.El problema es que, con los años, los niveles de NAD+ caen en picado y empieza a relacionarse con la pérdida de memoria, debilidad muscular y un aumento en el riesgo de enfermedades asociadas a la edad. Por ello, elevar esos niveles mediante precursores como NR o NMN puede mantener saludables las mitocondrias y favorecer la longevidad celular. Ensayos iniciales, recogidos por El Confidencial, han documentado mejoras en memoria, movimiento y metabolismo. Sin embargo, son estudios pequeños y los expertos coinciden en que faltan ensayos para convertir la promesa en evidencia sólida.Los expertos piden prudencia. El entusiasmo convive con cautela. Según el portal médico WebMD, la nicotinamida es segura hasta los 900 mg al día, pero dosis altas pueden causar cefaleas, fatiga, problemas gastrointestinales o alteraciones enzimáticas. En el caso del ácido nicotínico, otra forma de vitamina B3 relacionada, puede causar enrojecimiento y bajadas de tensión incluso en dosis moderadas.La Clínica Universidad de Navarra explica que los suplementos pueden interactuar con medicamentos que afectan al hígado o la coagulación, por lo que se recomienda usarlos solo bajo supervisión médica. De forma más concreta, probablemente no dañen en dosis moderadas, pero tampoco hay certeza de que valga la pena correr riesgos para algo que aún no tiene estudios macros.
Una sociedad en busca de atajos. La fiebre por el NAD+ encaja en un contexto cultural más amplio: la obsesión por atajos contra el envejecimiento. Hollywood ha pasado de los “rostros congelados” del bótox a la “cirugía líquida” y los tratamientos invisibles de lujo, mientras el resto de la sociedad consume suplementos, colágeno en polvo y filtros digitales como sustitutos asequibles. Y quizás esa distancia revele algo más profundo: nuestra obsesión con atajos contra lo inevitable. La industria de la eterna juventud florece porque vivimos aterrados ante el paso del tiempo, como si envejecer fuera un fallo que hay que corregir. Pero la vejez no es una anomalía: es la única certeza que compartimos. Tal vez la verdadera pregunta no sea cómo evitarla, sino por qué nos cuesta tanto aceptarla. Mientras tanto, la ciencia sigue recordando lo que sí funciona —movernos, dormir bien, comer mejor— aunque nunca suene tan glamuroso como una molécula que promete detener el reloj.Imagen | Pexels y FreePikXataka | El elixir de la eterna juventud existe y lo estamos viendo en tiempo real: cirujanos “de lujo” a 100.000 dólares la sesión
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Xataka
por
Alba Otero
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