Cal Raleigh grabó su nombre en los libros de los récords al convertirse en el cuarto jugador en la historia de la Liga Americana en alcanzar los 60 jonrones en una temporada. Sin embargo, lo más inolvidable de la noche no fue el descomunal batazo en sí, sino el gesto del aficionado que se aseguró de que la bola llegara a a un niño de origen latino, protagonista de un momento histórico que se recordará siempre como ejemplo de generosidad.
Después de que el batazo de Raleigh superara la barda, el caos se desató en las gradas del jardín derecho. La preciada bola rebotó en varias manos e, incluso, según Galan Ruelos, se desvió en la cabeza de su esposa antes de caer en las manos de un aficionado cercano
En lugar de quedarse con una pelota que los expertos en recuerdos dijeron a TMZ que podría alcanzar hasta 200.000 dólares en una subasta, el aficionado entregó la pelota al hijo de los Ruelos, Marcus. Lo que ocurrió a continuación hizo que el momento fuera aún más significativo.
“Mi hijo me susurró y me dijo: ‘Papá, como es Cal, quiero que lo tenga'”, explicó Galan en “The Gee and Ursula Show” de KIRO Newsradio. “Nunca pensó: ‘¿Nos lo vamos a quedar por dinero?’. Ni siquiera se le pasó por la cabeza”, afirmó.
La familia Ruelos no tuvo intención de vender la bola. Quiere que Raleigh la tenga como un pedazo de su propia historia. Para Galán, la decisión reveló la pureza de la perspectiva de su hijo. “Vi el vídeo del hombre que lo atrapó; no tenía por qué hacerlo, pero publiqué en Facebook que fue un acto de bondad completo, amable, sincero y aleatorio”, relató.
La trayectoria de la bola fue tan dramática como el propio jonrón. “El estadio ya tenía un ambiente eléctrico. Cada vez que Cal iba a batear, todo el estadio sabía que algo iba a pasar”, dijo Galan. “Fue casi a cámara lenta. Rebotó en tres pares de manos, pero luego me enteré de que en realidad rebotó en la cabeza de mi mujer y fue a parar a la mano del tipo”, explicó.
Marcus, superado por el momento, rompió a llorar. “Él se puso a llorar, pero yo estaba en estado de shock”, recordó su padre.
Incluso después de una noche tan extraordinaria, la vida volvió rápidamente a la normalidad
«Al día siguiente tenía colegio, y una hora de deberes. No llegamos a casa hasta como medianoche», cuenta Galan. «Le dije la lección: ‘Pase lo que pase, este es el tipo de momento que debes pagar más adelante en la vida’. Fue hermoso, y muy conmovedor”, dijo.
Para la familia, el valor del balón nunca fue el dinero. “Nunca estuvimos pensando en cuánto valía el balón, o lo máximo que podíamos conseguir”, dice Galan. “Tenemos al futuro MVP, ojalá, y [Marcus] tocó la historia, eso es algo más precioso; vivirá con eso para siempre”, resumió.
Marcus Ruelos recibió un bate firmado por Raleigh y una invitación para ver la práctica de bateo en el campo. Un premio menor en comparación con lo que vale la histórica bola, 200 mil dólares según algunos expertos.
El club, por su parte, buscó al aficionado generoso que entregó la bola a Marcus. Tras un llamamiento por redes sociales, lo pudo localizar e identificar como Glenn, quien recibió junto a su familia un bate autografiado y dos pelotas de beisbol, que luego les regaló a sus hijos.