La entrega del Balón de Oro 2025 está cada vez más cerca y el mundo del fútbol aguarda con expectativa para conocer a los nuevos reyes y reinas de la temporada. En la categoría masculina, los grandes favoritos son Ousmane Dembélé (PSG) y los delanteros del Barcelona Lamine Yamal y Raphinha, un trío que ya ha sido analizado incluso por inteligencia artificial para predecir al futuro ganador.
En contraposición, el francés Kylian Mbappé parece haberse quedado fuera de la pelea. El Real Madrid, su actual club, habría decidido no asistir a la ceremonia por segundo año consecutivo, en protesta a lo que consideran un trato injusto hacia su máximo goleador.
La gala también premiará a lo mejor del fútbol femenino, donde destaca la nominación de la colombiana Linda Caicedo en la categoría de mejor jugadora joven, representando al Real Madrid. Además, se reconocerá al mejor entrenador y al mejor club de la temporada.
Aunque muchos creen que el Balón de Oro llega acompañado de una gran bolsa de premios, la realidad es otra: no hay compensación económica directa. El galardón, respaldado por France Football y la UEFA, entrega únicamente la estatuilla como símbolo de prestigio. De hecho, el trofeo -que no es de oro puro– tiene un valor estimado de 3.000 euros.
Sin embargo, el impacto va mucho más allá del dinero del premio. Los clubes suelen ofrecer bonos e incentivos a sus jugadores galardonados y las marcas aprovechan para firmar contratos publicitarios millonarios con los ganadores.
Levantar un Balón de Oro significa aumentar de inmediato la cotización de mercado y el estatus de cualquier futbolista. Al final, el prestigio y el reconocimiento global superan con creces la ausencia de un premio económico directo.
