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Ciencia y Tecnología

Caso reabierto: misteriosa señal Wow! “extraterrestre” no sería lo que pensábamos

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Un exhaustivo reanálisis científico revela que la legendaria “Señal Wow!” era cuatro veces más intensa de lo que se creía, aportando nuevas pistas sobre el enigma que lleva fascinando a los astrónomos desde 1977.

​Un exhaustivo reanálisis científico revela que la legendaria “Señal Wow!” era cuatro veces más intensa de lo que se creía, aportando nuevas pistas sobre el enigma que lleva fascinando a los astrónomos desde 1977.  

El 15 de agosto de 1977, el radiotelescopio Big Ear de Ohio captó una señal tan potente y misteriosa que dejó perplejo al astrónomo Jerry R. Ehman. Al revisar los datos impresos, rodeó con un círculo rojo la secuencia alfanumérica “6EQUJ5” –que codificaba la intensidad de la señal– y garabateó una sola palabra al margen: “Wow!”. Había nacido uno de los enigmas más fascinantes de la radioastronomía moderna.

La señal presentaba características extraordinarias: era de banda estrecha, parecía de origen artificial y mantuvo su intensidad durante los 72 segundos completos que duró la observación. Después, simplemente desapareció. A pesar de décadas de búsquedas exhaustivas, nunca más volvió a detectarse.

Desde aquel día, la “Señal Wow!” ha cautivado por igual a científicos y al público general. Se convirtió en el símbolo por excelencia del programa SETI (Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre) y en una ventana abierta a una pregunta que sigue sin respuesta: ¿estamos verdaderamente solos en el universo?

Nuevo análisis científico revela datos más precisos

Hoy, casi medio siglo más tarde, la ciencia ha regresado a esos datos con herramientas más modernas y una mirada más afinada. Un nuevo estudio, liderado por el astrobiólogo Abel Méndez desde el Laboratorio de Habitabilidad Planetaria en la Universidad de Puerto Rico, ha reanalizado no solo la señal original, sino también décadas de observaciones nunca publicadas. 

El trabajo, disponible en el repositorio arXiv (pendiente de revisión por pares) y enviado para revisión a The Astrophysical Journal, proporciona la revisión más precisa hasta la fecha de las propiedades de la señal.

Gracias a los avances tecnológicos, según reporta Universe Today, un grupo de voluntarios del Big Ear logró digitalizar más de 75.000 páginas de registros tras el cierre del observatorio en 1998. Ese material permitió ahora al equipo de Méndez cerrar viejas lagunas y corregir errores históricos.

Correcciones descartan origen extraterrestre

En concreto, el reanálisis arrojó correcciones significativas en tres características fundamentales de la señal. La densidad de flujo –es decir, su intensidad– resultó ser de 250 Janskys, cuatro veces mayor que las estimaciones previas que oscilaban entre 54 y 212 Janskys, según una publicación reciente en el sitio web del proyecto Arecibo Wow!.

Igualmente importante fue la corrección de la frecuencia, que pasó de 1420,4556 MHz a 1420,726 MHz. Aunque la diferencia pueda parecer mínima, implica que la fuente tendría que moverse mucho más rápido de lo inicialmente calculado, sugiriendo que se trataba de algo dentro de nuestra galaxia con una velocidad radial superior a la estimada anteriormente.

El análisis también redujo significativamente el área del cielo de donde podría haber emanado la señal, aumentando en dos tercios la certeza estadística sobre su ubicación. Otros errores menores, como un desfase del reloj de 21 segundos y la corrección de un canal mal etiquetado en el banco de filtros, contribuyeron a refinar la comprensión del fenómeno.

Los investigadores han descartado de momento un origen artificial terrestre. En 1977 no había satélites ni emisiones de televisión en la zona que pudieran explicar la señal, y la Luna estaba en el lado opuesto del planeta, eliminando la posibilidad de reflexiones.

Además, el Sol tampoco mostró actividad particular ese año, y el patrón “gaussiano” de la señal –según señalan análisis previos citados por Universe Today– descarta errores internos del software.

Hipótesis: máser interestelar como explicación más probable

Con las explicaciones terrestres cada vez menos probables y la hipótesis extraterrestre debilitada, los científicos se inclinan hacia un origen astrofísico natural. De acuerdo con EarthSky, entre las hipótesis más consideradas está la de un máser –una fuente natural de emisiones estimuladas en microondas– en una nube interestelar de hidrógeno.

Los investigadores plantean que una potente fuente de radiación transitoria, como una llamarada de magnetar o un repetidor de rayos gamma blandos, podría haber provocado un repentino aumento del brillo en la línea de hidrógeno de 21 centímetros de una nube de gas interestelar. Este fenómeno produciría exactamente el tipo de señal de banda estrecha observada en 1977.

A pesar de estos avances, Méndez es cauteloso: “Nuestros resultados no resuelven el misterio de la señal Wow!, pero nos dan la imagen más clara hasta ahora de qué era y de dónde provenía”. El científico enfatiza que este trabajo “no cierra el caso” sino que “lo reabre, pero ahora con un mapa mucho más preciso en la mano”.

Según reporta Space.com, la investigación ha dado lugar al proyecto Wow@Home, una iniciativa de ciencia ciudadana que permite a entusiastas de todo el mundo participar en la búsqueda de señales similares. Se trata de un proyecto paralelo derivado del Arecibo Wow!, que con equipos que cuestan alrededor de 500 dólares, incluyendo un ordenador dedicado, permite que pequeños radiotelescopios operen las 24 horas del día, algo que los grandes observatorios profesionales no pueden permitirse para este tipo de monitorización continua.

El objetivo del equipo es ambicioso: archivar y compartir todos los datos del telescopio Big Ear para 2027, coincidiendo con el 50° aniversario de la señal Wow!. Mientras tanto, continuarán publicando nuevos hallazgos derivados de los datos archivados del SETI durante los próximos dos años.

Editado por Felipe Espinosa Wang con información del Laboratorio de Habitabilidad Planetaria, arXiv, Universe Today, EarthSky y Space.com

 

​Deutsche Welle: DW.COM – Ciencia y Tecnologia

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