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Los “continentes perdidos” de nuestro planeta están dejando su rastro en un lugar impensable: el campo magnético terrestre

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Los “continentes perdidos” de nuestro planeta están dejando su rastro en un lugar impensable: el campo magnético terrestre

La vida tal y como la conocemos depende en buena medida de la estabilidad del campo magnético de la Tierra. Pero esta estabilidad (o la ausencia de esta) depende a su vez de factores que aún no comprendemos. Algunos de estos factores están en el espacio exterior, otros en cambio, están a miles de kilómetros ocultos bajo nuestros pies.

De abajo hacia arriba. Unas enormes estructuras geológicas ubicadas en el manto terrestre podrían estar contribuyendo a desestabilizar el campo magnético que protege la tierra de radiación y partículas procedentes del espacio. Se trata de los “continentes hundidos”, las Grandes Provincias de Baja Velocidad (LLVP).

Continentes hundidos. Este último nombre se debe al hecho de que estas masas de roca ubicadas en las capas profundas del manto terrestre destacan del resto de su entorno porque las ondas sísmicas se desplazan de forma más lenta a través de ellas. A través de este método conocemos la existencia de dos grandes LLVP, una situada bajo la placa tectónica africana y la otra ubicada bajo la placa pacífica.

No sabemos exactamente qué son o cuál es el origen de estas masas de roca. Una hipótesis señala que podrían ser restos del impacto ocurrido entre la Tierra primigenia y un segundo planeta denominado Theia. La Luna sería uno de los resultados de ese impacto, otro sería que parte de los restos de Theia habrían quedado “incrustados” en la Tierra, concretamente en el manto, dando lugar a estos “continentes perdidos”.

Sin embargo, otros estudios han señalado que estas masas estarían formadas, al menos parcialmente de corteza oceánica enterrada a través de los procesos geológicos subductivos, lo que los convertiría a algo más cercano a “continentes perdidos” de la superficie de la Tierra. El nuevo estudio, puede vincularse con esta última hipótesis.

Alimentado por un “anillo de fuego”. El equipo modeló los movimientos convectivos del manto terrestre, creando también una reconstrucción del posible movimiento de las placas tectónivas en la superficie de la Tierra en los últimos 1.000 millones de años. Encontraron así indicios de que la masa africana contendría restos más antiguos y más “mezclados” que la masa pacífica, que contendría un 50% más de corteza oceánica, una corteza también más “joven” y distinta del manto que la rodea.

Esto podría explicarse con el llamado “anillo de fuego del Pacífico”, una vasta red de fallas, muchas de ellas subductivas que poco a poco engullen parte de la corteza terrestre. Este “banquete” llevaría produciéndose desde hace al menos 300 millones de años y estaría sirviendo para alimentar la LLVP del Pacífico.

Los detalles del estudio fueron publicados en un artículo en la revista Scientific Reports, de Nature.

En la diversidad está la clave. Hasta ahora, la intuición nos señalaba que estos dos “continentes” subterráneos tenían una composición similar. El motivo está precisamente en que los dos ralentizan el paso de las ondas sísmicas de manera similar, lo que nos lleva a la intuición de pensar que estas son muy similares en sus características.

Sin embargo el equipo responsable del nuevo trabajo indica que este podría no ser el caso. El motivo está en que es más la temperatura que el material lo que hace que estas regiones frenen las ondas que las cruzan.

El equilibrio se complica. Las formaciones se sitúan de forma más o menos opuesta en el globo terrestre, lo que en principio es una gran noticia: puesto que estas masas influyen en la forma en la que la temperatura del núcleo terrestre se propaga en capas superiores, lo que a su vez afecta a los movimientos conductivos en el interior del núcleo del planeta.

Puesto que estos movimientos son los que permiten la existencia de un campo magnético en la Tierra, la forma en la que estos se producen tiene mucho impacto en este campo. Si las LLVP son distintas, la forma en la que se genera el campo deja de ser simétrica como cabría esperar, lo que da lugar a la aparición de desequilibrios.

Debatiendo las distintas hipótesis. Como señalábamos al comienzo, el nuevo estudio puede vincularse a la idea de que las LLVP son el resultado del hundimiento de trozos de corteza terrestre y no los restos de un planeta del sistema solar primigenio. Aunque el estudio no ofrece pruebas concluyentes que confirmen esta primera hipótesis, puede verse como una nueva prueba más en esta dirección.

En Xataka | Julio Verne tenía razón: hay tres veces más agua en las profundidades de la Tierra que en todos los océanos juntos

Imagen | Universidad de Oxford; Panton, Davies, et al. (2025) / NASA/Goddard Space Flight Center Scientific Visualization Studio


La noticia

Los “continentes perdidos” de nuestro planeta están dejando su rastro en un lugar impensable: el campo magnético terrestre

fue publicada originalmente en

Xataka

por
Pablo Martínez-Juarez

.

​La vida tal y como la conocemos depende en buena medida de la estabilidad del campo magnético de la Tierra. Pero esta estabilidad (o la ausencia de esta) depende a su vez de factores que aún no comprendemos. Algunos de estos factores están en el espacio exterior, otros en cambio, están a miles de kilómetros ocultos bajo nuestros pies.De abajo hacia arriba. Unas enormes estructuras geológicas ubicadas en el manto terrestre podrían estar contribuyendo a desestabilizar el campo magnético que protege la tierra de radiación y partículas procedentes del espacio. Se trata de los “continentes hundidos”, las Grandes Provincias de Baja Velocidad (LLVP).Continentes hundidos. Este último nombre se debe al hecho de que estas masas de roca ubicadas en las capas profundas del manto terrestre destacan del resto de su entorno porque las ondas sísmicas se desplazan de forma más lenta a través de ellas. A través de este método conocemos la existencia de dos grandes LLVP, una situada bajo la placa tectónica africana y la otra ubicada bajo la placa pacífica.No sabemos exactamente qué son o cuál es el origen de estas masas de roca. Una hipótesis señala que podrían ser restos del impacto ocurrido entre la Tierra primigenia y un segundo planeta denominado Theia. La Luna sería uno de los resultados de ese impacto, otro sería que parte de los restos de Theia habrían quedado “incrustados” en la Tierra, concretamente en el manto, dando lugar a estos “continentes perdidos”.Sin embargo, otros estudios han señalado que estas masas estarían formadas, al menos parcialmente de corteza oceánica enterrada a través de los procesos geológicos subductivos, lo que los convertiría a algo más cercano a “continentes perdidos” de la superficie de la Tierra. El nuevo estudio, puede vincularse con esta última hipótesis.

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Alimentado por un “anillo de fuego”. El equipo modeló los movimientos convectivos del manto terrestre, creando también una reconstrucción del posible movimiento de las placas tectónivas en la superficie de la Tierra en los últimos 1.000 millones de años. Encontraron así indicios de que la masa africana contendría restos más antiguos y más “mezclados” que la masa pacífica, que contendría un 50% más de corteza oceánica, una corteza también más “joven” y distinta del manto que la rodea.Esto podría explicarse con el llamado “anillo de fuego del Pacífico”, una vasta red de fallas, muchas de ellas subductivas que poco a poco engullen parte de la corteza terrestre. Este “banquete” llevaría produciéndose desde hace al menos 300 millones de años y estaría sirviendo para alimentar la LLVP del Pacífico.Los detalles del estudio fueron publicados en un artículo en la revista Scientific Reports, de Nature.En la diversidad está la clave. Hasta ahora, la intuición nos señalaba que estos dos “continentes” subterráneos tenían una composición similar. El motivo está precisamente en que los dos ralentizan el paso de las ondas sísmicas de manera similar, lo que nos lleva a la intuición de pensar que estas son muy similares en sus características.Sin embargo el equipo responsable del nuevo trabajo indica que este podría no ser el caso. El motivo está en que es más la temperatura que el material lo que hace que estas regiones frenen las ondas que las cruzan.

El equilibrio se complica. Las formaciones se sitúan de forma más o menos opuesta en el globo terrestre, lo que en principio es una gran noticia: puesto que estas masas influyen en la forma en la que la temperatura del núcleo terrestre se propaga en capas superiores, lo que a su vez afecta a los movimientos conductivos en el interior del núcleo del planeta.Puesto que estos movimientos son los que permiten la existencia de un campo magnético en la Tierra, la forma en la que estos se producen tiene mucho impacto en este campo. Si las LLVP son distintas, la forma en la que se genera el campo deja de ser simétrica como cabría esperar, lo que da lugar a la aparición de desequilibrios.Debatiendo las distintas hipótesis. Como señalábamos al comienzo, el nuevo estudio puede vincularse a la idea de que las LLVP son el resultado del hundimiento de trozos de corteza terrestre y no los restos de un planeta del sistema solar primigenio. Aunque el estudio no ofrece pruebas concluyentes que confirmen esta primera hipótesis, puede verse como una nueva prueba más en esta dirección.En Xataka | Julio Verne tenía razón: hay tres veces más agua en las profundidades de la Tierra que en todos los océanos juntosImagen | Universidad de Oxford; Panton, Davies, et al. (2025) / NASA/Goddard Space Flight Center Scientific Visualization Studio

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