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Según la NASA, solo ha habido una persona herida por un meteorito. El Imperio Otomano tiene otra opinión

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Según la NASA, solo ha habido una persona herida por un meteorito. El Imperio Otomano tiene otra opinión

Podría ser una pregunta de Trivial: ¿cuántas personas han sido heridas por el impacto de un meteorito? La respuesta oficial, la única documentada por la NASA, es una. Solo una. Su nombre era Ann Hodges. Estaba echándose una siesta en el sofá de su casa, y sobrevivió para contarlo. Sin embargo, los polvorientos archivos del Imperio Otomano cuentan una historia diferente. Una que no termina con un gran moratón, sino con una muerte.

La siesta interrumpida de Ann Hodges. La probabilidad de que te caiga una roca del espacio es ínfima, pero nunca es cero. El 30 de noviembre de 1954, Ann Hodges estaba durmiendo en el sofá de su casa en Alabama cuando un objeto del tamaño de una pelota de softball atravesó el techo, rebotó en una radio y la golpeó en la cadera.

El resultado: un hematoma considerable y una disputa legal entre Hodges y su casera. Harta de la atención mediática y de los turistas curiosos, la mujer acabó donando el meteorito al Museo de Historia Natural de Alabama en 1956, donde aún puede visitarse.

Dos casos posteriores. Desde la siesta interrumpida de Ann Hodges ha habido dos casos dudosos. En 1992, un niño de Uganda dijo haber sido alcanzado en la cabeza por un pequeño fragmento de roca. La lluvia de meteoritos existió, pero el niño no sufrió ningún daño.

En 2016, un hombre murió en la India por el supuesto impacto de un meteorito. La NASA acabó determinando que no había sido un meteorito, sino una explosión en tierra.

Una muerte en los archivos otomanos. En 2020, un equipo de investigadores que buceaba en los archivos estatales de Turquía encontró algo inesperado. Tres manuscritos redactados en turco otomano describían con detalles escalofriantes un suceso ocurrido el 22 de agosto de 1888.

Los documentos, que eran informes oficiales dirigidos al sultán Abdul Hamid II, relatan que una “fuerte luz brillante acompañada de humo” fue seguida, durante unos diez minutos, de meteoritos que cayeron “como la lluvia” sobre una aldea de Sulaymaniyah, una región que hoy es parte de Irak. Las consecuencias fueron trágicas: “un hombre murió y otro resultó gravemente herido y quedó paralítico”. Los textos también mencionan daños extensos en los cultivos.

Nadie sabe dónde están esas rocas. Los documentos mencionan que se enviaron muestras de las rocas a la capital, pero los investigadores no las han encontrado. Aun así, es el primer informe de la historia, respaldado por tres manuscritos, que afirma que el impacto de un meteorito mató a un hombre.

El incidente ha pasado desapercibido durante más de un siglo por la barrera idiomática y el escaso interés en revisar archivos históricos de este tipo, pero parece auténtico. “Debido a que estos documentos provienen de fuentes gubernamentales oficiales, no tenemos ninguna sospecha sobre su veracidad”, concluye el estudio.

Improbable, pero no imposible. Cada día, unas 44 toneladas de material meteorítico bombardean la Tierra, pero la inmensa mayoría se desintegra en la atmósfera. Que un fragmento lo suficientemente grande sobreviva y, además, impacte en una zona poblada y, para colmo, golpee a una persona, es estadísticamente improbable, pero no imposible.

Aun así, no son los meteoritos lo que debería preocuparnos, sino nuestra propia basura. Cada día reingresan en la atmósfera tres grandes piezas de basura espacial, como satélites muertos o etapas de cohetes. La mayoría se quema o cae en el océano, pero la suerte no es eterna. Con las nuevas megaconstelaciones, las reentradas se multiplicarán. “Tarde o temprano tendremos mala suerte y alguien resultará herido por la caída de basura espacial”, advierte el astrofísico Jonathan McDowell.

Imágenes | Dominio público

En Xataka | Un enorme meteorito hizo hervir los océanos hace 3.000 millones de años. Fue una “bomba fertilizante” para la Tierra


La noticia

Según la NASA, solo ha habido una persona herida por un meteorito. El Imperio Otomano tiene otra opinión

fue publicada originalmente en

Xataka

por
Matías S. Zavia

.

​Podría ser una pregunta de Trivial: ¿cuántas personas han sido heridas por el impacto de un meteorito? La respuesta oficial, la única documentada por la NASA, es una. Solo una. Su nombre era Ann Hodges. Estaba echándose una siesta en el sofá de su casa, y sobrevivió para contarlo. Sin embargo, los polvorientos archivos del Imperio Otomano cuentan una historia diferente. Una que no termina con un gran moratón, sino con una muerte.

La siesta interrumpida de Ann Hodges. La probabilidad de que te caiga una roca del espacio es ínfima, pero nunca es cero. El 30 de noviembre de 1954, Ann Hodges estaba durmiendo en el sofá de su casa en Alabama cuando un objeto del tamaño de una pelota de softball atravesó el techo, rebotó en una radio y la golpeó en la cadera.

En Xataka

En 2011, un coleccionista compró en Marruecos un meteorito. Ha resultado ser una prueba directa de agua termal en Marte

El resultado: un hematoma considerable y una disputa legal entre Hodges y su casera. Harta de la atención mediática y de los turistas curiosos, la mujer acabó donando el meteorito al Museo de Historia Natural de Alabama en 1956, donde aún puede visitarse.

Dos casos posteriores. Desde la siesta interrumpida de Ann Hodges ha habido dos casos dudosos. En 1992, un niño de Uganda dijo haber sido alcanzado en la cabeza por un pequeño fragmento de roca. La lluvia de meteoritos existió, pero el niño no sufrió ningún daño.

En 2016, un hombre murió en la India por el supuesto impacto de un meteorito. La NASA acabó determinando que no había sido un meteorito, sino una explosión en tierra.

Una muerte en los archivos otomanos. En 2020, un equipo de investigadores que buceaba en los archivos estatales de Turquía encontró algo inesperado. Tres manuscritos redactados en turco otomano describían con detalles escalofriantes un suceso ocurrido el 22 de agosto de 1888.

Los documentos, que eran informes oficiales dirigidos al sultán Abdul Hamid II, relatan que una “fuerte luz brillante acompañada de humo” fue seguida, durante unos diez minutos, de meteoritos que cayeron “como la lluvia” sobre una aldea de Sulaymaniyah, una región que hoy es parte de Irak. Las consecuencias fueron trágicas: “un hombre murió y otro resultó gravemente herido y quedó paralítico”. Los textos también mencionan daños extensos en los cultivos.

Nadie sabe dónde están esas rocas. Los documentos mencionan que se enviaron muestras de las rocas a la capital, pero los investigadores no las han encontrado. Aun así, es el primer informe de la historia, respaldado por tres manuscritos, que afirma que el impacto de un meteorito mató a un hombre.

El incidente ha pasado desapercibido durante más de un siglo por la barrera idiomática y el escaso interés en revisar archivos históricos de este tipo, pero parece auténtico. “Debido a que estos documentos provienen de fuentes gubernamentales oficiales, no tenemos ninguna sospecha sobre su veracidad”, concluye el estudio.

Improbable, pero no imposible. Cada día, unas 44 toneladas de material meteorítico bombardean la Tierra, pero la inmensa mayoría se desintegra en la atmósfera. Que un fragmento lo suficientemente grande sobreviva y, además, impacte en una zona poblada y, para colmo, golpee a una persona, es estadísticamente improbable, pero no imposible.

Aun así, no son los meteoritos lo que debería preocuparnos, sino nuestra propia basura. Cada día reingresan en la atmósfera tres grandes piezas de basura espacial, como satélites muertos o etapas de cohetes. La mayoría se quema o cae en el océano, pero la suerte no es eterna. Con las nuevas megaconstelaciones, las reentradas se multiplicarán. “Tarde o temprano tendremos mala suerte y alguien resultará herido por la caída de basura espacial”, advierte el astrofísico Jonathan McDowell.

Imágenes | Dominio público

En Xataka | Un enorme meteorito hizo hervir los océanos hace 3.000 millones de años. Fue una “bomba fertilizante” para la Tierra

– La noticia

Según la NASA, solo ha habido una persona herida por un meteorito. El Imperio Otomano tiene otra opinión

fue publicada originalmente en

Xataka

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Matías S. Zavia

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