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Rusia ha hecho posible el sueño de Kim Jong Un: que Corea del Norte sea una amenaza global por tierra, mar y aire

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Rusia ha hecho posible el sueño de Kim Jong Un: que Corea del Norte sea una amenaza global por tierra, mar y aire

Ocurrió hace unas horas. Kim Jong Un reveló un plan para desarrollar un nuevo misil balístico intercontinental de combustible sólido, mostrando así los avances de su programa armamentístico justo antes de viajar a Pekín para reunirse con Xi Jinping y Putin en el marco de las celebraciones por el 80º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial. Porque Corea del Norte ha pasado de ser una posible amenaza para confirmarse como un desafío al orden internacional.

El nuevo eje y un impulso. El fin de semana, el Washington Post diseccionaba los últimos avances de Pyongyang. Desde 2021, cuando Kim Jong Un presentó un plan quinquenal para desarrollar capacidades nucleares propias de grandes potencias, Corea del Norte ha logrado avances inesperados gracias a un contexto internacional favorable y al apoyo directo de Rusia.

Lo hemos ido contando. La guerra en Ucrania abrió un canal de cooperación estratégica: Pyongyang suministró artillería y tropas a un Moscú ávido de munición, y a cambio recibió transferencia tecnológica, asistencia militar y respaldo económico. Este giro reduce la dependencia norcoreana de Estados Unidos como interlocutor y refuerza la capacidad de Kim para desafiar a Occidente con un arsenal más diverso y moderno.

Progresos en ojivas y disuasión. Uno de los hitos recientes ha sido la presentación de la Hwasan-31, una ojiva táctica miniaturizada que refleja progresos en la adaptación de armas nucleares a misiles. Aunque no se ha probado aún en detonación ni en reentrada atmosférica, su mera existencia sugiere que Pyongyang avanza hacia un arsenal más flexible y difícil de neutralizar.

Al mismo tiempo, Kim mantiene la ambición de culminar el desarrollo de una bomba de hidrógeno de gran potencia, apoyado en la producción continuada de uranio altamente enriquecido, lo que refuerza la amenaza de un repertorio de armas cada vez más variado.

Misiles, satélites y saturación. En los últimos cuatro años Corea del Norte ha probado misiles balísticos intercontinentales con alcance hacia territorio continental estadounidense, además de misiles tácticos destinados a Japón y Corea del Sur. Tras varios intentos fallidos, consiguió poner en órbita un satélite de reconocimiento militar, un objetivo estratégico de largo recorrido.

El desafío actual reside en el desarrollo de vehículos de reentrada múltiple (MIRV), que permitirían a un solo misil transportar varias cabezas nucleares hacia distintos blancos, complicando la defensa antimisiles estadounidense. Un ensayo en 2024, aunque fallido en su fase de propulsión, confirma la seriedad del proyecto y anticipa más pruebas en el futuro inmediato.

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Submarinos nucleares e hipersónicos. Lo contamos también. El régimen ha mostrado la estructura de lo que afirma será su primer submarino de propulsión nuclear, una tecnología reservada a un reducido club mundial. Aunque los expertos creen que está lejos de operatividad, la experiencia rusa en este terreno podría acelerar los plazos, como ya ocurrió con India en la década de 1980.

Paralelamente, Pyongyang ha probado misiles hipersónicos y un vehículo de planeo de nueva generación, el Hwasong-16B, con un supuesto vuelo de 930 millas a velocidades superiores a Mach 12. Aunque persisten dudas sobre la veracidad de esos datos, el esfuerzo continuo sugiere que Corea del Norte quiere entrar en la carrera tecnológica más avanzada del armamento contemporáneo.

Drones y la lección de Ucrania. El uso de drones se ha convertido en un pilar del plan norcoreano. Pyongyang ha desplegado modelos de reconocimiento y está produciendo aparatos armados capaces de lanzar bombas guiadas por GPS. Su aprendizaje directo de la guerra en Ucrania, junto con la cooperación rusa en la fabricación de drones Geran (derivados de los iraníes Shahed), ha permitido un salto cualitativo.

Instructores rusos entrenan a pilotos norcoreanos, consolidando una nueva dimensión de la alianza tecnológica. La lentitud de Seúl en desarrollar una estrategia equivalente refuerza la ventaja táctica de Kim en la península coreana.

Image 55 Jpg

Imagen satelital que muestra la base operativa de misiles Sinpung Dong en Corea del Norte el 12 de agosto

La magnitud del programa. Contaba hace unas horas la CNN que el descubrimiento de la base misilística secreta de Sinpung-dong, situado apenas a 27 kilómetros de la frontera con China, confirma la existencia de instalaciones estratégicas que Pyongyang nunca ha declarado y que forman parte de una red oculta de entre 15 y 20 complejos de almacenamiento y despliegue de misiles balísticos.

El informe del Center for Strategic and International Studies advierte de que desde allí podrían desplegarse hasta nueve misiles intercontinentales de capacidad nuclear con sus respectivos lanzadores móviles, configurando una amenaza directa no solo para Asia Oriental, sino también para gran parte del territorio continental de Estados Unidos.

Ubicación y tamaño de la base. Levantada en un valle montañoso y atravesada por un arroyo, la base ocupa un área de 22 kilómetros cuadrados, lo que la hace más extensa que, por ejemplo, el aeropuerto internacional JFK de Nueva York. Las primeras evidencias de su construcción se remontan a 2004, y las imágenes satelitales señalan que está plenamente operativa desde 2014.

Desde entonces, se ha mantenido en buen estado, con continuas ampliaciones que reflejan la modernización del arsenal norcoreano. El emplazamiento, además, otorga una ventaja geopolítica: al hallarse tan próximo al territorio chino, cualquier operación militar contra la base entraña el riesgo de desencadenar un incidente con Pekín, un cálculo estratégico que refuerza el valor disuasorio del complejo.

Para qué. Aunque no se conoce con certeza qué tipo de misiles se almacenan en Sinpung-dong, los analistas consideran probable que se trate de los Hwasong-15 o Hwasong-18, ambos intercontinentales y con capacidad nuclear.

El complejo estaría dotado también de unidades móviles de transporte y lanzamiento, capaces de abandonar el recinto en situaciones de crisis, reunirse con convoyes de ojivas nucleares y ejecutar disparos desde posiciones dispersas previamente preparadas. Este esquema de operación aumenta la supervivencia del arsenal y la dificultad de neutralizarlo con un ataque preventivo.

Infraestructura camuflada. Hay más, ya que el estudio detalla la existencia de puestos de control, almacenes, edificios de mando y pequeñas viviendas dentro del complejo, algunos de ellos camuflados bajo espesos árboles y matorrales, invisibles en la mayoría de las imágenes satelitales salvo en invierno.

Dicho de otra forma, este grado de ocultación parece revelar una estrategia de dispersión y engaño que busca garantizar la continuidad operativa del programa. La base encaja en lo que los expertos denominan el “cinturón de misiles” de Corea del Norte, una red de instalaciones estratégicas diseñadas para expandir la disuasión nuclear del país y aumentar su capacidad de represalia frente a Estados Unidos y sus aliados.

Consecuencias y dilemas. En resumen, con un arsenal más creíble que nunca, Kim Jong Un posiblemente se sienta en posición de asumir mayores riesgos frente a Corea del Sur y sus aliados, lo que eleva la posibilidad de provocaciones desestabilizadoras. Aunque la mayoría de las nuevas capacidades aún no están plenamente maduras, cada prueba (exitosa o fallida) alimenta un proceso de aprendizaje irreversible.

Así, el gran temor de los analistas es que, con la ayuda de Moscú, Corea del Norte alcance un salto tecnológico explosivo que acelere la proliferación de armas avanzadas y vuelva imposible retroceder en el terreno nuclear. En ese escenario, la pregunta central parece clara: si la alianza con Rusia no solo garantizará la supervivencia del régimen, sino que lo colocará como un actor nuclear de primer orden con capacidad real de alterar el equilibrio estratégico en Asia-Pacífico.

Imagen | Ryan Chan, Planet Labs, Ryan Chan

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Rusia ha hecho posible el sueño de Kim Jong Un: que Corea del Norte sea una amenaza global por tierra, mar y aire

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Miguel Jorge

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​Ocurrió hace unas horas. Kim Jong Un reveló un plan para desarrollar un nuevo misil balístico intercontinental de combustible sólido, mostrando así los avances de su programa armamentístico justo antes de viajar a Pekín para reunirse con Xi Jinping y Putin en el marco de las celebraciones por el 80º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial. Porque Corea del Norte ha pasado de ser una posible amenaza para confirmarse como un desafío al orden internacional.

El nuevo eje y un impulso. El fin de semana, el Washington Post diseccionaba los últimos avances de Pyongyang. Desde 2021, cuando Kim Jong Un presentó un plan quinquenal para desarrollar capacidades nucleares propias de grandes potencias, Corea del Norte ha logrado avances inesperados gracias a un contexto internacional favorable y al apoyo directo de Rusia.

Lo hemos ido contando. La guerra en Ucrania abrió un canal de cooperación estratégica: Pyongyang suministró artillería y tropas a un Moscú ávido de munición, y a cambio recibió transferencia tecnológica, asistencia militar y respaldo económico. Este giro reduce la dependencia norcoreana de Estados Unidos como interlocutor y refuerza la capacidad de Kim para desafiar a Occidente con un arsenal más diverso y moderno.

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Progresos en ojivas y disuasión. Uno de los hitos recientes ha sido la presentación de la Hwasan-31, una ojiva táctica miniaturizada que refleja progresos en la adaptación de armas nucleares a misiles. Aunque no se ha probado aún en detonación ni en reentrada atmosférica, su mera existencia sugiere que Pyongyang avanza hacia un arsenal más flexible y difícil de neutralizar.

Al mismo tiempo, Kim mantiene la ambición de culminar el desarrollo de una bomba de hidrógeno de gran potencia, apoyado en la producción continuada de uranio altamente enriquecido, lo que refuerza la amenaza de un repertorio de armas cada vez más variado.

Misiles, satélites y saturación. En los últimos cuatro años Corea del Norte ha probado misiles balísticos intercontinentales con alcance hacia territorio continental estadounidense, además de misiles tácticos destinados a Japón y Corea del Sur. Tras varios intentos fallidos, consiguió poner en órbita un satélite de reconocimiento militar, un objetivo estratégico de largo recorrido.

El desafío actual reside en el desarrollo de vehículos de reentrada múltiple (MIRV), que permitirían a un solo misil transportar varias cabezas nucleares hacia distintos blancos, complicando la defensa antimisiles estadounidense. Un ensayo en 2024, aunque fallido en su fase de propulsión, confirma la seriedad del proyecto y anticipa más pruebas en el futuro inmediato.

Submarinos nucleares e hipersónicos. Lo contamos también. El régimen ha mostrado la estructura de lo que afirma será su primer submarino de propulsión nuclear, una tecnología reservada a un reducido club mundial. Aunque los expertos creen que está lejos de operatividad, la experiencia rusa en este terreno podría acelerar los plazos, como ya ocurrió con India en la década de 1980.

Paralelamente, Pyongyang ha probado misiles hipersónicos y un vehículo de planeo de nueva generación, el Hwasong-16B, con un supuesto vuelo de 930 millas a velocidades superiores a Mach 12. Aunque persisten dudas sobre la veracidad de esos datos, el esfuerzo continuo sugiere que Corea del Norte quiere entrar en la carrera tecnológica más avanzada del armamento contemporáneo.

Drones y la lección de Ucrania. El uso de drones se ha convertido en un pilar del plan norcoreano. Pyongyang ha desplegado modelos de reconocimiento y está produciendo aparatos armados capaces de lanzar bombas guiadas por GPS. Su aprendizaje directo de la guerra en Ucrania, junto con la cooperación rusa en la fabricación de drones Geran (derivados de los iraníes Shahed), ha permitido un salto cualitativo.

Instructores rusos entrenan a pilotos norcoreanos, consolidando una nueva dimensión de la alianza tecnológica. La lentitud de Seúl en desarrollar una estrategia equivalente refuerza la ventaja táctica de Kim en la península coreana.

Imagen satelital que muestra la base operativa de misiles Sinpung Dong en Corea del Norte el 12 de agosto

La magnitud del programa. Contaba hace unas horas la CNN que el descubrimiento de la base misilística secreta de Sinpung-dong, situado apenas a 27 kilómetros de la frontera con China, confirma la existencia de instalaciones estratégicas que Pyongyang nunca ha declarado y que forman parte de una red oculta de entre 15 y 20 complejos de almacenamiento y despliegue de misiles balísticos.

El informe del Center for Strategic and International Studies advierte de que desde allí podrían desplegarse hasta nueve misiles intercontinentales de capacidad nuclear con sus respectivos lanzadores móviles, configurando una amenaza directa no solo para Asia Oriental, sino también para gran parte del territorio continental de Estados Unidos.

Ubicación y tamaño de la base. Levantada en un valle montañoso y atravesada por un arroyo, la base ocupa un área de 22 kilómetros cuadrados, lo que la hace más extensa que, por ejemplo, el aeropuerto internacional JFK de Nueva York. Las primeras evidencias de su construcción se remontan a 2004, y las imágenes satelitales señalan que está plenamente operativa desde 2014.

Desde entonces, se ha mantenido en buen estado, con continuas ampliaciones que reflejan la modernización del arsenal norcoreano. El emplazamiento, además, otorga una ventaja geopolítica: al hallarse tan próximo al territorio chino, cualquier operación militar contra la base entraña el riesgo de desencadenar un incidente con Pekín, un cálculo estratégico que refuerza el valor disuasorio del complejo.

Para qué. Aunque no se conoce con certeza qué tipo de misiles se almacenan en Sinpung-dong, los analistas consideran probable que se trate de los Hwasong-15 o Hwasong-18, ambos intercontinentales y con capacidad nuclear.

El complejo estaría dotado también de unidades móviles de transporte y lanzamiento, capaces de abandonar el recinto en situaciones de crisis, reunirse con convoyes de ojivas nucleares y ejecutar disparos desde posiciones dispersas previamente preparadas. Este esquema de operación aumenta la supervivencia del arsenal y la dificultad de neutralizarlo con un ataque preventivo.

Infraestructura camuflada. Hay más, ya que el estudio detalla la existencia de puestos de control, almacenes, edificios de mando y pequeñas viviendas dentro del complejo, algunos de ellos camuflados bajo espesos árboles y matorrales, invisibles en la mayoría de las imágenes satelitales salvo en invierno.

Dicho de otra forma, este grado de ocultación parece revelar una estrategia de dispersión y engaño que busca garantizar la continuidad operativa del programa. La base encaja en lo que los expertos denominan el “cinturón de misiles” de Corea del Norte, una red de instalaciones estratégicas diseñadas para expandir la disuasión nuclear del país y aumentar su capacidad de represalia frente a Estados Unidos y sus aliados.

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Así, el gran temor de los analistas es que, con la ayuda de Moscú, Corea del Norte alcance un salto tecnológico explosivo que acelere la proliferación de armas avanzadas y vuelva imposible retroceder en el terreno nuclear. En ese escenario, la pregunta central parece clara: si la alianza con Rusia no solo garantizará la supervivencia del régimen, sino que lo colocará como un actor nuclear de primer orden con capacidad real de alterar el equilibrio estratégico en Asia-Pacífico.

Imagen | Ryan Chan, Planet Labs, Ryan Chan

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Miguel Jorge

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