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Rusia quiere acabar con WhatsApp y Telegram. Para hacerlo obligará a instalar su propia app de mensajería acusada de espiar

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Rusia quiere acabar con WhatsApp y Telegram. Para hacerlo obligará a instalar su propia app de mensajería acusada de espiar

Rusia acaba de mover una pieza clave en su tablero de control digital. El gobierno ha ordenado que todos los teléfonos móviles y tabletas que se comercialicen en el país deberán venir con una nueva aplicación preinstalada: ‘Max’, un servicio de mensajería impulsado por el Estado que, según los críticos, está diseñado como una potente herramienta de vigilancia gubernamental.

Coincide junto a otras restricciones. Esta nueva medida se produce apenas una semana después de que el regulador ruso, Roskomnadzor, comenzará a restringir las llamadas de voz en servicios tan populares como WhatsApp y Telegram, castigándolos por su negativa a entregar datos de sus usuarios a las autoridades.

‘Max’, el reemplazo forzoso que se integra con el gobierno. Esta nueva aplicación no parte de cero. Reemplazará a otra aplicación de mensajería desarrollada por el gigante tecnológico ruso VK, que ya era de instalación obligatoria desde 2023. Sin embargo, ‘Max’ va un paso más allá, ya que se integrará directamente con los servicios gubernamentales, centralizando aún más la comunicación de los ciudadanos a través de una plataforma controlada por el Kremlin. Y ya ha conseguido 18 millones de descargas según fuentes oficiales.

Esta medida forma parte de una ley vigente desde 2021 que obliga a que smartphone, tabletas y ordenadores incluyan software de origen ruso. Aunque la justificación oficial es la protección de datos de los ciudadanos, organizaciones de derechos digitales llevan años denunciando que el objetivo real es limitar las libertades digitales y monitorizar la actividad de la población.

Un control aumentado desde la guerra con Ucrania. La campaña contra los servicios de mensajería extranjeros se han intensificado drásticamente desde el año 2022. El gobierno ruso acusa repetidamente a plataformas como Telegram de ser utilizadas por Ucrania para reclutar agentes y organizar actores terroristas en su territorio.

De esta manera, como parte de su estrategia, el Kremlin ya ha ordenado a funcionarios y legisladores que abandonen sus canales de Telegram y migren a ‘Max’. Todo por su propia seguridad. O así lo venden.

El primer golpe afectó a WhatsApp y Telegram. Antes de imponer su nueva app, Rusia ya había empezado a degradar la experiencia de la competencia. Roskomnadzor anunció “medidas para contrarrestar a los criminales”, que se tradujeron en una restricción selectiva de las llamadas de voz en WhatsApp y Telegram.

Actualmente, las llamadas en estas plataformas apenas funcionan, ya que los usuarios en Rusia están reportando un servicio plagado de zumbidos y audio distorsionado. Es una forma sutil, pero efectivo de hacer que las aplicaciones sean menos útiles y frustrantes para su base combinada de casi 200 millones de usuarios en el país.

El regulador ha afirmado que la funcionalidad se restaurará cuando las aplicaciones “comiencen a cumplir con la legislación rusa”, algo que se considera extremadamente improbable. Por tanto, la degradación del servicio podría ser solo el preludio de un bloqueo total.

El ecosistema se cierra: RuStore obligatorio en Apple. El plan del Kremlin no se limita al software de mensajería. La misma fecha en que ‘Max’ se vuelve obligatoria, el 1 de septiembre, también entra en vigor otra imposición clave: RuStore, la tienda aplicaciones nacional de Rusia, deberá estar preinstalada en todos los dispositivos de Apple. Hasta ahora, ya era obligatoria en todos los dispositivos Android vendidos en el país.

Con este movimiento, Rusia se asegura no solo de que sus aplicaciones estén en los dispositivos, sino de controlar también el principal canal de distribución de software, cerrando el círculo de su ecosistema digital soberano. Mientras las autoridades insisten en que estas medidas son necesarias para prevenir el terrorismo y proteger a los menores, para los opositores la realidad es otra: la construcción de un gran cortafuegos digital para aislar y vigilar a sus ciudadanos.

No es el único país que aplica limitaciones. China con la imposibilidad de acceder a servicios de Google desde su territorio, es un claro ejemplo de cómo los países tratan de aplicar controles a sus ciudadanos. Corea del Norte también es otro ejemplo donde se impone un sistema operativo único y el acceso a la tecnología está sumamente controlado.

Imágenes | IGORN

En Xataka | Cambiar WhatsApp y Telegram por una alternativa europea: cómo hacerlo y qué debes tener en cuenta


La noticia

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Xataka

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José A. Lizana

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​Rusia acaba de mover una pieza clave en su tablero de control digital. El gobierno ha ordenado que todos los teléfonos móviles y tabletas que se comercialicen en el país deberán venir con una nueva aplicación preinstalada: ‘Max’, un servicio de mensajería impulsado por el Estado que, según los críticos, está diseñado como una potente herramienta de vigilancia gubernamental.

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De esta manera, como parte de su estrategia, el Kremlin ya ha ordenado a funcionarios y legisladores que abandonen sus canales de Telegram y migren a ‘Max’. Todo por su propia seguridad. O así lo venden.

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Actualmente, las llamadas en estas plataformas apenas funcionan, ya que los usuarios en Rusia están reportando un servicio plagado de zumbidos y audio distorsionado. Es una forma sutil, pero efectivo de hacer que las aplicaciones sean menos útiles y frustrantes para su base combinada de casi 200 millones de usuarios en el país.

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Con este movimiento, Rusia se asegura no solo de que sus aplicaciones estén en los dispositivos, sino de controlar también el principal canal de distribución de software, cerrando el círculo de su ecosistema digital soberano. Mientras las autoridades insisten en que estas medidas son necesarias para prevenir el terrorismo y proteger a los menores, para los opositores la realidad es otra: la construcción de un gran cortafuegos digital para aislar y vigilar a sus ciudadanos.

No es el único país que aplica limitaciones. China con la imposibilidad de acceder a servicios de Google desde su territorio, es un claro ejemplo de cómo los países tratan de aplicar controles a sus ciudadanos. Corea del Norte también es otro ejemplo donde se impone un sistema operativo único y el acceso a la tecnología está sumamente controlado.

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José A. Lizana

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