Ciencia y Tecnología
Europa presume de ser una potencia renovable, pero resulta que quiere importar energía directamente de África

El sol del desierto golpea con fuerza las llanuras polvorientas de Túnez y Argelia. A simple vista, parecen tierras vacías, pero pronto podrían transformarse en un mosaico de torres eólicas, campos solares y baterías capaces de almacenar tanta electricidad como para alimentar millones de hogares europeos. No será energía para las ciudades cercanas: cruzará el Mediterráneo por cables submarinos para encender hogares, fábricas y trenes al otro lado. La Unión Europea ha decidido que su transición energética no se construirá solo en casa: buena parte de su futuro verde viajará desde el norte de África.
Una lista prioritaria. La Comisión Europea acaba de actualizar su lista de proyectos transfronterizos de energías renovables, incorporando cinco nuevos planes que tendrán acceso preferente a financiación del Mecanismo Conectar Europa (CEF) y mayor visibilidad internacional. Entre ellos, destaca uno que simboliza la nueva estrategia energética del bloque: Medlink.
Según documentos citados por Bloomberg, Medlink prevé instalar 10 GW de energía eólica, solar y sistemas de almacenamiento en Túnez y Argelia. La electricidad viajará por dos cables marinos de alta tensión hasta Italia, con una capacidad anual de 28 TWh, suficiente para cubrir cerca del 8 % de la demanda eléctrica italiana. El proyecto, impulsado por la compañía italiana Zhero, podría ampliarse para suministrar energía a Austria, Alemania y Suiza a partir de 2030.
La Comisión Europea establece que, para entrar en su lista, un proyecto debe involucrar al menos a dos Estados miembros o a un Estado miembro y un país tercero. Con esta actualización, trece iniciativas forman parte de esta categoría especial.
Otros actores en movimiento. El impulso no se limita a Túnez y Argelia. Empezando por Marruecos que aspira a que las energías renovables representen el 52 % de su capacidad instalada en 2030 y ha lanzado seis megaproyectos de hidrógeno verde. Entre las empresas implicadas figuran las españolas Acciona y Cepsa, junto a gigantes europeos, árabes, chinos y estadounidenses. Estos proyectos no solo producirán hidrógeno, sino también amoníaco, acero y combustibles industriales verdes, con destino tanto a mercados internacionales como al abastecimiento de Europa, según datos recogidos en Xataka.
Por su parte, Egipto ha atraído miles de millones en inversiones europeas para plantas solares, eólicas y de hidrógeno verde, gran parte de cuya producción está destinada a exportación. Sin embargo, un informe reportado por The Guardian de Greenpeace advierte que esta estrategia podría limitar la descarbonización local, manteniendo al país dependiente de combustibles fósiles importados como el mazut, un derivado del petróleo con alto contenido en contaminantes.
En paralelo, avanza también Elmed, un proyecto de interconexión submarina de 600 MW entre Túnez e Italia, independiente de Medlink y centrado en energía hidroeléctrica. Con su puesta en marcha prevista para 2028, cuenta con financiación del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo, el Fondo Verde para el Clima y el Banco Alemán de Desarrollo, según ha informado Enterprise.
La implicación de esta apuesta. En Bruselas lo ven como una jugada doble: acelerar la transición verde y reducir la dependencia del gas ruso, que se desplomó tras la invasión de Ucrania. Italia gana peso como puerta de entrada de renovables hacia el norte, y países como España restablecen relaciones energéticas clave, como el acuerdo entre Naturgy y la argelina Sonatrach para fijar precios de gas hasta 2027.
La Comisión Europea defiende que estas interconexiones y megaproyectos son “esenciales para cumplir con los objetivos del Pacto Verde Europeo y reforzar la seguridad energética” en un momento de incertidumbre global.
Las voces críticas no se han hecho esperar. Como han detallado en un repotaje para The Guardian, Greenpeace denuncia que Europa corre el riesgo de “externalizar” los costes socioambientales al sur global: uso intensivo de agua en zonas áridas, desplazamiento de comunidades y priorización del suministro europeo sobre el desarrollo local. Hanen Keskes, responsable de campañas de la organización en Oriente Medio y Norte de África ha setenciado: “El norte global debe asumir su responsabilidad y construir capacidad renovable doméstica, en lugar de externalizar costes al sur global”.
Mirando al futuro (casi) inmediato. La UE se ha fijado como objetivo importar 10 millones de toneladas de hidrógeno renovable en 2030. Marruecos quiere ser uno de los principales exportadores junto con Argelia y Egipto, una tendencia que se va extendiendo por todo el norte de África.
En el mapa energético europeo, el sur del Mediterráneo está dejando de ser una frontera. Bajo el mar, cables de alta tensión unirán desiertos soleados con ciudades industriales. Es una oportunidad histórica para acelerar la descarbonización del continente siempre que, como advierten los críticos, la luz que llegue a Europa no deje en sombra a quienes viven bajo el sol que la genera.
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La noticia
Europa presume de ser una potencia renovable, pero resulta que quiere importar energía directamente de África
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Alba Otero
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Una lista prioritaria. La Comisión Europea acaba de actualizar su lista de proyectos transfronterizos de energías renovables, incorporando cinco nuevos planes que tendrán acceso preferente a financiación del Mecanismo Conectar Europa (CEF) y mayor visibilidad internacional. Entre ellos, destaca uno que simboliza la nueva estrategia energética del bloque: Medlink.
Según documentos citados por Bloomberg, Medlink prevé instalar 10 GW de energía eólica, solar y sistemas de almacenamiento en Túnez y Argelia. La electricidad viajará por dos cables marinos de alta tensión hasta Italia, con una capacidad anual de 28 TWh, suficiente para cubrir cerca del 8 % de la demanda eléctrica italiana. El proyecto, impulsado por la compañía italiana Zhero, podría ampliarse para suministrar energía a Austria, Alemania y Suiza a partir de 2030.
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Por su parte, Egipto ha atraído miles de millones en inversiones europeas para plantas solares, eólicas y de hidrógeno verde, gran parte de cuya producción está destinada a exportación. Sin embargo, un informe reportado por The Guardian de Greenpeace advierte que esta estrategia podría limitar la descarbonización local, manteniendo al país dependiente de combustibles fósiles importados como el mazut, un derivado del petróleo con alto contenido en contaminantes.
En paralelo, avanza también Elmed, un proyecto de interconexión submarina de 600 MW entre Túnez e Italia, independiente de Medlink y centrado en energía hidroeléctrica. Con su puesta en marcha prevista para 2028, cuenta con financiación del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo, el Fondo Verde para el Clima y el Banco Alemán de Desarrollo, según ha informado Enterprise.
La implicación de esta apuesta. En Bruselas lo ven como una jugada doble: acelerar la transición verde y reducir la dependencia del gas ruso, que se desplomó tras la invasión de Ucrania. Italia gana peso como puerta de entrada de renovables hacia el norte, y países como España restablecen relaciones energéticas clave, como el acuerdo entre Naturgy y la argelina Sonatrach para fijar precios de gas hasta 2027.
La Comisión Europea defiende que estas interconexiones y megaproyectos son “esenciales para cumplir con los objetivos del Pacto Verde Europeo y reforzar la seguridad energética” en un momento de incertidumbre global.
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Imagen | Unsplash y Unsplash
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