Ciencia y Tecnología
No es que Rusia no encuentre los F-16 de Ucrania, es que Kiev ha descubierto el escondite perfecto para el futuro de las guerras

El problema de las guerras modernas es que han dejado de ser un asunto geográfico, y las capacidades tecnológicas actuales, con los drones y la IA a la cabeza, están erosionando las barreras físicas que antes existían. Eso quedó claro, por ejemplo, con la operación SpiderWeb de Ucrania sobre las bases aéreas rusas. De hecho, en los primeros 18 meses de la guerra, Ucrania perdió muy pocos aviones en tierra frente al número de Moscú, y el último movimiento augura una cifra todavía más baja.
La guerra de movilidad. La llegada de los F-16 a la Fuerza Aérea ucraniana ha venido acompañada de un esfuerzo paralelo por crear un ecosistema móvil capaz de sostener operaciones continuas en un escenario donde cada base es un blanco potencial de la aviación y los misiles rusos.
¿Solución? La fundación ucraniana Come Back Alive, en cooperación con el conglomerado estatal Office 61 y con el apoyo financiero de la empresa energética Ukrnafta, entregó recientemente un conjunto de vehículos diseñados específicamente para dotar a los F-16 de la flexibilidad logística necesaria.
Cuatro ruedas y cazas. La adquisición incluyó camiones taller para la preparación de armamento, camiones con grúa para la carga de misiles y bombas, pickups para transporte de personal y, sobre todo, un complejo de planificación de misiones sobre ruedas compuesto por un camión MAN 6×6 y un módulo remolcado habitable, que permitirá realizar briefings, planear operaciones y desplazarse rápidamente allí donde se requiera.
Con esta inversión, cifrada en algo más de 1,2 millones de dólares, Ucrania obtiene no solo una mejora técnica (por ejemplo, reducir de una docena a tres el número de operarios necesarios para montar municiones en cada avión), sino también una ventaja operativa en un entorno donde la rapidez y la dispersión son sinónimos de supervivencia.
El concepto de operaciones distribuidas. La lógica detrás de esta innovación es simple pero estratégica: impedir que Rusia pueda anticipar o destruir en tierra los cazas de fabricación occidental. Ucrania ya había desarrollado la costumbre de alternar bases aéreas e incluso utilizar tramos de autopistas como pistas improvisadas, una práctica heredada del diseño soviético de operar en entornos austeros, pero ahora amplificada por el carácter de alta tecnología de los F-16.
Esta capacidad de moverse con infraestructuras de apoyo sobre ruedas convierte cada carretera en una base potencial y cada misión en un juego de ocultamiento. En este sentido, los nuevos vehículos no son simples camiones: representan una doctrina adaptativa en la que la aviación abandona la noción de bases fijas y abraza la movilidad total como escudo frente a ataques de misiles, drones y bombarderos enemigos.
La OTAN y el aprendizaje estadounidense. Las lecciones que Ucrania aplica en condiciones extremas están siendo observadas con atención por Estados Unidos y sus aliados. Lo contamos el otro día: la doctrina de Agile Combat Employment (ACE), que busca dispersar la aviación de combate en múltiples localizaciones temporales, se nutre directamente de la experiencia ucraniana. Generales de la USAF reconocen que Ucrania ha logrado evitar la destrucción masiva de su aviación gracias a no despegar ni aterrizar en el mismo lugar dos veces seguidas, obligando al enemigo a malgastar inteligencia y munición.
La contrapartida de esta agilidad es la exigencia logística: cada emplazamiento necesita combustible, municiones y equipos de mantenimiento que deben ser compactos, transportables y rápidos de instalar. El propio Cuerpo de Marines de Estados Unidos ha iniciado proyectos para dotarse de camiones contraincendios aerotransportables en C-130 y de equipos más ligeros y modulares que puedan acompañar a escuadrones en movimientos constantes, lo que marca un giro profundo en la concepción de la guerra aérea.
Futuro de la aviación. Qué duda cabe, lo que hoy se prueba en Ucrania tiene implicaciones globales. En un eventual enfrentamiento con China en el Pacífico, ninguna potencia podría garantizar la protección de todas sus bases aéreas, y la dispersión móvil será la clave de la supervivencia.
Los cazas no podrán permanecer semanas en un mismo aeródromo sin defensa antiaérea densa; sus operaciones se medirán en horas o días, con despliegues puntuales para reabastecimiento y rearme antes de regresar a bases principales más protegidas. Esto exigirá rediseñar equipos de apoyo más ligeros, pensar en nuevas arquitecturas de sostenimiento y maximizar la movilidad terrestre y aérea.
Ucrania, otra vez laboratorio. En definitiva, la incorporación de estos diez vehículos al servicio de los F-16 puede parecer un detalle menor en el fragor de la guerra, pero encarna una transformación más profunda: la de una aviación que ya no puede confiar en la solidez de sus bases y que depende de la velocidad, la dispersión y la creatividad logística.
Ucrania se convierte así en campo de pruebas de una doctrina que Occidente, y en particular Estados Unidos, contempla como esencial para sobrevivir a los conflictos de alta intensidad del futuro. Así, cada camión taller y cada módulo de planificación rodante no son solo piezas de metal, sino símbolos de cómo la guerra obliga a reinventar la manera de concebir la potencia aérea de hoy.
Imagen | “Come Back Alive” Foundation
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La noticia
No es que Rusia no encuentre los F-16 de Ucrania, es que Kiev ha descubierto el escondite perfecto para el futuro de las guerras
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Miguel Jorge
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El problema de las guerras modernas es que han dejado de ser un asunto geográfico, y las capacidades tecnológicas actuales, con los drones y la IA a la cabeza, están erosionando las barreras físicas que antes existían. Eso quedó claro, por ejemplo, con la operación SpiderWeb de Ucrania sobre las bases aéreas rusas. De hecho, en los primeros 18 meses de la guerra, Ucrania perdió muy pocos aviones en tierra frente al número de Moscú, y el último movimiento augura una cifra todavía más baja.
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Ucrania se convierte así en campo de pruebas de una doctrina que Occidente, y en particular Estados Unidos, contempla como esencial para sobrevivir a los conflictos de alta intensidad del futuro. Así, cada camión taller y cada módulo de planificación rodante no son solo piezas de metal, sino símbolos de cómo la guerra obliga a reinventar la manera de concebir la potencia aérea de hoy.
Imagen | “Come Back Alive” Foundation
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fue publicada originalmente en
Xataka
por
Miguel Jorge
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