Ciencia y Tecnología
El metal que electrifica el mundo se tambalea: la “batalla del cobre” de EEUU desata un desplome histórico en los mercados

Julio fue un mes de vértigo en los mercados de metales. La sola amenaza de un arancel del 50% a las importaciones de cobre en Estados Unidos anunciada a comienzos de mes por Donald Trump, disparó los precios en Nueva York y desató una carrera contrarreloj de traders que llenaron puertos y almacenes de cobre antes de la fecha límite del 1 de agosto.
Un giro inesperado. Horas previas al plazo, la Casa Blanca decidió que el impuesto no abarcaría a todo el cobre, sino únicamente a tuberías, cables y componentes eléctricos. Como ha detallado Financial Times, quedaban excluidos productos clave como minerales, concentrados, cátodos y también chatarra. Ademas, según Reuters, los gravámenes no se acumularían con los ya vigentes sobre automóviles. El resultado fue inmediato: un desplome de entre el 17% y el 22% en los futuros de cobre en la bolsa Comex, como ha reportado The Wall Street Journal. Fue la mayor caída diaria desde 1987.
El golpe es significativo. Como ha explicado Financial Times, Estados Unidos depende de las importaciones para alrededor de la mitad de su consumo de cobre refinado y solo cuenta con dos fundiciones: Freeport-McMoRan y Rio Tinto. Por lo tanto, la medida protege a los fabricantes que usan cobre (electrónica, fontanería, cableado), pero no estimula a la industria minera ni a la refinación doméstica, históricamente limitadas. Además, desde Wall Street Journal recordaron que construir nuevas fundiciones cuesta más de 5.000 millones de dólares y lleva más años de los que quedan en la actual presidencia, lo que resta incentivo a la inversión local.
“Un problema de seguridad nacional”. Así justifico Donald Trump la medida. Según Reuters, la decisión se enmarca en una ola de anuncios arancelarios simultáneos contra India, Brasil y Corea del Sur, así como en el fin de la exención conocida como de minimis para paquetes de bajo valor. Según analistas citados por The Guardian, el viraje en la política arancelaria del cobre sugiere que alguien en el entorno presidencial convenció a Trump de que la economía estadounidense no podía soportar un arancel tan amplio. El mercado lo interpretó como un “epic backflip”, es decir, un gesto político que buscaba mostrar firmeza comercial, sin golpear de lleno a la manufactura estadounidense.
¿A nivel global? En el corto plazo, el resultado más visible será una sobrecarga de inventarios en EE. UU.. Desde que Trump anunció el posible arancel en julio, el país recibió más de 550.000 toneladas de cobre, según datos de la firma Kpler citados por Reuters. Solo una fracción de estos cargamentos logró llegar a suelo estadounidense antes del 1 de agosto.
Esto abre la posibilidad de que parte de ese cobre sea reexportado, aunque analistas como los de Macquarie calculan que el mercado necesitaría al menos nueve meses de consumo interno para absorberlo. Para Goldman Sachs, el escenario de una posible tarifa sobre cobre refinado en 2027 evitará diferencias extremas entre los precios de EE. UU. y los internacionales.
En paralelo, Bloomberg ha destacado que los intentos de obtener exenciones por parte de socios estratégicos como la Unión Europea, Chile o Corea del Sur no lograron frenar la medida, lo que eleva las tensiones comerciales en el sector de los metales.
Las previsiones no son tranquilizadoras. La tensión actual se inserta en una tendencia de fondo mucho más compleja. Según el último informe de la Agencia Internacional de la Energía, el cobre podría enfrentar un déficit de suministro del 30% hacia 2035, debido a la caída en la ley del mineral, la escasez de nuevos yacimientos y los largos plazos de desarrollo (17 años en promedio para una nueva mina). La demanda, en cambio, sigue creciendo: un 3% en 2024, impulsada por redes eléctricas, vehículos eléctricos y centros de datos. La IEA ha señalado que las soluciones pasan por acelerar permisos, fomentar el reciclaje y explorar sustitutos parciales como el aluminio en aplicaciones no críticas.
El futuro inmediato del cobre. Como ha sentenciado Tom Price, analista de Panmure Liberum, a The Guardian: “Los mercados están ahora reajustando el precio del cobre refinado tras el épico cambio de postura de Trump”. El episodio deja una advertencia: el cobre, mineral clave para la transición energética y digital, se ha convertido en una materia prima tan política como estratégica. Con una demanda al alza y una oferta cada vez más comprometida, las decisiones que hoy afectan su comercio marcarán, en gran medida, el futuro energético del planeta.
Imagen | Pexels
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El metal que electrifica el mundo se tambalea: la “batalla del cobre” de EEUU desata un desplome histórico en los mercados
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Xataka
por
Alba Otero
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Julio fue un mes de vértigo en los mercados de metales. La sola amenaza de un arancel del 50% a las importaciones de cobre en Estados Unidos anunciada a comienzos de mes por Donald Trump, disparó los precios en Nueva York y desató una carrera contrarreloj de traders que llenaron puertos y almacenes de cobre antes de la fecha límite del 1 de agosto.
Un giro inesperado. Horas previas al plazo, la Casa Blanca decidió que el impuesto no abarcaría a todo el cobre, sino únicamente a tuberías, cables y componentes eléctricos. Como ha detallado Financial Times, quedaban excluidos productos clave como minerales, concentrados, cátodos y también chatarra. Ademas, según Reuters, los gravámenes no se acumularían con los ya vigentes sobre automóviles. El resultado fue inmediato: un desplome de entre el 17% y el 22% en los futuros de cobre en la bolsa Comex, como ha reportado The Wall Street Journal. Fue la mayor caída diaria desde 1987.
El golpe es significativo. Como ha explicado Financial Times, Estados Unidos depende de las importaciones para alrededor de la mitad de su consumo de cobre refinado y solo cuenta con dos fundiciones: Freeport-McMoRan y Rio Tinto. Por lo tanto, la medida protege a los fabricantes que usan cobre (electrónica, fontanería, cableado), pero no estimula a la industria minera ni a la refinación doméstica, históricamente limitadas. Además, desde Wall Street Journal recordaron que construir nuevas fundiciones cuesta más de 5.000 millones de dólares y lleva más años de los que quedan en la actual presidencia, lo que resta incentivo a la inversión local.
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¿A nivel global? En el corto plazo, el resultado más visible será una sobrecarga de inventarios en EE. UU.. Desde que Trump anunció el posible arancel en julio, el país recibió más de 550.000 toneladas de cobre, según datos de la firma Kpler citados por Reuters. Solo una fracción de estos cargamentos logró llegar a suelo estadounidense antes del 1 de agosto.
Esto abre la posibilidad de que parte de ese cobre sea reexportado, aunque analistas como los de Macquarie calculan que el mercado necesitaría al menos nueve meses de consumo interno para absorberlo. Para Goldman Sachs, el escenario de una posible tarifa sobre cobre refinado en 2027 evitará diferencias extremas entre los precios de EE. UU. y los internacionales.
En paralelo, Bloomberg ha destacado que los intentos de obtener exenciones por parte de socios estratégicos como la Unión Europea, Chile o Corea del Sur no lograron frenar la medida, lo que eleva las tensiones comerciales en el sector de los metales.
Las previsiones no son tranquilizadoras. La tensión actual se inserta en una tendencia de fondo mucho más compleja. Según el último informe de la Agencia Internacional de la Energía, el cobre podría enfrentar un déficit de suministro del 30% hacia 2035, debido a la caída en la ley del mineral, la escasez de nuevos yacimientos y los largos plazos de desarrollo (17 años en promedio para una nueva mina). La demanda, en cambio, sigue creciendo: un 3% en 2024, impulsada por redes eléctricas, vehículos eléctricos y centros de datos. La IEA ha señalado que las soluciones pasan por acelerar permisos, fomentar el reciclaje y explorar sustitutos parciales como el aluminio en aplicaciones no críticas.
El futuro inmediato del cobre. Como ha sentenciado Tom Price, analista de Panmure Liberum, a The Guardian: “Los mercados están ahora reajustando el precio del cobre refinado tras el épico cambio de postura de Trump”. El episodio deja una advertencia: el cobre, mineral clave para la transición energética y digital, se ha convertido en una materia prima tan política como estratégica. Con una demanda al alza y una oferta cada vez más comprometida, las decisiones que hoy afectan su comercio marcarán, en gran medida, el futuro energético del planeta.
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Alba Otero
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