Ciencia y Tecnología
La buena noticia para Rusia es que el terremoto ocurrió en una zona alejada. La mala es que concentraba sus submarinos nucleares

Ayer nos despertamos con la noticia de un terremoto histórico en una zona del planeta que posiblemente no habías escuchado en la vida. Tiene sentido, Kamchatka se encuentra en el extremo más oriental de la región del Extremo Oriente ruso, un lugar tan inhóspito que tiene un lado “bueno” de la historia: no hubo que contar bajas humanas en Rusia. Sin embargo, y debido precisamente a su situación geográfica, allí es donde Moscú guarda parte de su arsenal nuclear.
El epicentro del poder submarino ruso. Sí, el sismo de magnitud 8,8 que sacudió la península de Kamchatka, uno de los más potentes registrados en la historia moderna, ha puesto bajo el foco internacional a una de las instalaciones militares más sensibles de Rusia: las bases navales de la bahía de Avacha.
El movimiento, que generó olas de tsunami en el Pacífico y coincidió con la erupción del volcán Klyuchevskaya Sopka, se produjo apenas a 100 kilómetros del corazón del poder disuasorio nuclear ruso en el Lejano Oriente. Aunque las autoridades de Moscú aseguran que no hay víctimas mortales ni daños graves, las dudas giran en torno al estado real de Rybachiy, base principal de los submarinos estratégicos rusos, y del complejo naval de Petropavlovsk-Kamchatsky.
Rybachiy: el bastión de la disuasión nuclear. La base de Rybachiy alberga la columna vertebral de la flota estratégica submarina de Rusia en el océano Pacífico: los SSBN de la clase Borei y Borei-A, sucesores de los antiguos Delta, capaces de portar misiles balísticos intercontinentales con cabezas nucleares. Esta instalación, complementada por astilleros y muelles de carga de misiles, representa una pieza central de la triada nuclear rusa, diseñada para garantizar la capacidad de represalia en caso de conflicto global.
En la zona también operan submarinos de ataque avanzados, como los Yasen-M (señalados por Estados Unidos como una de las principales amenazas bajo el agua), además de unidades Oscar y otros sumergibles de propulsión nuclear o convencional. La vulnerabilidad de estos activos ante fenómenos naturales extremos genera ahora serias incógnitas.
El factor Belgorod y el arma Poseidón. A la incertidumbre se suma el hecho de que Rusia planea desplazar al misterioso K-329 Belgorod a esta misma base. Este submarino, el más largo del mundo, es una versión profundamente modificada de la clase Oscar II concebido para transportar los torpedos nucleares intercontinentales Poseidón, un sistema estratégico bautizado también como Status-6, pensado para burlar defensas y generar tsunamis radiactivos.
Además, el Belgorod está diseñado para misiones de inteligencia submarina y operaciones encubiertas. La mera posibilidad de que se encontrara en Avacha Bay durante el sismo eleva el interés estratégico de la catástrofe natural.
Riesgos técnicos inmediatos y las instalaciones. De momento no existen evidencias claras de daños en las infraestructuras ni en las unidades atracadas. La propia geografía de la bahía podría haber actuado como escudo natural contra el impacto de las olas.
Sin embargo, señalaban los analistas de TWZ que incluso variaciones menores del nivel del mar pueden ocasionar problemas críticos: desde submarinos golpeando con violencia sus amarras (incidentes conocidos como allision) hasta la entrada de agua en compuertas abiertas o en naves sometidas a mantenimiento. La robustez de las instalaciones, construidas con la hipótesis de un ataque nuclear en mente, refuerza la tesis de que los daños hayan sido limitados, pero no elimina del todo la incertidumbre.
El problema de concentrar un punto. Más allá de la situación puntual, el terremoto expone un dilema estructural: el riesgo de concentrar una parte sustancial de la disuasión nuclear rusa en un enclave geográfico confinado.
La bahía de Avacha, con sus astilleros, arsenales y unidades estratégicas, constituye un objetivo crítico tanto desde el punto de vista militar como natural. La amenaza de un ataque enemigo fue prevista en el diseño de las bases, pero no la de un fenómeno sísmico de magnitudes históricas, capaz de poner en entredicho la seguridad de una pieza clave de la triada nuclear rusa.
Implicaciones estratégicas. De fondo, el episodio demuestra cómo la estabilidad del arsenal nuclear mundial puede depender de factores naturales imprevisibles. Un solo terremoto, en cuestión de segundos, puede comprometer la operatividad de submarinos estratégicos cuya función es asegurar el equilibrio del terror nuclear.
El hecho de que Kamchatka combine vulnerabilidades geológicas con activos militares de primer orden revela, además, la fragilidad inherente a los sistemas de disuasión globales. La comunidad internacional, y muy especialmente las potencias nucleares rivales, observarán con atención los informes que emergen desde Moscú, conscientes de que la naturaleza, a diferencia de los cálculos estratégicos, es imposible de disuadir.
Imagen | Russian Ministry of Defense
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La noticia
La buena noticia para Rusia es que el terremoto ocurrió en una zona alejada. La mala es que concentraba sus submarinos nucleares
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Miguel Jorge
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Ayer nos despertamos con la noticia de un terremoto histórico en una zona del planeta que posiblemente no habías escuchado en la vida. Tiene sentido, Kamchatka se encuentra en el extremo más oriental de la región del Extremo Oriente ruso, un lugar tan inhóspito que tiene un lado “bueno” de la historia: no hubo que contar bajas humanas en Rusia. Sin embargo, y debido precisamente a su situación geográfica, allí es donde Moscú guarda parte de su arsenal nuclear.
El epicentro del poder submarino ruso. Sí, el sismo de magnitud 8,8 que sacudió la península de Kamchatka, uno de los más potentes registrados en la historia moderna, ha puesto bajo el foco internacional a una de las instalaciones militares más sensibles de Rusia: las bases navales de la bahía de Avacha.
El movimiento, que generó olas de tsunami en el Pacífico y coincidió con la erupción del volcán Klyuchevskaya Sopka, se produjo apenas a 100 kilómetros del corazón del poder disuasorio nuclear ruso en el Lejano Oriente. Aunque las autoridades de Moscú aseguran que no hay víctimas mortales ni daños graves, las dudas giran en torno al estado real de Rybachiy, base principal de los submarinos estratégicos rusos, y del complejo naval de Petropavlovsk-Kamchatsky.
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En la zona también operan submarinos de ataque avanzados, como los Yasen-M (señalados por Estados Unidos como una de las principales amenazas bajo el agua), además de unidades Oscar y otros sumergibles de propulsión nuclear o convencional. La vulnerabilidad de estos activos ante fenómenos naturales extremos genera ahora serias incógnitas.
El factor Belgorod y el arma Poseidón. A la incertidumbre se suma el hecho de que Rusia planea desplazar al misterioso K-329 Belgorod a esta misma base. Este submarino, el más largo del mundo, es una versión profundamente modificada de la clase Oscar II concebido para transportar los torpedos nucleares intercontinentales Poseidón, un sistema estratégico bautizado también como Status-6, pensado para burlar defensas y generar tsunamis radiactivos.
Además, el Belgorod está diseñado para misiones de inteligencia submarina y operaciones encubiertas. La mera posibilidad de que se encontrara en Avacha Bay durante el sismo eleva el interés estratégico de la catástrofe natural.
Riesgos técnicos inmediatos y las instalaciones. De momento no existen evidencias claras de daños en las infraestructuras ni en las unidades atracadas. La propia geografía de la bahía podría haber actuado como escudo natural contra el impacto de las olas.
Sin embargo, señalaban los analistas de TWZ que incluso variaciones menores del nivel del mar pueden ocasionar problemas críticos: desde submarinos golpeando con violencia sus amarras (incidentes conocidos como allision) hasta la entrada de agua en compuertas abiertas o en naves sometidas a mantenimiento. La robustez de las instalaciones, construidas con la hipótesis de un ataque nuclear en mente, refuerza la tesis de que los daños hayan sido limitados, pero no elimina del todo la incertidumbre.
El problema de concentrar un punto. Más allá de la situación puntual, el terremoto expone un dilema estructural: el riesgo de concentrar una parte sustancial de la disuasión nuclear rusa en un enclave geográfico confinado.
La bahía de Avacha, con sus astilleros, arsenales y unidades estratégicas, constituye un objetivo crítico tanto desde el punto de vista militar como natural. La amenaza de un ataque enemigo fue prevista en el diseño de las bases, pero no la de un fenómeno sísmico de magnitudes históricas, capaz de poner en entredicho la seguridad de una pieza clave de la triada nuclear rusa.
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El hecho de que Kamchatka combine vulnerabilidades geológicas con activos militares de primer orden revela, además, la fragilidad inherente a los sistemas de disuasión globales. La comunidad internacional, y muy especialmente las potencias nucleares rivales, observarán con atención los informes que emergen desde Moscú, conscientes de que la naturaleza, a diferencia de los cálculos estratégicos, es imposible de disuadir.
Imagen | Russian Ministry of Defense
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fue publicada originalmente en
Xataka
por
Miguel Jorge
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