Ciencia y Tecnología
Bienvenidos al colapso silencioso de la energía en EEUU: la IA está drenando la red de 13 estados

Mientras Sam Altman promete centros de datos más grandes que ciudades y Amazon proyecta gastar 100.000 millones de dólares en infraestructura para inteligencia artificial, algo más silencioso —pero igual de disruptivo— ocurre tras bambalinas: la red eléctrica de Estados Unidos está colapsando. No se ha apagado del todo, aún no. Pero las señales de sobrecarga son cada vez más frecuentes, más preocupantes y, sobre todo, más ignoradas.
Desde Ohio hasta Carolina del Norte, pasando por Nueva Jersey e Illinois, los 13 estados conectados por la red PJM Interconnection —la más grande del país— se enfrentan a un problema que no esperaban tener tan pronto: ya no queda electricidad libre para alimentar la próxima generación de servidores de IA. La revolución digital avanza con prisa. La infraestructura, en cambio, se está quedando sin aliento.
La red que ya no da más. Durante años, la región gestionada por PJM fue sinónimo de abundancia energética, pero eso ha cambiado. Según un reportaje de Bloomberg, PJM emitió nueve alertas energéticas de nivel 1 en solo cinco semanas, cuando el año pasado apenas hubo una. En junio, la demanda alcanzó su punto más alto en 14 años. Y no todas las alertas ocurrieron durante olas de calor: algunas se debieron simplemente a fallos no previstos en plantas eléctricas.
Pese a que el sistema ha logrado mantenerse en pie, la presión es cada vez más evidente. Según datos de la propia PJM, la última subasta anual de capacidad resultó en pagos récord de 16.100 millones de dólares a generadores eléctricos para garantizar el suministro el año que viene. Incluso así, la red registró un déficit de 208,7 megavatios, la primera vez que no se alcanza el objetivo mínimo. Como ha resumido para el mismo medio el presidente de la Comisión Federal de Regulación de Energía, Mark Christie: “La amenaza a la confiabilidad no está en el horizonte. Está aquí, ahora”.
La explicación tiene nombre. Se llama Inteligencia Artificial, y viene con apellidos: OpenAI, Amazon, Google, Microsoft. Como han detallado en un artículo para The Wall Street Journal, estas compañías necesitan una cantidad extraordinaria de electricidad para alimentar los centros de datos que impulsan los modelos de IA. Y no se trata solo del entrenamiento: lo verdaderamente insaciable es la inferencia, es decir, el uso cotidiano de los modelos por millones de usuarios.
Según la Agencia Internacional de Energía, el consumo eléctrico global de los centros de datos se duplicará antes de 2030, superando a un país como Japón. El problema no es solo generar más energía, sino cómo transportarla: faltan líneas de alta tensión, transformadores, técnicos, permisos y terrenos. Para resumirlo de forma más sencilla: es como intentar llenar una ciudad con agua embotellada sin haber construido cañerías.
Entonces, ¿el reciente acuerdo arancelario? En medio de esta tensión, Estados Unidos ha firmado con la Unión Europea un acuerdo comercial que suaviza aranceles a cambio de compromisos energéticos millonarios. Como hemos detallado en Xataka, el pacto incluye compras anuales por 250.000 millones de dólares en gas natural licuado, petróleo, carbón y combustible nuclear estadounidense.
Pero la realidad es otra. En todo 2024, las exportaciones energéticas de EEUU a Europa apenas alcanzaron los 65.000 millones. Como ha explicado el analista Clyde Russell en Reuters, ni vendiendo el 100% de su energía exclusivamente a Europa podría cumplir el compromiso. Es, simplemente, una ilusión y más con el panorama que se les avecina.
¿Quién paga la factura? Las eléctricas están pidiendo a compañías como Amazon, Google o Microsoft que paguen más por las conexiones a la red. Sin embago, como han detallado en The Wall Street Journal, las tecnológicas, aunque dispuestas a colaborar, no quieren cargar con todo el coste.
En estados como Virginia —donde se encuentra el 70% del tráfico global de internet—, Dominion Energy ha propuesto que los desarrolladores firmen contratos a largo plazo y paguen incluso si consumen menos de lo previsto. Las big tech han protestado, alegando que eso ralentiza el desarrollo y eleva los costes, pero los ciudadanos también reclaman. “No se nos preguntó si queríamos subsidiar centros de datos con nuestras facturas. Y habríamos dicho que no”, escribió un residente de Arlington a los reguladores.
El retorno de la energía nuclear. Sin soluciones inmediatas en la red pública, las tecnológicas están buscando salidas propias. Microsoft reabrirá una planta nuclear cerrada. Google y Amazon apuestan por reactores modulares pequeños (SMR). Meta ha firmado un contrato de 20 años con Constellation Energy. NVIDIA invierte en el reactor Natrium de Bill Gates, construido por TerraPower en Wyoming. La infraestructura eléctrica está siendo colonizada por actores privados. Porque sin energía, no hay IA. Y sin cables, no hay futuro digital.
La era de los silencios energéticos. El colapso no llegará con apagones masivos ni ciudades a oscuras. Llegará con avisos técnicos, subastas récord y tarifas que suben mientras el algoritmo sigue calculando. Cada consulta a un modelo de lenguaje, cada imagen generada por IA, cada solicitud que parece inocente desde un móvil… Todo eso consume electricidad. El problema no es solo cuánto se genera. Es quién la distribuye, quién la paga y quién queda fuera.
Estados Unidos está construyendo el mañana más rápido de lo que su red eléctrica puede soportar. Y quizá la pregunta que deberíamos hacernos no es si la IA puede cambiar el mundo, sino si podrá hacerlo antes de fundir los plomos.
–
La noticia
Bienvenidos al colapso silencioso de la energía en EEUU: la IA está drenando la red de 13 estados
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Alba Otero
.
Mientras Sam Altman promete centros de datos más grandes que ciudades y Amazon proyecta gastar 100.000 millones de dólares en infraestructura para inteligencia artificial, algo más silencioso —pero igual de disruptivo— ocurre tras bambalinas: la red eléctrica de Estados Unidos está colapsando. No se ha apagado del todo, aún no. Pero las señales de sobrecarga son cada vez más frecuentes, más preocupantes y, sobre todo, más ignoradas.
Desde Ohio hasta Carolina del Norte, pasando por Nueva Jersey e Illinois, los 13 estados conectados por la red PJM Interconnection —la más grande del país— se enfrentan a un problema que no esperaban tener tan pronto: ya no queda electricidad libre para alimentar la próxima generación de servidores de IA. La revolución digital avanza con prisa. La infraestructura, en cambio, se está quedando sin aliento.
La red que ya no da más. Durante años, la región gestionada por PJM fue sinónimo de abundancia energética, pero eso ha cambiado. Según un reportaje de Bloomberg, PJM emitió nueve alertas energéticas de nivel 1 en solo cinco semanas, cuando el año pasado apenas hubo una. En junio, la demanda alcanzó su punto más alto en 14 años. Y no todas las alertas ocurrieron durante olas de calor: algunas se debieron simplemente a fallos no previstos en plantas eléctricas.
Pese a que el sistema ha logrado mantenerse en pie, la presión es cada vez más evidente. Según datos de la propia PJM, la última subasta anual de capacidad resultó en pagos récord de 16.100 millones de dólares a generadores eléctricos para garantizar el suministro el año que viene. Incluso así, la red registró un déficit de 208,7 megavatios, la primera vez que no se alcanza el objetivo mínimo. Como ha resumido para el mismo medio el presidente de la Comisión Federal de Regulación de Energía, Mark Christie: “La amenaza a la confiabilidad no está en el horizonte. Está aquí, ahora”.
En Xataka
La revolución que impulsa OpenAI tropieza con algo muy básico: los cables
La explicación tiene nombre. Se llama Inteligencia Artificial, y viene con apellidos: OpenAI, Amazon, Google, Microsoft. Como han detallado en un artículo para The Wall Street Journal, estas compañías necesitan una cantidad extraordinaria de electricidad para alimentar los centros de datos que impulsan los modelos de IA. Y no se trata solo del entrenamiento: lo verdaderamente insaciable es la inferencia, es decir, el uso cotidiano de los modelos por millones de usuarios.
Según la Agencia Internacional de Energía, el consumo eléctrico global de los centros de datos se duplicará antes de 2030, superando a un país como Japón. El problema no es solo generar más energía, sino cómo transportarla: faltan líneas de alta tensión, transformadores, técnicos, permisos y terrenos. Para resumirlo de forma más sencilla: es como intentar llenar una ciudad con agua embotellada sin haber construido cañerías.
Entonces, ¿el reciente acuerdo arancelario? En medio de esta tensión, Estados Unidos ha firmado con la Unión Europea un acuerdo comercial que suaviza aranceles a cambio de compromisos energéticos millonarios. Como hemos detallado en Xataka, el pacto incluye compras anuales por 250.000 millones de dólares en gas natural licuado, petróleo, carbón y combustible nuclear estadounidense.
Pero la realidad es otra. En todo 2024, las exportaciones energéticas de EEUU a Europa apenas alcanzaron los 65.000 millones. Como ha explicado el analista Clyde Russell en Reuters, ni vendiendo el 100% de su energía exclusivamente a Europa podría cumplir el compromiso. Es, simplemente, una ilusión y más con el panorama que se les avecina.
¿Quién paga la factura? Las eléctricas están pidiendo a compañías como Amazon, Google o Microsoft que paguen más por las conexiones a la red. Sin embago, como han detallado en The Wall Street Journal, las tecnológicas, aunque dispuestas a colaborar, no quieren cargar con todo el coste.
En estados como Virginia —donde se encuentra el 70% del tráfico global de internet—, Dominion Energy ha propuesto que los desarrolladores firmen contratos a largo plazo y paguen incluso si consumen menos de lo previsto. Las big tech han protestado, alegando que eso ralentiza el desarrollo y eleva los costes, pero los ciudadanos también reclaman. “No se nos preguntó si queríamos subsidiar centros de datos con nuestras facturas. Y habríamos dicho que no”, escribió un residente de Arlington a los reguladores.
El retorno de la energía nuclear. Sin soluciones inmediatas en la red pública, las tecnológicas están buscando salidas propias. Microsoft reabrirá una planta nuclear cerrada. Google y Amazon apuestan por reactores modulares pequeños (SMR). Meta ha firmado un contrato de 20 años con Constellation Energy. NVIDIA invierte en el reactor Natrium de Bill Gates, construido por TerraPower en Wyoming. La infraestructura eléctrica está siendo colonizada por actores privados. Porque sin energía, no hay IA. Y sin cables, no hay futuro digital.
La era de los silencios energéticos. El colapso no llegará con apagones masivos ni ciudades a oscuras. Llegará con avisos técnicos, subastas récord y tarifas que suben mientras el algoritmo sigue calculando. Cada consulta a un modelo de lenguaje, cada imagen generada por IA, cada solicitud que parece inocente desde un móvil… Todo eso consume electricidad. El problema no es solo cuánto se genera. Es quién la distribuye, quién la paga y quién queda fuera.
Estados Unidos está construyendo el mañana más rápido de lo que su red eléctrica puede soportar. Y quizá la pregunta que deberíamos hacernos no es si la IA puede cambiar el mundo, sino si podrá hacerlo antes de fundir los plomos.
Imagen | Pexels y Pexels
Xataka | La maquinaria de EEUU para ganar la “guerra” de la IA a China ya está en marcha. Y va más rápido de lo esperado
– La noticia
Bienvenidos al colapso silencioso de la energía en EEUU: la IA está drenando la red de 13 estados
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Alba Otero
.