Durante varios años, los Angelinos de Los Ángeles tuvieron en sus manos a una de las mayores estrellas del béisbol moderno: Shohei Ohtani, pero en lugar de construir a su alrededor, lo dejaron cargar con un equipo roto. El exmánager Phil Nevin ofreció recientemente una visión cruda sobre ese periodo: Ohtani quería ganar a toda costa, pero se topó con lesiones y falta de dirección.
Nevin reveló que Ohtani no se molestaba por las lesiones en sí, sino por el estancamiento constante que generaban. “No era que los muchachos no quisieran jugar, pero él sentía que no podía avanzar… Siempre faltaba alguien”, explicó. Esa frustración acumulada se convirtió en una bola de nieve.
Mientras los Angelinos giraban en círculos, los Dodgers ofrecieron a Ohtani una estructura clara. En 2023, Ohtani brilló en medio del colapso: 44 jonrones, 95 impulsadas, y todavía así, todo a su alrededor se desmoronaba. Trout lesionado, Rendón fuera de acción, y una rotación en ruinas.
Ya con los Dodgers, Ohtani desbloqueó una versión aún más dominante: 54 jonrones, 130 impulsadas y una postura mejorada en el plato. No fue solo un cambio de equipo, fue un salto de fe hacia una franquicia con visión. Mientras Anaheim se ahogaba en excusas, en Los Ángeles se respiraba octubre.
La marcha de Ohtani fue el síntoma más evidente de una organización sin rumbo. En lugar de capitalizar su figura global, los Angels lo dejaron ir sin obtener nada a cambio. Ni un cambio, ni un plan de reconstrucción, ni una apuesta seria por el talento joven. En 2025, los errores se repiten.
Sam Aldegheri fue sacrificado en una paliza reciente por “preservar brazos”, otro prospecto quemado por una visión a corto plazo. Casos similares se repiten con Caden Dana, Víctor Mederos y Ryan Johnson. La directiva dice apostar por el desarrollo, pero los hechos pintan una historia diferente.
La salida de Shohei Ohtani no fue una traición: fue una decisión lógica ante años de indiferencia. Los Angels no solo perdieron a un jugador generacional, perdieron credibilidad. Y si 2025 es indicio de algo, es que no han aprendido nada.