Ciencia y Tecnología
Este disco ha sido reproducido millones de veces en Spotify pero no ha generado absolutamente ningún beneficio

‘Crisis (The Worthless Album)’ de Valentin Hansen no es, desde luego, un disco normal. Porque Hansen no es un músico normal. Es más bien un artista performativo que tramó este disco conceptual con un solo objetivo: no generar beneficio, no dejar rastro en Spotify, demostrar lo absurdos que son ciertos conceptos sobre la música y su rentabilidad a los que las plataformas de streaming nos están acostumbrando.
30 cancionzacas. En 2021, el artista afincando en Berlín Valentin Hansen lanzó este ‘Crisis (The Worthless Album)’ que constaba de 30 pistas, todas ellas de 29 segundos exactos. ¿Por qué esa duración? Se quedaba a un segundo de poder monetizarlas, generar royalties o de quedar registradas en las métricas de la plataforma, según las normas de uso de la plataforma. Pero aquí viene lo asombroso: usó una instalación de smartphones hackeados para que reprodujeran el disco incontables veces. Y demostrar que ni aún así generaría beneficios.
Una cuestión de diseño. Como cuentan en Contemporary100, ‘Crisis (The Worthless Album)’ ganó cero euros en total, pero “no por accidente, sino por una cuestión de puro diseño”. Su propósito era generar exactamente ese beneficio. Se trata de una crítica a la economía del streaming, donde un artista gana 0,004 dólares por reproducción, pero los algoritmos favorecen al mainstream, a lo ya establecido y a intereses puramente económicos, con lo que se cae en una ratonera muy complicada de rentabilizar. “Quiero mostrar lo roto que está el sistema”, dijo Hansen sobre su experimento.
Canciones de verdad. Hansen es un músico real. Hace un indie pop autoconsciente e hiperproducido (de hecho, ‘Crisis’ tiene ocho canciones reales, solo que los tracks se interrumpen cada 29 segundos, como se ha dicho, partiendo de ese modo cada canción en tres o cuatro piezas imposibles de rentabilizar) y, de hecho, ‘Crisis’ surgió como reacción a que su canción más popular, ‘Killing a Friend’, después de 1’7 millones de reproducciones, solo consiguiera 2.000 euros. De ahí la crítica al sistema de pagos de Spotify: afirmó en una entrevista que la iniciativa Bandcamp Friday, en la que la plataforma cede todos sus ingresos a los artistas, es la forma más razonable de ganar dinero con la música en streaming.
Otros experimentos en Spotify. No es el primer intento de jugar con las posibilidades y los vericuetos legales de Spotify: ‘Sleepify’ es un álbum de 2014 de la banda estadounidense de funk Vulfpeck, con 10 pistas y cada una de 30 segundos de duración (es decir, entrando en el mínimo que la plataforma considera para pagar royalties). Todas completamente en silencio. La banda animó a sus seguidores a reproducir el álbum en repetición continua mientras dormían, generando royalties. ¿El objetivo? Financiar con ese dinero una gira de conciertos gratuitos. Y funcionó: en siete semanas y tras unos 5.5 millones de reproducciones, ‘Sleepify’ generó 20.000 dólares.
Por supuesto, a Spotify no le gustó nada esta simpática tomadura de pelo y eliminó el álbum de su plataforma, aduciendo violaciones a sus políticas de contenidos y comentando que, como efecto del impacto mediático de ‘Sleepify’, habían recibido una gran cantidad de álbums silenciosos. Spotify acabó modificando su apartado legal, prohibiendo los temas íntegramente en silencio.
Spotify manda. Para lo que sirve el experimento de Hansen es para hablar del dominio absoluto de Spotify en la industria y lo injusto que resulta, por consiguiente, que tenga tanto poder y pueda decidir cómo se recompensa a los artistas y en qué términos. Y cómo eso beneficia a la plataforma, pero no a los músicos. Por eso, es importante que frente a la propaganda de que Spotify está democratizando y verticalizando la música, voces discordantes como la de Hansen aún se atrevan a denunciar una situación injusta con los artistas.
En Xataka | Ya sabemos cuál era la clave para algo que parecía imposible, ganar dinero en Spotify: ser una IA
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La noticia
Este disco ha sido reproducido millones de veces en Spotify pero no ha generado absolutamente ningún beneficio
fue publicada originalmente en
Xataka
por
John Tones
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’Crisis (The Worthless Album)’ de Valentin Hansen no es, desde luego, un disco normal. Porque Hansen no es un músico normal. Es más bien un artista performativo que tramó este disco conceptual con un solo objetivo: no generar beneficio, no dejar rastro en Spotify, demostrar lo absurdos que son ciertos conceptos sobre la música y su rentabilidad a los que las plataformas de streaming nos están acostumbrando.
30 cancionzacas. En 2021, el artista afincando en Berlín Valentin Hansen lanzó este ‘Crisis (The Worthless Album)’ que constaba de 30 pistas, todas ellas de 29 segundos exactos. ¿Por qué esa duración? Se quedaba a un segundo de poder monetizarlas, generar royalties o de quedar registradas en las métricas de la plataforma, según las normas de uso de la plataforma. Pero aquí viene lo asombroso: usó una instalación de smartphones hackeados para que reprodujeran el disco incontables veces. Y demostrar que ni aún así generaría beneficios.
Una cuestión de diseño. Como cuentan en Contemporary100, ‘Crisis (The Worthless Album)’ ganó cero euros en total, pero “no por accidente, sino por una cuestión de puro diseño”. Su propósito era generar exactamente ese beneficio. Se trata de una crítica a la economía del streaming, donde un artista gana 0,004 dólares por reproducción, pero los algoritmos favorecen al mainstream, a lo ya establecido y a intereses puramente económicos, con lo que se cae en una ratonera muy complicada de rentabilizar. “Quiero mostrar lo roto que está el sistema”, dijo Hansen sobre su experimento.
En Xataka
Desentrañando el “milagro” financiero de Spotify: cómo ha declarado beneficios tras 18 años perdiendo dinero
Canciones de verdad. Hansen es un músico real. Hace un indie pop autoconsciente e hiperproducido (de hecho, ‘Crisis’ tiene ocho canciones reales, solo que los tracks se interrumpen cada 29 segundos, como se ha dicho, partiendo de ese modo cada canción en tres o cuatro piezas imposibles de rentabilizar) y, de hecho, ‘Crisis’ surgió como reacción a que su canción más popular, ‘Killing a Friend’, después de 1’7 millones de reproducciones, solo consiguiera 2.000 euros. De ahí la crítica al sistema de pagos de Spotify: afirmó en una entrevista que la iniciativa Bandcamp Friday, en la que la plataforma cede todos sus ingresos a los artistas, es la forma más razonable de ganar dinero con la música en streaming.
Otros experimentos en Spotify. No es el primer intento de jugar con las posibilidades y los vericuetos legales de Spotify: ‘Sleepify’ es un álbum de 2014 de la banda estadounidense de funk Vulfpeck, con 10 pistas y cada una de 30 segundos de duración (es decir, entrando en el mínimo que la plataforma considera para pagar royalties). Todas completamente en silencio. La banda animó a sus seguidores a reproducir el álbum en repetición continua mientras dormían, generando royalties. ¿El objetivo? Financiar con ese dinero una gira de conciertos gratuitos. Y funcionó: en siete semanas y tras unos 5.5 millones de reproducciones, ‘Sleepify’ generó 20.000 dólares.
Por supuesto, a Spotify no le gustó nada esta simpática tomadura de pelo y eliminó el álbum de su plataforma, aduciendo violaciones a sus políticas de contenidos y comentando que, como efecto del impacto mediático de ‘Sleepify’, habían recibido una gran cantidad de álbums silenciosos. Spotify acabó modificando su apartado legal, prohibiendo los temas íntegramente en silencio.
Spotify manda. Para lo que sirve el experimento de Hansen es para hablar del dominio absoluto de Spotify en la industria y lo injusto que resulta, por consiguiente, que tenga tanto poder y pueda decidir cómo se recompensa a los artistas y en qué términos. Y cómo eso beneficia a la plataforma, pero no a los músicos. Por eso, es importante que frente a la propaganda de que Spotify está democratizando y verticalizando la música, voces discordantes como la de Hansen aún se atrevan a denunciar una situación injusta con los artistas.
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