Ciencia y Tecnología
Wimbledon tiene un problema que no es la IA o la lluvia: son los jugadores que roban sus icónicas toallas. Y con descaro

Wimbledon es tradición. El torneo británico que arrancó en 1877 se ha convertido en una de las grandes citas del deporte mundial y este año introdujo una novedad tecnológica: sustituir a los jueces de línea por una IA. Es un cambio que ya ha traído polémica, pero si hay algo que no cambia es que a los jugadores les encanta robar las toallas de Wimbledon. Tanto que ha pasado de ser un dolor de cabeza para el torneo a simple resignación.
Y lo más gracioso es que los jugadores no tienen reparo en detallar sus ‘trucos’ para hacerse con el codiciado botín.
¿Especiales? Podríamos pensar que una toalla no es nada con los más de 53 millones de libras que se repartirán este año durante la competición, con tres millones sólo para los ganadores individuales masculinos y femeninos. Pero las toallas, protagonistas de peleas en las gradas, son también parte de ese botín que desean los jugadores.
Los dos diseños de este año
Son toallas “normales”. Fabricadas por la empresa británica Christy desde hace 38 años, miden 133 x 70 centímetros, pesan 500 gramos y están hechas completamente de algodón. Las toallas masculinas son siempre iguales, con las letras en color “mantequilla” y un diseño en morado y verde. Las femeninas iban cambiando cada temporada (aunque recientemente eso se acabó y todos reciben las mismas) y se ha despertado un culto alrededor de estas toallas, que incluso anuncian sus diseños antes de los torneos.
Mordida en toallas. Como cada elemento de un deporte, sobre todo si es usado por la estrella a la que has ido a ver, una toalla se puede convertir en un objeto de colección, al igual que una pelota o una muñequera. Sin embargo, no estamos hablando de que las toallas sean populares sólo entre los fans: el verdadero problema del torneo es con los jugadores.
¿Hasta qué punto? Como leemos en The Times, el torneo tenía unas 7.000 toallas en stock este año con un único fin: que fueran una herramienta para los jugadores. Hasta el jueves pasado, cuando sólo se habían disputado las primeras rondas de la competición, ya habían repartido 2.799 toallas. Los jugadores saben que deben devolverlas (no obligatoriamente, pero sí que se las van a pedir) antes de ir al vestuario al final del partido, y el All England Club -los responsables del evento- suele hacerlo, pero de esas 2.799 repartidas, sólo 828 volvieron a donde debían.
Modus operandi. La pregunta es cómo lo hacen con todas las cámaras apuntándote y sabiendo que el robo de toallas es una polémica interna que el torneo arrastra desde hace años. La respuesta corta es que a las grandes estrellas, directamente, les da igual que les apunten las cámaras. De hecho, algunas cuentan cómo consiguen varias decenas de toallas durante su carrera.
Al comienzo del partido, cada jugador recibe dos toallas y, si los partidos se alargan y sudan más, o si empieza a llover, pueden pedir una adicional al juez de silla. Son números extremadamente conservadores del torneo porque la realidad es muy distinta. Como leemos en BBC, Djokovic es uno de esos nombres propios. Cuenta que, nada más empieza el partido, se mete una en la bolsa de las raquetas. Y, a mitad del encuentro, pide otra debido al sudor.
Otro modo es el de Tracy Austin, quien afirmó que aprovecha los parones por lluvia para hacerse con alguna extra y que suele acabar con cuatro al final del partido. ¿Para qué? Para lo que estás pensando: regalarla a amigos y familiares porque, como comentó Austin, no basta con comprar una de la tienda de recuerdos (que se venden las mismas por 60 euros y que también vende la propia Christy online), debe ser la auténtica de los jugadores. Y no hay un límite de peticiones porque depende del juez de silla y sería raro que se negara.
Al final, la que más usan es esa toalla con hielo dentro
El gran golpe. Aquí hay quien tiene colecciones más o menos grandes. Djokovic tiene un buen ajuar para regalar y Serena Williams comentó también en BBC que tiene toallas desde 1997 tanto de mujeres como de hombres. Rafa Nadal es otro de los jugadores que cada partido puede acabar con un buen botín de toallas. La cantidad de sudor depende de cada persona y hay ocasiones en las que incluso hemos visto a Nadal cargando con una bolsa de basura repleta de estos objetos.
Según los números oficiales, se devuelven entre el 15% y el 20% de las toallas cada campeonato y, aunque Wimbledon no anda corto de fondos, se estima que este hábito de los jugadores genera unas pérdidas de 160.000 dólares.
Con los grandes es una “broma”. Con los “pequeños” no. Parece que el All England Club no pone demasiado empeño en recuperar las toallas de las estrellas, pero en Wimbledon también hay tenistas menores de edad que están despuntando y ahí sí han tomado medidas. Si has visto un partido de Wimbledon en el que se reparta una toalla blanca, es porque es una de las destinadas a los torneos Junior y a los tenistas invitados por el campeonato.
A ellos se les da una oficial de Wimbledon de ese año, pero la segunda es blanca, sin ningún tipo de distintivo y, claro, mucho menos glamurosa porque si la regalas puede ser de Wimbledon o de cualquier otro sitio.
Resignación. Lo que All England Club tiene claro es que no van a estar persiguiendo a nadie. Ellos ya piden las toallas de vuelta de forma educada, pero en la edición de este año, Winston Sedgwick, del equipo logístico del evento, comentó en The Times que los jugadores saben perfectamente que dan toallas y que no hay un límite. “Solíamos esperar que las devolvieran, por eso las pedíamos para intentar recuperarlas, pero eso ya no se hará”.
“Es como cuando te vas de vacaciones y traes de vuelta un recuerdo a casa”, completa Sedgwick con resignación. Y lo que tengo claro es que me voy a fijar mucho más en este tema (ayer Alcaraz se llevó unas cuantas y se pudo ver perfectamente a Fritz cerrando su mochila con, al menos, un par).
Imágenes | Wimbledon, Xataka, Christy
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La noticia
Wimbledon tiene un problema que no es la IA o la lluvia: son los jugadores que roban sus icónicas toallas. Y con descaro
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Alejandro Alcolea
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Wimbledon es tradición. El torneo británico que arrancó en 1877 se ha convertido en una de las grandes citas del deporte mundial y este año introdujo una novedad tecnológica: sustituir a los jueces de línea por una IA. Es un cambio que ya ha traído polémica, pero si hay algo que no cambia es que a los jugadores les encanta robar las toallas de Wimbledon. Tanto que ha pasado de ser un dolor de cabeza para el torneo a simple resignación.
Y lo más gracioso es que los jugadores no tienen reparo en detallar sus ‘trucos’ para hacerse con el codiciado botín.
¿Especiales? Podríamos pensar que una toalla no es nada con los más de 53 millones de libras que se repartirán este año durante la competición, con tres millones sólo para los ganadores individuales masculinos y femeninos. Pero las toallas, protagonistas de peleas en las gradas, son también parte de ese botín que desean los jugadores.
Los dos diseños de este año
Son toallas “normales”. Fabricadas por la empresa británica Christy desde hace 38 años, miden 133 x 70 centímetros, pesan 500 gramos y están hechas completamente de algodón. Las toallas masculinas son siempre iguales, con las letras en color “mantequilla” y un diseño en morado y verde. Las femeninas iban cambiando cada temporada (aunque recientemente eso se acabó y todos reciben las mismas) y se ha despertado un culto alrededor de estas toallas, que incluso anuncian sus diseños antes de los torneos.
Mordida en toallas. Como cada elemento de un deporte, sobre todo si es usado por la estrella a la que has ido a ver, una toalla se puede convertir en un objeto de colección, al igual que una pelota o una muñequera. Sin embargo, no estamos hablando de que las toallas sean populares sólo entre los fans: el verdadero problema del torneo es con los jugadores.
¿Hasta qué punto? Como leemos en The Times, el torneo tenía unas 7.000 toallas en stock este año con un único fin: que fueran una herramienta para los jugadores. Hasta el jueves pasado, cuando sólo se habían disputado las primeras rondas de la competición, ya habían repartido 2.799 toallas. Los jugadores saben que deben devolverlas (no obligatoriamente, pero sí que se las van a pedir) antes de ir al vestuario al final del partido, y el All England Club -los responsables del evento- suele hacerlo, pero de esas 2.799 repartidas, sólo 828 volvieron a donde debían.
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Al comienzo del partido, cada jugador recibe dos toallas y, si los partidos se alargan y sudan más, o si empieza a llover, pueden pedir una adicional al juez de silla. Son números extremadamente conservadores del torneo porque la realidad es muy distinta. Como leemos en BBC, Djokovic es uno de esos nombres propios. Cuenta que, nada más empieza el partido, se mete una en la bolsa de las raquetas. Y, a mitad del encuentro, pide otra debido al sudor.
Otro modo es el de Tracy Austin, quien afirmó que aprovecha los parones por lluvia para hacerse con alguna extra y que suele acabar con cuatro al final del partido. ¿Para qué? Para lo que estás pensando: regalarla a amigos y familiares porque, como comentó Austin, no basta con comprar una de la tienda de recuerdos (que se venden las mismas por 60 euros y que también vende la propia Christy online), debe ser la auténtica de los jugadores. Y no hay un límite de peticiones porque depende del juez de silla y sería raro que se negara.
Al final, la que más usan es esa toalla con hielo dentro
El gran golpe. Aquí hay quien tiene colecciones más o menos grandes. Djokovic tiene un buen ajuar para regalar y Serena Williams comentó también en BBC que tiene toallas desde 1997 tanto de mujeres como de hombres. Rafa Nadal es otro de los jugadores que cada partido puede acabar con un buen botín de toallas. La cantidad de sudor depende de cada persona y hay ocasiones en las que incluso hemos visto a Nadal cargando con una bolsa de basura repleta de estos objetos.
Según los números oficiales, se devuelven entre el 15% y el 20% de las toallas cada campeonato y, aunque Wimbledon no anda corto de fondos, se estima que este hábito de los jugadores genera unas pérdidas de 160.000 dólares.
Con los grandes es una “broma”. Con los “pequeños” no. Parece que el All England Club no pone demasiado empeño en recuperar las toallas de las estrellas, pero en Wimbledon también hay tenistas menores de edad que están despuntando y ahí sí han tomado medidas. Si has visto un partido de Wimbledon en el que se reparta una toalla blanca, es porque es una de las destinadas a los torneos Junior y a los tenistas invitados por el campeonato.
A ellos se les da una oficial de Wimbledon de ese año, pero la segunda es blanca, sin ningún tipo de distintivo y, claro, mucho menos glamurosa porque si la regalas puede ser de Wimbledon o de cualquier otro sitio.
Resignación. Lo que All England Club tiene claro es que no van a estar persiguiendo a nadie. Ellos ya piden las toallas de vuelta de forma educada, pero en la edición de este año, Winston Sedgwick, del equipo logístico del evento, comentó en The Times que los jugadores saben perfectamente que dan toallas y que no hay un límite. “Solíamos esperar que las devolvieran, por eso las pedíamos para intentar recuperarlas, pero eso ya no se hará”.
“Es como cuando te vas de vacaciones y traes de vuelta un recuerdo a casa”, completa Sedgwick con resignación. Y lo que tengo claro es que me voy a fijar mucho más en este tema (ayer Alcaraz se llevó unas cuantas y se pudo ver perfectamente a Fritz cerrando su mochila con, al menos, un par).
Imágenes | Wimbledon, Xataka, Christy
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Wimbledon tiene un problema que no es la IA o la lluvia: son los jugadores que roban sus icónicas toallas. Y con descaro
fue publicada originalmente en
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por
Alejandro Alcolea
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