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El gran dilema de Corea del Sur: en un país cada vez más envejecido hacerse viejo es una condena a la pobreza

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El gran dilema de Corea del Sur: en un país cada vez más envejecido hacerse viejo es una condena a la pobreza

G. Young Soo lo ha hecho todo razonablemente bien en la vida. Al menos en la laboral. A los 23 años empezó a trabajar de oficinista en una compañía de seguros y a lo largo de las últimas tres décadas y media ha ido escalando poco a poco en el organigrama, pasando por los cargos de director de sucursal y jefe de equipo en varios departamentos. Ahora, con 59 años, su futuro es bastante negro: su sueldo ha ido recortándose durante el último lustro hasta quedarse en la mitad de lo que cobraba a los 55 y en unos meses, al llegar a los 60, tendrá que dejar su puesto.

No es que Young Soo haya enfadado a sus jefes o que se haya acomodado tras 36 años de leal servicio. No. Su situación laboral se explica simple y llanamente por las complejas (y polémicas) leyes de empleo de Corea del Sur basadas en la edad.

“Sola en un camino con curvas”. Young Soo es un pseudónimo, pero su historia es real y refleja la situación en la que se encuentran muchos trabajadores surcoreanos a punto de cumplir los 60 años. La conocemos porque es uno de los 34 empleados del país entrevistados por Human Rights Watch (HRW) para conocer el panorama laboral (y vital) que afrontan. Todos comparten varias características: tienen entre 42 y 72 años, trabajan en Seúl (algunos en el sector público, otros en empresas privadas) y les tocará lidiar con las políticas laborales del país.

Sus relatos a menudo van en la misma línea del de G. Young Soo: tras años (o incluso décadas) de trabajo sus perspectivas profesionales/financieras/vitales se oscurecen a medida que se acercan a su sexagésimo cumpleaños. Otro caso similar es el de Young Sook, de 59 años también y que lleva casi cuatro décadas trabajando como enfermera. A los 60 le tocará jubilarse, sí o sí, una perspectiva que le causa auténtica desazón. “No me imagino fuera de esta organización”, confiesa la mujer durante su charla con HRW. “Sería como estar sola en un camino con curvas”.

Beth Macdonald Jly4q9xyowa Unsplash

“Castigados por envejecer”. Sus relatos forman parte de un informe de 72 páginas en el que HRW advierte de las graves consecuencias que tienen las leyes y políticas laborales de Corea para la población de mayor edad. El documento es tan crítico que avanza su tono ya en el mismo título: “Castigados por envejecer”. Tal vez parezca exagerado, pero el análisis señala que la normativa del país a menudo acaba condenando a sus mayores a una pérdida paulatina de poder adquisitivo, empleos de peor calidad, remuneraciones bajas y una salud mental socavada.

“Las leyes y políticas de Corea del Sur para proteger a los trabajadores mayores de la discriminación por edad en realidad tienen el efecto contrario”, advierte Bridget Sleap, investigadora de HRW. “Niegan a los trabajadores mayores la oportunidad de seguir trabajando en sus empleos principales, les pagan menos y los obligan a aceptar trabajos precarios y con salarios más bajos, todo simplemente por su edad. El Gobierno debería dejar de castigar a los trabajadores solo por envejecer”. En su informe hay una idea que se desliza en varias ocasiones: “eliminar el edadismo“.

Un porcentaje: 38%. El informe de HRW no solo expone casos concretos. También desliza algunas cifras y porcentajes que ayudan a comprender mejor la situación que viven los mayores en el país. Según los datos que maneja, en 2023 la tasa de pobreza relativa entre las personas de 65 o más años era del 38%, el peor resultado de los países que conforman la OCDE. En la práctica, eso significa que casi cuatro de cada diez ancianos disponen del 50% (o menos) de la renta media nacional, que en 2023 se situaba en aproximadamente 28.200 dólares.

HRW cita otro informe que revela que el salario mensual promedio de los trabajadores de 60 o más años era en 2024 un 29% inferior al de sus colegas más jóvenes. El porcentaje no resulta demasiado sorprendente si tenemos en cuenta dos factores. El primero es que en el país hay un sistema que permite reducir los salarios en los años previos a la jubilación. El segundo, que el 69% de las personas de más de 60 años que trabajaban en 2023 lo hacían en empleos precarios. Si hablamos del conjunto de la población surcoreana, ese dato no llega al 40%.

Un problema con tres patas. La gran pregunta llegados a este punto es… ¿Por qué se ven tantos mayores abocados a esa situación? Aunque hay muchos factores en juego, para HRW hay tres claves, tres leyes o políticas laborales basadas en la edad. La primera es la edad de jubilación obligatoria. La legislación surcoreana la fija a partir de los 60 años, lo que significa que las empresas pueden forzar a un trabajar a retirarse al cumplirlos. Sin necesidad de alegar más motivos.

Son las empresas las que deciden si fijan o no una edad de jubilación, pero la medida está muy extendida. Tanto en el sector público como entre las empresas privadas. Sobre todo en las organizaciones de más de 300 empleados. Según el Ministerio de Trabajo de Corea del Sur, se acogen a esa posibilidad el 95% de las compañías con ese último perfil, firmas que suelen fijar además la jubilación forzosa en los 60 años. Entre los negocios pequeños no resulta tan normal.

En el país ya se ha abierto el debate sobre la necesidad de replantearse (e incrementar) la edad de jubilación. De hecho el presidente Lee Jae Myung se ha comprometido a aproximarla poco a poco a los 65 años, pero el estudio de HRW desliza que la clave no es cuándo se retiran los ancianos, sino cómo lo hacen.

La regla del salario máximo. La otra norma que cita HRW es el sistema de “salario máximo”, que marca los últimos años de los mayores en sus empresas. “Permite a los empleadores reducir los salarios de los trabajadores durante los tres o cinco años previos a su jubilación obligatoria”, señala el organismo, que recuerda que esa práctica “causa daños financieros y psicológicos” a los afectados, además de “basarse en un estereotipo discriminatorio”. Eso sin contar con su impacto en las cotizaciones, las indemnizaciones por despido o los pagos por desempleo.

¿Y por qué se aplica ese sistema? La idea inicial era reducir el coste de contratar a personal mayor en un sistema salarial basado en la antigüedad y al mismo tiempo favorecer la creación de empleo juvenil y la productividad de las empresas. En la práctica se traduce en casos como el de Young Soo, el empleado de 59 años de la compañía de seguros que entrevistó HMR: cuando cumplió 56 sus jefes le redujeron un 20% el salario y desde entonces lo han ido acortando un 10% año tras año. El resultado es que ahora, a las puertas de los 60, cobra más o menos la mitad (para ser precisos el 52%) de lo que cobraba cuando tenía 55 años.

“El Gobierno las alienta”. El problema vuelve a ser el mismo que con la edad de jubilación obligatoria. Las compañías deciden si lo aplican o no, pero el sistema está muy extendido. “Aunque es obligatorio para las empresas, el Gobierno alentó a adoptar el sistema de salario máximo. En 2022 el 51% de las empresas privadas con una edad de jubilación obligatoria y más de 300 empleados y el 21% de las de menos de 300 empleados lo habían adoptado”, asegura HWR. La situación se agrava por la situación con la que se encuentran muchos mayores al retirarse.

¿Y ahora qué? Esa es la pregunta que se hacen no pocos jubilados surcoreanos cuando se ven obligados a meter sus cosas en una caja y dejar la empresa en la que llevan años, lustros o décadas. Y esa es la tercera queja de HWR: las políticas de reinserción laboral y los “insuficientes” programas de seguridad social. Quienes se jubilan a los 60 años tienen derecho solo a una prestación por desempleo de hasta 270 días. Y en algunos casos se ven obligados a esperar un lustro hasta acceder a la Pensión Nacional de Vejez, o “básica”, que se cobra una vez cumplidos los 65.

El dato no deja de ser curioso en un país cada vez más envejecido, sumido en una grave crisis de natalidad y en el que la esperanza de vida ha ido aumentando hasta llevar a que el 20% de la población haya cumplido ya los 65 años. ¿El resultado?

En ocasiones a los mayores no les queda más remedio que aceptar empleos precarios y mal remunerados, un panorama que, según HRW, se empeora con los “programas de reinserción laboral”. “Los mayores que han vuelto a trabajar se concentran en ocupaciones mal pagadas, como guardias y cuidadores, que los jóvenes no desean”, censura el organismo, y advierte a modo de colofón: “Esta segregación ocupacional por edad es una forma de discriminación”.

Imágenes | Hunter Leonard (Unsplash), Beth Macdonald (Unsplash)

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El gran dilema de Corea del Sur: en un país cada vez más envejecido hacerse viejo es una condena a la pobreza

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por
Carlos Prego

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​G. Young Soo lo ha hecho todo razonablemente bien en la vida. Al menos en la laboral. A los 23 años empezó a trabajar de oficinista en una compañía de seguros y a lo largo de las últimas tres décadas y media ha ido escalando poco a poco en el organigrama, pasando por los cargos de director de sucursal y jefe de equipo en varios departamentos. Ahora, con 59 años, su futuro es bastante negro: su sueldo ha ido recortándose durante el último lustro hasta quedarse en la mitad de lo que cobraba a los 55 y en unos meses, al llegar a los 60, tendrá que dejar su puesto.

No es que Young Soo haya enfadado a sus jefes o que se haya acomodado tras 36 años de leal servicio. No. Su situación laboral se explica simple y llanamente por las complejas (y polémicas) leyes de empleo de Corea del Sur basadas en la edad.

“Sola en un camino con curvas”. Young Soo es un pseudónimo, pero su historia es real y refleja la situación en la que se encuentran muchos trabajadores surcoreanos a punto de cumplir los 60 años. La conocemos porque es uno de los 34 empleados del país entrevistados por Human Rights Watch (HRW) para conocer el panorama laboral (y vital) que afrontan. Todos comparten varias características: tienen entre 42 y 72 años, trabajan en Seúl (algunos en el sector público, otros en empresas privadas) y les tocará lidiar con las políticas laborales del país.

Sus relatos a menudo van en la misma línea del de G. Young Soo: tras años (o incluso décadas) de trabajo sus perspectivas profesionales/financieras/vitales se oscurecen a medida que se acercan a su sexagésimo cumpleaños. Otro caso similar es el de Young Sook, de 59 años también y que lleva casi cuatro décadas trabajando como enfermera. A los 60 le tocará jubilarse, sí o sí, una perspectiva que le causa auténtica desazón. “No me imagino fuera de esta organización”, confiesa la mujer durante su charla con HRW. “Sería como estar sola en un camino con curvas”.

“Castigados por envejecer”. Sus relatos forman parte de un informe de 72 páginas en el que HRW advierte de las graves consecuencias que tienen las leyes y políticas laborales de Corea para la población de mayor edad. El documento es tan crítico que avanza su tono ya en el mismo título: “Castigados por envejecer”. Tal vez parezca exagerado, pero el análisis señala que la normativa del país a menudo acaba condenando a sus mayores a una pérdida paulatina de poder adquisitivo, empleos de peor calidad, remuneraciones bajas y una salud mental socavada.

“Las leyes y políticas de Corea del Sur para proteger a los trabajadores mayores de la discriminación por edad en realidad tienen el efecto contrario”, advierte Bridget Sleap, investigadora de HRW. “Niegan a los trabajadores mayores la oportunidad de seguir trabajando en sus empleos principales, les pagan menos y los obligan a aceptar trabajos precarios y con salarios más bajos, todo simplemente por su edad. El Gobierno debería dejar de castigar a los trabajadores solo por envejecer”. En su informe hay una idea que se desliza en varias ocasiones: “eliminar el edadismo”.

Un porcentaje: 38%. El informe de HRW no solo expone casos concretos. También desliza algunas cifras y porcentajes que ayudan a comprender mejor la situación que viven los mayores en el país. Según los datos que maneja, en 2023 la tasa de pobreza relativa entre las personas de 65 o más años era del 38%, el peor resultado de los países que conforman la OCDE. En la práctica, eso significa que casi cuatro de cada diez ancianos disponen del 50% (o menos) de la renta media nacional, que en 2023 se situaba en aproximadamente 28.200 dólares.

HRW cita otro informe que revela que el salario mensual promedio de los trabajadores de 60 o más años era en 2024 un 29% inferior al de sus colegas más jóvenes. El porcentaje no resulta demasiado sorprendente si tenemos en cuenta dos factores. El primero es que en el país hay un sistema que permite reducir los salarios en los años previos a la jubilación. El segundo, que el 69% de las personas de más de 60 años que trabajaban en 2023 lo hacían en empleos precarios. Si hablamos del conjunto de la población surcoreana, ese dato no llega al 40%.

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Son las empresas las que deciden si fijan o no una edad de jubilación, pero la medida está muy extendida. Tanto en el sector público como entre las empresas privadas. Sobre todo en las organizaciones de más de 300 empleados. Según el Ministerio de Trabajo de Corea del Sur, se acogen a esa posibilidad el 95% de las compañías con ese último perfil, firmas que suelen fijar además la jubilación forzosa en los 60 años. Entre los negocios pequeños no resulta tan normal.

En el país ya se ha abierto el debate sobre la necesidad de replantearse (e incrementar) la edad de jubilación. De hecho el presidente Lee Jae Myung se ha comprometido a aproximarla poco a poco a los 65 años, pero el estudio de HRW desliza que la clave no es cuándo se retiran los ancianos, sino cómo lo hacen.

La regla del salario máximo. La otra norma que cita HRW es el sistema de “salario máximo”, que marca los últimos años de los mayores en sus empresas. “Permite a los empleadores reducir los salarios de los trabajadores durante los tres o cinco años previos a su jubilación obligatoria”, señala el organismo, que recuerda que esa práctica “causa daños financieros y psicológicos” a los afectados, además de “basarse en un estereotipo discriminatorio”. Eso sin contar con su impacto en las cotizaciones, las indemnizaciones por despido o los pagos por desempleo.

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“El Gobierno las alienta”. El problema vuelve a ser el mismo que con la edad de jubilación obligatoria. Las compañías deciden si lo aplican o no, pero el sistema está muy extendido. “Aunque es obligatorio para las empresas, el Gobierno alentó a adoptar el sistema de salario máximo. En 2022 el 51% de las empresas privadas con una edad de jubilación obligatoria y más de 300 empleados y el 21% de las de menos de 300 empleados lo habían adoptado”, asegura HWR. La situación se agrava por la situación con la que se encuentran muchos mayores al retirarse.

¿Y ahora qué? Esa es la pregunta que se hacen no pocos jubilados surcoreanos cuando se ven obligados a meter sus cosas en una caja y dejar la empresa en la que llevan años, lustros o décadas. Y esa es la tercera queja de HWR: las políticas de reinserción laboral y los “insuficientes” programas de seguridad social. Quienes se jubilan a los 60 años tienen derecho solo a una prestación por desempleo de hasta 270 días. Y en algunos casos se ven obligados a esperar un lustro hasta acceder a la Pensión Nacional de Vejez, o “básica”, que se cobra una vez cumplidos los 65.

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Xataka

por
Carlos Prego

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