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Ciencia y Tecnología

La paradoja del creador: por qué esta película premiada hecha con IA podría redefinir el arte sin destruirlo

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Como Borges con su biblioteca infinita, “Total Pixel Space” nos enfrenta al abismo de posibilidades visuales, cuestionando si la IA redefine la creación o simplemente navega entre combinaciones ya existentes.

​Como Borges con su biblioteca infinita, “Total Pixel Space” nos enfrenta al abismo de posibilidades visuales, cuestionando si la IA redefine la creación o simplemente navega entre combinaciones ya existentes.  

En la pantalla, una familia que nunca ha existido observa en su sala varias televisiones simultáneamente con imágenes que no hacen ningún sentido. En la siguiente escena, un edifico flota y camina sobre explosiones con humo. Luego, una mujer sentada en un piano sacado de otra dimensión acaricia un gato desproporcionadamente grande. Así comienza Total Pixel Space, el cortometraje de Jacob Adler que se llevó el gran premio del Festival Internacional de Cine de Inteligencia Artificial (AIFF) celebrado este junio en el Lincoln Center de Nueva York.

Una exploración de lo posible

“¿Cuántas imágenes pueden existir posiblemente? ¿Cuántos tipos de imágenes hay? ¿Cuántas representan eventos reales? ¿Qué yace en el espacio entre el orden y el caos? “, comienza la voz narradora en Total Pixel Space. En sus apenas nueve minutos, Adler consigue plantear una pregunta con el peso de una galaxia: si podemos representar cualquier imagen como una secuencia finita de números, ¿no existen ya todas las imágenes posibles, incluso las que aún no hemos imaginado?

Inspirado por el cuento La biblioteca de Babel de Jorge Luis Borges –que imagina una biblioteca infinita con todos los libros posibles–, Adler transpone esa lógica combinatoria al dominio visual. El resultado es un universo donde cada imagen, cada rostro, cada historia, cada sueño y “las imágenes del momento de nuestras muertes” ya existen, suspendidos en un océano de coordenadas esperando ser vistas. “Negar esto”, afirma la voz artificial, “sería negar la existencia de los números mismos”.

A diferencia del relato de Borges, que presenta esta idea como una pesadilla intelectual que lleva a una civilización al suicidio colectivo, Total Pixel Space adopta una perspectiva más contemplativa y maravillada ante las posibilidades infinitas.

La matemática del infinito visual

Estas posibilidades las sustenta con una matemática tanto aplastante como embriagadora. Según los cálculos presentados en la película, una imagen digital de resolución modesta permite un número finito, aunque inimaginablemente vasto, de combinaciones posibles.

“Cada píxel se define por números que representan color y posición. Por lo tanto, cualquier imagen digital puede ser representada como una secuencia de números. Cada combinación posible de estos números se mapea exactamente a una imagen única, y cada imagen posible se mapea exactamente a una combinación única de números”, narra el corto.

Así, según los cálculos del cortometraje, considerando una profundidad de color RGB de 24 bits (que permite 16.777.216 colores por píxel) y una resolución de 1.024 píxeles cuadrados, el número total de imágenes posibles sería “un siete seguido de más de 7,5 millones de dígitos, más que un Google, pero menos que un Googleplex”. Como explica la voz, el número estimado de imágenes posibles en una resolución común supera con creces el número de átomos del universo observable.

El edificio flotante que caminó sobre explosiones de humo ilustró las posibilidades ilimitadas del espacio visual que Jacob Adler exploró en su premiado cortometraje.
El edificio flotante que caminó sobre explosiones de humo ilustró las posibilidades ilimitadas del espacio visual que Jacob Adler exploró en su premiado cortometraje.Imagen: Jacob Adler

Una nueva forma de crear

En este momento convulsionado de revolución tecnológica impulsada por la inteligencia artificial (IA), es difícil describir con exactitud qué es Total Pixel Space. ¿Una película filosófica? ¿Un poema animado por IA? ¿Una meditación borgeana? ¿Una trampa mental disfrazada de ensayo visual? Quizás todo eso y algo más.

La idea no es nueva, pero sí lo es su ejecución. Adler, no cineasta de formación, sino compositor, organista y educador musical, no utilizó ninguna cámara: empleó programas de inteligencia artificial generativa como Midjourney para generar miles de imágenes, Runway para animarlas y ElevenLabs para sintetizar la voz en off, mientras que el guion lo escribió él mismo, según Forbes.

Aunque en su corto no aparece ni una sola vez la palabra “inteligencia artificial” en la narración, su presencia es ubicua: es la tinta invisible que lo empapa todo. El cineasta no la muestra, la invoca. La IA no es tema, sino materia. No es en sí una herramienta, sino el propio lienzo que explora los límites entre la realidad digital y la existencia misma.

El Festival: de idea excéntrica a fenómeno cultural

Lo que comenzó hace tres años como “una idea descabellada”, según palabras de Cristóbal Valenzuela, CEO de Runway –empresa pionera en herramientas de creación de video con IA valorada en más de 3.000 millones de dólares, y que patrocinó el festival–, ahora se ha convertido en “un momento significativo” en la historia del arte, según aseguró Valenzuela a Deadline. Y lo dice sin exagerar.

Hace tres años, este festival era poco más que una idea excéntrica. Hoy, recibió unas 6.000 propuestas de cineastas de todo el mundo –en el que se presentó diez cortometrajes finalistas–, un crecimiento exponencial desde las 300 del primer año. El festival contó con miembros del jurado destacados, entre los que se encontraban los directores Harmony Korine y Gaspar Noé.

“Es imposible pasar por alto que la IA está presente en todas partes hoy en día. Este podría ser el cambio tecnológico más importante que cualquiera de nosotros haya visto en su vida”, dijo Valenzuela a Deadline, añadiendo que la IA está “comenzando a alterar el tejido de la cultura y, naturalmente, el arte que se deriva de ella”.

Valenzuela, durante su discurso de apertura en el festival, comparó el momento actual con los inicios de la fotografía: “Cuando apareció la fotografía, cuando se inventaron los daguerrotipos, la gente no tenía palabras para describirla. Utilizaron la idea de un espejo con memoria porque nunca habían visto nada parecido… Creo que eso se acerca bastante a donde nos encontramos ahora mismo”.

El Festival Internacional de Cine de Inteligencia Artificial celebró su tercera edición en el prestigioso Alice Tully Hall del Lincoln Center.
El Festival Internacional de Cine de Inteligencia Artificial celebró su tercera edición en el prestigioso Alice Tully Hall del Lincoln Center.Imagen: Wyatte Grantham-Philips/AP/picture alliance

Entre las promesas y las preocupaciones

La recepción de estas nuevas tecnologías no está exenta de controversia. Mientras los ejecutivos de la industria, como Valenzuela, señalan repetidamente cómo la IA puede mejorar la eficiencia en el proceso de realización cinematográfica, permitiendo a los creativos realizar tareas que antes tomaban horas en cuestión de minutos, también han aumentado las ansiedades alrededor de esta tecnología, especialmente respecto a sus implicaciones laborales.

La Alianza Internacional de Empleados de Escenarios Teatrales (IATSE), que representa a trabajadores del entretenimiento detrás de escena en EE. UU. y Canadá, ha expresado que, aunque “abraza nuevas tecnologías que mejoran la narrativa”, también han sido claros en que “la IA no debe usarse para socavar los derechos o medios de vida de los trabajadores”.

Jacob Adler, compositor y educador musical, utilizó programas de IA generativa para crear su premiada obra sin necesidad de cámaras tradicionales.
Jacob Adler, compositor y educador musical, utilizó programas de IA generativa para crear su premiada obra sin necesidad de cámaras tradicionales.Imagen: Jacob Adler

Desde otra perspectiva crítica, se podría argumentar que la retórica sobre los nuevos horizontes que estas herramientas abren corre el riesgo de ocultar las formas en que nos encierran en viejos moldes.

Pero no todos lo ven así. En palabras de Valenzuela, lo que estamos presenciando no es una continuación en la evolución de los medios audiovisuales, sino una ruptura. “Antes, los artistas estaban limitados por las cámaras, los estudios y los presupuestos”, dijo. “Ahora, un niño con una idea puede pulsar un botón y generar un sueño”.

El espejo distorsionado

A pesar de las preguntas abiertas y las preocupaciones, Total Pixel Space demuestra el potencial creativo de estas herramientas cuando se utilizan con sensibilidad artística e inteligencia. Como señala el crítico de arte Ben Davis en Artnet, “la sensibilidad amable y enigmática” de la película “es agradable” y “utiliza los fallos y el carácter inquietante de las imágenes generadas por inteligencia artificial como algo con lo que pensar y no contra lo que pensar”.

El cortometraje presentó secuencias donde las realidades imposibles y las animaciones generadas por IA se fusionaron para cuestionar los límites de la percepción visual.
El cortometraje presentó secuencias donde las realidades imposibles y las animaciones generadas por IA se fusionaron para cuestionar los límites de la percepción visual.Imagen: Jacob Adler

Esa decisión estética no es casual. La película rehúye el deslumbramiento técnico. Sus imágenes tienen una textura desvaída, como recuerdos prestados o sueños de otra mente. Así como apunta Davis, las animaciones de IA, con sus fallas, sus rarezas y su desajuste temporal, se convierten en parte del lenguaje emocional. No es un escaparate de poder computacional, sino una contemplación sobre lo que significa mirar, recordar y especular.

Y, sin embargo, Total Pixel Space también se vuelve espejo de sus propias limitaciones. Como señala Davis, al revisitar la película una y otra vez, uno empieza a notar cómo muchas de sus imágenes –gatos, formaciones rocosas, cielos tormentosos, criaturas en la orilla– pertenecen a un imaginario ya sedimentado en la cultura digital. Así, a pesar de su ambición de infinito, el filme no escapa por completo a los géneros y motivos que la IA, entrenada en datos humanos, tiende a replicar. 

Es una paradoja: el motor generativo que promete nuevas realidades también puede convertirse en una centrifugadora de clichés, intensificando hábitos y bucles autorreplicantes.

La mujer con un gato desproporcionadamente grande materializa la fascinante distorsión entre lo familiar y lo imposible que caracteriza al cortometraje y a mucho del contenido generado por IA.
La mujer con un gato desproporcionadamente grande materializa la fascinante distorsión entre lo familiar y lo imposible que caracteriza al cortometraje y a mucho del contenido generado por IA.Imagen: Jacob Adler

Una interrogación sobre el presente

Y ahí está quizás lo más interesante de la obra de Adler. En lugar de presentar la inteligencia artificial como una utopía o una amenaza, la trata como un espejo distorsionado: uno que no solo muestra lo que somos capaces de imaginar, sino lo que ya estamos acostumbrados a imaginar. La IA como horizonte… y como frontera.

En este sentido, Total Pixel Space no es tanto un manifiesto sobre el futuro del cine como una interrogación sobre el presente de la imaginación. ¿Qué significa crear cuando todo ya existe como posibilidad matemática? ¿Es la IA una herramienta para explorar lo inexplorado o una fuerza que nos devuelve, una y otra vez, a lo familiar? ¿Y qué hacemos nosotros –los espectadores, los creadores, los soñadores– ante esa vastedad?

Adler no responde. Solo sugiere. Y en un tiempo saturado de certezas algorítmicas, esa ambigüedad es quizás su gesto más radical.

Editado por Felipe Espinosa Wang con información de AIFF, Deadline, Forbes, Artnet y AP.

 

​Deutsche Welle: DW.COM – Ciencia y Tecnologia

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