Connect with us

Ciencia y Tecnología

Vuelven las “manualidades de la abuela”: cómo una generación adicta a las pantallas se está enganchando a tejer y coser

Published

on

Vuelven las "manualidades de la abuela": cómo una generación adicta a las pantallas se está enganchando a tejer y coser

“Eso está pasado de moda”. ¿Seguro? Pasatiempos y técnicas de artesanía que hasta hace muy poco se consideraban anticuados viven ahora una segunda edad dorada gracias a la suma de una serie de factores: la necesidad de desconexión digital, la difusión de su práctica gracias a (paradójicamente) internet y la recuperación del legado de anteriores generaciones. Gracias a eso, el ganchillo, la costura y la cerámica, entre otras aficiones, viven una segunda juventud.

Qué está pasando. Muchos veinteañeros están recuperando pasatiempos manuales, como pintar cerámica, bordar o tejer. Proliferan, por ejemplo, los talleres y encuentros donde jóvenes comparten técnicas y resultados (por ejemplo, en 2025 la feria Love Yarn Madrid se consolidó como la mayor de Europa dedicada a la lana, el crochet y el ganchillo, con 14.000 metros cuadrados de exposición, más de 120 expositores internacionales y más de 60 talleres, de los cuales más de 50 están específicamente dedicados a estas técnicas, y cuyas entradas se agotan con semanas de antelación).

En una tendencia impulsada por el atractivo de lo artesanal, la sostenibilidad y el valor terapéutico de las manualidades. Redes sociales y plataformas como Pinterest y TikTok también juegan un papel clave difundiendo ideas y tutoriales. Y ya existe una esfera de influencers y creadoras de contenido dedicadas al tema: son gente como mindfulmantra_embroidery, Yolanda Andrés, Sarah K. Benning, o la originalísima Cristina Chanche, cuyos seguidores se cuentan por millones.

El auge, en números. Algunas cifras que dan testimonio de este resurgir está en el valor que alcanzó el mercado mundial de la artesanía, de 50.900 millones de dólares en 2024. Etsy, sin duda un buen termómetro del interés en estos temas al ser centro de compra y venta de productos manufacturados, registró en 2022 ventas brutas de 11.800 millones de dólares, con 94 millones de compradores y 7,3 millones de vendedores. En 2020, año de la pandemia, The Guardian detectó un incremento del 140% de gente que se animaba a empezar con el ganchillo, un total de un millón de personas en Reino Unido. Para el futuro, un informe de Technavio estima que el mercado global de tejido y crochet crecerá en 10.690 millones de dólares entre 2024 y 2028.

Qué nos aporta psicológicamente. Hay multitud de razones que explican el resurgir de estas tendencias, pero una que abarca a todas las demás es la búsqueda de una autenticidad que parece perdida en tiempos modernos. Artículos como este de The Wall Street Journal denominan la tendencia granny core (en referencia a que parecen aficiones de abuela) y recogen declaraciones de veinteañeros que subrayan la desconexión de lo digital y el placer de elaborar piezas artesanalmente como claves para este resurgir.

Lo genuino. Frente a la uniformidad de los productos industriales, los objetos hechos a mano representan lo genuino y lo exclusivo, ya que cada pieza tiene su propio proceso. Estas actividades no requieren grandes inversiones y permiten experimentar, aprender y mejorar habilidades, lo que refuerza la autoestima y la sensación de autosuficiencia. Estudios médicos recientes hablan de cómo “la participación en actividades artísticas y de artesanía aporta beneficios significativos” e incluso lo califica de “herramienta accesible y asequible para la salud pública”.

La desconexión digital es clave. Todos los estados de paz mental que señalamos más arriba están bajo un mismo paraguas: el de la desconexión digital. En una vida saturada de pantallas y estímulos digitales, las manualidades ofrecen una vía para desconectar y reducir el estrés. Estudios médicos como este del Mental Health Center de San Diego enumeran los beneficios de la desconexión y especifican que “aficiones creativas como la pintura o las manualidades” son entretenimientos analógicos que conviene cultivar.

Actividades como bordar, pintar cerámica o tejer fomentan la creatividad y la concentración (algo que va en dirección opuesta al efecto que generan las redes sociales), y generan una sensación de logro y propósito, lo que contribuye a una mayor satisfacción personal y bienestar emocional.

Regreso al pasado. Hay un elemento clave en la artesanía y es la conexión con nuestro pasado, un elemento de transmisión generacional que se había perdido en la era digital. Aprender estas técnicas permite a los veinteañeros conectar con sus raíces familiares y culturales. Hablamos de algo que va más allá del mero aprendizaje técnico: implica compartir tiempo y experiencias con familiares mayores, crear recuerdos y fortalecer la identidad familiar. Eventos como los European Artistic Crafts Days, bajo el lema “The Golden Thread” subrayan precisamente cómo la artesanía actúa como hilo invisible que une pasado y presente.

Regreso en tendencias. En la industria de la moda, tan a menudo marcada por el consumo rápido y el abaratamiento de los costes, el resurgimiento del bordado o el ganchillo supone un giro (con su obvia y consiguiente carga comercial) hacia lo artesanal y sostenible, aspectos muy valorados por determinados sectores de consumidores. Las técnicas manuales abanderan lo que se conoce como slow fashion, movimiento que promueve el consumo de ropa de forma ética y consciente, y entre sus defensores hay nombres tan relevantes en la industria como Dior, Valentino, Batsheva Hay o Ganni.

Anya Chernik Fbc5zbfyur4 Unsplash

Foto de Anya Chernik en Unsplash

Pero… ¿y la gente? La gente consume moda y a la vez influye en ella, por eso no es de extrañar que el gran público haya empezado también a hacer ganchillo y bordado. Si fue antes el huevo (la industria) o la gallina (los consumidores) en este regreso a la tradición costurera importa bien poco, pero podemos fijar un momento clave para que volviera a ponerse de moda a nivel usuario: la pandemia y el confinamiento. Las restricciones de movimiento, la necesidad de aprender nuevas habilidades y pasatiempos, la búsqueda de actividades relajantes y la importancia redoblada de redes sociales y comunidades online para forjar y afianzar amistades hicieron el resto.

Emprender y pinchar. Lo que también propició la pandemia fue un resurgir de negocios domésticos de ropa hecha a mano. A través de plataformas como Etsy, sin duda la más extendida, pero también a través de redes sociales como Instagram, plataformas de compraventa de segunda mano como Wallapop o Vinted y sistemas sencillos para montar tiendas rudimentarias, como Shopify, miles de personas se pusieron en marcha. Los vaivenes en el mercado del empleo tradicional propiciaron este resurgir del autoempleo a través de la artesanía, lo que a su vez impactó después en la industria: se revalorizó la artesanía y la moda de autor, se influyó en tendencias de consumo y, sobre todo, se cambió la percepción del consumidor, más afín a la moda hecha a mano.

Cabecera | Foto de Tanaphong Toochinda en Unsplash

En Xataka | “Se acepta Bizum”: soy artista callejero y así me las apaño ahora que casi nadie lleva efectivo encima


La noticia

Vuelven las “manualidades de la abuela”: cómo una generación adicta a las pantallas se está enganchando a tejer y coser

fue publicada originalmente en

Xataka

por
John Tones

.

​”Eso está pasado de moda”. ¿Seguro? Pasatiempos y técnicas de artesanía que hasta hace muy poco se consideraban anticuados viven ahora una segunda edad dorada gracias a la suma de una serie de factores: la necesidad de desconexión digital, la difusión de su práctica gracias a (paradójicamente) internet y la recuperación del legado de anteriores generaciones. Gracias a eso, el ganchillo, la costura y la cerámica, entre otras aficiones, viven una segunda juventud.

Qué está pasando. Muchos veinteañeros están recuperando pasatiempos manuales, como pintar cerámica, bordar o tejer. Proliferan, por ejemplo, los talleres y encuentros donde jóvenes comparten técnicas y resultados (por ejemplo, en 2025 la feria Love Yarn Madrid se consolidó como la mayor de Europa dedicada a la lana, el crochet y el ganchillo, con 14.000 metros cuadrados de exposición, más de 120 expositores internacionales y más de 60 talleres, de los cuales más de 50 están específicamente dedicados a estas técnicas, y cuyas entradas se agotan con semanas de antelación).

En una tendencia impulsada por el atractivo de lo artesanal, la sostenibilidad y el valor terapéutico de las manualidades. Redes sociales y plataformas como Pinterest y TikTok también juegan un papel clave difundiendo ideas y tutoriales. Y ya existe una esfera de influencers y creadoras de contenido dedicadas al tema: son gente como mindfulmantra_embroidery, Yolanda Andrés, Sarah K. Benning, o la originalísima Cristina Chanche, cuyos seguidores se cuentan por millones.

En Xataka

He acompañado en su taller a un artesano que trabaja casi igual que su bisabuelo. Ahora entiendo el otro significado de “automático”

El auge, en números. Algunas cifras que dan testimonio de este resurgir está en el valor que alcanzó el mercado mundial de la artesanía, de 50.900 millones de dólares en 2024. Etsy, sin duda un buen termómetro del interés en estos temas al ser centro de compra y venta de productos manufacturados, registró en 2022 ventas brutas de 11.800 millones de dólares, con 94 millones de compradores y 7,3 millones de vendedores. En 2020, año de la pandemia, The Guardian detectó un incremento del 140% de gente que se animaba a empezar con el ganchillo, un total de un millón de personas en Reino Unido. Para el futuro, un informe de Technavio estima que el mercado global de tejido y crochet crecerá en 10.690 millones de dólares entre 2024 y 2028.

Qué nos aporta psicológicamente. Hay multitud de razones que explican el resurgir de estas tendencias, pero una que abarca a todas las demás es la búsqueda de una autenticidad que parece perdida en tiempos modernos. Artículos como este de The Wall Street Journal denominan la tendencia granny core (en referencia a que parecen aficiones de abuela) y recogen declaraciones de veinteañeros que subrayan la desconexión de lo digital y el placer de elaborar piezas artesanalmente como claves para este resurgir.

Lo genuino. Frente a la uniformidad de los productos industriales, los objetos hechos a mano representan lo genuino y lo exclusivo, ya que cada pieza tiene su propio proceso. Estas actividades no requieren grandes inversiones y permiten experimentar, aprender y mejorar habilidades, lo que refuerza la autoestima y la sensación de autosuficiencia. Estudios médicos recientes hablan de cómo “la participación en actividades artísticas y de artesanía aporta beneficios significativos” e incluso lo califica de “herramienta accesible y asequible para la salud pública”.

La desconexión digital es clave. Todos los estados de paz mental que señalamos más arriba están bajo un mismo paraguas: el de la desconexión digital. En una vida saturada de pantallas y estímulos digitales, las manualidades ofrecen una vía para desconectar y reducir el estrés. Estudios médicos como este del Mental Health Center de San Diego enumeran los beneficios de la desconexión y especifican que “aficiones creativas como la pintura o las manualidades” son entretenimientos analógicos que conviene cultivar.

Actividades como bordar, pintar cerámica o tejer fomentan la creatividad y la concentración (algo que va en dirección opuesta al efecto que generan las redes sociales), y generan una sensación de logro y propósito, lo que contribuye a una mayor satisfacción personal y bienestar emocional.

En Xataka

11 proyectos tecnológicos para hacer con tus hijos en casa para combatir el aburrimiento

Regreso al pasado. Hay un elemento clave en la artesanía y es la conexión con nuestro pasado, un elemento de transmisión generacional que se había perdido en la era digital. Aprender estas técnicas permite a los veinteañeros conectar con sus raíces familiares y culturales. Hablamos de algo que va más allá del mero aprendizaje técnico: implica compartir tiempo y experiencias con familiares mayores, crear recuerdos y fortalecer la identidad familiar. Eventos como los European Artistic Crafts Days, bajo el lema “The Golden Thread” subrayan precisamente cómo la artesanía actúa como hilo invisible que une pasado y presente.

Regreso en tendencias. En la industria de la moda, tan a menudo marcada por el consumo rápido y el abaratamiento de los costes, el resurgimiento del bordado o el ganchillo supone un giro (con su obvia y consiguiente carga comercial) hacia lo artesanal y sostenible, aspectos muy valorados por determinados sectores de consumidores. Las técnicas manuales abanderan lo que se conoce como slow fashion, movimiento que promueve el consumo de ropa de forma ética y consciente, y entre sus defensores hay nombres tan relevantes en la industria como Dior, Valentino, Batsheva Hay o Ganni.

Foto de Anya Chernik en Unsplash

Pero… ¿y la gente? La gente consume moda y a la vez influye en ella, por eso no es de extrañar que el gran público haya empezado también a hacer ganchillo y bordado. Si fue antes el huevo (la industria) o la gallina (los consumidores) en este regreso a la tradición costurera importa bien poco, pero podemos fijar un momento clave para que volviera a ponerse de moda a nivel usuario: la pandemia y el confinamiento. Las restricciones de movimiento, la necesidad de aprender nuevas habilidades y pasatiempos, la búsqueda de actividades relajantes y la importancia redoblada de redes sociales y comunidades online para forjar y afianzar amistades hicieron el resto.

Emprender y pinchar. Lo que también propició la pandemia fue un resurgir de negocios domésticos de ropa hecha a mano. A través de plataformas como Etsy, sin duda la más extendida, pero también a través de redes sociales como Instagram, plataformas de compraventa de segunda mano como Wallapop o Vinted y sistemas sencillos para montar tiendas rudimentarias, como Shopify, miles de personas se pusieron en marcha. Los vaivenes en el mercado del empleo tradicional propiciaron este resurgir del autoempleo a través de la artesanía, lo que a su vez impactó después en la industria: se revalorizó la artesanía y la moda de autor, se influyó en tendencias de consumo y, sobre todo, se cambió la percepción del consumidor, más afín a la moda hecha a mano.

Cabecera | Foto de Tanaphong Toochinda en Unsplash

En Xataka | “Se acepta Bizum”: soy artista callejero y así me las apaño ahora que casi nadie lleva efectivo encima

– La noticia

Vuelven las “manualidades de la abuela”: cómo una generación adicta a las pantallas se está enganchando a tejer y coser

fue publicada originalmente en

Xataka

por
John Tones

.   

​   

​ 

Continue Reading
Click to comment

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *