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¿Se puede poner el auto en los taxes? Todo sobre el IRS

Muchas personas que viven en Estados Unidos, sobre todo los trabajadores independientes, dueños de pequeños negocios y empleados se hacen esta pregunta: ¿se puede poner el auto en los taxes?
Esta inquietud es completamente válida, puesto que un vehículo representa uno de los gastos más significativos para cualquier persona. La respuesta corta es afirmativa, es posible, pero el camino para hacerlo de forma correcta y legal está lleno de matices que van mucho más allá de simplemente anotar una cifra en un formulario. Se trata de una decisión estratégica que puede impactar considerablemente el monto final a pagar o a recibir del IRS.
La conversación real comienza al entender que el gobierno estadounidense no ofrece una deducción por el simple hecho de poseer un automóvil. El beneficio fiscal está intrínsecamente ligado al uso que se le da al vehículo para generar ingresos.
De ahí que el primer filtro, y el más importante, sea separar el uso personal del uso de negocios. Un viaje a la oficina de un cliente es un gasto de negocio; el trayecto diario de casa al lugar de trabajo principal, conocido como commuting, lamentablemente no lo es. Es una distinción fundamental que a menudo genera confusión y que el IRS examina con lupa.

Auto en los taxes: Dos rutas para un mismo destino fiscal
Una vez que se tiene claridad sobre qué porcentaje del uso del coche es estrictamente para actividades laborales, el contribuyente se encuentra ante una bifurcación con dos senderos principales. El primero es el método de la tarifa por millaje estándar (standard mileage rate).
Este es el camino de la simplicidad. El IRS establece una tarifa fija por cada milla de negocio recorrida, la cual se actualiza periódicamente para reflejar los costos variables de operación.
Para el 2024, por ejemplo, la tarifa es de 67 centavos por milla. Optar por esta vía libera al contribuyente de la tediosa tarea de guardar cada recibo de gasolina, cada factura de cambio de aceite o cada pago del seguro. Es una opción fantástica para quienes conducen mucho por trabajo pero cuyos vehículos son económicos en mantenimiento y consumo.
El segundo sendero es el de los gastos reales (actual expenses). Como su nombre lo indica, este método implica sumar absolutamente todos los costos reales y demostrables asociados al uso del vehículo para negocios. Aquí entran en juego la gasolina, los cambios de aceite, el mantenimiento, las reparaciones, el seguro, el registro vehicular y, muy importantemente, la depreciación del automóvil.
Este camino es considerablemente más laborioso, ya que exige una disciplina de monje para guardar y organizar cada comprobante. Con todo y eso, para ciertos perfiles, resulta mucho más lucrativo, especialmente si el vehículo tiene costos operativos altos o si su valor se deprecia rápidamente.

¿El modelo del auto influye en la deducción?
Aquí es donde la elección del vehículo cobra una relevancia fiscal inesperada. Por ejemplo, un vehículo eléctrico no solo puede calificar para créditos fiscales federales y estatales al momento de la compra, sino que sus “gastos reales” de “combustible” (electricidad) y mantenimiento suelen ser diferentes, lo que altera el cálculo.
De igual manera, un contratista que adquiere una camioneta de trabajo pesada (con un peso bruto vehicular superior a 6,000 libras) puede beneficiarse enormemente de la deducción de la Sección 179. Esta sección del código tributario permite deducir el costo total del vehículo en el primer año de uso, en lugar de depreciarlo a lo largo de varios años.
Esta es una ventaja fiscal potentísima que puede cambiar por completo el panorama para un pequeño negocio, haciendo de una Ford F-150 o una Chevrolet Silverado una herramienta de trabajo y, a la vez, una pieza clave en la planeación fiscal.
El registro impecable: la clave de bóveda
Independientemente del método que se elija, hay un elemento que no es negociable: mantener un registro meticuloso y contemporáneo. Esto significa llevar una bitácora, ya sea en un cuaderno o mediante una aplicación móvil, que detalle la fecha de cada viaje de negocios, el destino, el propósito y las millas recorridas.
Para el método de gastos reales, esta exigencia se extiende a cada uno de los recibos. Sin esta documentación, cualquier deducción, por legítima que sea, se vuelve indefendible ante una posible auditoría del IRS. Es el pilar que sostiene toda la estructura de la deducción.
En consecuencia, la pregunta inicial se transforma. Ya no es solo “¿puedo poner el auto en los taxes?”, sino más bien “¿cómo puedo estructurar el uso y registro del vehículo para maximizar legalmente mis deducciones?”
La respuesta yace en un análisis honesto del uso del vehículo, en la elección consciente entre la simplicidad del millaje estándar o la minuciosidad de los gastos reales, y en una disciplina férrea para documentar cada paso. Para situaciones complejas, la asesoría de un profesional de impuestos no es un gasto, es una inversión en tranquilidad y optimización financiera.
Muchas personas que viven en Estados Unidos, sobre todo los trabajadores independientes, dueños de pequeños negocios y empleados se hacen esta pregunta: ¿se puede poner el auto en los taxes? Esta inquietud es completamente válida, puesto que un vehículo representa uno de los gastos más significativos para cualquier persona. La respuesta corta es afirmativa, es Curiosidades, Consejos, Tips