Ciencia y Tecnología
La OTAN ha planteado un escenario: si China ataca a Taiwán, Rusia y Corea del Norte también lo harán… pero a Europa

Una entrevista del New York Times ha abierto la posibilidad de un escenario que atañe a una gran cantidad de naciones. El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, explicaba lo más parecido a un tablero de ajedrez donde el movimiento de una pieza clave producía un seísmo geopolítico de dimensiones extraordinarias, Según el dirigente, todo comenzaría si China decide finalmente atacar a Taiwán.
Lo que vendría después sería lo más parecido a una guerra mundial.
El contexto. La extensa entrevista llegó a punto clave: el temor a una escalada de la intervención militar china en la isla de Taiwán ha aumentado drásticamente desde que Rusia lanzó su invasión a gran escala de Ucrania. El planteamiento: la guerra ha servido como posible modelo de cómo podrían responder tanto Taipéi como la comunidad internacional si Pekín decide invadir.
Por supuesto, Rutte aprovechó para difundir el mensaje que escuchamos de forma incesante: rearme, pero desde una perspectiva inquietante.
Palabra de Rutte. “Cada vez hay más consciencia, y no seamos ingenuos al respecto: si Xi Jinping atacara Taiwán, primero se aseguraría de llamar a su socio más pequeño en todo esto, Vladimir Putin, y decirle: ‘Oye, voy a hacer esto y necesito que los mantengas ocupados en Europa atacando territorio de la OTAN'”, declaró Rutte.
“Es muy probable que así es como esto avance. Y para disuadirlos, necesitamos hacer dos cosas. Una es que la OTAN, colectivamente, sea tan fuerte que los rusos nunca lo hagan. Y la segunda, colaborar con el Indopacífico, algo que el presidente Trump está promoviendo con vehemencia”, añadió.
La pinza estratégica. Lo hemos venido contando estos meses. A medida que la presión militar de China sobre Taiwán alcanza niveles sin precedentes, esa fecha clave de 2027 se vislumbra en el horizonte y, mientras tanto, los estrategas occidentales empiezan a temer un escenario más sombrío: que Pekín, al lanzarse a una eventual invasión de la isla, active a su socio ruso para abrir un segundo frente en Europa.
De eso iban las palabras de Rutte, que esa coordinación no sería un acto improvisado, sino una jugada deliberada. Recordaban los analistas en TWZ que, aunque parezca alarmista, la advertencia encaja con el creciente alineamiento entre Moscú y Pekín, que no solo comparten intereses estratégicos, sino que se refuerzan mutuamente en sus respectivas guerras: Rusia con apoyo técnico chino en Ucrania, y China beneficiándose de la distracción que representa el conflicto europeo para los recursos militares estadounidenses.
Tropas de la OTAN
El horizonte de 2027. Hace unos meses apuntamos que los informes de inteligencia occidentales coinciden en que tanto China como Rusia estarían trabajando con horizontes temporales similares. Xi Jinping habría ordenado a las Fuerzas Armadas del EPL estar listas para tomar Taiwán en 2027, un plazo respaldado por la CIA y por las declaraciones del entonces jefe del INDOPACOM, al hablar de la llamada “ventana Davidson”.
A su vez, el propio Rutte, así como altos mandos militares de Alemania y Ucrania, sostienen que Rusia podría reconstituir sus capacidades para atacar territorio de la OTAN hacia 2029. Es decir, que para finales de esta década, ambas potencias estarían (no quiere decir que vaya a ser así) en condiciones técnicas y logísticas de abrir un doble frente que pondría a prueba la capacidad de reacción estadounidense. En la práctica, esto significaría que cualquier ofensiva china sobre Taiwán podría coincidir con una ofensiva rusa en el flanco oriental de Europa, forzando a Estados Unidos a dividir sus recursos entre dos teatros de guerra simultáneos.
Presiones sobre Taiwán. Los datos del Comando Indo-Pacífico de Estados Unidos (INDOPACOM) no dejan lugar a dudas: la presión militar china sobre Taiwán ha aumentado un 300% anual, con maniobras navales, ejercicios anfibios, simulacros de desembarco, lanzamientos de cohetes y operaciones de portaviones en torno a la isla. El almirante Samuel Paparo advertía de un “punto de ebullición” que podría cristalizar en una operación real si Pekín considera que Washington está demasiado disperso para responder con eficacia.
Aunque algunos analistas consideran improbable que Rusia esté lista ahora mismo para atacar a la OTAN, otros reconocen que incluso una amenaza creíble o acciones de guerra híbrida podrían obligar a Estados Unidos a movilizar recursos preventivamente. Y la simple expectativa de conflicto ya sería suficiente para diluir la capacidad de respuesta estadounidense en el Pacífico.
Irán y Corea del Norte. Más allá de Rusia, los expertos concuerdan en que China cuenta con otros “actores de saturación” para desviar la atención y los medios estadounidenses. La reciente ofensiva con bombardeos de B-2 Spirit sobre instalaciones nucleares iraníes demuestra que Washington ya tiene parte de su arsenal comprometido en Oriente Medio. El mantenimiento de dos grupos de portaaviones en la región, junto con la guerra sostenida contra los hutíes en Yemen y la tensión constante con Irán, ya suponen un drenaje operativo considerable.
A ello se suma la amenaza latente de Corea del Norte, cuya dependencia estructural de China la convierte en un peón estratégico dispuesto a sembrar el caos si Pekín lo exige. Ni Pyongyang ni Moscú tendrían que lanzarse a una guerra total: bastaría con acciones de “zona gris” suficientemente creíbles como para forzar una reacción de Estados Unidos y sus aliados, dispersando fuerzas, anticipando conflictos y minando la concentración logística y táctica que requeriría una defensa efectiva de Taiwán.
Estrategia de desgaste. La clave del escenario que se perfila no está en la fuerza bruta inmediata, sino en la disuasión asimétrica. China sabe que una invasión de Taiwán no es simplemente una operación militar, sino una apuesta geoestratégica total. Para que tenga alguna posibilidad de éxito, debe garantizar que Estados Unidos no pueda concentrar sus fuerzas rápidamente en la región.
Rusia, Corea del Norte e incluso los conflictos latentes en Oriente Medio forman parte de esta arquitectura. En ese contexto, una OTAN debilitada, distraída o forzada a defender su flanco oriental mientras Washington tiene que operar en varios frentes, ofrecería la “ventana de oportunidad” que Pekín necesita. De ahí la revitalización del rearme europeo, el refuerzo de las defensas en Finlandia y Polonia, y el aumento del gasto militar en casi todos los países de la alianza, no son solo medidas reactivas frente a Rusia, sino elementos esenciales de la estrategia para disuadir también a China.
Washington y la disuasión impredecible. La administración Trump ha oscilado entre la agresividad militar y la imprevisibilidad estratégica. La decisión de bombardear Irán con MOP de 13.600 kilos podría haber tenido un efecto disuasorio inmediato en China. Analistas como Zack Cooper consideran que Pekín, al ver la disposición de Trump a utilizar la fuerza sin previo aviso, podría mostrarse más cauto en sus cálculos sobre Taiwán.
Al mismo tiempo, Trump ha reafirmado su compromiso con la defensa de la isla mediante un aumento de ventas de armas a Taipéi. Sin embargo, también ha cuestionado la utilidad de la OTAN y ha exigido mayor gasto militar a los aliados europeos, lo que ha generado incertidumbre sobre la solidez del compromiso estadounidense en el caso de un conflicto dual. Esta ambigüedad de la que hablamos la semana pasada puede funcionar como herramienta de disuasión, pero también corre el riesgo de fomentar errores de cálculo en Moscú o Pekín.
Preparados para lo que venga. La amenaza rusa sobre el viejo continente no es baladí. De hecho, contaba el Financial Times esta mañana que el puerto de Róterdam, el mayor de Europa se está preparando para ese posible conflicto reservando espacio para buques militares, coordinándose con el puerto de Amberes y adaptando sus infraestructuras para recibir cargamentos de armamento de Estados Unidos, Canadá y Reino Unido.
Las medidas forman parte de una estrategia europea más amplia que incluye ese plan de rearme de hasta 800.000 millones de euros y un aumento del gasto en defensa. El puerto ya ha manejado material militar en conflictos pasados, pero por primera vez contará con muelles dedicados a ello y ejercicios militares anfibios regulares.
El peor escenario posible. En resumen, tras el escenario planteado por la OTAN, el punto central del debate estratégico apunta a si Estados Unidos podría sostener un conflicto simultáneo en Europa y Asia. Añadir un frente europeo simultáneo, o incluso una amenaza creíble de conflicto en Finlandia, los Balcanes o el mar Báltico, tensionaría hasta el límite la capacidad estadounidense. Las capacidades industriales, logísticas y políticas actuales no garantizan que Washington pueda reaccionar con la rapidez y contundencia necesarias en ambos frentes.
Por eso, más allá de maniobras, tratados o disuasión retórica, lo que está en juego es una reconfiguración del poder militar occidental, una en la que Europa busca dejar de ser un consumidor de seguridad para convertirse en proveedor activo de estabilidad, liberando recursos norteamericanos para su mayor desafío: contener a China en el Indo-Pacífico.
Imagen | NATO, Nara, Allied Joint Force Command Brunssum, Picryl
–
La noticia
La OTAN ha planteado un escenario: si China ataca a Taiwán, Rusia y Corea del Norte también lo harán… pero a Europa
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Miguel Jorge
.
Una entrevista del New York Times ha abierto la posibilidad de un escenario que atañe a una gran cantidad de naciones. El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, explicaba lo más parecido a un tablero de ajedrez donde el movimiento de una pieza clave producía un seísmo geopolítico de dimensiones extraordinarias, Según el dirigente, todo comenzaría si China decide finalmente atacar a Taiwán.
Lo que vendría después sería lo más parecido a una guerra mundial.
El contexto. La extensa entrevista llegó a punto clave: el temor a una escalada de la intervención militar china en la isla de Taiwán ha aumentado drásticamente desde que Rusia lanzó su invasión a gran escala de Ucrania. El planteamiento: la guerra ha servido como posible modelo de cómo podrían responder tanto Taipéi como la comunidad internacional si Pekín decide invadir.
Por supuesto, Rutte aprovechó para difundir el mensaje que escuchamos de forma incesante: rearme, pero desde una perspectiva inquietante.
En Xataka
Estábamos acostumbrados a ver cosas raras en Ucrania, pero esto es diferente: barcos y bombarderos sin nadie al volante
Palabra de Rutte. “Cada vez hay más consciencia, y no seamos ingenuos al respecto: si Xi Jinping atacara Taiwán, primero se aseguraría de llamar a su socio más pequeño en todo esto, Vladimir Putin, y decirle: ‘Oye, voy a hacer esto y necesito que los mantengas ocupados en Europa atacando territorio de la OTAN'”, declaró Rutte.
“Es muy probable que así es como esto avance. Y para disuadirlos, necesitamos hacer dos cosas. Una es que la OTAN, colectivamente, sea tan fuerte que los rusos nunca lo hagan. Y la segunda, colaborar con el Indopacífico, algo que el presidente Trump está promoviendo con vehemencia”, añadió.
La pinza estratégica. Lo hemos venido contando estos meses. A medida que la presión militar de China sobre Taiwán alcanza niveles sin precedentes, esa fecha clave de 2027 se vislumbra en el horizonte y, mientras tanto, los estrategas occidentales empiezan a temer un escenario más sombrío: que Pekín, al lanzarse a una eventual invasión de la isla, active a su socio ruso para abrir un segundo frente en Europa.
De eso iban las palabras de Rutte, que esa coordinación no sería un acto improvisado, sino una jugada deliberada. Recordaban los analistas en TWZ que, aunque parezca alarmista, la advertencia encaja con el creciente alineamiento entre Moscú y Pekín, que no solo comparten intereses estratégicos, sino que se refuerzan mutuamente en sus respectivas guerras: Rusia con apoyo técnico chino en Ucrania, y China beneficiándose de la distracción que representa el conflicto europeo para los recursos militares estadounidenses.
Tropas de la OTAN
El horizonte de 2027. Hace unos meses apuntamos que los informes de inteligencia occidentales coinciden en que tanto China como Rusia estarían trabajando con horizontes temporales similares. Xi Jinping habría ordenado a las Fuerzas Armadas del EPL estar listas para tomar Taiwán en 2027, un plazo respaldado por la CIA y por las declaraciones del entonces jefe del INDOPACOM, al hablar de la llamada “ventana Davidson”.
A su vez, el propio Rutte, así como altos mandos militares de Alemania y Ucrania, sostienen que Rusia podría reconstituir sus capacidades para atacar territorio de la OTAN hacia 2029. Es decir, que para finales de esta década, ambas potencias estarían (no quiere decir que vaya a ser así) en condiciones técnicas y logísticas de abrir un doble frente que pondría a prueba la capacidad de reacción estadounidense. En la práctica, esto significaría que cualquier ofensiva china sobre Taiwán podría coincidir con una ofensiva rusa en el flanco oriental de Europa, forzando a Estados Unidos a dividir sus recursos entre dos teatros de guerra simultáneos.
Presiones sobre Taiwán. Los datos del Comando Indo-Pacífico de Estados Unidos (INDOPACOM) no dejan lugar a dudas: la presión militar china sobre Taiwán ha aumentado un 300% anual, con maniobras navales, ejercicios anfibios, simulacros de desembarco, lanzamientos de cohetes y operaciones de portaviones en torno a la isla. El almirante Samuel Paparo advertía de un “punto de ebullición” que podría cristalizar en una operación real si Pekín considera que Washington está demasiado disperso para responder con eficacia.
Aunque algunos analistas consideran improbable que Rusia esté lista ahora mismo para atacar a la OTAN, otros reconocen que incluso una amenaza creíble o acciones de guerra híbrida podrían obligar a Estados Unidos a movilizar recursos preventivamente. Y la simple expectativa de conflicto ya sería suficiente para diluir la capacidad de respuesta estadounidense en el Pacífico.
Irán y Corea del Norte. Más allá de Rusia, los expertos concuerdan en que China cuenta con otros “actores de saturación” para desviar la atención y los medios estadounidenses. La reciente ofensiva con bombardeos de B-2 Spirit sobre instalaciones nucleares iraníes demuestra que Washington ya tiene parte de su arsenal comprometido en Oriente Medio. El mantenimiento de dos grupos de portaaviones en la región, junto con la guerra sostenida contra los hutíes en Yemen y la tensión constante con Irán, ya suponen un drenaje operativo considerable.
A ello se suma la amenaza latente de Corea del Norte, cuya dependencia estructural de China la convierte en un peón estratégico dispuesto a sembrar el caos si Pekín lo exige. Ni Pyongyang ni Moscú tendrían que lanzarse a una guerra total: bastaría con acciones de “zona gris” suficientemente creíbles como para forzar una reacción de Estados Unidos y sus aliados, dispersando fuerzas, anticipando conflictos y minando la concentración logística y táctica que requeriría una defensa efectiva de Taiwán.
En Espinof
En 3 días se estrena la película de ciencia ficción más importante del año. Todo el futuro de un universo depende de ella
Estrategia de desgaste. La clave del escenario que se perfila no está en la fuerza bruta inmediata, sino en la disuasión asimétrica. China sabe que una invasión de Taiwán no es simplemente una operación militar, sino una apuesta geoestratégica total. Para que tenga alguna posibilidad de éxito, debe garantizar que Estados Unidos no pueda concentrar sus fuerzas rápidamente en la región.
Rusia, Corea del Norte e incluso los conflictos latentes en Oriente Medio forman parte de esta arquitectura. En ese contexto, una OTAN debilitada, distraída o forzada a defender su flanco oriental mientras Washington tiene que operar en varios frentes, ofrecería la “ventana de oportunidad” que Pekín necesita. De ahí la revitalización del rearme europeo, el refuerzo de las defensas en Finlandia y Polonia, y el aumento del gasto militar en casi todos los países de la alianza, no son solo medidas reactivas frente a Rusia, sino elementos esenciales de la estrategia para disuadir también a China.
Washington y la disuasión impredecible. La administración Trump ha oscilado entre la agresividad militar y la imprevisibilidad estratégica. La decisión de bombardear Irán con MOP de 13.600 kilos podría haber tenido un efecto disuasorio inmediato en China. Analistas como Zack Cooper consideran que Pekín, al ver la disposición de Trump a utilizar la fuerza sin previo aviso, podría mostrarse más cauto en sus cálculos sobre Taiwán.
Al mismo tiempo, Trump ha reafirmado su compromiso con la defensa de la isla mediante un aumento de ventas de armas a Taipéi. Sin embargo, también ha cuestionado la utilidad de la OTAN y ha exigido mayor gasto militar a los aliados europeos, lo que ha generado incertidumbre sobre la solidez del compromiso estadounidense en el caso de un conflicto dual. Esta ambigüedad de la que hablamos la semana pasada puede funcionar como herramienta de disuasión, pero también corre el riesgo de fomentar errores de cálculo en Moscú o Pekín.
Preparados para lo que venga. La amenaza rusa sobre el viejo continente no es baladí. De hecho, contaba el Financial Times esta mañana que el puerto de Róterdam, el mayor de Europa se está preparando para ese posible conflicto reservando espacio para buques militares, coordinándose con el puerto de Amberes y adaptando sus infraestructuras para recibir cargamentos de armamento de Estados Unidos, Canadá y Reino Unido.
Las medidas forman parte de una estrategia europea más amplia que incluye ese plan de rearme de hasta 800.000 millones de euros y un aumento del gasto en defensa. El puerto ya ha manejado material militar en conflictos pasados, pero por primera vez contará con muelles dedicados a ello y ejercicios militares anfibios regulares.
En Xataka
Una empresa de Barcelona quiso probar la semana de cuatro días. Terminó despidiendo a un empleado por tener dos trabajos
El peor escenario posible. En resumen, tras el escenario planteado por la OTAN, el punto central del debate estratégico apunta a si Estados Unidos podría sostener un conflicto simultáneo en Europa y Asia. Añadir un frente europeo simultáneo, o incluso una amenaza creíble de conflicto en Finlandia, los Balcanes o el mar Báltico, tensionaría hasta el límite la capacidad estadounidense. Las capacidades industriales, logísticas y políticas actuales no garantizan que Washington pueda reaccionar con la rapidez y contundencia necesarias en ambos frentes.
Por eso, más allá de maniobras, tratados o disuasión retórica, lo que está en juego es una reconfiguración del poder militar occidental, una en la que Europa busca dejar de ser un consumidor de seguridad para convertirse en proveedor activo de estabilidad, liberando recursos norteamericanos para su mayor desafío: contener a China en el Indo-Pacífico.
Imagen | NATO, Nara, Allied Joint Force Command Brunssum, Picryl
En Xataka | China tenía unos planes definidos sobre su futuro en Taiwán. Lo sucedido en Irán ha provocado que se los piense
En Xataka | Rusia lleva tres años de guerra desde que invadió Ucrania. Eso le ha dado una idea a Taiwán para frenar a China
– La noticia
La OTAN ha planteado un escenario: si China ataca a Taiwán, Rusia y Corea del Norte también lo harán… pero a Europa
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Miguel Jorge
.