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La letra Z es la favorita de esta columnista

La letra z es mi preferida. Hoy a la cola de nuestro abecedario; pero no siempre fue así. Nos cuenta su historia la Ortografía de la lengua española.
Hasta mediados del siglo II a. C. fue la X la última de las veintiuna letras del abecedario latino y representaba, como lo hace hoy en español, el sonido /ks/.
Estas letras siempre se escribían en mayúsculas y tenían un orden establecido, que seguro que les suena: A, B, C, D, E, F, G, H, I, K, L, M, N, O, P, Q, R, S, T, V, X.
Cuando Roma conquista Grecia, en un vuelco de la historia, el vencedor se deja permear por la cultura del vencido. Muchas palabras griegas empiezan a ser adoptadas por el latín.
Y estas nuevas palabras necesitaban nuevas letras. De ahí que el alfabeto latino recuperara una antigua Z, que había dejado de usarse hace mucho porque no tenían ese sonido, y tomara del griego la letra Y. Las recién llegadas se colocaron al final de la cola.
La familia contaba ahora con veintitrés miembros y mantenía su orden tradicional: A, B, C, D, E, F, G, H, I, K, L, M, N, O, P, Q, R, S, T, V, X, Y, Z. Aquí tenemos ya a la zeta en el lugar que nunca abandonará en nuestro abecedario.
Cuando el español da sus primeros balbuceos como lengua romance, mantiene este mismo abecedario en el mismo orden. Sin embargo, no era suficiente.
El español, a lo largo de su historia, se encontró con la necesidad de buscar letras que representaran nuevos sonidos que no exístían en latín. Cuatro letras fueron las últimas en incorporarse a la fiesta del abecedario de nuestra lengua: u, j, ñ, w.
Estas nuevas letras no surgieron de la nada; tienen su propia historia detrás.
Los romanos ya usaban a veces las variantes U y J cuando escribían la V y la I. Se trataba de las mismas letras pero trazadas con una forma más suave y redondeada.
Así mismo lo siguió haciendo la escritura del español, hasta que en los siglos XVI y XVII fueron asumiendo sus propios roles: la u y la i se reservaron para las vocales, mientras que la v y la j lo hicieron para las consonantes.
Me quito el sombrero
¿Y en qué lugar del abecedario se colocaron? Pues junto a sus primas hermanas: A, B, C, D, E, F, G, H, I, J, K, L, M, N, O, P, Q, R, S, T, U, V, X, Y, Z.
Nuestra muy particular ñ procede de la abreviatura del dígrafo nn que, ya en la Edad Media, el español aprovechó para representar el sonido nasal palatal /ñ/ que no extistía en latín.
La w fue la última en incorporarse oficialmente al abecedario, nada menos que en 1969, aunque ya se usaba desde antiguo para escribir algunas palabras de origen germánico; hoy la hemos extendido para adoptar préstamos del inglés.
Como buenas chicas ocuparon el lugar que les tocaba junto a las letras que les dieron origen: A, B, C, D, E, F, G, H, I, J, K, L, M, N, Ñ, O, P, Q, R, S, T, U, V, W, X, Y, Z.
Y aquí están nuestras veintisiete magníficas. La zeta, mi preferida, mantiene hasta hoy ese puesto destacado en la retaguardia.
Revista, columnistas, María José Rincón, Santo Domingo, Ortografía, Evolución del español, Abecedario español, Letras del alfabeto, letra Z La letra z es mi preferida. Hoy a la cola de nuestro abecedario; pero no siempre fue así. Nos cuenta su historia la Ortografía de la lengua española. Hasta mediados del siglo II a. C. fue la X la última de las veintiuna letras del abecedario latino y representaba, como lo hace hoy en español, el sonido /ks/. Estas letras siempre se escribían en mayúsculas y tenían un orden establecido, que seguro que les suena: A, B, C, D, E, F, G, H, I, K, L, M, N, O, P, Q, R, S, T, V, X.Cuando Roma conquista Grecia, en un vuelco de la historia, el vencedor se deja permear por la cultura del vencido. Muchas palabras griegas empiezan a ser adoptadas por el latín. Y estas nuevas palabras necesitaban nuevas letras. De ahí que el alfabeto latino recuperara una antigua Z, que había dejado de usarse hace mucho porque no tenían ese sonido, y tomara del griego la letra Y. Las recién llegadas se colocaron al final de la cola. La familia contaba ahora con veintitrés miembros y mantenía su orden tradicional: A, B, C, D, E, F, G, H, I, K, L, M, N, O, P, Q, R, S, T, V, X, Y, Z. Aquí tenemos ya a la zeta en el lugar que nunca abandonará en nuestro abecedario.Cuando el español da sus primeros balbuceos como lengua romance, mantiene este mismo abecedario en el mismo orden. Sin embargo, no era suficiente. El español, a lo largo de su historia, se encontró con la necesidad de buscar letras que representaran nuevos sonidos que no exístían en latín. Cuatro letras fueron las últimas en incorporarse a la fiesta del abecedario de nuestra lengua: u, j, ñ, w. Estas nuevas letras no surgieron de la nada; tienen su propia historia detrás. Los romanos ya usaban a veces las variantes U y J cuando escribían la V y la I. Se trataba de las mismas letras pero trazadas con una forma más suave y redondeada. Así mismo lo siguió haciendo la escritura del español, hasta que en los siglos XVI y XVII fueron asumiendo sus propios roles: la u y la i se reservaron para las vocales, mientras que la v y la j lo hicieron para las consonantes. Te puede interesar Me quito el sombrero ¿Y en qué lugar del abecedario se colocaron? Pues junto a sus primas hermanas: A, B, C, D, E, F, G, H, I, J, K, L, M, N, O, P, Q, R, S, T, U, V, X, Y, Z. Nuestra muy particular ñ procede de la abreviatura del dígrafo nn que, ya en la Edad Media, el español aprovechó para representar el sonido nasal palatal /ñ/ que no extistía en latín. La w fue la última en incorporarse oficialmente al abecedario, nada menos que en 1969, aunque ya se usaba desde antiguo para escribir algunas palabras de origen germánico; hoy la hemos extendido para adoptar préstamos del inglés. Como buenas chicas ocuparon el lugar que les tocaba junto a las letras que les dieron origen: A, B, C, D, E, F, G, H, I, J, K, L, M, N, Ñ, O, P, Q, R, S, T, U, V, W, X, Y, Z. Y aquí están nuestras veintisiete magníficas. La zeta, mi preferida, mantiene hasta hoy ese puesto destacado en la retaguardia. Leer más La lengua somos todos Revista