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Bienestar

«Si uno siente que no le importa a nadie, intenta volverse imprescindible haciendo de todo para todos»

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Las palabras que no se dijeron pero necesitábamos, lo que hubiera sido importante que pasara y no pasó, la visibilidad que hubiésemos querido tener por parte de las personas significativas de nuestra vida… Aunque suele ser más evidente, y también más habitual, pensar en las traiciones , el daño y el impacto que produjeron lo que vivimos o que sucedió, lo cierto es que «lo que no pasó» puede resultar aún más doloroso pues sus efectos son a menudo silenciosos, latentes y profundos. Esta tesis es la que defiende la psiquiatra Anabel González ( @anabelgonzalez_emociones5.0 ) en su último libro, que se titula precisamente ‘Lo que no pasó’ (Planeta) . Con esta guía para «curar las heridas que nos dejan el abandono, la ausencia y las pérdidas» ayuda a explorar el interior para encontrar respuestas a un malestar emocional que parece inexplicable y que no nos permite avanzar. Abordamos con ella algunas de las claves de su obra…- ¿Por qué las huellas en el interior de lo que hubiera sido importante que pasara y no pasó son más duraderas que lo que se ha vivido?Porque son cosas que han estado ausentes durante mucho tiempo y acaban configurando o incluso automatizando la forma en la que funcionamos de una manera que no nos va bien y que acaba siendo negativa. Por ejemplo, si una persona ha crecido con la sensación de no ser importante, se situará en las relaciones sintiendo que no lo es. Eso hará que o bien piense que los demás siempre son más importantes que él y siempre se sitúe en segundo lugar. O bien se dedique a cuidar a los otros porque sienta que ellos son los realmente importantes, hasta que finalmente explote. En cambio una herida por algo que ha pasado es más concreta, más delimitada. A veces hay pérdidas o abandonos que funcionan como heridas. Pero en otros casos son carencias. Por ejemplo, el hecho de no coger las riendas de la vida y dejarse llevar, por así decir, a donde nos lleve el viento. O incluso dejar que las relaciones se vayan marcando en función de las necesidades del otro y nunca en base a las propias… Todo eso lleva a una persona a lugares que pueden dañarle.- ¿Qué señales permiten distinguir que lo que nos pasa se debe a lo que no pasó?Podríamos usar la metáfora de la nutrición de modo que a veces esa persona puede sentir una desnutrición general que le haya llevado a no crecer todo lo que podía haber crecido o tener menos fuerza de la que debería tener. O puede ser que esa persona se haya acostumbrado a comer tan poco que cualquier comida que para otros sea normal le siente fatal. Y en ocasiones puede deberse a una determinada falta de nutrientes. Y todo eso se manifestaría en el cuerpo en forma de caída de cabello, debilidad, fragilidad en los huesos… Y si llevásemos esta metáfora a lo emocional nos encontraríamos con algo similar. Esa persona verá que las cosas le cuestan más que lo que parece costarles a otros, que se «rompe» casi con cualquier cosa, que le faltan recursos para afrontar determinadas situaciones o que se ven superados por cuestiones que a priori no les resultan complicadas ni difíciles. Estas pueden ser algunas consecuencias pero lo cierto es que como suelen producirse poco a poco, durante mucho tiempo o incluso desde hace mucho tiempo puede ser que resulte complicado relacionar esos problemas como lo que no pasó y debería haber pasado. Con una herida , sin embargo, resulta más fácil echar la vista atrás y saber desde cuándo duele. Pero con lo que a esa persona le faltó durante mucho tiempo lo que sucede es que se ha ido adaptando porque no le quedó otra.«Hay que poner el foco en los que sí estuvieron cuando uno lo pasó mal, no en los que fallaron» Anabel González Psiquiatra- Cuando se refiere en su libro a los casos de maltrato pone el acento en que una gran parte del sufrimiento de esas personas se debe a lo que no hizo el entorno para protegerles…Y no solo el entorno directo, sino también la respuesta social. Cuando la sociedad mira para otro lado los efectos sobre las personas que viven situaciones difíciles son importantes. Pero si además lo hace el entorno cercano , lo hacen aquellas personas que se supone que tienen que proteger, cuidar, ayudar y apoyar el daño se multiplica. De hecho, cuando se tiene un buen colchón alrededor, es posible transitar por las situaciones difíciles y salir de ellas con esa sensación de acompañamiento y no con una sensación de soledad absoluta o rechazo, que es la que hace que se multiplique la dureza.- ¿Qué tipo de situaciones relacionadas con la pérdida pueden llegar a resultar las más duras?Una es el abandono, porque es algo que se genera en la infancia y tiene su repercusión en la vida adulta. Es terrible porque un niño necesita el vínculo y la ayuda pare regularse. Podría decirse que no estamos completamente terminados, por así decir, hasta los veintitantos años, pues nuestro cerebro aún está en desarrollo hasta esa etapa. La sensación de abandono supone la pérdida de ese sustento y es una emoción particularmente difícil de digerir y elaborar. Otra situación compleja es la que se genera cuando una persona crece con falta de nutrientes esenciales emocionales como el afecto , la protección , aceptación y el cuidado , puede generar dificultades para darse cuenta de lo que realmente está sucediendo. Se normaliza tanto no tener esa atención o esa cobertura de necesidades que esa persona se acostumbra y acaba pensando que no necesita a nadie. Pero eso no es verdad porque somos animales sociales y necesitamos las relaciones. Noticias relacionadas estandar Si Porqué no debes idealizar a alguien y seis formas para evitar hacerlo Melissa González estandar Si Abuso emocional encubierto Ley del hielo: así afecta esta táctica de manipulación psicológica Raquel Alcolea- Con respecto a la aceptación a menudo se dan casos en los que los padres quieren que sus hijos sean como ellos querrían y no como son realmente…Eso lleva a que esa persona no se sienta aceptada por lo que es y puede llevarle a crecer con unas dificultades enormes para aceptarse con sus defectos, sus carencias y sus particularidades. O incluso puede llevarles a pasarse la vida obligándose a encajar en un molde que realmente no va con ellos. – Pensará que nunca es suficiente…Sí, y además a nivel social estamos mucho en eso pues existe una especie de listón muy alto al que todo el mundo tiene que llegar, como si fuésemos clones. Eso puede llevar a quien tenga una historia instalada dentro relacionada con que nunca es suficiente quede enganchado al discurso del éxito y el logro, con las pésimas consecuencias que eso tiene. – Pero en el análisis de uno mismo que plantea en su obra, recuerda que no se trata de buscar traumas por todas partes y en cada cosa que nos pase. ¿Empezamos a psicopatologizar todo?Puede ser. La vida tiene sus cosas y las personas con las que coexistimos también tienen sus particularidades. La cuestión es entender cómo nos influye y si eso se puede etiquetar como trauma . Algunas cosas sí, por su nivel de gravedad y por su capacidad de activar nuestros mecanismos de supervivencia, pero otras veces tal vez se haya ido de las manos y se haya trivializado el concepto de trauma hasta el punto de llegar a llamar trauma a cualquier cosa negativa que nos haya pasado. Y eso no es un trauma, eso se llama vivir.«Mendigar el cariño de los que no nos prestan atención es bajar el cubo a un pozo sin agua» Anabel González Psiquiatra- En su obra plantea un esquema de lectura de cada uno de los capítulos basado en tres pasos: «Entrar sin pelear», «Aprender a ver» y «Ayudar a crecer», ¿Cuál es la esencia de este planteamiento?Le di muchas vueltas al formato porque trabajar con las experiencias de abandono es difícil y la persona lo experimenta como algo que le absorbe, como un pozo sin fondo en el que si se cae ya no puede hacer nada. Por tanto existe una pelea inicial para no sufrir eso tan doloroso que hace que uno se machaque y le dé vueltas a lo que los otros hicieron o no hicieron o incluso puede llevar a engancharse en bucles de rencor o en un análisis en círculos que siempre le lleve al mismo sitio. Por eso planteé la idea de «entrar sin pelear» y sin dejarnos absorber por esa sensación de pozo sin fondo, porque eso permite entender, mirar con perspectiva y dejar de dar vueltas a lo que sucede.En cuanto al «Aprender a ver» es un paso que invita a comprobar cómo observarnos porque es probable que si no nos hemos sentido vistos, también tendamos a no vernos. Pero hay que aprender a observar, a poner la atención a momentos concretos, porque si no se hace, esa persona no sabrá dónde tiene que poner el foco ni qué debe cambiar. Y una vez que se consigue ver lo que falta y dónde y en qué momento se produjo aquello que faltó lo que se necesitaba, el siguiente paso es poner el acento en sembrar, de forma activa y con paciencia, en aquellos huecos que se han percibido. Por ejemplo, si esa persona ha sentido que no es importante, debe ayudarse a ver que sí lo es y también a darse cuenta de en qué momentos debe dar importancia a lo que quiere y no siempre a lo que quieren los demás. No se trata de mirarse el ombligo todo el día ni de ir a los extremos, pero sí de saber que lo de uno también importa. Pero además también se tiene que hacer valer porque si no se pide lo que se necesita, el otro no se da cuenta o no se plantea darlo, si no se le reclama. Por tanto «ayudar a crecer» también implica pelear por lo de uno y aprender a reclamarlo de una forma equilibrada. – Asegura que hay que reclamar lo que consideramos importante de una forma equilibrada, ¿es fácil pasarse de vueltas?Si nunca se ha dado importancia a lo de uno, puede ser que al empezar a practicar con el «soy importante» esa persona reclame las cosas de una forma desproporcionada. Pero eso forma parte de la práctica. Con la práctica se encuentra el paso intermedio entre no reclamar nunca nada ni protestar por nada ni decir nunca que no y pedir las cosas de una forma exigente o demandante. Uno puede ir empezando a decir las cosas, pero aún no las sabe decir bien y a veces confunde ser firme, con borde. Pero no se trata de eso porque también el otro necesita cuidado, respeto, consideración y formas educadas. Se requiere práctica para tratar de ir cogiendo el punto hasta ser capaz de decir lo que se necesita en el momento en el que se necesita y también saber cuándo no vale la pena decirlo. – A algunas personas les cuesta mucho decir «no»…Sí, parece algo sencillo pero a algunas personas les resulta incómodo simplemente pronunciar esa palabra.- En su obra es también importante el «no» y el uso del lenguaje pues indica que «se puede hacer que pase lo que no pasó». ¿Qué implica y cómo se consigue?Aquí es importante saber si eso influye o no, es decir, si lo que no ha pasado no me afecta, está bien. Las personas que han crecido sintiendo que no importan llegan a pensar que no importan y se relacionan con personas a las que no importan. Y eso lo que genera es que si siente que no importa a nadie, intenta sentirse imprescindible y ayudar a todo el mundo. Y ya sabemos dónde acaba esto: en la sobrecarga y en el resentimiento.Hay que cambiar el «soy imprescindible» por el «soy importante». Como soy imprescindible hago todo por ti. Pero si soy importante a lo mejor no hago todo por ti porque lo voy a hacer por mí. Cuando se hace eso, uno se sentirá súper egoísta. Y entonces sabrá que va bien, que va por buen camino. – ¿Por qué asegura que todo cambio pasa por la conexión?Nos desconectamos tanto de nosotros mismos como de los demás y para ese cambio hace falta reconectar. Porque si no se hace, no profundizaremos y nos quedaremos igual. A lo largo del libro planteo ejercicios para analizar las sensaciones del cuerpo para quedarnos con ellas y aprender a cuidarlas. La cabeza no puede ir por un lado y el cuerpo por otro porque si eso sucede, los impulsos que guían nuestras reacciones estarán a un nivel con el que no estamos conectados. Por ejemplo cuando uno dice que tiene estrés en realidad puede ir más allá para entender lo que está pasando realmente y qué relación tiene con las emociones que me despierta. Las conexiones que se hacen entre lo que pasa en ese momento, lo que pasó antes y las sensaciones internas que producen ayudan a digerir lo que pasa. Si solo pongo una etiqueta general como «tengo estrés» y no intento conectar nada, me seguirá pasando sin saber por qué.«Si entiendes los procesos mentales de quien te ha hecho daño, sabrás protegerte mejor en el futuro» Anabel González Psiquiatra- A la hora de salir de «donde estaba oscuro» invita a rescatar a los que sí que estuvieron ahí…Siempre hay algo o alguien que se puede rescatar y además nos conviene hacerlo. No para decirnos que fue estupendo ni para pensar que no fue una mierda. Si lo fue, lo fue. Pero aquí sucede algo que resulta difícil porque si las persona que para nosotros son importantes no hacen lo que hubiésemos necesitado en ese momento es como si el resto se difuminase y le quitamos valor. Pero si hubo alguien con quien se pudo hablar de esto o alguien que prestó atención a lo que sentía o que se dio cuenta de que algo estaba pasando, hay que ponerlo en valor. Hay que poner el foco en los que sí estuvieron cuando uno lo pasó mal, no en los que fallaron. Hay que ser consciente de que existen personas que se dan cuenta de lo que a uno le pasa y desde ahí puede crecer la idea de que puede haber más. Pero si solo pienso en los que me hicieron daño puedo pensar que todo el mundo es así.Y si uno lo piensa, en realidad no es justo, porque las mejores personas con las que nos hemos encontrado en la vida es como si fueran de segunda y en cambio damos valor a los que nos han causado dolor. Solemos dar valor a quienes nos hicieron daño y lo quitamos a quienes nos ayudaron.- ¿Qué implica el hecho de «mendigar el cariño» de los que no nos prestan atención?Debemos darnos cuenta de que estamos lanzando el cubo a un pozo que no tiene agua. Pero lo cierto es que a menudo se baja el cubo una y otra vez aunque sepamos que no tiene agua. Por tanto es mejor invertir en los qu esí tienen agua, tengan mucha o poca, porque de lo que se trata es de coger un poco de aquí y de allá. A veces nos encontramos con personas que están en nuestra vida durante mucho tiempo y ya sabemos lo que van a dar, así que llega un momento en que no tiene sentido esperar lo que no va a venir. Y eso hay que llorarlo. Llorarlo significa dejar de esperarlo y darse cuenta de que no tiene más vuelta de hoja. Y es cuando se asume cuando más duele, por eso algunas personas no quieren asumirlo, porque duele. Pero si no lo asumen, ¿qué pasa? Que duele siempre. Aunque haya que intentar las cosas, también en la vida hay que aprender cuándo no merece la pena intentarlo. Podemos hacer que pase lo que no pasó, pero tenemos que ver de dónde conseguirlo pues esperar que venga de donde nunca ha venido no tiene sentido. – El lenguaje es importante en su obra. Precisamente propone diferenciar aceptar de entender, justificar, tolerar y perdonar. ¿Esto se debe a que se pueden confundir?Es importante, sobre todo, entender. Entender a los que nos hicieron daño. Pero eso no es como si no nos lo hubieran hecho, claro que lo hicieron. Pero necesitamos entender cómo funciona la cabeza de alguien. Porque si entiendes cómo funciona la cabeza de quien te ha hecho daño, sabrás protegerte mejor en el futuro.Pero entender es hacerlo por ti, no por la otra persona. Y entender no significa tolerar el daño. Uno puede aceptar que pasó lo que pasó pero eso no quiere decir que le parezca bien.A veces hacemos trampas mentales con cosas imposibles: aunque no podemos conseguir que no haya pasado algo que ya pasó, mentalmente hacemos como si realmente fuese posible. Y perdonar es otra historia. Entender tampoco significa perdonar. Puede entender el proceso mental que ha llevado a una persona a hacer algo, pero puedo considerarlo imperdonable.«Los cuidadores perfectos o que se imponen esa perfección producen muchos problemas emocionales en los niños»- Si no entendemos algo, ¿tendemos a inventarnos las explicaciones?Las explicaciones no son tan relevantes porque cuando intento explicarme por qué esa persona hizo lo que hizo estoy buscando que tenga sentido o algo que no me haga tanto daño. Y lo cierto es que a veces la gente hace cosas por motivos altamente contradictorios. Podemos pasar mucho tiempo dándole vueltas al por qué lo hizo, pero debajo de esos porqués a veces se esconde un «no puedo aceptar que lo haya hecho». A veces explico que lo importante es entender por qué no lo hizo. No pegó a ese niño porque lo mereciera, no hizo daño a esa mujer porque ella tuviera la culpa de algo… Hay que entender que hay algo en la historia de esa persona a que el instinto natural de protección a un niño o a otra persona no funcione bien. Cuando uno se pregunta por qué está intentando sentir que no fue culpa de él y eso se puede conseguir sin pasar por esa pregunta del por qué y centrándose en lo que no tuvo nada que ver con lo que hiciera o lo que dijera. A veces encontramos respuestas que no nos valen porque no hicimos la pregunta adecuada.- ¿Por qué a algunas personas que les cuesta tanto disfrutar o incluso mostrar el disfrute?Si cuesta el disfrute, habría que ver a qué responde porque será algo muy particular para cada persona. En algunos casos puede deberse al hecho de haber vivido en un entorno en el que el deber está antes que el placer a todos los niveles o en el que no suele haber experiencias de disfrute compartidas. Pero no es natural que no podamos disfrutar de la vida ni compartirlos. Y además es algo muy nutritivo. – En torno a la infancia defiende dos conceptos que son «querer sin condiciones» y «ser padres suficientemente buenos», ¿Cómo se trabajan ambas ideas en un contexto en el que predomina la sobreprotección?Es importante saber que los hijos no vienen al mundo para cumplir nuestras expectativas Uno tiene que querer al niño que tiene y no al que se había imaginado. Es más, lo ideal sería no imaginar nada y aceptarlo como venga para que ese niño se sienta querido por la persona única, especial y diferente que es; no porque cuestiones como se porte bien. Es cierto que se pueden corregir las conductas, claro, encauzándolo. Pero es importante que el niño sienta que se le transmita que se le quiere y que eso no dependa de cómo actúe. Y además aquellos expertos que definieron el concepto de apego hablaron de los padres suficientemente buenos, no perfectos. Los cuidadores perfectos o que se imponen esa perfección producen muchos problemas emocionales en los niños porque crecerán con un modelo de autoexigencia que no le vendrá bien. A veces es importante hacerlo mal y aprender mucho de ello para poder ir haciéndolo menos mal cada vez. Se aprende por ensayo y error y eso significa una estadística cercana a: cinco errores, un acierto.Sobre su trayectoriaAnabel González es psiquiatra, psicoterapeuta y doctora en Medicina. Directora del Instituto Médico Imaya, ha coordinado durante años el programa de trauma y disociación del Complexo Hospitalario Universitario A Coruña. Presidenta de la Asociación EMDR España, forma a especialistas y da cursos sobre esta metodología terapéutica en institutoimaya.com . Es también tutora de doctorado en la Universidade da Coruña, codirectora del curso de especialista de EMDR de la UNED y profesora en el máster de Psicoterapia con EMDR de ese centro. Es autora de ‘Lo bueno de tener un mal día’ (2020), ‘Las cicatrices no duelen’ (2021), ‘¿Por dónde se sale?’ (2023), ‘No soy yo ‘(2017) y otras obras especializadas.

​Las palabras que no se dijeron pero necesitábamos, lo que hubiera sido importante que pasara y no pasó, la visibilidad que hubiésemos querido tener por parte de las personas significativas de nuestra vida… Aunque suele ser más evidente, y también más habitual, pensar en las traiciones , el daño y el impacto que produjeron lo que vivimos o que sucedió, lo cierto es que «lo que no pasó» puede resultar aún más doloroso pues sus efectos son a menudo silenciosos, latentes y profundos. Esta tesis es la que defiende la psiquiatra Anabel González ( @anabelgonzalez_emociones5.0 ) en su último libro, que se titula precisamente ‘Lo que no pasó’ (Planeta) . Con esta guía para «curar las heridas que nos dejan el abandono, la ausencia y las pérdidas» ayuda a explorar el interior para encontrar respuestas a un malestar emocional que parece inexplicable y que no nos permite avanzar. Abordamos con ella algunas de las claves de su obra…- ¿Por qué las huellas en el interior de lo que hubiera sido importante que pasara y no pasó son más duraderas que lo que se ha vivido?Porque son cosas que han estado ausentes durante mucho tiempo y acaban configurando o incluso automatizando la forma en la que funcionamos de una manera que no nos va bien y que acaba siendo negativa. Por ejemplo, si una persona ha crecido con la sensación de no ser importante, se situará en las relaciones sintiendo que no lo es. Eso hará que o bien piense que los demás siempre son más importantes que él y siempre se sitúe en segundo lugar. O bien se dedique a cuidar a los otros porque sienta que ellos son los realmente importantes, hasta que finalmente explote. En cambio una herida por algo que ha pasado es más concreta, más delimitada. A veces hay pérdidas o abandonos que funcionan como heridas. Pero en otros casos son carencias. Por ejemplo, el hecho de no coger las riendas de la vida y dejarse llevar, por así decir, a donde nos lleve el viento. O incluso dejar que las relaciones se vayan marcando en función de las necesidades del otro y nunca en base a las propias… Todo eso lleva a una persona a lugares que pueden dañarle.- ¿Qué señales permiten distinguir que lo que nos pasa se debe a lo que no pasó?Podríamos usar la metáfora de la nutrición de modo que a veces esa persona puede sentir una desnutrición general que le haya llevado a no crecer todo lo que podía haber crecido o tener menos fuerza de la que debería tener. O puede ser que esa persona se haya acostumbrado a comer tan poco que cualquier comida que para otros sea normal le siente fatal. Y en ocasiones puede deberse a una determinada falta de nutrientes. Y todo eso se manifestaría en el cuerpo en forma de caída de cabello, debilidad, fragilidad en los huesos… Y si llevásemos esta metáfora a lo emocional nos encontraríamos con algo similar. Esa persona verá que las cosas le cuestan más que lo que parece costarles a otros, que se «rompe» casi con cualquier cosa, que le faltan recursos para afrontar determinadas situaciones o que se ven superados por cuestiones que a priori no les resultan complicadas ni difíciles. Estas pueden ser algunas consecuencias pero lo cierto es que como suelen producirse poco a poco, durante mucho tiempo o incluso desde hace mucho tiempo puede ser que resulte complicado relacionar esos problemas como lo que no pasó y debería haber pasado. Con una herida , sin embargo, resulta más fácil echar la vista atrás y saber desde cuándo duele. Pero con lo que a esa persona le faltó durante mucho tiempo lo que sucede es que se ha ido adaptando porque no le quedó otra.«Hay que poner el foco en los que sí estuvieron cuando uno lo pasó mal, no en los que fallaron» Anabel González Psiquiatra- Cuando se refiere en su libro a los casos de maltrato pone el acento en que una gran parte del sufrimiento de esas personas se debe a lo que no hizo el entorno para protegerles…Y no solo el entorno directo, sino también la respuesta social. Cuando la sociedad mira para otro lado los efectos sobre las personas que viven situaciones difíciles son importantes. Pero si además lo hace el entorno cercano , lo hacen aquellas personas que se supone que tienen que proteger, cuidar, ayudar y apoyar el daño se multiplica. De hecho, cuando se tiene un buen colchón alrededor, es posible transitar por las situaciones difíciles y salir de ellas con esa sensación de acompañamiento y no con una sensación de soledad absoluta o rechazo, que es la que hace que se multiplique la dureza.- ¿Qué tipo de situaciones relacionadas con la pérdida pueden llegar a resultar las más duras?Una es el abandono, porque es algo que se genera en la infancia y tiene su repercusión en la vida adulta. Es terrible porque un niño necesita el vínculo y la ayuda pare regularse. Podría decirse que no estamos completamente terminados, por así decir, hasta los veintitantos años, pues nuestro cerebro aún está en desarrollo hasta esa etapa. La sensación de abandono supone la pérdida de ese sustento y es una emoción particularmente difícil de digerir y elaborar. Otra situación compleja es la que se genera cuando una persona crece con falta de nutrientes esenciales emocionales como el afecto , la protección , aceptación y el cuidado , puede generar dificultades para darse cuenta de lo que realmente está sucediendo. Se normaliza tanto no tener esa atención o esa cobertura de necesidades que esa persona se acostumbra y acaba pensando que no necesita a nadie. Pero eso no es verdad porque somos animales sociales y necesitamos las relaciones. Noticias relacionadas estandar Si Porqué no debes idealizar a alguien y seis formas para evitar hacerlo Melissa González estandar Si Abuso emocional encubierto Ley del hielo: así afecta esta táctica de manipulación psicológica Raquel Alcolea- Con respecto a la aceptación a menudo se dan casos en los que los padres quieren que sus hijos sean como ellos querrían y no como son realmente…Eso lleva a que esa persona no se sienta aceptada por lo que es y puede llevarle a crecer con unas dificultades enormes para aceptarse con sus defectos, sus carencias y sus particularidades. O incluso puede llevarles a pasarse la vida obligándose a encajar en un molde que realmente no va con ellos. – Pensará que nunca es suficiente…Sí, y además a nivel social estamos mucho en eso pues existe una especie de listón muy alto al que todo el mundo tiene que llegar, como si fuésemos clones. Eso puede llevar a quien tenga una historia instalada dentro relacionada con que nunca es suficiente quede enganchado al discurso del éxito y el logro, con las pésimas consecuencias que eso tiene. – Pero en el análisis de uno mismo que plantea en su obra, recuerda que no se trata de buscar traumas por todas partes y en cada cosa que nos pase. ¿Empezamos a psicopatologizar todo?Puede ser. La vida tiene sus cosas y las personas con las que coexistimos también tienen sus particularidades. La cuestión es entender cómo nos influye y si eso se puede etiquetar como trauma . Algunas cosas sí, por su nivel de gravedad y por su capacidad de activar nuestros mecanismos de supervivencia, pero otras veces tal vez se haya ido de las manos y se haya trivializado el concepto de trauma hasta el punto de llegar a llamar trauma a cualquier cosa negativa que nos haya pasado. Y eso no es un trauma, eso se llama vivir.«Mendigar el cariño de los que no nos prestan atención es bajar el cubo a un pozo sin agua» Anabel González Psiquiatra- En su obra plantea un esquema de lectura de cada uno de los capítulos basado en tres pasos: «Entrar sin pelear», «Aprender a ver» y «Ayudar a crecer», ¿Cuál es la esencia de este planteamiento?Le di muchas vueltas al formato porque trabajar con las experiencias de abandono es difícil y la persona lo experimenta como algo que le absorbe, como un pozo sin fondo en el que si se cae ya no puede hacer nada. Por tanto existe una pelea inicial para no sufrir eso tan doloroso que hace que uno se machaque y le dé vueltas a lo que los otros hicieron o no hicieron o incluso puede llevar a engancharse en bucles de rencor o en un análisis en círculos que siempre le lleve al mismo sitio. Por eso planteé la idea de «entrar sin pelear» y sin dejarnos absorber por esa sensación de pozo sin fondo, porque eso permite entender, mirar con perspectiva y dejar de dar vueltas a lo que sucede.En cuanto al «Aprender a ver» es un paso que invita a comprobar cómo observarnos porque es probable que si no nos hemos sentido vistos, también tendamos a no vernos. Pero hay que aprender a observar, a poner la atención a momentos concretos, porque si no se hace, esa persona no sabrá dónde tiene que poner el foco ni qué debe cambiar. Y una vez que se consigue ver lo que falta y dónde y en qué momento se produjo aquello que faltó lo que se necesitaba, el siguiente paso es poner el acento en sembrar, de forma activa y con paciencia, en aquellos huecos que se han percibido. Por ejemplo, si esa persona ha sentido que no es importante, debe ayudarse a ver que sí lo es y también a darse cuenta de en qué momentos debe dar importancia a lo que quiere y no siempre a lo que quieren los demás. No se trata de mirarse el ombligo todo el día ni de ir a los extremos, pero sí de saber que lo de uno también importa. Pero además también se tiene que hacer valer porque si no se pide lo que se necesita, el otro no se da cuenta o no se plantea darlo, si no se le reclama. Por tanto «ayudar a crecer» también implica pelear por lo de uno y aprender a reclamarlo de una forma equilibrada. – Asegura que hay que reclamar lo que consideramos importante de una forma equilibrada, ¿es fácil pasarse de vueltas?Si nunca se ha dado importancia a lo de uno, puede ser que al empezar a practicar con el «soy importante» esa persona reclame las cosas de una forma desproporcionada. Pero eso forma parte de la práctica. Con la práctica se encuentra el paso intermedio entre no reclamar nunca nada ni protestar por nada ni decir nunca que no y pedir las cosas de una forma exigente o demandante. Uno puede ir empezando a decir las cosas, pero aún no las sabe decir bien y a veces confunde ser firme, con borde. Pero no se trata de eso porque también el otro necesita cuidado, respeto, consideración y formas educadas. Se requiere práctica para tratar de ir cogiendo el punto hasta ser capaz de decir lo que se necesita en el momento en el que se necesita y también saber cuándo no vale la pena decirlo. – A algunas personas les cuesta mucho decir «no»…Sí, parece algo sencillo pero a algunas personas les resulta incómodo simplemente pronunciar esa palabra.- En su obra es también importante el «no» y el uso del lenguaje pues indica que «se puede hacer que pase lo que no pasó». ¿Qué implica y cómo se consigue?Aquí es importante saber si eso influye o no, es decir, si lo que no ha pasado no me afecta, está bien. Las personas que han crecido sintiendo que no importan llegan a pensar que no importan y se relacionan con personas a las que no importan. Y eso lo que genera es que si siente que no importa a nadie, intenta sentirse imprescindible y ayudar a todo el mundo. Y ya sabemos dónde acaba esto: en la sobrecarga y en el resentimiento.Hay que cambiar el «soy imprescindible» por el «soy importante». Como soy imprescindible hago todo por ti. Pero si soy importante a lo mejor no hago todo por ti porque lo voy a hacer por mí. Cuando se hace eso, uno se sentirá súper egoísta. Y entonces sabrá que va bien, que va por buen camino. – ¿Por qué asegura que todo cambio pasa por la conexión?Nos desconectamos tanto de nosotros mismos como de los demás y para ese cambio hace falta reconectar. Porque si no se hace, no profundizaremos y nos quedaremos igual. A lo largo del libro planteo ejercicios para analizar las sensaciones del cuerpo para quedarnos con ellas y aprender a cuidarlas. La cabeza no puede ir por un lado y el cuerpo por otro porque si eso sucede, los impulsos que guían nuestras reacciones estarán a un nivel con el que no estamos conectados. Por ejemplo cuando uno dice que tiene estrés en realidad puede ir más allá para entender lo que está pasando realmente y qué relación tiene con las emociones que me despierta. Las conexiones que se hacen entre lo que pasa en ese momento, lo que pasó antes y las sensaciones internas que producen ayudan a digerir lo que pasa. Si solo pongo una etiqueta general como «tengo estrés» y no intento conectar nada, me seguirá pasando sin saber por qué.«Si entiendes los procesos mentales de quien te ha hecho daño, sabrás protegerte mejor en el futuro» Anabel González Psiquiatra- A la hora de salir de «donde estaba oscuro» invita a rescatar a los que sí que estuvieron ahí…Siempre hay algo o alguien que se puede rescatar y además nos conviene hacerlo. No para decirnos que fue estupendo ni para pensar que no fue una mierda. Si lo fue, lo fue. Pero aquí sucede algo que resulta difícil porque si las persona que para nosotros son importantes no hacen lo que hubiésemos necesitado en ese momento es como si el resto se difuminase y le quitamos valor. Pero si hubo alguien con quien se pudo hablar de esto o alguien que prestó atención a lo que sentía o que se dio cuenta de que algo estaba pasando, hay que ponerlo en valor. Hay que poner el foco en los que sí estuvieron cuando uno lo pasó mal, no en los que fallaron. Hay que ser consciente de que existen personas que se dan cuenta de lo que a uno le pasa y desde ahí puede crecer la idea de que puede haber más. Pero si solo pienso en los que me hicieron daño puedo pensar que todo el mundo es así.Y si uno lo piensa, en realidad no es justo, porque las mejores personas con las que nos hemos encontrado en la vida es como si fueran de segunda y en cambio damos valor a los que nos han causado dolor. Solemos dar valor a quienes nos hicieron daño y lo quitamos a quienes nos ayudaron.- ¿Qué implica el hecho de «mendigar el cariño» de los que no nos prestan atención?Debemos darnos cuenta de que estamos lanzando el cubo a un pozo que no tiene agua. Pero lo cierto es que a menudo se baja el cubo una y otra vez aunque sepamos que no tiene agua. Por tanto es mejor invertir en los qu esí tienen agua, tengan mucha o poca, porque de lo que se trata es de coger un poco de aquí y de allá. A veces nos encontramos con personas que están en nuestra vida durante mucho tiempo y ya sabemos lo que van a dar, así que llega un momento en que no tiene sentido esperar lo que no va a venir. Y eso hay que llorarlo. Llorarlo significa dejar de esperarlo y darse cuenta de que no tiene más vuelta de hoja. Y es cuando se asume cuando más duele, por eso algunas personas no quieren asumirlo, porque duele. Pero si no lo asumen, ¿qué pasa? Que duele siempre. Aunque haya que intentar las cosas, también en la vida hay que aprender cuándo no merece la pena intentarlo. Podemos hacer que pase lo que no pasó, pero tenemos que ver de dónde conseguirlo pues esperar que venga de donde nunca ha venido no tiene sentido. – El lenguaje es importante en su obra. Precisamente propone diferenciar aceptar de entender, justificar, tolerar y perdonar. ¿Esto se debe a que se pueden confundir?Es importante, sobre todo, entender. Entender a los que nos hicieron daño. Pero eso no es como si no nos lo hubieran hecho, claro que lo hicieron. Pero necesitamos entender cómo funciona la cabeza de alguien. Porque si entiendes cómo funciona la cabeza de quien te ha hecho daño, sabrás protegerte mejor en el futuro.Pero entender es hacerlo por ti, no por la otra persona. Y entender no significa tolerar el daño. Uno puede aceptar que pasó lo que pasó pero eso no quiere decir que le parezca bien.A veces hacemos trampas mentales con cosas imposibles: aunque no podemos conseguir que no haya pasado algo que ya pasó, mentalmente hacemos como si realmente fuese posible. Y perdonar es otra historia. Entender tampoco significa perdonar. Puede entender el proceso mental que ha llevado a una persona a hacer algo, pero puedo considerarlo imperdonable.«Los cuidadores perfectos o que se imponen esa perfección producen muchos problemas emocionales en los niños»- Si no entendemos algo, ¿tendemos a inventarnos las explicaciones?Las explicaciones no son tan relevantes porque cuando intento explicarme por qué esa persona hizo lo que hizo estoy buscando que tenga sentido o algo que no me haga tanto daño. Y lo cierto es que a veces la gente hace cosas por motivos altamente contradictorios. Podemos pasar mucho tiempo dándole vueltas al por qué lo hizo, pero debajo de esos porqués a veces se esconde un «no puedo aceptar que lo haya hecho». A veces explico que lo importante es entender por qué no lo hizo. No pegó a ese niño porque lo mereciera, no hizo daño a esa mujer porque ella tuviera la culpa de algo… Hay que entender que hay algo en la historia de esa persona a que el instinto natural de protección a un niño o a otra persona no funcione bien. Cuando uno se pregunta por qué está intentando sentir que no fue culpa de él y eso se puede conseguir sin pasar por esa pregunta del por qué y centrándose en lo que no tuvo nada que ver con lo que hiciera o lo que dijera. A veces encontramos respuestas que no nos valen porque no hicimos la pregunta adecuada.- ¿Por qué a algunas personas que les cuesta tanto disfrutar o incluso mostrar el disfrute?Si cuesta el disfrute, habría que ver a qué responde porque será algo muy particular para cada persona. En algunos casos puede deberse al hecho de haber vivido en un entorno en el que el deber está antes que el placer a todos los niveles o en el que no suele haber experiencias de disfrute compartidas. Pero no es natural que no podamos disfrutar de la vida ni compartirlos. Y además es algo muy nutritivo. – En torno a la infancia defiende dos conceptos que son «querer sin condiciones» y «ser padres suficientemente buenos», ¿Cómo se trabajan ambas ideas en un contexto en el que predomina la sobreprotección?Es importante saber que los hijos no vienen al mundo para cumplir nuestras expectativas Uno tiene que querer al niño que tiene y no al que se había imaginado. Es más, lo ideal sería no imaginar nada y aceptarlo como venga para que ese niño se sienta querido por la persona única, especial y diferente que es; no porque cuestiones como se porte bien. Es cierto que se pueden corregir las conductas, claro, encauzándolo. Pero es importante que el niño sienta que se le transmita que se le quiere y que eso no dependa de cómo actúe. Y además aquellos expertos que definieron el concepto de apego hablaron de los padres suficientemente buenos, no perfectos. Los cuidadores perfectos o que se imponen esa perfección producen muchos problemas emocionales en los niños porque crecerán con un modelo de autoexigencia que no le vendrá bien. A veces es importante hacerlo mal y aprender mucho de ello para poder ir haciéndolo menos mal cada vez. Se aprende por ensayo y error y eso significa una estadística cercana a: cinco errores, un acierto.Sobre su trayectoriaAnabel González es psiquiatra, psicoterapeuta y doctora en Medicina. Directora del Instituto Médico Imaya, ha coordinado durante años el programa de trauma y disociación del Complexo Hospitalario Universitario A Coruña. Presidenta de la Asociación EMDR España, forma a especialistas y da cursos sobre esta metodología terapéutica en institutoimaya.com . Es también tutora de doctorado en la Universidade da Coruña, codirectora del curso de especialista de EMDR de la UNED y profesora en el máster de Psicoterapia con EMDR de ese centro. Es autora de ‘Lo bueno de tener un mal día’ (2020), ‘Las cicatrices no duelen’ (2021), ‘¿Por dónde se sale?’ (2023), ‘No soy yo ‘(2017) y otras obras especializadas.   

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