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La guerra comercial abierta por Estados Unidos

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La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca despertó preocupación sobre el futuro de las transacciones internacionales y una auténtica guerra comercial a golpe de amenazas, aranceles y medidas de represalia.

Así están las cosas una semana después de que empezaran las tensiones.

– China: se abrió la veda –

Desde el martes, Estados Unidos impone aranceles aduaneros adicionales del 10% a todos los productos importados de China. Pekín respondió con aranceles del 15% al carbón y al gas natural licuado (GNL), y del 10% al petróleo, así como a maquinaria agrícola, vehículos…

De momento, «las medidas de retorsión [chinas] son bastante menos altas en proporción», observó el banco estadounidense Goldman Sachs. Las nuevas tasas chinas se aplicarían a unos 14.000 millones de dólares de bienes estadounidenses, mientras que las anunciadas por Trump atañerían a 525.000 millones de dólares de bienes chinos.

«Sin embargo, la combinación de contramedidas apunta hacia un enfoque más coordinado» de China que, al mismo tiempo, endureció las restricciones a la exportaciones de minerales críticos y abrió una investigación antimonopolio contra el gigante estadounidense Google.

Ahora le toca el turno a la negociación y la fanfarronería entre las dos mayores potencias mundiales. Donald Trump aseguró el lunes que podría hablar con su homólogo chino por teléfono rápidamente, pero luego precisó que tampoco tenía ninguna «prisa» en hablar con Xi Jinping.

– México y Canadá: bandera blanca –

Prácticamente en cuanto los impuso, Trump suspendió temporalmente los aranceles del 25% contra México y Canadá, que serán reexaminados dentro de un mes. A cambio, los dos países vecinos de Estados Unidos se comprometieron a hacer más para atajar el narcotráfico y la migración irregular en sus fronteras.

Canadá, que ya estuvo en el punto de mira durante el primer mandato de Trump, de 2017 a 2021, estaba preparado para replicar. Pero, al final, la provincia de Ontario, corazón económico del país, renunció a vetar a las empresas estadounidenses de los contratos públicos y a cancelar un contrato con Starlkink, la compañía propiedad del multimillonario Elon Musk, aliado del presidente estadounidense.

– Europa: en guardia –

Europa también parece estar en la mira de Trump, que el domingo afirmó que «muy pronto» tomaría una decisión respecto al Viejo Continente.

Bruselas está elaborando desde hace meses varios escenarios, para asegurarse de que la UE está preparada para enfrentar un eventual conflicto. Los sectores automotriz, el de maquinaria y el metalúrgico son los más expuestos. Durante su primer mandato, el republicano impuso aranceles a las exportaciones europeas de acero y aluminio, lo que llevó al bloque a responder.

Según Goldman Sachs, el 40% de las exportaciones europeas a Estados Unidos podrían verse afectadas por aranceles, lo que podría representar el 1% del PIB europeo.

«Tendremos que participar en negociaciones difíciles, incluso con socios de toda la vida», dijo el martes la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quien llamó a «tomar decisiones sin emoción o nostalgia, sino de acuerdo con un cálculo sobre cuál es nuestro propio interés».

– Empresas: movilización general –

Las empresas podrían sufrir las consecuencias de los aranceles de forma muy distinta. Por ejemplo, el dueño de Barbie, el grupo Mattel, indicó el martes que podría verse obligado a aumentar sus precios, pues algunos de los componentes de sus juguetes vienen de China.

A las empresas extranjeras que exportan a Estados Unidos, los aranceles aduaneros podrían privarlas de un mercado importante. Algunas incluso podrían reubicar sus fábricas en Estados Unidos, por ejemplo, firmas del sector automotriz europeo que tienen plantas en México.

De forma más global, el ambiente de incertidumbre acaba pesando en las decisiones estratégicas de los grupos.

«Es un círculo vicioso: aunque no se pongan en marcha los aranceles, hay una pérdida de potencial» ya que las «empresas no invierten» en un clima de incertidumbre, comentó a AFP Ana Boata, economista en Allianz-Trade.

– Globalización: al frente –

La ola proteccionista lanzada por Trump y su estrategia para dar prioridad a las negociaciones bilaterales pone una una vez más en relieve los límites de la globalización, que ya se había visto socavada por la pandemia y la guerra en Ucrania.

Máxime teniendo en cuenta que en la Organización Mundial del Comercio (OMC), baluarte de una globalización estructurada, el mecanismo pensado para solucionar los diferendos de forma pacífica lleva años paralizado a causa de… Estados Unidos.

Con todo, no debería cundir el pánico, según expertos.

«El comercio internacional medido en volumen continúa creciendo», afirmó hace poco a AFP el exdirector general de la OMC Pascal Lamy. «La globalización se transforma, va menos rápido, pero, en todo caso, no retrocede».

Estamos asistiendo a un nuevo «orden, donde el más débil debe negociar en respuesta o proactivamente», consideró Ana Boata.

 La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca despertó preocupación sobre el futuro de las transacciones internacionales y una auténtica guerra comercial a golpe de amenazas, aranceles y medidas de represalia.Así están las cosas una semana después de que empezaran las tensiones.- China: se abrió la veda -Desde el martes, Estados Unidos impone aranceles aduaneros adicionales del 10% a todos los productos importados de China. Pekín respondió con aranceles del 15% al carbón y al gas natural licuado (GNL), y del 10% al petróleo, así como a maquinaria agrícola, vehículos…De momento, «las medidas de retorsión [chinas] son bastante menos altas en proporción», observó el banco estadounidense Goldman Sachs. Las nuevas tasas chinas se aplicarían a unos 14.000 millones de dólares de bienes estadounidenses, mientras que las anunciadas por Trump atañerían a 525.000 millones de dólares de bienes chinos.»Sin embargo, la combinación de contramedidas apunta hacia un enfoque más coordinado» de China que, al mismo tiempo, endureció las restricciones a la exportaciones de minerales críticos y abrió una investigación antimonopolio contra el gigante estadounidense Google.Ahora le toca el turno a la negociación y la fanfarronería entre las dos mayores potencias mundiales. Donald Trump aseguró el lunes que podría hablar con su homólogo chino por teléfono rápidamente, pero luego precisó que tampoco tenía ninguna «prisa» en hablar con Xi Jinping.- México y Canadá: bandera blanca -Prácticamente en cuanto los impuso, Trump suspendió temporalmente los aranceles del 25% contra México y Canadá, que serán reexaminados dentro de un mes. A cambio, los dos países vecinos de Estados Unidos se comprometieron a hacer más para atajar el narcotráfico y la migración irregular en sus fronteras.Canadá, que ya estuvo en el punto de mira durante el primer mandato de Trump, de 2017 a 2021, estaba preparado para replicar. Pero, al final, la provincia de Ontario, corazón económico del país, renunció a vetar a las empresas estadounidenses de los contratos públicos y a cancelar un contrato con Starlkink, la compañía propiedad del multimillonario Elon Musk, aliado del presidente estadounidense.- Europa: en guardia -Europa también parece estar en la mira de Trump, que el domingo afirmó que «muy pronto» tomaría una decisión respecto al Viejo Continente.Bruselas está elaborando desde hace meses varios escenarios, para asegurarse de que la UE está preparada para enfrentar un eventual conflicto. Los sectores automotriz, el de maquinaria y el metalúrgico son los más expuestos. Durante su primer mandato, el republicano impuso aranceles a las exportaciones europeas de acero y aluminio, lo que llevó al bloque a responder.Según Goldman Sachs, el 40% de las exportaciones europeas a Estados Unidos podrían verse afectadas por aranceles, lo que podría representar el 1% del PIB europeo.»Tendremos que participar en negociaciones difíciles, incluso con socios de toda la vida», dijo el martes la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quien llamó a «tomar decisiones sin emoción o nostalgia, sino de acuerdo con un cálculo sobre cuál es nuestro propio interés».- Empresas: movilización general -Las empresas podrían sufrir las consecuencias de los aranceles de forma muy distinta. Por ejemplo, el dueño de Barbie, el grupo Mattel, indicó el martes que podría verse obligado a aumentar sus precios, pues algunos de los componentes de sus juguetes vienen de China.A las empresas extranjeras que exportan a Estados Unidos, los aranceles aduaneros podrían privarlas de un mercado importante. Algunas incluso podrían reubicar sus fábricas en Estados Unidos, por ejemplo, firmas del sector automotriz europeo que tienen plantas en México.De forma más global, el ambiente de incertidumbre acaba pesando en las decisiones estratégicas de los grupos.»Es un círculo vicioso: aunque no se pongan en marcha los aranceles, hay una pérdida de potencial» ya que las «empresas no invierten» en un clima de incertidumbre, comentó a AFP Ana Boata, economista en Allianz-Trade.- Globalización: al frente -La ola proteccionista lanzada por Trump y su estrategia para dar prioridad a las negociaciones bilaterales pone una una vez más en relieve los límites de la globalización, que ya se había visto socavada por la pandemia y la guerra en Ucrania.Máxime teniendo en cuenta que en la Organización Mundial del Comercio (OMC), baluarte de una globalización estructurada, el mecanismo pensado para solucionar los diferendos de forma pacífica lleva años paralizado a causa de… Estados Unidos.Con todo, no debería cundir el pánico, según expertos.»El comercio internacional medido en volumen continúa creciendo», afirmó hace poco a AFP el exdirector general de la OMC Pascal Lamy. «La globalización se transforma, va menos rápido, pero, en todo caso, no retrocede».Estamos asistiendo a un nuevo «orden, donde el más débil debe negociar en respuesta o proactivamente», consideró Ana Boata. 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