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Polonia y España son los países europeos que más han incrementado su contribución al espacio. Por razones muy diferentes

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Polonia y España son los países europeos que más han incrementado su contribución al espacio. Por razones muy diferentes

Europa quiere ponerse las pilas en materia espacial e independizarse de Estados, así que este 2025 ha lanzado el ambicioso plan a 15 años “Estrategia 2040: Elevando el futuro de Europa“, ha fusionado sus mayores empresas y ha aprobado un presupuesto histórico de más de 22.000 millones de euros. Este nuevo presupuesto de la Agencia Espacial Europea hay dos países que han dado un paso adelante en inversión: Polonia y España.

España y Polonia dan un paso al frente. Con una aportación de 1.854 millones de euros, el estado español pasa de quinta a cuarta posición, solo por detrás de Alemania, Francia e Italia. Desde 2022 ha superado al Reino Unido, el único estado miembro que ha ido reduciendo su aportación desde 2022. Polonia ha pasado del puesto duodécimo a convertirse en el octavo mayor contribuyente. Aunque el objetivo de España y Polonia es el mismo, sus motivaciones son distintas: mientras que la prioridad del primero pasa por apoyar su base industrial, para el segundo es esencial la seguridad y la autonomía.

El éxito de la petición presupuestaria de la ESA radica en los programas que alberga y cómo cada país y sus prioridades pueden influir en las tendencias generales de gasto espacial del viejo continente. 

La joya de la corona: EOGS-ESA. Uno de los grandes motores es el Earth Observation Governmental Service (Servicio Gubernamental de Observación de la Tierra), un programa clave de la Agencia Espacial Europea centrado en la observación de la Tierra con datos satelitales, pero no solo para ciencia o clima, sino también para defensa y seguridad en lo que llaman un doble uso, civil y militar. 

La inyección económica de Polonia y España fue significativa: 325 millones de euros para el estado español y 109 millones de euros para el país del Este, más de la mitad de lo que puso en 2022. Pero ambos financiaron diferentes componentes del proyecto que se alinean con sus intereses. 

Cada país tiene sus razones. Así, lo de Polonia se destinó a sistemas europeos compartidos y redes de resiliencia (servicios que funcionan incluso aunque haya fallos o sabotajes), lo que encaja con su preocupación por la seguridad nacional, la protección de infraestructuras estratégicas y obviamente, el contexto de la guerra de Ucrania. Por su parte, España apostó por una parte del proyecto más tangible: construir satélites, más concretamente la “Constelación Atlántica“, una constelación de pequeños satélites compartida con Portugal para observar el Atlántico.

Faltan launchers. En Europa tradicionalmente los países lanzadores han sido Francia, Alemania e Italia a través de Ariane y Vega, pero en los últimos años el panorama se ha complicado. Por un lado, el éxito de SpaceX ha opacado la labor europea y por otro, el vacío en lanzamientos que ha habido durante los últimos años, fruto de los retrasos del Ariane 6, la ruptura de las colaboraciones con Rusia y la paralización del Vega-C. Así que otros países con menos tradición han dado un paso adelante, mejorando la competitividad. 

En el caso de España, ha destinado 169 millones a Miura, un lanzador reutilizable de pequeños satélites de la empresa PLD Space. Polonia ha subido su aportación al Future Launcher Preparatory Programme, un programa de la ESA centrado en nuevas tecnologías innovadoras de lanzadores. De 2022 a 2025 ha pasado de proporcionar tres millones a 48. 

Dar vida a programas históricos. Aunque antes no habían sido prioritarios para ambos países, Polonia y España han puesto la mirada sobre programas más veteranos como ‘Celeste’ o el ‘Iris2’. 

  • ‘Celeste’ es una misión de la ESA basada en satélites de órbita baja que refuerza a Galileo a la hora de lograr una navegación más precisa y difícil de interferir, con un ámbito de aplicación en el desarrollo de vehículos autónomos, drones e infraestructuras críticas. Polonia se ha estrenado con una aportación de 10 millones y España ha triplicado su inversión. 
  • Iris2‘ es algo así como el Starlink europeo, conformada por una red de unos 300 satélites que proporcionará comunicaciones seguras, rápidas y resilientes a gobiernos y empresas de la UE. Con supervisión de la ESA, el objetivo es garantizar la soberanía digital europea. Su primer lanzamiento está previsto para 2029. En esta misión España se ha destapado contribuyendo mucho más que cualquier otro estado miembro al Elemento 3, que se centra en terminales de usuario, nuevos servicios y misiones, con 140 millones de euros. 

Más I + D+ i. Asimismo, ambos estados han ganado peso en FutureEO, el programa de I+D de la ESA para la observación de la Tierra centrado en el cambio climático, el colapso de los ecosistemas, la salud humana y el impacto del consumo de recursos. Así, Polonia y España pasaron de 8,5 y 20 millones respectivamente en 2022 a 35 y 110 millones en este nuevo presupuesto.

La exploración espacial de Polonia. Polonia ha subido de 12,5 millones a 61 millones de euros en apenas tres años, con más de la mitad de ese incremento (30 millones) destinado a la exploración lunar. No obstante, acaban de enviar a su primer astronauta en décadas: Sławosz Uznański-Wiśniewski, en una misión comercial de Ignis. El pionero fue Mirosław Hermaszewski, en 1978.

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Polonia y España son los países europeos que más han incrementado su contribución al espacio. Por razones muy diferentes

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por
Eva R. de Luis

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​Europa quiere ponerse las pilas en materia espacial e independizarse de Estados, así que este 2025 ha lanzado el ambicioso plan a 15 años “Estrategia 2040: Elevando el futuro de Europa”, ha fusionado sus mayores empresas y ha aprobado un presupuesto histórico de más de 22.000 millones de euros. Este nuevo presupuesto de la Agencia Espacial Europea hay dos países que han dado un paso adelante en inversión: Polonia y España.

España y Polonia dan un paso al frente. Con una aportación de 1.854 millones de euros, el estado español pasa de quinta a cuarta posición, solo por detrás de Alemania, Francia e Italia. Desde 2022 ha superado al Reino Unido, el único estado miembro que ha ido reduciendo su aportación desde 2022. Polonia ha pasado del puesto duodécimo a convertirse en el octavo mayor contribuyente. Aunque el objetivo de España y Polonia es el mismo, sus motivaciones son distintas: mientras que la prioridad del primero pasa por apoyar su base industrial, para el segundo es esencial la seguridad y la autonomía.

El éxito de la petición presupuestaria de la ESA radica en los programas que alberga y cómo cada país y sus prioridades pueden influir en las tendencias generales de gasto espacial del viejo continente. 

La joya de la corona: EOGS-ESA. Uno de los grandes motores es el Earth Observation Governmental Service (Servicio Gubernamental de Observación de la Tierra), un programa clave de la Agencia Espacial Europea centrado en la observación de la Tierra con datos satelitales, pero no solo para ciencia o clima, sino también para defensa y seguridad en lo que llaman un doble uso, civil y militar. 

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Cada país tiene sus razones. Así, lo de Polonia se destinó a sistemas europeos compartidos y redes de resiliencia (servicios que funcionan incluso aunque haya fallos o sabotajes), lo que encaja con su preocupación por la seguridad nacional, la protección de infraestructuras estratégicas y obviamente, el contexto de la guerra de Ucrania. Por su parte, España apostó por una parte del proyecto más tangible: construir satélites, más concretamente la “Constelación Atlántica”, una constelación de pequeños satélites compartida con Portugal para observar el Atlántico.

Faltan launchers. En Europa tradicionalmente los países lanzadores han sido Francia, Alemania e Italia a través de Ariane y Vega, pero en los últimos años el panorama se ha complicado. Por un lado, el éxito de SpaceX ha opacado la labor europea y por otro, el vacío en lanzamientos que ha habido durante los últimos años, fruto de los retrasos del Ariane 6, la ruptura de las colaboraciones con Rusia y la paralización del Vega-C. Así que otros países con menos tradición han dado un paso adelante, mejorando la competitividad. 
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La exploración espacial de Polonia. Polonia ha subido de 12,5 millones a 61 millones de euros en apenas tres años, con más de la mitad de ese incremento (30 millones) destinado a la exploración lunar. No obstante, acaban de enviar a su primer astronauta en décadas: Sławosz Uznański-Wiśniewski, en una misión comercial de Ignis. El pionero fue Mirosław Hermaszewski, en 1978.

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Eva R. de Luis

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