Ciencia y Tecnología
Hemos encontrado la primera “bala cósmica”: un agujero negro supermasivo expulsado de su galaxia a 3,4 millones de km/h
Hasta ahora, pensábamos en los agujeros negros supermasivos como las anclas inamovibles de las galaxias, siendo gigantes gravitatorios que mantienen todo en orden desde el centro. Pero estábamos bastante equivocados, puesto que el Telescopio Espacial James Webb nos ha confirmado que, a veces, estas anclas se rompen y salen disparadas por el espacio intergaláctico como si fueran auténticas balas de pistola.
El estudio. Un equipo liderado por el astrónomo Pieter van Dokkum, de la Universidad de Yale, ha presentado la primera confirmación observacional de un agujero negro supermasivo errante. Se llama RBH-1 y su existencia es el resultado de uno de los eventos más violentos que permite la física: ser “expulsado” fuera de su casa por ondas gravitacionales.
Una cicatriz. Detectar esto no es algo fácil, puesto que los agujeros negros no se pueden ver a simple vista, sino que se analiza la destrucción que van dejando a su paso. Esto es precisamente lo que vio el JWST al detectar una estructura lineal masiva de unos 200.000 años luz de largo (el doble que el diámetro de la Vía Láctea), que conecta a una galaxia lejana con un punto brillante y difuso.
Tras querer analizar más detalladamente esta destrucción, el propio telescopio ha desvelado que es una discontinuidad. En términos llanos: hay algo extremadamente masivo moviéndose a una velocidad absurda de 954 km/s, lo que equivale a 3.4 millones de kilómetros por hora. Una velocidad que nos permitiría viajar de la Tierra a la Luna en menos de siete minutos.
Cómo lo sabemos. La pregunta en este caso parece obligada: ¿Cómo sabemos que es un agujero negro y no una simple formación estelar? La respuesta está en todo lo que va dejando a su paso, ya que al moverse a este tipo de velocidades tan elevadas, el agujero negro va comprimiendo el gas de forma tan violenta que genera un rastro de plasma caliente que se puede ir midiendo, así como la formación de nuevas estrellas.
Y ahora la ciencia ha podido confirmar que este gas no está calentado por la luz que emiten las estrellas, sino por el choque brutal de un objetivo que tiene al menos 10 millones de veces la masa del Sol.
Por qué sale huyendo. La teoría que hay detrás de este fenómeno no es nueva, sino que lleva 50 años predicha por la relatividad general. Pero para poder entender lo que ha ocurrido aquí, podemos verlo en tres pasos diferentes:
- Lo primero que es dio fue la fusión de dos galaxias y sus respectivos agujeros negros supermasivos que empiezan a orbitar entre sí.
- Tras esto, llega una tercera galaxia que se une a esta fiesta y su agujero negro interactúa con el sistema binario formado antes.
- Por último, se da un “patadón” cósmico. En este caso, la interacción de tres cuerpos genera una gran asimetría en las ondas gravitacionales que deriva en que un agujero negro salga disparado fuera de la galaxia a una gran velocidad.
No es el primero. Ya conocíamos agujeros negros errantes de “masa estelar” (unas pocas veces la masa del Sol) vagando por nuestra propia Vía Láctea, detectados por efectos de microlente gravitacional por el Hubble o la misión Gaia. Sin embargo, encontrar un supermasivo, que es el tipo de objeto que suele vivir en el corazón de las galaxias, es un hito de otra escala.
Por qué esto es importa. La confirmación de RBH-1 no es una simple curiosidad para los físicos, sino que valida los modelos de evolución galáctica que sugieren que el universo está lleno de estos ‘exiliados’. Y esto hace ver que si los agujeros negros supermasivos pueden ser expulsados con tanta facilidad, significa que muchas galaxias podrían estar “huérfanas” de su núcleo central, afectando a cómo crecen y cómo forman estrellas.
Imágenes | NASA Hubble Space Telescope
En Xataka | China está lanzando más cohetes que nunca al espacio. Y el motivo es muy simple: no depender de Starlink
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La noticia
Hemos encontrado la primera “bala cósmica”: un agujero negro supermasivo expulsado de su galaxia a 3,4 millones de km/h
fue publicada originalmente en
Xataka
por
José A. Lizana
.
Hasta ahora, pensábamos en los agujeros negros supermasivos como las anclas inamovibles de las galaxias, siendo gigantes gravitatorios que mantienen todo en orden desde el centro. Pero estábamos bastante equivocados, puesto que el Telescopio Espacial James Webb nos ha confirmado que, a veces, estas anclas se rompen y salen disparadas por el espacio intergaláctico como si fueran auténticas balas de pistola.
El estudio. Un equipo liderado por el astrónomo Pieter van Dokkum, de la Universidad de Yale, ha presentado la primera confirmación observacional de un agujero negro supermasivo errante. Se llama RBH-1 y su existencia es el resultado de uno de los eventos más violentos que permite la física: ser “expulsado” fuera de su casa por ondas gravitacionales.
Una cicatriz. Detectar esto no es algo fácil, puesto que los agujeros negros no se pueden ver a simple vista, sino que se analiza la destrucción que van dejando a su paso. Esto es precisamente lo que vio el JWST al detectar una estructura lineal masiva de unos 200.000 años luz de largo (el doble que el diámetro de la Vía Láctea), que conecta a una galaxia lejana con un punto brillante y difuso.
Tras querer analizar más detalladamente esta destrucción, el propio telescopio ha desvelado que es una discontinuidad. En términos llanos: hay algo extremadamente masivo moviéndose a una velocidad absurda de 954 km/s, lo que equivale a 3.4 millones de kilómetros por hora. Una velocidad que nos permitiría viajar de la Tierra a la Luna en menos de siete minutos.
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Y ahora la ciencia ha podido confirmar que este gas no está calentado por la luz que emiten las estrellas, sino por el choque brutal de un objetivo que tiene al menos 10 millones de veces la masa del Sol.
Por qué sale huyendo. La teoría que hay detrás de este fenómeno no es nueva, sino que lleva 50 años predicha por la relatividad general. Pero para poder entender lo que ha ocurrido aquí, podemos verlo en tres pasos diferentes:
Lo primero que es dio fue la fusión de dos galaxias y sus respectivos agujeros negros supermasivos que empiezan a orbitar entre sí. Tras esto, llega una tercera galaxia que se une a esta fiesta y su agujero negro interactúa con el sistema binario formado antes. Por último, se da un “patadón” cósmico. En este caso, la interacción de tres cuerpos genera una gran asimetría en las ondas gravitacionales que deriva en que un agujero negro salga disparado fuera de la galaxia a una gran velocidad.
No es el primero. Ya conocíamos agujeros negros errantes de “masa estelar” (unas pocas veces la masa del Sol) vagando por nuestra propia Vía Láctea, detectados por efectos de microlente gravitacional por el Hubble o la misión Gaia. Sin embargo, encontrar un supermasivo, que es el tipo de objeto que suele vivir en el corazón de las galaxias, es un hito de otra escala.
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por
José A. Lizana
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